miércoles, 27 de mayo de 2009

ABORTO: asesinato de inocentes.

(Jorge Loring, S.I. – DNI: 23.385.067))

El proyecto de ampliar la ley del aborto ha puesto sobre el tapete este tema.

Quiero aportar una colaboración.

Se llama aborto la interrupción del embarazo cuando el feto todavía no puede sobrevivir fuera del seno materno.
Provocar el aborto directamente es un homicidio, porque el feto es un nuevo individuo plenamente capaz para lograr su desarrollo completo.
De la unión del óvulo con el espermatozoide nace un nuevo ser humano, una célula diferente con doble herencia: 23 cromosomas del padre y 23 de la madre.

Por eso, ese nuevo ser es persona humana.
Es persona humana desde la concepción hasta la muerte.
Y la dignidad de ser persona concede a toda naturaleza humana los mismos derechos[1].
Como la vida de una persona comienza con la concepción, el aborto provocado es un crimen.
El Concilio Vaticano II lo llama: «crimen abominable»[2].

Es un asesinato de lo más cruel y cobarde, pues el asesinado es un ser inocente e indefenso que no puede huir, ni siquiera gritar para protestar de la injusticia que se comete con él.
Las generaciones del futuro no comprenderán que en nuestro tiempo los gobiernos permitan a las madres que maten a sus hijos. Nos llamarán «generación asesina».
Los abortistas se molestan si se les llama asesinos; pero, ¿qué otro nombre podemos dar a los que han condenado a muerte a cuarenta millones de seres inocentes?

Y añaden: «La Iglesia es cruel, porque a los que cargan con el trauma de haber abortado, les añade el trauma de la excomunión».
Este razonamiento es absurdo. Sería como querer quitar la policía para no preocupar a los terroristas.
Defender a los abortistas es como defender a los terroristas que matan, y despreocuparse de las víctimas.
Permitir el aborto para evitar el peligro de las mujeres que abortan clandestinamente es lo mismo que permitir los asesinatos para no poner en peligro la vida de los asesinos.
Pues bien, en Teología se dice que hay un nuevo ser humano desde el primer momento de la concepción.

Y los médicos confirman esta afirmación.

«Desde el comienzo del proceso embrionario nos encontramos con una individualidad genética distinta y diferenciada de la de los padres»[3].
El código genético contiene las características humanas e individuales del nuevo ser. Todo lo que cada individuo humano posee de único, singular e irrepetible a lo largo de toda su historia, está ya presente en su código genético. «La persona humana está en el embrión con todas sus potencialidades, que se irán desarrollando a lo largo de su existencia»[4].
El Profesor Juan Ramón Lacadena, Catedrático de Genética de la Universidad Complutense de Madrid, en el Primer Congreso Internacional de Bioética de España, dijo que «la nueva vida comienza en el momento en que el espermatozoide entra en el óvulo»[5].
El Dr. José Hernández Yago, Presidente de la Sociedad Valenciana de Bioética, ha dicho que el descubrimiento del genoma humano demuestra «inequívocamente que en el momento de la fecundación del óvulo por el espermatozoide surge un ser humano con todo el genoma completo»[6].
EL Dr. Ramiro Rivera, Presidente del Consejo General de los Colegios Médicos de España, dice: «Para un médico es indiscutible que desde el momento de la fecundación tenemos un nuevo ser humano»[7]
La Dra. Natalia López Moratalla, Catedrática de Biología, dice: «El cigoto, fruto de la fecundación, es una realidad nueva, un ser humano con todas las características de quien inicia su primer día de vida. Ya está completada la constitución de un individuo humano, de una persona»[8]. «La individuación se da desde el primer momento de la fecundación. (…) Ese ser tiene la condición de individuo de la especie humana»[9].
Hoy disponemos de un método infalible para identificar al ser humano. Es el ADN. El ADN de cada ser humano es absolutamente único e individual. El ADN de cada ser humano es exclusivo. El ser humano es irrepetible. Pues bien, el ADN del óvulo fecundado es distinto del ADN de sus padres. Es un nuevo ser humano. El embrión es un ser humano. (JOSEPH A. WOTTERING: INTERNET.Novedades Fluvium, nº 284).

El Dr. D. José Botella, Presidente de la Real Academia de Medicina y Catedrático de Ginecología en la Universidad Complutense de Madrid, en un artículo titulado El derecho a nacer, publicado en el diario YA, dice que la individualidad humana depende del código genético, y este código genético queda constituido en el momento de la concepción, siendo propio del nuevo ser, distinto de los códigos paterno y materno.
Es decir, que el nuevo ser es un individuo desde el momento de la concepción, y por lo tanto está amparado por los derechos humanos.

