jueves, 31 de diciembre de 2009

EDUCACIÓN O VULGARIDAD




 Autor: Emili Avilés
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.inquietamente.wordpress.com

A nadie se le oculta que la calidad de nuestro sistema educativo es una de las asignaturas pendientes de nuestro país y que la falta de competitividad es uno de los principales problemas que tenemos en España. Esa conjunción fatal provoca, entre otras muchas cosas, el enquistamiento del gravísimo desempleo que padecemos. Por lo que a la educación respecta, creo que algunas causas de esta difícil situación son: insuficiente motivación creadora, poca laboriosidad e inadecuada preparación, que intentan compensarse en muchas ocasiones con agresividad, individualismo y vulgaridad.

Cuando digo vulgaridad, no me refiero exactamente –aunque la rechazo- a la poca finura de los “reality shows” ni a comunicadores-conversadores (¿?) que recurren a la fórmula escatológica y genital para conseguir la risotada fácil y el máximo “share”. Pero sí, a un clamor animal persistente que nos rebaja en nuestros objetivos y proyectos.

O sea, podríamos hablar de la vulgaridad de espíritu, frente a la cual es preciso responder con una educación de mayor nivel, que atienda, desde pequeños y especialmente en la familia, la formación integral, también en virtudes y valores, gracias a un trato asiduo con la verdad, el bien, la belleza… No tengamos, pues, apuro en denunciar la vulgaridad, que es como una cuchillada trapera a la buena convivencia y al desarrollo de un país. Sin esta reivindicación, los pactos educativos que se avecinan, necesarios desde hace ya muchos años, no van a ser suficientes para llegar de forma capilar y eficaz a todos los ciudadanos.

Para que un hombre sea de valor para el mundo, ha de tener educación. Pero también ha de haber aprendido a amar con obras: Eso es lo más culto, lo más alejado de la vulgaridad, sin buscar rentas inmediatas de tipo material o económico, superando superficialidades y relaciones sólo a nivel de epidermis.

No saldremos de ninguna crisis hasta que todos –o al menos un gran mayoría- nos desvivamos por conocer y comprender mejor, poner el alma y convertir “en oro” cultura y aprendizajes, virtudes y defectos, belleza y dolor.

Ortega y Gasset tituló “Azorín: Primores de lo vulgar”, a uno de sus magníficos ensayos, pero con el fin de elogiar la hermosura de lo pequeño y sencillo, no de la tontería. Por eso pudo escribir también que: “La masa arrolla lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto. Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado”.

Entonces, ¿en qué posición nos colocamos la gente de la calle, que paga sus impuestos y las facturas a veces a contrapelo, que nunca vamos a ser noticia? Pues, considero que nos valdrá de mucho por lo menos evitar la mediocridad moral, las estupideces y las bellaquerías que se reparten, gratis total, al por mayor.

Cuando alguien es vulgar, desgraciadamente que casi seguro lo es en todo. La vulgaridad es aburrida, es enemiga del riesgo, aunque sólo fuera el de atreverse a pensar. Es posible denunciarla, incluso en uno mismo, pero a menudo raya con la tontuna por lo que no se reconoce ni en el espejo más sincero de la amistad o del cariño. Por eso hace falta mucha humildad, mucho respeto mutuo, abrir el corazón, mucha paciencia…

Considero que quienes han de liderar la organización educativa de un país, e incluso la economía, también necesitan saber a fondo qué es el hombre, dando ellos mismos estímulos de ejemplaridad y capacidad de sacrificio. Y es que, los primeros “niños caprichosos” han sido precisamente quienes deberían haber puesto prudencia y remedio en la lamentable situación a la que nos enfrentamos desde ya hace varios años. Es tiempo de rectificar, de una vez por todas.

Con ese fin, sean bienvenidos los acuerdos educativos de gran calado entre PP y PSOE. Por mi parte, les animo a los responsables públicos a tener en cuenta medidas que ayuden a revitalizar la reflexión personal desde jóvenes. Y para eso necesitamos conocer a fondo la herencia humanística de Europa, pues será fortaleza para las crisis de este nuevo siglo. Sí amigos, recuperemos las Humanidades clásicas, sin descafeinar, en Secundaria, Bachillerato y en la Universidad. Superemos al “hombre-masa”, niño mimado y pretencioso, que sólo piensa en derechos pero no en deberes.

Tal vez la clave estará en aprender a ver el bien a nuestro alrededor, saber contemplar la belleza. Como dice el filósofo de la juventud, mi gran amigo José Ramón Ayllón, parafraseando a Platón: “En realidad la belleza es la llamada de otro mundo para despertarnos, desperezarnos y rescatarnos de la vulgaridad”.

Pues, ¡ea!, que la atracción de esa belleza no nos falte tampoco en el 2010. ¡Feliz Año Nuevo!
Emili Avilés
Profesor especialista en Pedagogía Terapéutica y Educación Familiar

domingo, 27 de diciembre de 2009

VEINTE DIEZ




Autor: Hugo Luis Daher
Foto: www.noticiasnoe.com

Entrando a este año me viene a la cabeza la condición humana con que vamos a afrontarlo y se torna algo monótono, insípido y quizás aburrido.

Entramos con batallas perdidas para algunos luchadores empedernidos de los “derechos doblados”. ¿Qué es esto? Sencillamente lo que se reclama mal, hay razones para reclamar legítimamente ciertas cosas, pero no se puede razonar tan mal cuando lo reclamado, que de por sí es algo extraordinario, se lo pretenda encauzar, cubicar, dentro de las medidas y del orden que naturalmente corresponden a ciertos derechos. Otros siguen sin ton ni son el ritmo del oleaje cotidiano y otros se quedaron sin poder hacer eco de los reclamos por la equidad, ya sea por falta de medios, ya sea por falta de repuestas causadas por la mediocridad asumida por tantos.

¿De qué hablo? Y! , del derecho a la vida, del derecho a la sexualidad, a morir dignamente, de los derechos que me asisten por el género que naturalmente me tocó, de los que me corresponderían por opción, del derecho a estudiar, a trabajar, a estar sano, a tener techo, del derecho a ser feliz…

Todo esto trae aparejada la cuestión de la crisis del ser humano en la actualidad ya que no se sabe muy a ciencia clara que es lo que el hombre (y cuando pongo hombre entiéndase mujer o varón), piensa de sí mismo, quién se cree que es, qué valor da a su existencia, cómo encararía la vida, en definitiva cómo resolver la cuestión de estar aquí y ahora uno mismo y no otro.

Hombre que estás como una perinola dando vueltas sobre ti mismo y esperando que la suerte esté de tu lado y la verdad que mientras caes en suerte ya otros poderes están esperándote para devorarte. Te parten y te reparten, pocas veces no te toman pero sigues girando hacia un destino fatal por la sencilla razón de que la manija de tus movimientos la tienen otros, estás esclavo dando vueltas sobre ti mismo sin poder escapar de este círculo de vicio y de nada…

Hombre que desde tí sólo te queda la opción de salir hacia el exterior donde podrás sintonizar con el todo porque realmente te has quedado particularizado cómo queriéndote saber dueño de ti mismo, totalmente autónomo, soberbiamente autosuficiente y de hecho los límites y las contingencias dia a dia te conducen a la frustración que trae el vacío y la nada…

Hombre que te entretienes con mil pasatiempos hechos por ti mismo o para tí mismo para pasar el dolor de la angustia existencial entregándote a una desolación interior venida de la desconexión con tu medio natural; te artificializas cada vez con mayor frecuencia, con mayor intensidad, queriendo llenar los anhelos de felicidad y plenitud que te son espontáneos y casi infinito con miles de banalidades…

Hombre que te confundes o que te confunden desviándote del bien que necesitas, de la alegría que sufres de ausencia, del calor que lloras en tu frío y sombrío interior… hombre falto de luz que te revuelcas como un bebé desesperado de amor y cuidado maternal, hombre que sufres miedos y cobardías en tu interior reclamando con dureza criminal la exigencia y la seguridad que te debe el padre ausente…

Hombre que eres lo más bello, importante y digno que podamos conocer, mira en tí mismo la creación fabulosa que eres, y si no te sientes creado mira lo maravilloso que eres, no tienes comparación, y siente el amor con que se te hizo, el amor que hay en tí, el cuidado que se puso en tí, ¡cuídate y no dejes que te sigan haciendo vejaciones! ¡Levanta tu vista, mira, tienes un destino mayor, el más grande de entre lo que te rodea, un destino de máxima dignidad, un destino de pura realeza que solo se alcanza caminando codo a codo con el otro, con los demás! Un destino hacia el todo, totalmente íntegro, hacia lo infinito, hacia la plena felicidad, porque sencillamente así lo deseas.

jueves, 24 de diciembre de 2009

SIN CURAS NO HAY PARAISO


Autor: David Calahorra
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.novabella.org

Carta de Navidad de un sacerdote de nuestra diócesis

Del 19 de junio de 2009 al 11 de junio de 2010, el Papa Benedicto XVI ha invitado a toda la Iglesia a celebrar un año jubilar dedicado al sacerdocio, con ocasión del ciento cincuenta aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, el santo cura de Ars (Lyon, Francia), patrón de los sacerdotes. Aprovecho esta carta, que os mando como felicitación de Navidad, para animarnos a que demos gracias a Dios por el regalo de tantos sacerdotes como han pasado por nuestras vidas y que nos han hecho tanto bien.

Como señala el Papa en la carta con la que convoca este año jubilar, ha habido situaciones deplorables y nunca lo suficientemente condenadas en las que algunos sacerdotes han tenido comportamientos indignos de su vocación, inaceptables en cualquier cristiano, pero aun más en un sacerdote. Siendo esto verdad, no lo es menos que son muchos más los buenos sacerdotes que, día a día, en la historia de nuestros pueblos y ciudades han dado y dan la vida de modo silencioso, de espaldas a la fama y los aplausos, únicamente preocupados en hacer todo el bien que pueden. Cuántos deben a su cura haber aprendido a leer y a escribir, la ayuda para acceder a mejores estudios o a un puesto de trabajo, el pan que a veces ha faltado y todavía hoy sigue faltando en las familias necesitadas, el consejo para las grandes incertidumbres de la vida, el consuelo en el dolor, la compañía en los peores momentos,… y todos les debemos sus oraciones y sacrificios, que sólo Dios ve y que esperamos que él mismo les recompense.

Nuestro país tiene una marcada herencia anticlerical, fomentada por el chiste y la burla fáciles. Nos hemos vuelto desagradecidos y abunda una amnesia histórica que no nos deja recordar nuestras raíces. Hemos olvidado que los sacerdotes han estado en el origen de la enseñanza para todos, de los hospitales, las universidades, los servicios sociales, la defensa de los derechos y la dignidad del mundo laboral,… han sido y son el mejor ejemplo de creatividad a la hora de dar respuesta a las mil y una necesidades de cada realidad. Este año sacerdotal quiere llamarnos a todos a valorar lo que el sacerdocio ha significado y significa para el bien de la Iglesia y de la sociedad.