Eliminarlo es eliminar a un hombre: un homicidio.

Un hombre, que además del derecho que tiene a la vida, lleva en sí el derecho a vivir de toda una cadena de otros posibles seres humanos en el futuro, entre los que puede haber genios, artistas, sabios y santos.
«Producir un aborto es matar a un ser humano» (Dr. Zamorano Sanabria. Catedrático de Embriología de la Universidad Complutense de Madrid)[10].
El Dr. José Antonio Abrisqueta, Jefe de la Unidad de Genética Humana del Centro de Investigaciones Biológicas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, afirma: «Ningún científico dudaría en afirmar que la vida humana empieza en el momento de la concepción»[11].
Los tratados de Medicina siguen afirmando que el inicio de la vida humana ocurre en el momento de la unión entre el óvulo y el espermatozoide.
«Ningún biólogo duda hoy en día que en el momento mismo de la reunión de los gametos, se ha engendrado ya no sólo una vida nueva e independiente, sino además una individualidad inédita»[12].
El profesor Herranz Catedrático de Histología y Embriología General de la Universidad de Navarra, ha dicho: «El embrión humano es un ser humano, tiene vida humana. Su DNA es el mismo que tendrá toda su vida»[13].
A su vez, el Dr. Severo Ochoa, Premio Nobel de Medicina de 1959, afirma que el hombre es lo que su clave genética determina.
Y esta clase genética se establece desde el momento que se constituye el huevo (cigoto).

Desde este momento este nuevo ser tiene sus derechos personales.

Jamás un anatómico o un fisiólogo considerará el feto como parte integrante de la madre, como puede serlo el apéndice o una verruga que se pueden extirpar a voluntad. La vida del feto no es la de la madre, sino la suya propia, y tiene derecho a que se respete como se debe espetar la vida de un adulto[14].
Las mujeres abortistas dicen que ellas hacen de su cuerpo lo que quieren; pero el feto no es una verruga. Es un ser humano. Y ninguna madre es la propietaria de la vida de su hijo.
Julián Marías, de la Real Academia Española, en un artículo del ABC[15], dice cosas muy acertadas:
«Eso de que el feto es parte del cuerpo de la madre es una insigne falsedad, porque no es parte, está “alojado” en ella, “implantado” en ella. Una mujer no dice “voy a tener un tumor”, sino “voy a tener un hijo”... A veces se usa una expresión de refinada hipocresía para denominar el aborto provocado: Se dice que es la “interrupción del embarazo”. Como si al ahorcar se le llamara interrupción de la respiración»...
Dios ha dispuesto que los primeros días del ser humano se desarrollen dentro del seno de la madre para proteger su vida.
Esto para algunos seres, en lugar de ser una defensa resulta un riesgo, pues madres que no se atreverían a asesinar a su hijo de dos años, se atreven a hacerlo si sólo lleva pocos meses en su seno.

Estas madres traicionan la misión que Dios les ha confiado.

Esto no lo hacen ni las fieras. Todos los animales defienden a sus crías.

La crueldad de una madre matando a su hijo no tiene parangón. Ese hijo es la persona que más la va a querer. Ningún hijo haría lo mismo con su madre.
Si alguno lo hiciera diríamos que es un monstruo. ¿Qué calificativo merecen las madres abortistas?
Estas madres asesinas, ¿han pensado que los fetos son sensibles al dolor? Así lo evidencian pruebas científicas[16].
El que en algunas naciones el aborto no esté penalizado por la ley, no lo convierte en moral.
Las normas morales absolutas son independientes de la voluntad de los hombres.
La ley de Dios prohíbe el aborto, y ninguna ley hecha por el hombre puede hacer lícita la muerte de un inocente.
Aunque en una nación se legislara lícita la calumnia, no por eso la calumnia dejaría de ser una injusticia.
«Nadie pude autorizar la muerte de un inocente, sea embrión, feto, enfermo o anciano, sin cometer, por ello un crimen de extrema gravedad»[17].
El Papa Juan Pablo II, dijo en Madrid el 2 de noviembre de 1982: «Nunca se puede legitimar condenar a muerte a un inocente»[18].
La despenalización del aborto criminal para contentar las voces que lo reclaman, no convierte el aborto en bueno.