Tanto el pasado siglo como el que estamos estrenando pueden resumir su historia con la siguiente expresión: “el Paraíso no existe en la tierra”. Los regímenes totalitarios, los avances técnicos y científicos, la política, el desarrollo económico, las ideas y modas revolucionarias… nos han prometido y hasta a veces nos han hecho creer que tendríamos el paraíso en la tierra. Ese paraíso que tanto desea cada uno en su corazón, la felicidad que incansablemente buscamos, hay quien no deja de ofrecérnosla ya, fácilmente, del modo más cómodo y más barato. Pero lo que al final estamos consiguiendo es una gran frustración, una desesperanza que nos lleva a conformarnos con cualquier cosa y a llamarle paraíso a experiencias, momentos y sensaciones que no son capaces de satisfacernos plenamente. “Estamos de vuelta”… y es normal, porque el Paraíso no nos lo puede dar nada ni nadie de este mundo.

Dios, que nos ha creado y ha puesto en todo ser humano el mismo deseo infinito de felicidad, ha entrado en nuestra historia, se ha hecho hombre y de este modo ha introducido en nuestro mundo el verdadero Paraíso que es él mismo. El Paraíso es una persona con nombre propio: Jesucristo. Él es nuestro Dios, el único que puede saciar el deseo de nuestro corazón. Jesús es el verdadero Cielo, el verdadero Paraíso que disfrutaremos plenamente en la vida eterna, pero que se hace presente ya aquí, en la tierra, por los sacramentos y la vida de la Iglesia. Cada vez que celebramos la Misa o nos ponemos ante Jesús-Eucaristía podemos decir que ya estamos pregustando el Cielo. Sin sacerdotes no hay Eucaristía, no hay perdón de los pecados, no hay sacramentos… sin curas no hay Paraíso.

Asi lo expresaba el cura de Ars: "Si desapareciesen los sacerdotes, no tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote. ¿Quién ha recibido vuestra alma apenas renacida en el bautismo? El sacerdote. ¿Quién la nutre con la Eucaristía para que pueda terminar su peregrinación? El sacerdote. ¿Quién la preparará para comparecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de Jesucristo? El sacerdote, siempre el sacerdote. Y si esta alma llegase a morir (a causa del pecado), ¿quién la resucitará y le dará el descanso y la paz? También el sacerdote... ¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!... Él mismo sólo lo entenderá en el cielo". Estas afirmaciones, nacidas del corazón sacerdotal del santo párroco, pueden parecer exageradas. Sin embargo, revelan la altísima consideración en que tenía el sacramento del sacerdocio. Parecía sobrecogido por un inmenso sentido de la responsabilidad: "Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor... Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra... ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del Cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes... Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias... El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros".

No hace mucho encontré este simpático texto de autor desconocido. Su título es “El sacerdote: Signo de contradicción”. Dice así:

Si es puntual para la Misa … lleva el reloj adelantado.
Si empieza tarde la Misa … nos hace perder el tiempo a todos.

Si hace obras en la iglesia… despilfarra el dinero.
Si no las hace… le interesa poco la iglesia.

Si tiene amigos ricos… vive con los que mandan.
Si se rodea de pobres… es un revolucionario.

Si es joven… le falta experiencia.
Si es mayor… debería jubilarse.

Si hace salidas con los jóvenes… descuida la parroquia.
Si no las hace… es que no se preocupa de los jóvenes.

Si participa en las actividades del pueblo… quiere meterse en todo.
Si no participa… desconoce la realidad de la gente.

Y… si el Obispo cierra la Parroquia por falta de sacerdotes…
entonces todo el pueblo firma una carta de protesta.

Si falta el sacerdote, ¿quién le sustituirá?

Si alguien quiere hacer algo por este mundo, nada mejor que dar la vida como sacerdote. La tarea es dura, hay que despertar a un mundo dormido, pero merece la pena. Sólo Dios sabe la alegría impagable que reciben nuestros pobres corazones de sacerdote, cuando vemos en la intimidad de las personas cómo Dios devuelve la alegría, la esperanza, la dignidad… Si hay algo que necesita este mundo son sacerdotes y buenos sacerdotes, sacerdotes santos. Hombres dados a tiempo completo, entregados en cuerpo y alma por el bien de las personas, en sus necesidades materiales y sobre todo en las espirituales, de las que estamos tan necesitados y para las que el sacerdote es imprescindible. Yo sólo puedo decir que soy inmensamente feliz, que no me cambio por nadie, y que mil veces que naciera, mil veces que volvería a ser sacerdote.

¡Feliz Navidad y próspero año nuevo!

David Calahorra, párroco de Valdeolmos-Alalpardo
Miembro del Equipo de Pastoral Vocacional

AMIGO DE JUAN PABLO II


Autor: Pedro Beteta (Doctor en teología)
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.absurda_revolucion.blogia.com

El hombre que no imaginó en ser Papa ni en beatificar a su amigo Juan Pablo II


Era abril de 2005. El cardenal Joseph Ratzinger oficiaba, en unión con muchos obispos venidos de todo el mundo, los funerales por el eterno descanso de Juan Pablo II. Las escenas que ofreció la televisión nos han dejado un recuerdo imborrable de ese evento, pero éste fue especialmente conmovedor cuando se dirigió al balcón desde donde tantas veces el Papa Juan Pablo II había dirigido la palabra bendiciendo a la multitud, y mientras lo miraba dijo improvisando: “Ninguno de nosotros podrá olvidar como en el último domingo de Pascua de su vida, el Santo Padre, marcado por el sufrimiento, se asomó una vez más a la ventana del Palacio Apostólico Vaticano y dio la bendición Urbi et Orbi por última vez. Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora en la ventana de la casa del Padre, nos ve y nos bendice. Sí, bendíganos, Santo Padre” (1).

El cardenal Ratzinger no imaginó ni deseó jamás ser el sucesor de Juan Pablo II. Había abandonado Baviera hacía veintitrés años para ir a Roma, cuando le llamó el Papa para trabajar junto a él. Echaba mucho de menos Alemania. De hecho, durante esas tres semanas de Sede Vacante que hubo en la Iglesia, él, como cardenal decano del Colegio Cardenalicio, tuvo que hacer cabeza y tomar decisiones.

Tras el fallecimiento de Juan Pablo II, la prensa y la televisión se hicieron eco mundial del acontecimiento que llegó reunir a la gran mayoría de los mandatarios del planeta en Roma –cosa insólita–; yendo entre ellos, los tres últimos presidentes de Estados Unidos. Y, sobre todo, más de tres millones de peregrinos. El primer día, la inmensa mayoría procedía de la población romana, el segundo día se sumaron gentes venidas de toda Italia, y el tercero, multitudes de todas partes del mundo poblaron Roma y coreaban –también con pancartas–: “santo, ya”.

Este espontáneo grito, acompañado de pancartas, por el que miles de personas pedían una canonización inmediata –que es una fórmula de canonización por aclamación, como al principio de la cristiandad– era algo inaudito. Además, este hecho fue visto de buen grado por millones de telespectadores católicos. Así las cosas, alguien preguntó al cardenal Ratzinger que hiciera alguna declaración oficial para los medios desplazados en Roma sobre este asunto que ya portada en muchos periódicos. Su respuesta vino a ser algo así como: no se preocupen ustedes como tampoco me preocupo yo. Esa decisión le tocará tomarla al siguiente Papa, no a mí. Bien lejos de su mente estaba, por tanto, que iba a ser precisamente él quien abriría –acortando los tiempos previstos– el proceso de beatificación, tras su elección como Romano Pontífice.

Si el comentario hecho por el cardenal Ratzinger dejaba claro qué lejos de su mente de estaba el deseo de ser Papa, éste no dudó en decirlo al poco de ser elegido Sumo Pontífice. Nunca había pensado ni deseado semejante carga y responsabilidad. De ahí que “cuando, lentamente, el desarrollo de las votaciones me permitió comprender que, por decirlo así, la guillotina caería sobre mí, me quedé desconcertado. Creía que había realizado ya la obra de toda una vida y que podía esperar terminar tranquilamente mis días. Con profunda convicción dije al Señor: ¡No me hagas esto! Tienes personas más jóvenes y mejores, que pueden afrontar esta gran tarea con un entusiasmo y una fuerza totalmente diferentes” (2).

El 19 de diciembre ya es una fecha inolvidable para nuestra generación, para nuestra gente, esa que ronda entre los 20 y los 60 años; esos que han estado en el Paseo de la Castellana, en Montserrat, en Javier, etc., en 1982; años más tarde en Zaragoza, en Sevilla, en Colón o en Cuatro Vientos gritando Juan Pablo II te quiere todo el mundo. Esa generación que sin encomendarse a nadie hizo el petate y se plantó en Roma en 2005 para dar su último adiós a Juan Pablo II el Grande.

Benedicto XVI lo proclamó el día 19 “venerable” tras aprobar con su firma el decreto por el que se reconoce que el Siervo de Dios Karol Wojtyla vivió en grado heroico las virtudes. Esto supone el primer paso hacia los altares del Pontífice polaco. El decreto fue aprobado durante la audiencia que concedió en el Vaticano al prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el arzobispo Angelo Amato, S.D.B., prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

La firma del decreto no supone la inmediata beatificación de Karol Wojtyla, ya que todavía falta la aprobación por parte de Benedicto XVI del milagro que lleve a la proclamación como beato de su antecesor. No obstante, es el inicio de un proceso que ya tiene fecha dada la antelación con que hay que trabajar por la logística que acompaña. Ciertamente se necesita un milagro bien estudiado y constatado, pero era tal la seguridad moral de su santidad que bien pronto llegaron a Roma innumerables favores de gran entidad como exige un milagro.

El postulador de la causa, el sacerdote polaco Slawomir Oder, se ha inclinado entre muchos a elegir, por la curación de la monja francesa Marie Simon Pierre, que padecía Parkinson, la misma enfermedad que tenía Juan Pablo II Una vez que Benedicto XVI apruebe el milagro, sólo quedará elegir la fecha de la beatificación. Aunque las cosas de palacio van despacio, aquél “santo súbito” sigue resonando con ecos “in crescendo” en los oídos de tantos hombres cristianos o no que le admiraron en vida y después de su muerte como lo demuestran las largas colas de personas que pasan cada día por su tumba en Roma.

El proceso que llevará a Juan Pablo II a los altares el próximo 16 de octubre, se abrió el 28 de junio de 2005 y comenzó en Roma, ciudad en la que murió y de la que fue su obispo durante 26 años y medio. La causa de beatificación se abrió por deseo de Benedicto XVI sin esperar a que transcurrieran cinco años de su muerte, como establece el Código de Derecho Canónico. El anuncio fue acogido con gran alegría en el mundo católico, donde aún sigue vivo el grito “súbito santo” (santo ya) que decenas de miles de personas corearon el 7 de abril en la plaza de San Pedro del Vaticano durante los funerales de Juan Pablo “el Grande”, como ya se le conoce.


Pedro Beteta
Doctor en Teología y en Bioquímica

Nota al pie:

1. Homilía del Card. Ratzinger en la Misa de Exequias del difunto Pontífice Romano Juan Pablo II, en la Plaza de San Pedro el 8 de abril de 2005.
2. Ibídem.

martes, 22 de diciembre de 2009

Cisis de la persona



En la actualidad, no hay crisis vocacionales, sino de proyectos personales.