Las cosas o se hacen buenas por ser frecuentes.
En ese caso, el egoísmo, tan frecuente, sería bueno; y el heroísmo, tan excepcional, sería malo.
La despenalización del aborto lleva a que se realicen monstruosidades, como cubos de basura llenos de fetos humanos, o aquel ginecólogo que alimentaba a su perro con lo fetos que obtenía de los abortos que practicaba a las mujeres que acudían a su clínica[19].

Es una hipocresía defender como política de partido las libertades democráticas de la persona humana, y luego defender el aborto, privando del derecho a la vida a una persona inocente, aprovechándose que no puede defenderse, ni siquiera protestar.

El 9 de diciembre de 1996 se bautizó, como católico, en la catedral de San Patricio de Nueva York, el Dr. Bernard Nathanson, conocido en otro tiempo como el «rey de aborto».
Fue Director de la mayor clínica abortista de Estados Unidos: la CRANCH. Tenía a sus órdenes treinta y cinco médicos que, en diez quirófanos, practicaban ciento veinte abortos diarios.
Según él mismo manifestó en una conferencia en el Colegio de Médicos de Madrid: «bajo mis órdenes se practicaron sesenta mil abortos, y yo hice personalmente unos cinco mil»[20].
En los años 80 se convenció de que el feto era un ser humano, pues hay evidencia científica de que la vida humana empieza en la concepción, y se volvió antiabortista. Es autor del libro Abortando en América y de la película El Grito Silencioso .
La gente del Movimiento Pro-Vida le hicieron cuestionarse el ateísmo que había mamado desde pequeño.
Dice: «Comencé a considerar en serio la idea de Dios. Descubrí el Dios del Nuevo Testamento en quien yo podía encontrar el perdón que durante tanto tiempo busqué desesperadamente. Convencido de que Dios me perdonaría los crímenes que había cometido. Eso me resultó sumamente consolador para mi espíritu afligido»[21].
Es inconcebible que los mismos que quitan la pena de muerte para asesinos, que son un peligro para la sociedad, condenen a muerte a seres inocentes en el seno de su madre.
¿Qué podemos esperar de una sociedad que permite asesinar a niños no nacidos, por egoísmo de los mayores?
¿Qué valores van a respetar los que no respetan el derecho a vivir de sus hijos inocentes?[22].
¿Qué sentido tiene hablar de derechos humanos y negar el derecho a vivir a seres humanos inocentes? El derecho a la vida es el primero de los derechos humanos. Nadie con sentido común puede defender que sea lícito condenar a muerte a una persona inocente.
El Papa Juan Pablo II dijo en Polonia el 4 de junio de 1991: «Ningún gobierno tiene derecho a autorizar la muerte de seres humanos inocentes».
La Comisión Permanente del Episcopado Español ha publicado una declaración donde afirma (en el nº 6) que «el Estado no tiene autoridad para decidir que sea permisible suprimir la vida de un ser humano inocente»[23].
Eso de que la madre puede disponer de la vida de su hijo es una monstruosidad. La madre tiene obligación de que su hijo viva, y si es culpable de su muerte, nadie le quitará ese remordimiento[24].
El aborto puede quedar impune ante la ley, pero no ante la conciencia; el remordimiento no la dejará dormir tranquila.
Así me lo aseguraba una chica que se despertaba sobresaltada por las noches, mucho tiempo después de haber practicado el aborto, por el remordimiento de haber asesinado al hijo de sus entrañas. Me decía: «Padre, a veces me despierto viendo a mi hijo a quien asesiné».
Decía el Dr. Wilke: «Es más fácil sacar un bebé del útero de una mujer que de su conciencia»[25].
«Todo confesor experimentado sabe que el aborto es un pecado que muchas mujeres no se perdonan a sí mismas, ni siquiera después de haber sido perdonadas por Dios. Los médicos y los psiquiatras saben también hasta qué punto las mujeres que han abortado voluntariamente sufren traumas psíquicos»[26].
El doctor D. Antonio Peco, ginecólogo, con treinta años de profesión en la Seguridad Social y en su clínica privada, me habló del trauma psíquico que sobreviene después del aborto:

a) Remordimientos de conciencia por haber asesinado a su propio hijo.
b) Mujeres que tenían uno o dos hijos y abortaron al que venía de camino. Después perdieron uno o los dos hijos, y viven desesperadas, pues ya es tarde para encargar otro.
c) Matrimonios que no tienen valor de mirarse a la cara después de haber abortado, y terminan rompiendo definitivamente.
d) Padres que ayudan a sus hijas a abortar, y después terminan odiándose mutuamente.

Con razón los psicólogos austríacos reconocen gran cantidad de neurosis y depresiones en mujeres que han abortado voluntariamente[27].
El Dr. Henry P. David, profesor de Psicología de la Universidad de Maryland de Baltimore (U.S.A.) dice: «El 64% de las mujeres a las que se ha realizado el aborto fueron ingresadas en hospitales psiquiátricos»[28].
David C. Reardon, en un estudio publicado en la revista Post Abortion Review dice que las mujeres que han practicado el aborto presentan desórdenes mentales 41% más que las que no lo han hecho. Y son también muy numerosas las que terminan suicidándose después de haber practicado el aborto. Muchas en la fecha que abortaron o en la que debería haber nacido su hijo[29].

Últimamente ha aparecido la píldora Nortevo.
Se la llama también la «píldora del día siguiente». Evita la fecundación del óvulo, o la implantación en el útero si el óvulo ya está fecundado. Es decir, que puede ser una píldora abortiva. Por eso el Secretario de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Juan José Asenjo, en declaraciones a SERVIMEDIA ha expresado el rechazo de la Iglesia a «la píldora del día siguiente»[30].
El Dr. Justo Aznar, Jefe del Departamento de Biopatología Clínica del Hospital La Fe de Valencia, dijo en la Segunda Cadena de Televisión Española, el 29 de julio del 2001, a las nueve de la mañana:«La píldora del día siguiente es anticonceptiva un 15% de los casos; pero en el otro 85% es abortiva, pues impide la implantación del óvulo fecundado. Y el ser humano empieza en su concepción. Basta la posibilidad de que sea abortiva para que sea inmoral».
Que esta píldora es abortiva se deduce de las investigaciones de Chris Kahlenbon, Joseph Stanford y Walter Larimore publicadas en la Revista The Annals of Pharmacotherapy[31]
En el V Congreso de Católicos en la Vida Pública, celebrado en Madrid en noviembre del 2003, la Dra. María Ondina presentó un trabajo en el que afirmó que ciento tres mujeres británicas demandaron ante el Alto Tribunal de Gran Bretaña a tres empresas farmacéuticas, que ofrecían la píldora poscoital, por la muerte de siete mujeres a causa de esta píldora[32].
«Recientes pruebas científicas han obligado al Gobierno de Inglaterra a alertar a las mujeres jóvenes del “peligro potencialmente mortal” de desarrollar un embarazo ectópico por consumir las llamadas “píldoras del día siguiente”.
»Sir Liam Donaldson, director médico del Gobierno, envió una comunicación a todos los galenos pidiéndoles que sean “extravigilantes” con las ‘píldoras del día siguiente’ pues están relacionadas directamente con las altas tasas de embarazos ectópicos. Asimismo, Donaldson ordenó a la empresa Schering AG –fabricante de la medicina– modificar la información de los prospectos para pacientes, aclarando que existe un alto riesgo de desarrollar este desorden.
»John Smeaton, director nacional de la Sociedad para la Protección de Niños Nonatos (SPUC), afirmó que “esta medicina debería ser quitada inmediatamente del mercado”»[33].
En el aborto procurado peca, además de la madre, quien lo realiza, quien colabora y quien lo aconseja[34].
El Vaticano recuerda a los operadores sanitarios que tienen una obligación grave a presentar objeción de conciencia en el caso de legislaciones abortistas[35].
Quien practica el aborto queda excomulgado[36]. Esta excomunión es automática (se llama «latae sententiae») al consumarse el aborto. Dice el Código de Derecho Canónico: «Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión»[37]. Lo mismo todos los que colaboren a él de modo eficaz y voluntariamente[38]. Es decir «si el delito no se hubiera cometido sin su colaboración»[39].
La excomunión es la pena canónica que la Iglesia impone a ciertos pecados muy graves para que no se cometan.

Consiste en que al excomulgado se le prohíben todos los sacramentos menos el de la confesión.
«No obstante, no caen en la excomunión cuando se dan las circunstancias que eximen de cualquier pena. En concreto, no incurren en penas eclesiásticas los menores de dieciocho años, quienes sin culpa desconocen que infringen esa ley, o los que lo realizan por miedo grave o con el fin de evitar un grave perjuicio»[40].