LA COMUNICACIÓN EFECTIVA: PADRES E HIJOS


Autor:anonimo
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.mundosinbarreras.com


Tu hijo lleva horas frente a la televisión, lo miras, mueves la cabeza y vas y te colocas entre él y la T.V.. Ya lo has intentado de varias formas: enojado, comprensivo, bromeando y una vez más le vuelves a decir — ¿A qué horas vas a hacer la tarea? — entonces tu hijo dice que te quites, que sí, que ahorita va, que hoy no le dejaron ninguna tarea, que te calles porque el programa está muy interesante o que lo dejes en paz.

Cómo ser tierno y firme sin ser autoritario ni tampoco consentidor; en qué momento decir sí o decir no. El padre o madre de familia encontrará en esta nota una guía que le ayudará en la tarea de formar a los hijos, en el diario oficio de ser padres.

En nuestra sociedad, como en gran parte del mundo, existe actualmente una crisis de autoridad dentro de la familia. Esta crisis tiene unos efectos graves: por un lado, deteriora el papel de la institución familiar como núcleo básico de la organización social. Por otro lado, perjudica la formación de niños y jóvenes para una vida adulta provechosa. Esta debilidad formativa, a su vez, inhabilita a los jóvenes de hoy para educar a sus propios hijos acentuando un progresivo deterioro en cadena hacia la decadencia de la sociedad.

Para evitar esta catástrofe, es necesario el ejercicio correcto del principio de autoridad. Cuando los padres no logran marcar límites claros a sus hijos, dejan de cumplir su obligación de transmitirles una imagen positiva con perfiles bien definidos. Este incumplimiento priva a los hijos de la guía que buscan y necesitan de sus mayores: puntos de referencia, modelos de conducta y aprendizaje.

La autoridad paterna cumple una función educativa cuando se ejerce con cariño, estímulo y paciencia. La ausencia de estos requisitos esenciales la convierte en un autoritarismo.

Diferentes corrientes de pensamiento han contribuido a debilitar la autoridad de los padres. Las ideas materialistas, impulsaron que el hombre es bueno por naturaleza, sin embargo lo pervierte el proceso de socialización.

Ha incidido también la aplicación parcial de aspectos de la sicología, especialmente la insistencia en que reprimir a los niños es causa de traumas posteriores. Este concepto ha ambientado una tolerancia casi total en la conducta de los niños, contrariando la realidad de que su formación exige lo opuesto.

Los niños necesitan y buscan normas, criterios y modelos claros en sus padres. El ejercicio de la autoridad en forma asertiva y responsable contribuye decisivamente en la educación de los hijos por sus padres dentro del núcleo familiar.

La autoridad asertiva significa la permanente puesta en práctica de los derechos y obligaciones mutuas entre padres e hijos, de manera equilibrada y flexible. Si los padres cumplen con sus obligaciones, éstos perciben de manera clara los límites de sus derechos y los alcances de sus obligaciones en las diferentes etapas de su formación y crecimiento. Este equilibrio se logra exclusivamente a través del ejercicio paterno de la autoridad. La ausencia de esta lo convierte en un barco a la deriva. Pero la autoridad asertiva es la forma que ayudará al hijo en la formación de su personalidad.

El concepto latino de auctoritas significa sostener para crecer. La autoridad se ejerce cabalmente en función de la libertad. La autoridad favorece que la libertad individual no coarte las libertades colectivas ni las de otros individuos.

La educación con personalidad significa:

* Hacer valer eficazmente los derechos propios al mismo tiempo que respetar los derechos de los hijos.
* Lograr que los hijos perciban v entiendan el mensaje de sus padres, incluyendo sus deseos y emociones en el proceso de la comunicación.
* Tomar decisiones sobre lo que corresponde hacer con respecto a los hijos y llevarlas a cabo sin cambios de posición.

Lo anterior conlleva la responsabilidad de producir el mensaje que más ayude a la educación de un hijo en una situación determinada, transmitirlo en la forma adecuada, o sea, con eficiencia, tomar decisiones para asegurar su cumplimiento y asumir las consecuencias de ese cumplimiento.

La formulación vaga de la posición paterna o la marcha atrás en el cumplimiento de una decisión son negativas en el proceso educativo. Si la indicación no es clara, comprensible y directa, el hijo se sentirá menos inducido a cumplirla. Si el padre o la madre anuncian una decisión, pero luego dan marcha atrás, el niño absorberá el mensaje ineficaz de que tiene margen para eludir el cumplimiento, tanto en ese momento como en casos futuros.

Todas las personas se dividen en tres grupos de acuerdo con la respuesta que dan ante una situación que involucre alguna forma de conflicto:

INSEGUROS: No logran valer eficazmente sus derechos, necesidades y afectos. Valen más los derechos de los demás. Actitud sumisa.

AGRESIVOS: Imponen sus derechos sin tener en cuenta los derechos de los demás. Actitud dominante.

CON PERSONALIDAD: Logran hacer valer eficazmente sus derechos, teniendo también en cuenta los derechos de los demás. Dicen lo que piensan, saben decir que no (asertivo). Actitud flexible y firme a la vez.


Esta división no es categórica sino dinámica y cambiante, muchas personas se verán reflejadas en más de uno de esos grupos según sean las situaciones en que padres e hijos interactúan.

El concepto de asertividad se aplica en forma permanente en la relación diaria de los padres con los hijos. El diálogo y la comprensión de sus sentimientos estimulan la mejora en su comportamiento y su integración social, es decir, la actitud en su relación con los demás dentro y fuera del núcleo familiar. Debe tenerse en cuenta que su función de principales responsables de la educación de los hijos implica la actitud educativa-asertiva.

Por ejemplo:
Sus dos hijos se molestan continuamente entre si. Discuten, se fastidian mutuamente y llegan a pelearse. Usted ya ha probado separarlos, tener charlas con ellos, entender razones, pero los conflictos continúan. El tema ha llegado a hacérsele insoportable. ¿Qué se puede hacer?.
La madre trabaja todo el día y necesita que su hijo adolescente colabore con algunas tareas de la casa. El se niega e insiste en que odia hacer mandados.

Ante situaciones de este tipo, los padres deben desarrollar conductas específicas para asegurar que los hijos le escuchen. Existen formas para manejar más positivamente las situaciones conflictivas y hacer entender a los hijos que los padres representan la autoridad. Esto significa que los hijos deben respeto a los padres porque hay entre ambos un vínculo jerárquico y de amor simultáneo. Para ayudarles a comprender, se les puede transmitir mensajes del siguiente estilo:

"Te quiero demasiado como para dejar que te portes así.
Tu problema de comportamiento debe terminar y estoy
dispuesto a hacer lo necesario para que te des cuenta que hablo en serio".

Hay que tener presente que también se demuestra la autoridad cuando se es capaz de estimular y reforzar positivamente los cambios problemáticos que van manifestando y cuando se tiene la entereza de reconocer los propios errores.

Como forma de enfrentar las dificultades que se pueden presentar resulta de gran utilidad desarrollar tres capacidades claves en el ejercicio de la autoridad:

* Hablar claro
* Respaldar las palabras con hechos
* Establecer reglas de juego

1. Hablar claro: significa la forma más conveniente de expresarse para asegurar que sus hijos lo escuchan. La comunicación asertiva requiere de los padres que hablen en forma adecuada, utilizar algunas simples técnicas no verbales para reforzar las palabras, saber cómo manejar las discusiones y la frecuente actitud argumentativa de los niños y reconocer las buenas conductas.

2. Respaldar las palabras con hechos: para todos los niños, los hechos son más elocuentes que las palabras, porque les demuestran claramente y sin posibilidad alguna de duda que usted no se limita a hablar sino que también ejecuta las acciones correctivas cuando es necesario. Estas acciones deben ser planificadas previamente por los padres, para estar listos a responder con hechos.

3. Establecer reglas de juego: Cubre la respuesta sistematizada de los padres a la conducta inadecuada de los hijos cuando la comunicación asertiva y el respaldo de palabras con hechos no han sido suficientes. El establecimiento anticipado de las reglas del juego les informa a los niños claramente y de antemano, que tal conducta impropia y específica, provocará inevitablemente tal respuesta específica de los padres.

Ahora bien, explicaremos la forma efectiva de comunicarse con sus hijos a través de la educación con personalidad. Para que esta educación tenga éxito es necesario aplicar sus técnicas en forma permanente, sin interrupciones o debilidades. Si la primera etapa del sistema, o sea, la comunicación asertiva, basta para mejorar aceptablemente la conducta de los niños, no es necesario recurrir a las otras etapas más severas.

Pero si la primera etapa (hablar claro) no es suficiente y uno o más hijos persisten en conductas malas, deberá recurrir ordenadamente a las acciones que corresponden a la segunda etapa; y luego, si aún es necesario, a las de la tercera.

Para comunicarse de una manera clara y efectiva existen cuatro técnicas:

* Adecuado lenguaje asertivo
* Mensajes sin palabras
* Manejo de las discusiones
* Reconocimiento de buenas conductas

1. Adecuado lenguaje asertivo: la experiencia ha demostrado que cuando los padres están resueltos a que sus hijos con mal comportamiento se comporten como es deseable, se dirigen a ellos con asertivas frases directas. Esta actitud es útil y correcta, y se refleja en mensajes claros de los padres como por ejemplo:

"¡Quiero que ordenes tu dormitorio en este momento!"
"¡Deja de molestar a tu hermano ahora!"

Tales mensajes directos y asertivos no dejan duda en la mente de sus hijos sobre lo que usted quiere exactamente que hagan y cuando.

Cuando hable con sus hijos sea concreto. Evite frases vagas e imprecisas como "se bueno" o "pórtate como un niño de tu edad", que reflejan apenas la expresión de un deseo, pero no transmite la instrucción precisa de un mensaje claro y firme. Así que emita frases como las siguientes:

"María, la cena está lista. Ordena tu cuarto enseguida y en diez minutos vienes a sentarte a la mesa”.

2. Mensajes sin palabras: Para transmitir al niño su mensaje aseverativo, claro e inequívoco, es necesario complementar el uso de las palabras con la forma adecuada de expresarlas. Si cuando usted le ordena a su hijo que arregle su cuarto, "¡YA MISMO!", lo hace gritando y con enojo, le mostrará un descontrol autoritario que torna negativo el resultado del mensaje. Para que su instrucción tenga buen efecto, es tan importante lo que le dice a su hijo y la forma en que se lo dice.

Para lograr ese mejor resultado y que las palabras adecuadas tengan mayor fuerza de comunicación tenga en cuenta:

No pida algo ni dé una orden gritando.

Hable siempre en torno firme, pero calmado.

Transmita su tranquilidad al dar una orden o instrucción, lo cual le comunicará al niño que usted controla la situación.

Siempre hable a sus hijos mirándolos a los ojos. El contacto visual es fundamental para la comunicación humana.

Utilice gestos no intimidatorios, por ejemplo, con sus manos, para dar mayor énfasis y fuerza a sus palabras. En muchas ocasiones, la mano de un padre sobre el hombro del niño tendrá más peso y significado que las palabras.

3. Manejo de discusiones: Existen formas básicas para manejar las situaciones que se presentan cuando los hijos, en vez de obedecer una orden, responden con diferentes tipos de argumentos que intentan plantear una discusión:

Técnica del disco rayado: El nombre de la técnica refleja el hecho, suena como un disco que repite siempre lo mismo, una y otra vez. hasta que logre la penetración y aceptación de su mensaje sin caer en la discusión. Cuando aprenda a hablar como un disco rayado será capaz tanto de expresar lo que quiere como de lograr que el mensaje penetre. Al mismo tiempo, aprenderá a ignorar los esfuerzos de su hijo para desviarlo del tema y envolverlo en una discusión que usted no podrá ganar.