Notas:

[1] DOMÈNEC MELÉ: Cristianos en la sociedad, II,1,a. Ed. Rialp. Madrid. 1999.
[2] Concilio Vaticano II: Gaudium et Spes: Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, nº 51.
[3] Revista TRIBUNA MÉDICA del 11-X-74, pg. 37.
[4] VÍCTOR GARCÍA DE LA HOZ: ABC Dominical del 27-II-77, pg. 19.
[5] ZENIT SEMANAL 11-XII-99.
[6] Diario LA RAZÓN del 5-VII-2000, pg. 38.
[7] VICENTE SUBIRÁ: Valores Católicos Permanentes, I,6. Ed. EDICEP. Valencia. 1987.
[8] Revista PALABRA de XII-2004.
[9] GLORIA MARÍA TOMÁS Y GARRIDO, Profesora de Bioética en la Unidad Central de Ética y Bioética de la Universidad Católica de Murcia.
http://www.conocereisdeverdad.com/website/index.php?id=63
[10] Revista ARBIL, nº23: INTERNET www.ctv.es/USERS/mmori
[11] Revista ECCLESIA: 2796 (6-VII-96) 11.
[12] Dr. BOTELLA LLUSIÁ: Diario YA del 11-V-79, pg. 7.
[13] Revista TELVA, 550 (IV-87)116.
[14] Diario YA , 7-I-79, pg. 44.
[15] Diario ABC de Sevilla del 10-IX-92, pg. 3.
[16] ZENIT. Boletín informativo del Vaticano, ZS080601.
[17] Declaración del Vaticano sobre la eutanasia. Julio de 1980.
[18] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica nº 2261.
[19] Diario YA,26-VIII-87, pg.14.
[20] Revista HOGAR DE LA MADRE: 78 (IX-X,1997) 36.
[21] ALEX ROSAL: Revista HOGAR DE LA MADRE, 71 (VII,VIII-96) 35.
[22] RICARDO M. CARLES, Arzobispo de Barcelona:Fe y Cultura, XIV, 3. Ed. Claret. Barcelona.
[23] Revista ECCLESIA, 2704 ( 1-X-94 ) 10.
[24] JUAN PABLO II: Mulieris Dignitatem, nº 14, 15-VIII-88.
[25] Diario YA, 24-IV-89, pg. 15.
[26] BERNHARD HÄRING: SHALOM: Paz, XVI, 3. Ed. Herder. Barcelona. 1998.
[27] Diario ABC de Madrid, 27-IV-80, pg. 86.
[28] Revista TELVA, 550(IV-87)63.
[29] Revista ARBIL de pensamiento y crítica, nº 35. En INTERNET.
[30] Diario EL MUNDO del 27-VI-99, pg.42.
[31] ZENIT, Boletín informativo del Vaticano en INTERNET: ZSI02021601.
[32] Actas del Congreso, 2º vol., 5ª, III. Madrid. 2004.
[33] Boletín de la Universidad Pontificia de Ponce (Puerto Rico), 6-II-2003: www.pionet.org
[34] Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2272.
[35] Diario ABC de Madrid del 24-X-94. Pg. 89.
[36] Nuevo Código de Derecho Canónico, nº 1398.
[37] Nuevo Código de Derecho Canónico, nº 1398.
[38] Nuevo Código de Derecho Canónico, nº 1398.
[39] Nuevo Código de Derecho Canónico, nº 1329, 2.
[40] AURELIO FERNÁNDEZ:Compendio de Teología Moral, 2ª, X, 3, 3. Ed. Palabra.Madrid. 1995

miércoles, 20 de mayo de 2009


Editorial de Noticias Obreras
Núm. 1.480 [16-05-09 / 31-05-09]
http://www.hoac.es/pdf/Noticias%20Obreras/2%20mayo/editorial.pdf


Deberían estar callados y avergonzados, porque pedir perdón es demasiado para quienes se cubren con la aureola del saber y de la ciencia, y los utilizan para explicar lo que los poderosos quieren oír.

Deberían estar callados y avergonzados todos los expertos que en la década de los noventa vaticinaron el colapso total de nuestro sistema de protección social, especialmente de nuestro sistema de pensiones. Y deberían estar callados y avergonzados porque no han acertado ni una de sus catastrofistas previsiones. Eso sí, consiguieron que un buen número de incautos atemorizados suscribieran un plan de pensiones que ahora ha estallado junto con toda la burbuja financiera causante de la crisis que padecemos.

Pero no, como si no hubiera pasado nada, siguen insistiendo en sus agoreras previsiones: en el año 2060, dicen, tendremos un grave problema con las pensiones. ¡Serán burros! ¿Cómo se atreven a vaticinar a cincuenta años vista cuando se han equivocado de un año para otro?

Una de las cosas que la actual crisis ha vuelto a poner de manifiesto es que la economía es una cosa demasiado seria para dejarla en manos de los economistas. La economía es política, es juego de intereses, es optar entre muchas variables y posibilidades, pero sobre todo, la economía mide el grado de humanización de una sociedad, su escala de valores, su talla moral. Por ello es muy importante formular bien las preguntas a las que debe dar respuesta.