Técnica del banco de niebla: Busca conseguir que los hijos no lo saquen de sus casillas, haciendo oídos sordos a sus actitudes y argumentos provocativos, cuya finalidad es hacer que los padres pierdan el dominio de si mismos y de la situación

Técnica de interrogación negativa: Cuando sus hijos le hacen críticas agresivas están buscando sacarlo de sus casillas. Dé respuestas que neutralicen la agresión y esto se esfumará, especialmente si ha logrado llevar al niño a la verdadera razón de su hostilidad y presentarle una solución.

Técnica de la extinción: Hay un principio psicológico que establece que todo estímulo que no es respondido, se extingue. Cuando no se responde ante un reclamo inadecuado de los hijos, habrá inicialmente una explosión de llanto para captar la atención y forjar una respuesta favorable. Luego esta se irá extinguiendo poco a poco.

Técnica del tiempo fuera: Consiste en cortar el comportamiento inadecuado de un niño separándolo del entorno o de la situación inconveniente donde se produce su mala conducta.

4. Reconocimiento de buenas conductas: A menudo, los padres no perciben la importancia del elogio y otra forma de aliento cuando los hijos se comportan adecuadamente. Es importante tener presente que el buen estado emocional de los niños requiere que tengan confianza.

Respuestas paternales usuales como: ¡Que bien! o ¡Que lindo!, son asertivas, pero a veces dichas como al pasar, con poco énfasis y escasa penetración, lo cual las torna insuficientes. Cuando sus hijos se comportan de modo adecuado, usted tiene que estar presto para reforzarlos mediante el reconocimiento.

El reforzador demostrará al niño que usted aprueba y aprecia su mejor comportamiento. No acepte el mejoramiento de la conducta del niño como algo normal, natural y sobreentendido y que, por tanto, no requiere un reconocimiento especial. Al contrario, la demostración de que usted se alegra y aprecia el comportamiento adecuado le comunicará al niño tanto el cariño corno el sentido de justicia de un padre.

LA NAVIDAD ES LA RESPUESTA DE DIOS AL DRAMA DE LA HUMANIDAD



Autor: Benedicto XVI
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.fluvium.org

21 de Diciembre (Vatican Information Service - VIS) - CIUDAD DEL VATICANO. Belén, como símbolo de la paz, fue el tema que el Santo Padre Benedicto XVI propuso la mañana de domingo 20 de Diciembre en el Ángelus a los fieles reunidos a mediodía en la Plaza de San Pedro.

El Papa se refirió a la liturgia de hoy en la que el profeta Miqueas invita a mirar a Belén Efrata, "la menor entre las familias de Judá, de la que saldrá aquel que ha de dominar en Israel", y recordó que "Belén es también una ciudad-símbolo de la paz, en Tierra Santa y en todo el mundo".

"Desgraciadamente en nuestros días -prosiguió- no representa una paz alcanzada y estable, sino una paz arduamente buscada y esperada. Dios, sin embargo, no se resigna nunca a este estado de cosas, por eso también este año en Belén y en el mundo entero se renovará en la Iglesia el misterio de Navidad, profecía de paz para todos los seres humanos, que compromete a los cristianos a calarse en las cerrazones, en los dramas, a menudo desconocidos y ocultos, y en los conflictos del contexto donde viven, con los sentimientos de Jesús, para transformarse en cualquier lugar en instrumentos y mensajeros de paz, para llevar amor donde haya odio, perdón donde haya ofensas, alegría donde haya tristeza y verdad donde haya error, según las hermosas frases de una famosa oración franciscana".

"Hoy, como en la época de Jesús, la Navidad no es un cuento de niños, sino la respuesta de Dios al drama de la humanidad en busca de la paz verdadera. Él mismo será la paz, dice el profeta refiriéndose al Mesías. Nuestra tarea es la de abrir de par en par las puertas para acogerlo. (...) ¡Feliz Navidad a todos!", concluyó S.S. Benedicto XVI.

lunes, 21 de diciembre de 2009

PEQUEÑOS GESTOS QUE HACEN LA DIFERENCIA


Autor: anonimo
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu (extraido de: www.buzoncatolico.com)
Foto: www.solamenteunaflor@blogspot.com


Es momento de evaluar y reparar. ¿Por qué no nos detenemos a pensar cómo mejorar en los pequeños detalles de la vida cotidiana para hacerla más amable tanto a la gente que nos rodea como a nosotros mismos? He aquí una lista de acciones sugeridas por Francisco Rodríguez Barragán de conoZe.com.

Saludar y sonreír a las personas con las que nos encontramos en el ascensor o la escalera.

No arrojar al suelo papeles, envolturas, colillas, chicles.

No hablar por celular en el cine, conciertos, conferencias y teatros.

Dar las gracias a quien nos atiende en el supermercado, en la oficina pública, en el centro de salud, en los restaurantes, etc.

Decir ‘por favor’ siempre que solicitemos un servicio.

No gritar, ni hablar a voces.

Hacer bien nuestro trabajo, con honestidad y dedicación.

No dejar en la calle los excrementos de nuestro perro.

Evitar ruidos innecesarios o molestos.

No aparcar en doble fila.

Cumplir nuestro horario de trabajo con exactitud.

Poner interés en resolver los problemas que nos planteen las personas a quienes debamos atender.

Respetar las reglas del tráfico.

No insultar a otros conductores.

Ceder el asiento o la acera a las personas mayores.

Respetar los árboles y los jardines y enseñar a nuestros niños a hacerlo.

Evitar comentarios desfavorables sobre los demás.

Utilizar el mobiliario urbano con tanto cuidado o más que el de nuestra casa.

Reclamar nuestros derechos con firmeza, pero con buenos modos.

Agradecer a quien nos sirven por su dedicación.

Alabar sinceramente las realizaciones de los que nos rodean
.
Todas estas cosas y otras más son cosas fáciles de hacer, que no requieren de cualidades excepcionales, pero son el entrenamiento necesario para que sean posibles y creíbles otros gestos y compromisos de más envergadura.

40 FORMAS DE CORREGIR PARA OBTENER BUENOS RESULTADOS

Autor: Francisco@micumbre.com
Fuente: www.micumbre.com
Foto: www.padrealexis.com



1. Corregir a tiempo, teniendo bien presentes todas las circunstancias ocurridas, sin esperar a que se haya olvidado lo que va a ser corregido, o que la lejanía le quite importancia.

2. Corregir comprendiendo las características de cada persona, y sus posibilidades de haber evitado los errores, así como las situaciones en las que se produjo el error.

3. Corregir con amabilidad, evitando las situaciones extremas de brusquedad, despotismo o prepotencia.

4. Corregir con amor, cariño y esmero, evitando la soberbia, el odio y el desprecio hacia la persona corregida.

5. Corregir con caridad, sin hacer sangre ni hurgar en las heridas producidas por los errores que hayan cometido. Más se consigue corrigiendo con caridad que con dureza e intolerancia

6. Corregir con coherencia, en función de la importancia de los hechos presentes, pasados y previstos para el futuro.

7. Corregir con compasión, teniendo en cuenta que nadie es perfecto y que ha podido haber un mal momento imprevisto, además del grado de dificultad o de facilidad para haber cometido los errores.

8. Corregir con conciencia de lo que se hace, sabiendo lo que puede suponer esa corrección para la persona que ha cometido el error. Sin poner agresividad ni abuso, ni en la forma ni en el fondo de la corrección.

9. Corregir con confianza, dando un sentido de familiaridad y amistad para conseguir que el que haya cometido el error pueda sentir la tranquilidad suficiente para abrir su mente y poder aceptar lo que se le dice.

10. Corregir con conocimiento, de los hechos y de las soluciones propuestas, documentándose bien con evidencias del error cometido, ofreciendo soluciones en función de experiencias obtenidas, sin improvisar.

11. Corregir con constancia, sin que haya días que se aceptan los errores y otros días que no se aceptan.

12. Corregir con control de lo que se dice, sin peder la calma, sin decir cosas desagradables que posteriormente haya que arrepentirse por haber perdido el dominio mental. “Somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios”

13. Corregir con cordialidad, con la misma que nos gustaría que nos corrigieran a nosotros. Cordialmente se pueden decir muchas cosas, muy concretas y fuertes. La cordialidad abre más y mejor la mente para escuchar, que la brusquedad.

14. Corregir con cortesía, respeto y buena educación. Las correcciones se entienden mejor cuando son dichas cortésmente, evitando las torpezas, rudezas, groserías e insolencias.

15. Corregir con criterio y razonamiento, sabiendo distinguir todos los conceptos que originaron los errores y aplicando la corrección en función de las circunstancias, personales, sociales y educacionales. Evitando la insensatez, la ligereza y la irracionalidad.

16. Corregir con decisión, de forma resoluta, determinada y con energía, evitando la cobardía, aplazamientos y desinterés para hacer las correcciones pertinentes.

17. Corregir con dignidad, nobleza, decoro, sobriedad y honradez, evitando la humillación, el deshonor y las bajezas.

18. Corregir con disciplina, método y orden, según las normas establecidas o de uso común, pero sin sometimiento, dureza, intolerancia, rigidez ni intransigencia.

19. Corregir con discreción, intentando que nadie más se entere, a no ser que tenga que corregirse públicamente para beneficio del colectivo familiar o social. Como principio básico, las correcciones deben hacerse en privado y los halagos o felicitaciones en público.

20. Corregir con el ejemplo, esta es la que mejores resultados da, principalmente cuando son los padres los que corrigen y hacen de espejo con lo que dicen, pues sobran muchos argumentos y explicaciones. Con mal ejemplo no se puede corregir.

21. Corregir con fidelidad a los compromisos adquiridos previamente sobre lo que está bien o mal hecho, teniendo muy en cuenta la lealtad mantenida con las personas, sin traicionar las relaciones anteriores.

22. Corregir con fraternidad, teniendo en cuenta que todos somos hermanos y que tenemos que amarnos los unos a los otros, evitando que la corrección se convierta en enemistad.

23. Corregir con generosidad, demostrada con grandeza de espíritu y de forma esplendida y con magnanimidad, evitando el egoísmo.

24. Corregir con honestidad, lealtad y rectitud. Sin dejarse nada escondido, ni de lo bueno ni de lo malo de lo que pudiera modificar la corrección.

25. Corregir con humildad, modestia y sencillez, sin sentirse superior por tener la oportunidad, el derecho o la obligación de hacerlo, para no provocar sumisión, humillación, ni servilismo.

26. Corregir con justicia, ecuanimidad e imparcialidad, teniendo en cuenta siempre el tamaño de la corrección con el de la falta, evitando la arbitrariedad, el abuso y los caprichos.

27. Corregir con moderación, sensatez, discreción y prudencia, tanto en la cantidad como en la importancia, evitando el abuso y la indiscreción.

28. Corregir con objetivos bien claros, justos, adecuados a la falta y ecuánimes, evitando que sean apasionados, parciales, unilaterales o deshonestos.

29. Corregir con paciencia, tesón, caridad y equilibrio entre la importancia y la cantidad de la falta cometida, las características de la persona que la ha cometido y las repercusiones que pueden ocurrir en el futuro, evitando originar tensión, ira o enojo.

30. Corregir con prudencia, sabiendo cuándo, cómo y dónde debe hacerse la corrección para que tenga el mayor efecto positivo posible.

31. Corregir con respeto y consideración, máxime cuando la persona que ha cometido la falta tenga grandes discrepancias o divergencias personales, que pudieran hacerle sentirse mal justificadamente al ser corregido, evitando el descaro, la osadía, la descortesía y el insulto.

32. Corregir con responsabilidad, sensatez y prudencia, sabiendo lo que se dice y lo que se hace. Haciéndose solidario con las consecuencias de la corrección realizada.

33. Corregir con sabiduría e inteligencia, soportada por una previa experiencia, información o estudio sobre la materia corregida.

34. Corregir cooperando en las soluciones, al no proponer procedimientos irrealizables y en los que el corrector no pueda cooperar directa o indirectamente.

35. Corregir en privado, pues casi siempre funciona mejor, a no ser que convenga o sea necesario divulgar la corrección, pero las alabanzas deben ser públicas.

36. Corregir escuchando y atendiendo al corregido sin perder ni ripio, pues es fundamental entender el error producido, antes de manifestar la reprimenda, los consejos y las soluciones.

37. Corregir para ayudar a mejorar en la conducta, buscando el arrepentimiento y el propósito de la enmienda. Este es uno de los principales motivos de la corrección.

38. Corregir por el bien común de la familia, de los amigos y de la sociedad, para evitar que el error o daño pueda volver a producirse y perjudique a terceros.

39. Corregir sin discriminación por la edad, sexo, raza, situación económica o de dependencia, parentesco o afinidad.

40. Corregir sin herir, evitando que queden cicatrices tanto del error como de la corrección. Intentando que el corregido encuentre la paz después de reconocer sus errores y una mayor aceptación de la persona que le ha corregido.

EL CONCEBIDO


Autor: Hernán Collado.
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.diariopregon.blogspot.com


Al unirse los gametos (espermatozoide y oocito maduro) se inicia una nueva vida.

La reproducción es un fenómeno muy interesante, en el sentido de que lo que se reproduce nunca es la materia sino su información.

La vida de los seres comienza cuando la información que el padre transmite en el espermatozoide encuentra en el óvulo la aportada por la madre. La necesaria y suficiente para definir el nuevo ser se encuentra reunida desde la fecundación.

Sería imposible reproducir la materia. Lo que se reproduce y trasmite es una información que anima la materia.

No hay materia viva, sólo existe materia animada por un mensaje que es la vida, que produce vida.

A la primer célula se le conoce con el nombre de cigoto. Está constituida por 46 cromosomas, 23 paternos y 23 maternos. Con 100.000 genes que a su vez contienen 100 millones de pares codificados, es decir 100 millones de informaciones.

Es la misma desde el inicio, no se agrega ningún dato en el resto de la vida.

El cigoto es la célula más especializada que existe en el mundo, Posee instrucciones especiales que subrayan qué segmentos del ADN deben expresarse, cuándo.

Cuatro prótidos: Adenina, Guanina, Citosina y Timina son los elementos constitutivos del ADN, que como "código de barras", constituye la información genética.

No sólo está escrito lo que constituye el mensaje genético, sino el modo en que debe leerse, una secuencia tras otra.

Hace 15 años en Inglaterra inventaron el neologismo de "preembrión", para designar al embrión en sus 14 primeros días de vida. Usándolo como eufemismo para minimizar o justificar el uso que se pueda hacer de los embriones humanos en sus primeros 15 días de vida.

Al abrir el Diccionario de la Lengua Española, Vigésima Primera Edición, encontramos:
"embrión. En la especie humana, producto de la concepción hasta fines del tercer mes de embarazo."

No necesitamos ninguna subclase a la que llamar "preembrión", porque no hay nada antes que el embrión, salvo el espermatozoide y el óvulo.

Cuatro argumentos han dado para el uso de este concepto: la pluripotencialidad celular, posbile divisibilidad por gemelaridad, la falta de implantación y carencia de sistema nervioso.

Pluripotencialidad. No puede decirse que la primera célula es una célula indiferenciada. Debe decirse que la primera célula sabe cómo diferenciar su progenie, su descendencia celular. Y si esta primera célula es humana: es un ser humano.

Divisibilidad. No es lo mismo individualidad que indivisibilidad. El que en una determinada época de su evolución biológica un ser vivo pueda ser divisible no invalida su carácter de individuo único.

El ser humano, hasta el día 12 o 14 de su evolución es individual, pero divisible, después es indivisible.

Implantación. La implantación ocurre como al octavo día. Las técnicas de criconservación de embriones, muestran que la ausencia de implantación, no es un impedimento para la supervivencia.

Sistema Nervioso. La línea primitiva aparece como a los 14 días, pero desde el inicio tiene la información de cómo y cuándo estará constiuido. El actuar sigue al ser. Ejecute o no sus acciones, la realidad humana es como realidad algo formalmente anterior a la ejecución. Ejemplo, el hombre mientras duerme no ejecuta el razocinio, eso no hace que deje de ser racional.

En lugar de reconocer la dignidad humana desde el comienzo de la vida, algunos abogan por una espera, tanto más larga, según sus intensiones.

Que extraña miopía, con una sola de sus células, son capaces de descubrir si es masculinio o feminino, pero rechazan reconocer su humanidad.

El cigoto es la célula más sabia, en cada división se pierde un poco de la información original. En genética no se aprende se olvida.

No es lo material lo que hace que cada uno de los que estamos en esta sala sea la misma persona que era hace 10 años o hace 70 años. Los gases cambian minuto a minuto, los líquidos día a día y hasta los sólidos, hoy soy parte de los frijoles que comí ayer. Somos la misma persona por el sello impuesto por nuestro genoma desde el instante de nuestra concepción.

La vida humana, es la misma desde el momento de la concepción, hasta la muerte natural.
Cada uno de los presentes podrá valorar ¿si alguna razón para respetar menos a un ser humano en el inicio de su vida o al que el que les habla?: por la edad (3 horas ó 72 años), por la estatura (0.15 mm. ó 1.72 m.), por el peso (0.0000034 mg. ó 64 Kg.) o por el número de células (una ó 6 billones). En resumen: ¿si valemos por lo que somos o por lo que tenemos?. Por nuestro valor ontológico.

El ser humano "es". Por esencia y por existencia.

El concebido es "ese" no "eso". Es "alguien" no "algo". Es un "sujeto" no "un objeto". Es una "persona" no una "cosa".

La relación "yo-tú" es sentir en el otro alguien de absolutamente igual valor que yo, al mismo nivel.

A diferencia del "yo ello", cuando lo veo como un objeto inferior.

El "yo-tú" es sentir en el otro un sujeto, al que debo servir.
El "yo-ello" considerar lo otro como un objeto del que me puedo servir.
"Yo-tú" es la relación que debemos tener con todos y cada uno de los seres humanos. No hablando en abstracto de "la humanidad", sino con cada persona individualmente, desde el momento de la concepción.

El concebido tiene derecho a la vida y al respeto a su dignidad. Este derecho podrá ser reconocido por el legislador. No puede ser concedido por éste, ya que le pertenece por ley natural, que es previa a cualquier legislación civil.

Hernan Collado M. II Congreso Nacional de Bioética Guanajuato, México


CRUCIFIJO EN LA ESCUELA PÚBLICA


Autor: Josep Miró Ardévol
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.1350gramos.blgspot.com


Una reflexión sobre la presencia de crucifijo en la escuela pública: La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (y II)

Las dudas:

La sentencia también abre la puerta a numerosas dudas. Apuntemos algunas:

Leyendo los fundamentos, se deduce, por su lógica interna y sin forzarlos en absoluto, que puede darse la circunstancia opuesta a la que ha dado lugar el litigio. Sería el caso de un o unos padres de un centro público donde no hay ningún símbolo religioso que solicitaran la presencia de un crucifijo. Un escenario de este tipo podría realizarse bajo dos supuestos: El más favorable sería el que ningún alumno ni familia del resto de la clase se opusiese. En este caso parece lógico deducir que el centro estaría obligado a incorporar la cruz en el aula, puesto que, de no ser así, en el derecho a la educación moral y religiosa en el espacio público solo tendría cabida la de carácter laicista. También podría darse la circunstancia de que fuera otra expresión religiosa la que se pidiera que estuviera presente. Tal posibilidad no parece como deducible de la sentencia si dicho símbolo no está adscrito a nuestra tradición cultural.

Naturalmente, si existe oposición a la petición de la cruz, también por la lógica del fallo judicial prevaldría esta opinión. Esto nos conduce a un punto que no resulta admisible: el laicismo de la exclusión religiosa de una familia tendría el privilegio de actuar como una minoría de bloqueo.

Otra duda importante nace del hecho cultural y, dentro de él, el artístico. Es incuestionable que el crucifijo y otra simbología religiosa tienen un fuerte carácter de este tipo. ¿Es admisible la presencia de una reproducción del Cristo de Dalí, o de cualquier otra pieza indiscutible de la pintura o de las artes plásticas en general? Sería ilógico que en nombre de una ideología se negara tal posibilidad, porque por esta misma lógica se debería negar la presencia de la Biblia o del Nuevo Testamento en las bibliotecas públicas.

Las contradicciones:

De hecho, las dudas formuladas encierran ya contradicciones derivadas del doble papel religioso y cultural de la cruz, y también porque el hecho religioso en nuestra sociedad no puede quedar supeditado al laicismo o a la concepción iconoclasta en materia religiosa. En este sentido, esta sentencia es un avance pero debe ser profundizada y perfeccionada para conseguir un mejor equilibrio entre los distintos derechos en conflicto. Esta es una tarea pendiente e importante donde debería prevalecer la capacidad razonadora, la que nace de la fe y la que, dicen, surge de la modernidad.

Hay una contradicción flagrante precisamente derivada de otra sentencia de un tribunal de Murcia, que rechazó la petición de un padre de que se suprimiera el Belén de una escuela pública porque era contrario a la neutralidad religiosa. Los argumentos para rechazar esta petición estaban básicamente centrados en el significado de la tradición cultural. En definitiva, no todo el mundo que hace Belén se adscribe a una confesión religiosa o a una práctica (pero lo mismo se podría decir de quien utiliza la cruz como algo tan íntimo como un símbolo personal). Y la contradicción nace de este hecho. El hombre del que el Belén celebra su nacimiento es el mismo que el que está representado o simboliza el crucifijo, la cruz. ¿Tiene sentido aceptar su nacimiento y rechazar su muerte? ¿Cuál es su diferencia fundamental, y sobre todo cuál es su diferencia en el marco de nuestra tradición y cultura?

La actuación de los católicos y la Iglesia, la importancia del proyecto cultural y la estrategia:

De la información expuesta y de su análisis se deducen claramente dos hechos: El primero ya subrayado: estamos ante un avance; pero, el segundo nos dice que puede quedar en nada y al mismo tiempo pone de manifiesto la gran tarea por hacer.

Los católicos de este país han de llegar a la convicción profunda y actuar en consecuencia, la propia Iglesia ha de hacerlo: nadie nos dará nada hecho. Solo obtendremos, y aún con dificultades, el resultado de nuestro esfuerzo.