Decir que el sistema es inviable y necesita reducir y recortar derechos y ampliar obligaciones no es científico, es una opción ideológica; como lo es el preguntarse ¿qué debemos hacer para que todos los jubilados puedan disfrutar de una pensión digna hoy, mañana y siempre? La ciencia económica nos dirá el cómo responder a la pregunta formulada, pero la pregunta no depende de la ciencia, depende de la moral, de los objetivos que nos fijemos como comunidad moral a la que debería resultarle imposible vivir soportando el despilfarro de unos y la miseria de otros.

Resulta, además, que casi todas las propuestas parecen sustentarse en una situación de un empleo estable y de por vida que ya no existe. Lo que tenemos es un empleo precario, alternado con periodos de desempleo, al que se accede a una edad tardía y se pierde a una edad temprana. Esto implica que para muchos va a resultar imposible acumular los años de cotización necesarios para acceder a una pensión.

Los caminos de la historia van a otro lado, apuntan hacia la Renta Básica, hacia el derecho de todos a percibir lo necesario para vivir, un derecho subjetivo que no necesita de ningún mérito por parte del que lo recibe. Se acabó el cuento del trabajo, es la hora del cuento de la comunión, un bello cuento que narra la historia de un pueblo que retornó a los caminos que había abandonado, los caminos del bien y la justicia; los caminos de la igualdad, los caminos que llevan a la casa común donde sólo hay una gran mesa a la que todos tienen derecho a sentarse y a compartir. Este cuento está empezando a escribirse, no sabemos el camino que debemos recorrer, pero sí sabemos su final: el pueblo, el nuevo pueblo, da gracias a Dios por haberle mostrado el camino del amor y de la comunión.

EDITORIAL
Publicado en NOTICIAS OBRERAS:
Núm. 1.480 [16-5-09 / 31-5-09] pág. 5

lunes, 18 de mayo de 2009

CLONACIÓN HUMANA


La primera clonación humana inaugura una nueva forma de instrumentalizar el embrión


¿Alguien recuerda el susto universal, los clamores de “nunca con seres humanos” que siguieron a la presentación pública de la oveja Dolly? Pues ya han llegado nuestros primeros semejantes clónicos, si bien no pasaron de tener cien células. El anuncio, hecho el 13 de febrero en la revista Science, ha sido recibido con preocupación por unos y celebrado por otros, pues abre el camino tanto al uso terapéutico de células madre embrionarias como a la creación de clones humanos. En realidad, ni lo uno ni lo otro están tan cerca. La relevancia del experimento consiste más bien en que supone una nueva forma de instrumentalizar embriones, una variante que se añade a las ya practicadas merced a la fecundación in vitro: criba eugenésica, diagnóstico pre-implantatorio para producir “bebés-medicamento”, uso de embriones “sobrantes” para investigar.

Rafael Serrano

18/02/2004.-

Los especialistas de la Universidad Nacional de Seúl que han realizado el experimento no han omitido una declaración de buenas intenciones terapéuticas. “El fin que nos anima es tratar enfermedades incurables –ha dicho el director del equipo, Hwang Woo-Suk–. Creemos que esa es nuestra obligación como científicos”. Pero si el objetivo es aliviar o curar, es imperativo recurrir a los mejores métodos disponibles, dando preferencia a los que presentan posibilidades más seguras y comprobadas sobre los que ofrecen esperanzas lejanas e hipotéticas.

Si de regeneración por células madre se trata, las únicas con que se han obtenido resultados clínicos son las extraídas de adultos, en especial las de la médula ósea, que desde hace años se emplean para tratar la leucemia. En los demás casos, no sirven de momento más que para unas pocas dolencias (infartos, granumalotosis...) y todavía es pronto para evaluar su eficacia a largo plazo. Pero con las células embrionarias no se ha conseguido pasar de los primeros estadios de investigación básica. Si además las células han de provenir de embriones clónicos, el camino es aún más largo. Como ha señalado el mismo Bernat Soria, científico español muy conocido por su campaña a favor de experimentar con células madre embrionarias: “Los primeros ensayos clínicos que veremos estarán basados en células madre adultas. Las células madre embrionarias irán llegando después” (El País, 14-II-2004).

Claro que Hwang y sus colegas no tienen las obligaciones de un médico: son casi todos veterinarios. No es raro, pues el experimento es de biología, no de medicina. Estos investigadores, que antes habían clonado cerdos y vacas, son los mismos que aseguraron haber creado embriones híbridos con núcleos celulares humanos introducidos en óvulos vacunos, quimeras que no dieron células madre.

Si en el experimento coreano la medicina no anda cerca, la ética ni se columbra. A nadie ha sorprendido que la primera clonación humana se haya logrado en Asia, donde los reglamentos de biotecnología son los más laxos de todo el mundo. Corea es la subcampeona del salvaje Este, por detrás de China. Cierto que en la península se ha aprobado una ley que prohíbe la clonación reproductiva y pone condiciones a la “terapéutica”; pero el reciente experimento se ha hecho un año antes de que entre en vigor la obligación de someter los proyectos al visto bueno de un organismo de vigilancia. Cuando Hwang afirma que su equipo trabajó bajo la “estricta supervisión” de un “comité de ética”, el observador no alcanza a adivinar qué rigores le impusieron.

¿Estricta supervisión?

Muy estricta no fue la supervisión con respecto a las mujeres que contribuyeron al experimento. Uno de los detalles que más han asombrado a la comunidad científica es el extraordinario número de óvulos con que contaron los veterinarios coreanos: 242, donados por 16 mujeres (una media de 15 por voluntaria). Semejante producción de gametos no se habría autorizado en cualquier parte, pues exige fármacos para la estimulación ovárica y biopsias para extraer los óvulos, y todo ello entraña riesgos difícilmente justificables si el fin es experimental. Ni siquiera Jose Cibelli (Universidad Estatal de Michigan), que como asesor figura entre los firmantes del artículo publicado en Science, tiene claro el asunto. No sabe, ha dicho, “cómo las mujeres pudieron dar su conformidad al procedimiento” (The Wall Street Journal, 11-II-2004).

Lo cierto es que la abundancia de ovocitos humanos permitió realizar el experimento con la lógica propia de la I+D industrial, que eleva la probabilidad de éxito a base de aumentar el material con que hacer pruebas. Hwang y sus colaboradores tuvieron materia prima bastante para ensayar 14 protocolos distintos, jugando con los métodos y momentos de estimular los gametos fundidos con nuevos núcleos. De los 242 óvulos, al final del proceso uno solo dio lugar a un cultivo de células madre. En el rendimiento no se ha avanzado casi nada desde Dolly (1997), que fue el único éxito de 276 intentos, y era un caso más difícil, pues se trataba de llegar al nacimiento de un ser clónico.

Esto muestra a la vez que los primeros clones humanos no están a la vuelta de la esquina. En el experimento de Corea solo ha habido éxito insertando núcleos de células del cúmulo (precursoras de los óvulos), en cada caso obtenidas de la misma donante del óvulo. Así que no se ha comprobado si se pueden conseguir embriones clónicos de cualquier sujeto. Y la alta tasa de fracasos obtenidos se debe probablemente, según los mismos autores del ensayo, a anormalidades genéticas causadas por el proceso de clonación. O sea, los veterinarios coreanos han conseguido una clonación humana a fuerza de probar, no porque hayan descubierto las exactas reacciones biológicas implicadas. Ya advirtió el creador de Dolly, Ian Wilmut: “Tenemos que resolver muchas de las dudas planteadas en el proceso de la clonación antes de que se pueda trabajar en el hombre. Debemos conocer la supervivencia del animal [clónico], si presenta patologías que no son comunes en los animales de la misma edad nacidos por reproducción natural, y tener la seguridad de que se consiguen clones sanos” (Diario Médico, 3-IV-2003).

Es creencia general que algunos, quizá en China, no querrán esperar tanto e intentarán generar niños clónicos antes de saber si serán sanos. Lo seguro es que gran número de embriones humanos quedarán muertos por el camino, como los que ya se destruyen en la carrera por la clonación “terapéutica”. Mientras tanto, se repite lo ya visto: en biotecnología todo se acaba haciendo, todo se llega a admitir. Unas inciertas posibilidades terapéuticas visten de benevolencia el impulso prometeico de poner por obra todo lo que es técnicamente posible. En lo que concierne al embrión humano, la ética es materia plástica, la ley cede a la utilidad, los principios se adaptan a los hechos.

“Obra de tal modo que tomes la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, nunca solamente como un medio y siempre al mismo tiempo como un fin”, escribió Immanuel Kant, muerto el 12 de febrero de 1804. Irónica contribución la que ha hecho Science para los festejos del bicentenario.

Con la autorización de: www.aceprensa.com

viernes, 15 de mayo de 2009

¿Celibato? ¡Andaaaä!.....