Para ser coherentes hay que empezar por la propia casa. Jesucristo debe volver a ser el centro de toda la escuela cristiana. Lo es en muchos, la mayoría, de centros, pero ha dejado de serlo en otros. Esta es una tarea que llama a la responsabilidad de los padres concernidos, de las congregaciones religiosas responsables y en último término del obispo del lugar.

No debemos encerrarnos en el reducto educativo. Es muy positivo que existan centros de ideario cristiano, pero esto no debe hacer olvidar la escuela pública, porque hay muchos padres que por las razones que sean llevan a ellas a sus hijos. Prestar atención a la escuela pública significa, primero asentar lo que ya está presente y en ocasiones no bien cuidado. Se trata de la clase de religión, por la que deben velar las autoridades episcopales para que goce de la libertad y la dignidad que la ley le confiere, y también para que sus contenidos sean los correctos. El apoyo a los maestros de religión es básico. Estos deberían ser una área privilegiada, un cuerpo de la Iglesia diocesana dotados de apoyo pastoral, técnico y jurídico, reconocidos como profesionales y con estabilidad en su puesto de trabajo. La clase de religión es una base importante decisiva que en algunas diócesis por falta de orden organizativo, por incapacidad profesional de los responsables de velar por ella, está en una situación penosa. En ocasiones los propios obispos encargan a sacerdotes tareas que requieren capacidades organizativas, ejecutivas y de conocimiento específico además de tiempo disponible por el simple hecho de ser sacerdotes, sin considerar si cumplen con todos los requisitos necesarios. No existen instancias de seguimiento de los resultados ni de la calidad de la enseñanza.

Es una tremenda contradicción abordar el debate del crucifijo en la escuela pública y al mismo tiempo dar por sentado que tal como están planteadas las cosas, las clases de religión cumplen plenamente con sus objetivos en toda España.

También debe darse la batalla del respeto pleno de los acuerdos firmados con la Santa Sede que afectan a los centros escolares y que van más allá de la asignatura de religión.

En último término, una vez más, se pone de relieve la importancia de que la Iglesia, los católicos, impulsen un proyecto cultural para el conjunto de la sociedad que muestre la belleza del cristianismo y pongan en valor sus contenidos. No puede ser que la persona a partir de la cual contamos las fechas de nuestro calendario no tenga una recepción mejor en nuestra sociedad. La responsabilidad es nuestra, siempre lo ha sido a lo largo de 2000 años.

domingo, 20 de diciembre de 2009

HOMILÍA DE SABIDURIA


Autor: Benedicto XVI
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.biografiasyvidas.com

“Conocimiento y sencillez de espíritu”

18 de Diciembre (Vatican Information Service - VIS) - CIUDAD DEL VATICANO. S.S. Benedicto XVI siguiendo la tradición de su encuentro con los universitarios antes de Navidad, presidió ayer tarde a las 17:30 horas en la Basílica de San Pedro la celebración de las Vísperas con los estudiantes de los ateneos romanos, dedicando la homilía al tema de la Sabiduría.

"La que nace en Belén -dijo el Papa- es la Sabiduría de Dios (...) En la plenitud de los tiempos, esta Sabiduría asumió un rostro humano, el rostro de Jesús (...). La paradoja cristiana consiste precisamente en la identificación de la Sabiduría divina, es decir el Logos eterno, con el hombre Jesús de Nazaret y con su historia (...) .Por lo tanto la Sabiduría que invocamos esta noche es el Hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad; es el Verbo".

"Un profesor cristiano, un joven estudiante cristiano llevan dentro de sí el amor apasionado por esa Sabiduría. Leen todo a su luz (...) Sin ella no se hizo nada de todo lo que existe y por lo tanto en toda realidad creada se puede entrever su reflejo (...) Todo lo que percibe la inteligencia humana (...) de alguna manera participa en la Sabiduría creadora. Aquí, en último análisis, reside también la misma posibilidad del estudio, de la investigación, del diálogo científico en cualquier campo del saber".

"En este punto -prosiguió- (...) podemos preguntarnos: ¿Quien estaba la noche de Navidad en la gruta de Belén? ¿Quien acogió a la Sabiduría cuando nació?. No fueron los doctores de la ley, los escribas o los sabios. Fueron María y José y luego los pastores. ¿Que significa? ¿Quiere decir que no es necesario el estudio, o incluso que es contraproducente para conocer la verdad?".

"La historia de dos mil años de cristianismo -subrayó S.S. Benedicto XVI- excluye esta última hipótesis y nos sugiere la acertada: se trata de estudiar, de profundizar el conocimiento conservando un ánimo de "pequeños", un espíritu sencillo y humilde, como el de María, Sede de la Sabiduría. (...) En aquella gruta cada uno de nosotros puede descubrir la verdad sobre Dios y la verdad sobre el ser humano que se encontraron en el Niño, nacido de la Virgen María; el anhelo del hombre a la vida eterna enterneció el corazón de Dios que no se avergonzó de asumir la condición humana".

El Santo Padre recordó a los universitarios que "ayudar a los demás a descubrir el verdadero rostro de Dios es la primera forma de caridad" y que para ellos esa forma era la de "la caridad intelectual". Después, mencionando el tema de la pastoral universitaria diocesana de este año, "Eucaristía y caridad intelectual" afirmó que se trataba de "una elección laboriosa pero apropiada. Efectivamente en toda celebración eucarística Dios viene en la historia en Jesucristo, en su Palabra y en su Cuerpo, dándonos esa caridad que nos permite servir al ser humano en su existencia concreta".

A continuación el Pontífice invitó a los ateneos a ser "lugares de formación de auténticos portadores de la caridad intelectual. De ellos depende en gran medida el futuro de la sociedad, sobre todo en la elaboración de una nueva síntesis humanista y de una nueva capacidad proyectiva".

Al final de la ceremonia la delegación universitaria australiana entregó a su homóloga africana la imagen de Maria Sedes Sapientiae y el Papa confió a la Virgen a todos los universitarios del continente africano, manifestando su agrado por la cooperación que después del Sínodo Especial para África, se ha instaurado entre los ateneos romanos y los africanos.

viernes, 18 de diciembre de 2009

TERMINOLOGIA DE LA CULTURA DE LA MUERTE


Autor: Dr. Olga Reyes (Vida Humana)
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.ciudadanosporlalibertad.blogspot.com


El verdadero significado de los términos equívocos que usan los promotores de la cultura de la muerte, para ocultar la realidad de sus fines .

Dentro de la manipulación general del lenguaje que se usa para subvertir el orden natural, un apartado especialmente importante y doloroso es el que tiene como objetivo esconder la verdad sobre lo que prentenden las instituciones internacionales, gubernamentales y privadas, que tienen como fin extender la cultura de la muerte. Para ello emplean algunos términos que vamos a "traducir":

Salud reproductiva:

Reproducirse lo menos posible. Por lo tanto, en estos programas constan todas las formas de mentalización ("los pobres sufren"), la difusión por los medios, información en oficinas médicas, hospitales, centros de salud, sobre la conveniencia y los beneficios de los métodos de control natal incluyendo abortivos como el DIU y la esterilización femenina y masculina. Difícilmente la población, incluidos médicos, enfermeras, trabajadoras sociales, pueden encontrar la contradicción: los daños que producen los contraceptivos afectan la salud física, mental y moral. En segundo lugar, el término reproducción se aplica a los animales. Los seres humanos procrean.

Bajar el indice de mortalidad materna:

Utiliza el control de la natalidad mediante la educación sexual, la contracepción y la esterilización. Posteriormente será con el aborto quirúrgico y químico valiéndose de múltiples resortes de orden político. Por ejemplo se comienza por la:

Planificación familiar:

(Planned Parethood) Comienza con una mentalización, primeramente de profesionales, y luego, difusión por conferencias, seminarios y talleres pagados íntegramente aún en el extranjero. Hoy día se publica por todos los medios de comunicación y por la "educación sexual" para niños y adolescentes, evitando que ésta sea enseñada por sus padres. "Educación sexual" cuyos manuales y sistemas audiovisuales son enteramente materialistas e inciden en la descripción de órganos reproductivos y en el supuesto beneficio de los contraceptivos y de la esterilización. En los países donde el aborto es legal, éste constituye uno de los métodos de planificación familiar que ya se ha introducido en nuestro medio, aunque todavía sea ilegal. En nuestro país se presentan todas las formas de aborto quirúrgico: succión, curetaje, aborto salino, micro cesárea y cesárea con infanticidio.

Efecto antinidatorio:

Término inventado para no decir matanza de seres humanos en estado embrionario. El embrión existe desde antes que él pueda llegar al útero para sembrarse o anidar en el mismo. Invetaron este término para explicar el mecanismo de acción del DIU, la píldora y el Norplant, entre otros.

Pre-embrión:

Aunque este término se lee en elegantes y costosas publicaciones de los mercaderes de la muerte, no existe tal pre-embrión, ya que desde el momento en que un óvulo es fertilizado (en poquísimos segundos) por un gameto masculino, el embrión, o "pre-embrión" tiene todas las informaciones de ese ser humano que nacerá si se lo permiten. En los genes se instalan ipso-facto las memorias de las generaciones anteriores y futuras del padre y de la madre: abuelos, bisabuelos, hijos, nietos, biznietos.

Anticoncepción post-coito:

"pildora del dia siguiente". Con altas dosis de estrógenos que producen contracciones uterinas también las prostaglandinas, que no han prosperado en el comercio, y la píldora francesa RU 486, por ahora aplicada masivamente en China. Provocan el aborto en cualquier etapa de la gestación. Generalmente es un aborto incompleto. En las zonas rurales producirá una lata mortalidad materna.

Interrupción de la gestación:

Llamada también "terminación dela gestación". Términos introducidos en el vocabulario y en la práctica médica para camuflar la verdadera realidad que es un aborto provocado quirúrgicamente por razones eugenésicas y falsamente terapéuticas.

Aborto inducido:

Aborto provocado quirúrgicamente, aplicado generalmente para niños minusválidos o para niños con enfermedades incompatibles con la vida después del nacimiento, por ejemplo, la anencefalia y otras llamadas teratogenicas.

Ligadura:

Esterilización femenina por varios métodos: con laparoscopia y con métodos radicales como la operación de Pomeroy. Con cualquiera de estas existe un índice de nuevas concepciones. Los matrimonios que deciden este procedimiento, como los otros, deben ser advertidos por el profesional que los atiende.

Contracepción oral:

Prescripción, venta y uso de sustancias hormonales, tomadas en serie, "píldoras", por mujeres sanas que no necesitan hormonas. El mercado de éstas es extremadamente cambiante en cuanto a la composición química, al costo y a los nombres comerciales.

Métodos de barrera:

Condones masculinos y femeninos, diafragmas, espermaticidas, etc. Tal barrera no existe, pues está comprobado que aún sin romperse, pasan espermatozoides afectados por los químicos espermaticidas y, desde luego dejan pasar el virus del SIDA en un alto porcentaje. El condón se ha convertido en un negocio muy rentable por las campañas contra las enfermedades de transmisión sexual, sobre todo del SIDA. Sociedades bien organizadas de homosexuales acaparan millones de dólares con ese pretexto. El médico francés Condom es quien le dio su verdadero nombre, pero por obvias tácticas, se le llama "preservativo" y hasta "profiláctico". Se ha convertido en un símbolo de rebeldía contra el Papa y las religiones cristiana y musulmana. Los llenan de vidrio molido para agredir las procesiones que rezan el rosario delante de los abortuarios y la firma BENETON se encargó de instalar un gigantesco condón en el obelisco de París. Los cristianos tienen la palabra de Dios para negarse a usar estos métodos: "Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne". (Mateo 19,5). Jesús especifica, de este modo, que no puede interponerse nada entre los órganos generativos, ni siquiera una membrana, por más delgada que ésta sea.