Hugo Luis Daher

Diego Rojas y Bruno Lázaro en la nota el día 30/04/09 de la revista digital VEINTITRES, actual ElArgentino.com, comienzan diciendo: “Son tiempos de deliberación y debate en el interior de la Iglesia Católica”. Esta afirmación habla de una ignorancia tremenda acerca de la Iglesia en cuestión o en su defecto de la intención de confundir a la opinión pública.

Dentro de la Iglesia Católica no hay actualmente ningún debate sobre la castidad, en realidad el tema quiere ser instalado por algunos medios de prensa desde ya hace unos años (sobre todo prensa amarilla y alguna que otra mediocremente reaccionaria). Esto obedece a una clara distorsión de la realidad que vivimos. Realidad torcida que algunos quieren asumirla como lo debido, lo correcto, lo que está bien. Para estos no se trata de ser castos o no, ser fieles o no, ser de palabra o no, ser honestos o no, tratan de justificar a la medida de sus conductas, procederes y actitudes, que se deslizan por los grises, traicionando sus propias convicciones de las cuales no pocas se expresaron públicamente.

Hoy en dia el tema preocupante para la sociedad es la caída y tergiversación de los valores.

Dicen muchos curitas de la nota que el problema para ellos es enamorarse y la verdad que en este sentido expresan regresiones adolescentes o fijaciones de la etapa de “latencia” (diría S. Freíd). El enamoramiento puede ser un disparador en cualquier edad o etapa psicológica y bajo cualquier condición de vida que la persona haya encarado o no.

Desde este enamoramiento expresan una rebelión hacia la Iglesia que evidentemente para ellos, cito nuevamente a S. Freíd, será el súper yo que los condiciona a vivir castos y los reprime de “saborear los frutos del árbol prohibido”.

Bueno, con esta manera de ver las cosas justificamos, justificamos y justificamos cayendo precipitadamente en un anarquismo moral donde todo vale porque todo me lo permito en nombre del propio deseo: puro hedonismo que suena a puro egoísmo y que lleva a ver todas las cosas y las personas como objeto del propio placer.

Todo esto denota, con demás evidencia, la poca sociabilización, la poca solidaridad, la poca fraternidad y por lo tanto una tremenda pobreza existencial, ya que las personas nos realizamos en relación con el otro. Así pues lo demuestran las relaciones entre padres e hijos, entre hijos, entre amigos, compañeros, con el ser amado, etc.

Insisto, el problema no es la castidad obligatoria de curas o monjas y así lo demuestran las Confesiones Religiosas donde el sacerdocio y el matrimonio son compatibles, las Congregaciones guiadas por Pastores y donde no existe el sacerdocio pero si el matrimonio y finalmente mirando a nuestro alrededor vemos como se desmoronan los matrimonios, todo lo que atañe a promesas de vida está inmerso en una crisis.

Así es, la crisis de la promesa está a la orden del día porque prometimos convencidos y con convicción y muchas veces con gran celebración un proyecto de vida que se nos destartaló en el tiempo.

Sería más honesto admitir la debilidad y desaciertos que querer transformar la realidad objetiva (y por lo tanto veraz) a la visión y experiencia subjetiva.

En definitiva el problema está en nosotros, las personas, que no nos preparamos lo sufriente, no nos fortalecemos como se debe para defender lo nuestro y al no aceptarlo buscamos culpables. ¿Cómo puedo ser fiel al otro si no empiezo por ser fiel a mi mismo, a lo que creo, a lo que siento desde un principio? Esto lleva a que cualquier viento se lleve mi enamoramiento primero, mi entusiasmo original. “Cualquier ave arrebata la semilla que no hecha raíces en tierra buena”.

Quizás entre las opciones de un estado de vida la más beneficiada sea la sacerdotal y la religiosa, al menos en la Iglesia Católica, ya que hay un largo tiempo de discernimiento y formación, ayuda espiritual, profesional e infraestructura material suficiente. ¿Qué decir de los matrimonios donde el tiempo de discernimiento es el noviazgo y muchas veces este se realiza a los ponchazos y bajo condiciones totalmente desfavorables de la cultura ambiente que destroza los valores y sentimientos verdaderos, bueno, profundos y que pujan por perdurar?. Por otro lado (y válgame la comparación) los profesionales desde una opción inicial van manteniendo su vocación desde la etapa de estudio para toda una vida, formándose permanentemente, compitiendo e instalándose entre logros y fracasos en su ámbito propio.

Entonces está bien que nos saquemos la cera pero no embarremos a los demás con la propia miseria.