Hijo no deseado:

El que está por nacer y que vive dentro de la madre, pese a que los padres usaron medios de control natal, o no los usaron. Niño candidato a morir por aborto.

Usuarias:

Mujeres sometidas a los sistemas de control natal. AID logró que en los programas financiados por ellos instalen este humillante término para la PNF.

Producto de la concepción o simplemente "producto":

La obstetricia corrompida por la cultura de la muerte denomina así a un niño no nacido desde la concepción, hasta el momento del parto. "Está… naciendo el producto".

Tejido embrionario:

Embrión, con todas las implicaciones del ser humano.

Extracción de la menstruación:

Aborto provocado por succión hasta las once semanas.

Limpieza uterina:

Invento de médicos obstetras negociantes que ocultan el aborto provocado por ellos, hasta a la misma mujer, cobran los honorarios y a veces no hay gestación.

Género:

El profesor Schooyans enfoca ese término utilizado por las feministas radicales como una "ideología según la cual, los roles del hombre y la mujer no están dentro de la naturaleza, sino que son el resultado de la historia y de la cultura. Según ellas y sus seguidores "la sociedad inventó los papeles del hombre y de la mujer", esta ideología intenta desmaternizar a la mujer e indirectamente patrocinaría el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Globalización:

Nuevo Orden Mundial. Ya no es el antagonismo entre Oriente y Occidente (Segunda guerra mundial y posterior guerra fría), que se sustituyó con los problemas dolorosos Norte-Sur, o países ricos al Norte y pobres al Sur poblados de negros, amarillos e indios. En los últimos tiempos asoma el fenómeno de la "globalización" mediante la cual los ricos de los países ricos escogen a la élite de ricos de los países pobres para obligarles , mediante sofismas y estímulos de sus personales apetencias, a poner en práctica ciertas acciones eficaces y drásticas. El autor Schooyans en su libro El aborto, implicaciones politicas, escribe un capítulo titulado "Multimillonarios del Mundo Unios", donde dice que los países del tercer mundo deben aceptar un programa global donde debe primar la "seguridad". Cuenta primero la "seguridad demográfica mundial". Para esto, utilizará instrumentos de orden político, educativo, científico, tecnológico y económico. La libertad de iniciativa de las universidades y centros de investigación, será orientada e incluso cancelada y su función crítica será muy disminuida. Las subvenciones estarán subordinadas a la complacencia con dichos organismos que tendrán que aceptar los programas de investigación, definidos por la minoría (ricos, externos e internos de los países). Esta minoría dominante concederá una gran importancia a los problemas ecológicos, financiará la investigación sobre reproducción humana, fecundidad y demografía, con el fin de desactivar la llamada "bomba P", o bomba poblacional. Esta poderosa minoría tendrá bajo control a todo un cuerpo internacional de intelectuales (y políticos) ya sean cómplices o utilizados como instrumentos involuntarios (Primera Dama 1997).

Así se realiza una colonización ideológica que logra separar a los dirigentes de su propio pueblo (hablando lindas palabras como democracia, solución a la pobreza, vivienda barata, canasta familiar, etc.) Las pequeñas naciones pueden ser fácilmente utilizadas como repetidores de un centro de poder totalmente nuevo.

PREADOLESCENTES: AUTORIDAD Y LIBERTAD


Autor: Acción Católica Mexicana Querétaro (Tomado de la lista "Hacer familia")
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.edermundacalopez.blogspot.com


La autoridad se conquista mereciéndola

La autoridad puede depender mucho del temperamento, de la forma de ser de cada uno. No obstante, puede adquirirse, mejorarse o perderse conforme a normas seguras que conviene conocer.

Cuando a un padre o a una madre, o a un profesor, no le obedecen en condiciones normales, claro está, la falta no está de ordinario en los chicos, sino en quien manda. Repetir órdenes sin resultado, intervenir constantemente, mostrar aire dubitativo o falta de convicción y seguridad en lo que se dice, son las causas más habituales de la pérdida de autoridad.

No ha de confundirse autoridad con autoritarismo. La dictadura familiar requiere poco talento, pero es mala estrategia. Ser autoritario no otorga autoridad. Hay quien piensa que el éxito está en que jamás le rechisten una orden. Pero eso es confundir la sumisión absoluta de los hijos con lo que es verdadera autoridad, no saber distinguir entre poder y autoridad.

El poder se recibe, la autoridad hay que ganarla en buena lid: se conquista mereciéndola.

Mandar es fácil. Conseguir ser obedecido, ya no tanto. Y lo que exige un auténtico arte es conseguir que los hijos obedezcan en un clima de libertad.

En edades tempranas era más fácil, pero con el tiempo las cosas se van haciendo difíciles, hay una mayor contestación, el chico se rebela con más fuerza ante lo que no entiende. Esto llega con la adolescencia, o antes; a veces, con motivo de la adolescencia de un hermano mayor; y, en cualquier caso, antes que en otras generaciones.

Si los padres hasta entonces han abusado
de la imposición, el fracaso educativo se puede casi asegurar.

El chico tiene ahora diez o doce años. Ya no es una criatura que obedece "porque sí". Dentro de poco será un hombrecito biológica y psicológicamente independiente.

Prepáralo para que pueda elegir libremente lo mejor.

No tengas miedo a la libertad. Enséñale a pensar y a decidir. Educar en la libertad es difícil, pero es lo más necesario. Porque hay padres que, por afanes de libertad, no educan; y otros que, por afanes educativos, no respetan la libertad. Y ambos extremos son igualmente equivocados.

Aprender a mandar, enseñar a obedecer

En muchos casos, el éxito de la autoridad ante el chico de esta edad está más en cómo se manda que en lo que se manda. El modo de mandar es lo que hace que valore esa autoridad de los padres, más que la importancia de lo que dicen.

A ver, pon ejemplos.
Al proponerle que haga algo, no puede darse la sensación de mandar por comodidad personal y, mucho menos, con aire de señor feudal sobre sus siervos. Es bueno que vea que nos molestamos nosotros primero. Y como el ejemplo arrastra, aceptarán así mejor el mandato. Si ven que papá ayuda a mamá en las tareas domésticas, él entenderá que debe hacer lo mismo sin necesidad de que nadie se lo explique.

Lo que mandemos ha de ser razonable. Y si es posible, que también lo parezca. A esta edad suelen ser muy razonables y un esfuerzo, un sacrificio incluso, será aceptado de buen grado si desde el principio se considera como una condición precisa para la buena marcha de algo (de la vida familiar, por ejemplo).

Otra regla básica del ejercicio de la autoridad es no multiplicar las órdenes o prohibiciones. Y más aún si se tratara de exigencias casi imposibles de cumplir. No se puede, por ejemplo, pedirle a esta edad que esté callado y quietecito un rato largo, o que no juegue cuando con ello no molesta a nadie, o que esté estudiando sin levantar la vista durante tres horas seguidas. En estos años, el niño es todo movilidad, y necesita expansionarse, debemos comprender su exuberancia vital.

Hay que mandar lo que razonablemente se pueda exigir.

Y en esto debemos ser realistas, pues las personas necesitan de cierto entrenamiento, necesitan aprender, y eso requiere tiempo.

Piensa también que no debe hacerse promesa que no se piense cumplir, ni amenaza que no se quiera luego ejecutar.

Al tener el chico, como ya hemos dicho, un profundo y vivísimo sentido de la justicia, sufre mucho cuando piensa que sus padres actúan injustamente. Por ejemplo, si dan señales de preferencia entre hermanos, o toman partido por éste o por aquél. El chico juzga conforme a lo que ve, y a veces le faltan datos.

Por eso no basta con ser justo, también es preciso parecerlo.

"Nadie engaña impunemente a un niño", dice Courtois. Los padres que emplean la mentira se desautorizan.

La mentira, además de inmoral, es mala aliada e indica pobreza de recursos.
Si actuamos con rectitud, no será preciso mentir. Todo tendrá su explicación natural.

No sería nada formativo, por ejemplo, aunque sea en cosas de poca importancia que vieran a su padre decir que no está cuando recibe una llamada telefónica inoportuna. O que no advierte al dependiente que le ha devuelto dinero de más. O que comenta cómo ha engañado con una tontería al hermano pequeño que no quería tomarse el biberón. O muchas otras actuaciones semejantes.

El miedo a la libertad. Educación en la confianza

La autoridad ha de exhibirse lo menos posible. Cada vez que se emplea se expone a un riesgo y sufre un desgaste. Tan grave es no usar de la autoridad cuando es preciso hacerlo, como emplearla de modo tan reiterado que acabemos por perderla.

Esto supone aprender a hacerse el despistado de vez en cuando, exponerse a ser engañado en cosas de poca importancia con una ingenuidad sólo aparente antes que mantener ante los hijos una actitud de desconfianza o recriminación constantes.

Son precisamente las actitudes desconfiadas las que hacen al chico de diez o doce años adiestrarse en la técnica de la mentira.

No es bueno manifestar incredulidad: la educación debe basarse en la confianza.

No prestéis demasiado oído a la acusación. Desechad las sospechas injustas. La confianza ayuda a que le duela sinceramente haberos defraudado. Cread un ambiente de libertad en el que se sienta a sus anchas sin estar rodeado de controles, y el buen ejemplo rendirá sus frutos.

La libertad no está reñida con la autoridad y la disciplina, sin las cuales será muy difícil que cada cual pueda, sin herir a otro, gozar de libertad de movimientos o de expresión.
Mala cosa sería que el chico se acostumbrara a oír repetir a sus padres una determinada orden varias veces. Así, cada día tardará más en obedecer, y en muchas ocasiones ni siquiera llegará a hacerlo.

No es nada educativo, por ejemplo, llamarle cinco veces para que se levante, la última con suficiente tiempo todavía para llegar holgadamente al colegio. Si el chico no es obediente, es mejor que le llames a la hora en que vas a exigirle que se levante. De lo contrario, desgastas tu autoridad, y cada día tendrás que ejercerla de forma más dura para lograr los mismos resultados. Y cada día será más difícil recuperar el terreno perdido.

A veces esas crisis de autoridad en la familia provienen de que se desautorizan mutuamente unos a otros ante el chico. Se echa la culpa al otro cónyuge, o a las condescendencias de la abuela, o al ausente, pero no se busca el acuerdo de todos para poner remedio.

La falta de acuerdo entre los esposos al educar a los hijos es la causa de muchos fracasos.

Es preciso ponerse de acuerdo para convenir una solución sobre el modo de actuar en cuestiones concretas. Hará falta, como siempre que intervienen dos o más personas en una decisión, que cada uno ceda en algo de su idea inicial para lograr un acuerdo sin imposiciones.

Tendencia a prejuzgar negativamente

En el fondo de todo chico hay una serie de buenos sentimientos que la naturaleza ha impreso en él, y a los que hay que saber sacar brillo. Debemos fomentar todo ese conjunto de valores positivos que irán configurando un carácter y una personalidad de la que broten, sin necesidad de órdenes, todas esas cosas que nos agradaría ver en él.

Para ello, primeramente hay que suponer en el chico las cualidades que se quieren ver en él.

Cuando se le acusa continuamente de tener un determinado defecto, acabará por pensar que es algo tan arraigado en él que es inútil luchar por corregirlo.
En vez de agobiarle diciendo que es un perezoso y un inconstante, dile que estás seguro de que conseguirá sacar esas buenas calificaciones porque va a estudiar mucho.

En vez de decirle que nunca ha tenido voluntad y que jamás termina lo que empieza, dile que ésa es una buena ocasión para que demuestre que en realidad sí puede.
Y en vez de insistir en que es una criatura sin corazón, o un egoísta, apuesta por sus buenos sentimientos, y no te defraudará.

Conviene apoyarse en ese sentimiento natural que tiene de agradar y de ser útil, de sentirse valorado. El chico da mucha importancia a lo que opinan de él y es muy sensible a los estímulos. Hay que saber apoyarse en esos sentimientos propios de la edad para ayudarles a superarse en su mejora personal.

Se trata, por decirlo de alguna manera, de poner a su amor propio del lado del bien.

Otro principio sabio es creer firmemente en las buenas intenciones de los chicos, siguiendo aquel elemental principio jurídico:

El bien debe ser supuesto, el mal debe ser probado.

Tenemos los humanos una lamentable tendencia a pensar mal, a prejuzgar negativamente. Una extraña manía que reduce a cenizas las mejores esperanzas de los chicos. El viejo aforismo de piensa mal y acertarás que cierta tradición ha acuñado, lo corrobora tristemente. A veces nos fijamos más en lo negativo que en lo positivo de las personas, y tenemos propensión a agrandar el mal con la medida de nuestra propia mezquindad, trivializando las razones de las cosas y buscando dobles intenciones donde no las hay.

Es mala política etiquetar al niño:
si ha sido sorprendido
en una mentira,
no es por eso un mentiroso.

Y si ha cogido dinero del bolso una vez a mamá no es por eso un ladrón. Sería aplicar aquella otra sentencia de "por un perro que maté, me llaman mataperros".

Caricaturizo las típicas quejas de las personas absorbidas por esa tendencia al prejuicio negativo:

* Siempre me hace lo mismo cuando llega a casa. * Siempre igual. * No hay manera de que haga nada bien. * Siempre tiene una historia con la que excusarse. * Ya verás como en cuanto aparezca nos dirá aquello y no querrá hacer ese recado. * Jamás tiene un detalle, y ya verás como dice que no. * Es un comodón y no creo que lo consiga, como siempre. * No toca un libro. * Nunca presta nada de lo suyo; es mejor que no se lo pidas. * Nos estropeará el verano, porque suspenderá, como siempre; y luego se pasará las vacaciones haciendo el vago.


Estas afirmaciones tajantes y malpensadas con que algunos se adelantan a prejuzgar siempre negativamente, acaban con la esperanza de cualquiera. Es una hostilidad impertinente que llena de conflictos la familia y enfría el calor del hogar.

O sea, que se trata de pensarlo bien antes de decir algo negativo.
Sí, pero no suele bastar con pensar mal y no decirlo.

Cuando se tiende a pensar mal de los demás, esos pensamientos críticos van gestando una actitud negativa, y ésta acaba fraguando en comentarios y conductas también negativas.

Por eso es mejor juzgar positivamente también de pensamiento. Se trata de evitar esa actitud que refleja aquel conocido chiste del automovilista que sufre un pinchazo en plena noche en una carretera desierta y se da cuenta de que no lleva gata para cambiar la rueda.

Ve a lo lejos la luz de una casa de campo. "Me acercaré y les pediré una gata", se dice. Se dirige hacia la casa y va pensando por el camino: "Mira que si tienen gata pero no me la quieren dejar...". Y continúa debatiéndose en ese pensamiento todo el trecho que le separa de aquella casa, hasta el punto de obsesionarse.

"Mira que como no me lo dejen, no sé que les digo...". Llega a la casa y llama al timbre, ya claramente enfadado. Una señora le abre la puerta y el caminante le dice sin más preámbulos: "¡Sabe lo que le digo, que si tienen gata, que no la quiero, que se la coman!"

La reprensión

Es llamativa la autoridad natural de quien rara vez se enfada. Suelen ser personas con una serenidad y un dominio de sí mismos que resultan atractivos e infunden respeto.
Lo normal es que una reprensión se pueda hacer estando de buenas, y en ello va gran parte de su eficacia. Hay que tener sensibilidad para:

* escoger el momento adecuado; * buscar unas circunstancias que no humillen; * procurar hablar a solas y estando de buen humor; * ponerse en su lugar; * dejarle una salida airosa; * saber intercalar unas palabras de afecto que alejen cualquier impresión de que se corrige por disgusto personal; * mostrar la convicción de que va a mejorar y corregir la conducta inadecuada.


La inoportunidad y la falta de diplomacia son errores graves. Nada conseguirá un padre o una madre que reprenda a sus hijos a gritos, dejándose llevar por el mal genio, amedrentando, imponiendo castigos precipitados, haciendo descalificaciones personales o enmiendas a la totalidad, o sacando trapos sucios y antiguas listas de agravios.

Si no somos educados
al corregir,
no estamos educando.

Recuerdo el caso de un muchacho al que el miedo aterrador a sus padres llevó a una fabulosa sucesión de mentiras, tejiendo un verdadero castillo de naipes que acabó finalmente por caer, con un elevado coste familiar. El caso es que los motivos que el muchacho daba para haber hecho todo eso eran quizás injustificados, pero comprensibles.

El mal genio de sus padres, los castigos irreflexivos y desproporcionados, y los repetidos disgustos familiares que cualquier tontería provocaban, acabaron por retraerle con un miedo que para él, a esa edad resultaba insuperable.

La versión de los padres era sobrecogedora y sin margen alguno para reconocer su propio error. Toda su existencia había sido un continuo querer llevar la razón y dejarse arrastrar por el mal genio y la amenaza, y en absoluto querían esforzarse por comprender a su hijo.

No estaban acostumbrados a atenerse a razones y tuvo que encargarse el paso del tiempo bastante tiempo de hacérselo ver. La vida les hizo sacar experiencia de lo conveniente que es facilitar la sinceridad si se quiere sinceridad, y de no escandalizarse tontamente por lo que ellos mismos habían propiciado.

La precipitación al castigar produce injusticias que a los chicos les parecen tremendas. Es mejor tomarse el tiempo necesario para oír las dos campanas o más, si es el caso, conocer la fiabilidad de cada versión, cerciorarse de la culpabilidad de cada uno, y entonces, ya serenos y con elementos de juicio, decidir lo más oportuno.

Y hay otro elemental principio jurídico, que ya recogía el Derecho Romano y bien puede aplicable al entorno familiar:

No se puede juzgar a nadie
sin haberle antes escuchado.

A pesar de lo evidente que resulta y de lo antiguo de su origen, se olvida con frecuencia.

Comprender. Facilitar la sinceridad

Si el niño se siente frecuentemente reprendido y, por el contrario, casi nunca reconocidos o recompensados sus actos meritorios aunque a los padres les parezcan insignificantes comparados con los dignos de castigo, ante esa insensibilidad de los padres, van desapareciendo poco a poco en él los deseos de hacer cualquier cosa positiva.

Llevado a su extremo este torpe planteamiento, el chico puede llegar a pensar que lo mejor es no hacer nada, porque haciendo cualquier cosa lo único que logrará es exponerse a recibir una nueva bronca.

Si el niño reconoce la culpabilidad de una determinada falta, y esto no supone apenas mejora en el castigo aplicado, cada vez le costará más ser sincero.

Aun a costa de arriesgarse
a dejar impunes algunas faltas,
los chicos han de saber
que una falta declarada
es una falta casi perdonada.

Hay que apoyar con los hechos eso de facilitar la sinceridad, y saber ser a un tiempo exigente e indulgente. Esos padres que después de exigir sinceridad se enfadan o se asustan ante ella, obtienen como premio una merecida desconfianza por parte de sus hijos.

Los padres deben enseñar al chico a:

* Que diga siempre la verdad, aunque le cueste. Debe saber que siempre será perdonado y, además, que cuando es sincero será raro que le castiguen. * Que cuente con confianza a sus padres las preocupaciones que tenga. Al hacerlo, debe encontrar en ellos afecto e interés, aunque les parezcan cosas sin importancia. * Que sepa que no se miente, ni con la excusa que será falsa de conseguir algo bueno. Tampoco en los juegos: que no sea tramposo. * Que comprenda que la sinceridad en la familia, en el colegio o entre los amigos contribuye a crear un ambiente de alegría y libertad.


La reprensión exige estar a solas, aunque eso suponga esperar. Es difícil que el chico reconozca su mala actitud o sus errores si lleva aparejada una confesión casi pública. Actuar así es facilitar que añada nuevas mentiras, y un enfado casi seguro. La reprimenda pública suele ir acompañada de humillación, y él tiene un fuerte sentido del ridículo. Luego hablará del broncazo que me echaron delante de mi hermana, o ese día que estaban los tíos en casa..., y es algo que le costará sin duda digerir.

A esta edad son muy finos observadores y advierten cuándo en sus padres hay celos, envidia, soberbia, afán de imponerse o de figurar, y entonces la posibilidad de influir positivamente sobre ellos baja enormemente. Tendremos tanta más autoridad e influencia beneficiosas sobre los chicos dice Courtois "cuanto menos busquemos la visible satisfacción de nuestro amor propio".

Para que la palabra de los padres tenga prestigio y obtenga el efecto deseado es necesario esforzarse por arrinconar el propio orgullo.

La falta de interés también les entristece mucho. "Mis padres no me entienden. Fíjese, ayer, llegué todo contento a casa porque me había salido muy bien el examen, y no me hicieron ni caso; seguramente tendrían cosas más importantes de que preocuparse que de mí".

El sentido crítico y la característica sagacidad infantil para definir con cuatro rasgos los defectos de cualquiera, hacen en estos casos un efecto arrollador en la descripción de esas situaciones. "Y el otro día, que quise hacer algo bien y me puse a poner la mesa, se me cayó un vaso y se rompió. Y fue porque me había empujado mi hermano. Y llegó mi padre en ese momento y, sin preguntar más, me dio un tortazo encima. Eso me pasa por querer ayudar. Y mi hermano, que no hace nada, ¿qué...? Se ve que lo mejor en casa es pasar inadvertido y desaparecer cuanto antes, y no hacer nada, ni bueno ni malo."

"Y si quiero comprarme algo, siempre es un capricho, y en cambio para otras cosas... que si el coche nuevo, que si la moda de primavera... Y además siempre, en cuanto se enfadan, sacan la lista de todas las cosas que he hecho mal toda la vida... como si ellos no se hubieran equivocado nunca. Estoy harto de oírla. Creo que nunca me han dicho nada bueno".

No hace falta seguir describiendo el proceso de justificación del chico que, aunque subjetivo y a veces poco coincidente con otras versiones, denuncia una innegable falta de sensibilidad de sus padres hacia sus gestos positivos.

Descubre a tu hijo
haciendo algo bien
y elógialo.

Acción Católica Mexicana Querétaro.
Tomado de la lista "Hacer Familia"