lunes, 30 de noviembre de 2009

Silencio durante la consagración


Autor: P. Jon M. de Arza, IVE
Fuente: www.teologoresponde.com.ar (Liturgia)
Foto: www.pepeluis53.iespana.es


Pregunta:

Querido Padre: sin desmerecer el canto en la celebración eucarística, me asalta una duda, que quiero aclarar: ¿En el momento de la consagración, se puede cantar o tocar música de fondo? Espero su respuesta. Que Dios lo bendiga.
Respuesta:

Responde:

Según la Ordenación General del Misal Romano (OGMR), «La naturaleza de las partes “presidenciales” exige que se pronuncien con voz clara y alta, y que todos las escuchen con atención [Cfr. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Musicam sacram, día 5 de marzo de 1967, núm. 14: A.A.S. 59 (1967) pág. 304] . Por consiguiente, mientras el sacerdote las dice, no se tengan cantos ni oraciones y callen el órgano y otros instrumentos musicales» (n. 32). La Plegaria Eucarística, -de la cual la consagración constituye el corazón y la esencia-, es considerada como la principal de las oraciones presidenciales (Cf. OGMR, 30), aunque la consagración no lo sea estrictamente (porque la dice el sacerdote In Persona Christi). Se trata de que nada quite la atención de todos a aquellas sublimes palabras. Una música de fondo, puede ser muy bonita, pero es ciertamente distractiva. Cuando se rezaba el Canon en voz baja, se entendía que sonara el órgano, sobre todo al momento de las elevaciones (había partituras compuestas especialmente para ese momento), pero ahora, al menos en la Forma Ordinaria del Rito Romano, no se justifica, y, además, está vedado.

Ahora bien, la norma expresa: «mientras el sacerdote las dice (las palabras)», por lo que distingue este momento de aquel en que guarda silencio (porque hace la genuflexión o eleva la Hostia, o el Cáliz), pero estamos siempre dentro de la consagración, que es doble. Por eso, es diferente el caso de las aclamaciones que se cantan luego de cada consagración, por ejemplo, en el rito bizantino, el «Amén» que cantan los fieles, o los hermosos cantos de adoración que se comenzaron a cantar hacia fines de la Edad Media (s. XIII), tales como Anima Christi, Adorote devote, Ave Verum, Pie Jesu, O Salutaris, etc. Estos últimos constituyen una pausa de adoración contemplativa del Hijo (presente verdadera, real y sustancialmente en el Santísimo Sacramento) en medio de la Oración que se dirige al Padre. Luego fueron pasando al momento de la Comunión o a la Adoración Eucarística.

Como escribe el P. Jungmann, «los Sínodos de Augsburgo de los años 1548 y 1567 hablan ya de altissimum silentium (altísimo silencio) y de altum sanctumque silentium (alto y santo silencio), que no debía interrumpirse sin razón por cantos (…). También las disposiciones romanas permitían cantos durante la consagración. A la pregunta: “Si en la elevación del Smo. Sacramento en las Misas solemnes se puede cantar ‘Tantum Ergo’ etc, o alguna antífona propia del Sacramento”, se contestó el 14 de abril de 1763 afirmativamente (Decreta auth. SRC, n. 2424 ad 6). Una decisión posterior del 22 de mayo de 1894 permite tales cantos sólo peracta ultima elevatione (hecha la última elevación) y después de haberse cantado el Benedictus (Decreta auth. SCR, n. 3827 ad 3)» (J. JUNGMANN, El Sacrificio de la Misa, BAC, Madrid 1951, II, nota 99, 888-889). A la sazón, al comenzar el Sanctus, el sacerdote empezaba a recitar el Canon en voz baja, y el momento de la consagración era en silencio. Luego de la segunda elevación, se proseguía con el Benedictus.

Las oraciones o jaculatorias de los fieles (tales como «Señor mío y Dios mío», recomendada por San Pío X, y otras) deben decirse, más bien, en el interior del corazón. La misma campanilla que suena a cada una de las elevaciones (con una función de aviso, pero que al mismo tiempo rinde homenaje a Jesús Sacramentado), interrumpe, de alguna manera, el altissimum silentium que, a nuestro juicio, debiera reinar en ese momento en que ante la grandeza inefable del mysterium fidei, toda lengua calla en admiración contemplativa, y toda la creación permanece como expectante.

Corresponde alzar las manos en el Padre Nuestro durante la Misa


Autor: P. Jon M. de Arza, IVE
Fuente: www.teologoresponde.com.ar (Liturgia)
Foto: www.columnistas.com.mx (Fabian Alvarez)


Pregunta:

Quisiera saber si hay alguna disposición en laliturgia para el momento del Padre Nuestro en la Misa, hay gente que se tomade las manos y otras que las alzan igual que el sacerdote. ¿Corresponde o no? Porque según se, tomarse de las manos, duplica el gesto de la paz, pero másallá de eso no se prohíbe, es más algunos sacerdotes en mi Diócesis, loincentivan. Pero con respecto a las manos alzadas, tengo dudas. Espero su respuesta y desde ya muchas gracias. Un abrazo en Cristo. Nancy(Argentina).

Respuesta:

Su consulta está sustancialmente respondida ennuestra página, a propósito del momento de la consagración: Aquí

Los gestos que se realizan durante lacelebración de la Santa Misa están fijados en la Ordenación General del Misal Romano, y pueden ser adaptados (por supuesto, respetandola naturaleza de cada momento de la Misa) por las diferentes Conferencias Episcopales con la posterioraprobación de la Santa Sede.

En Argentina no hay nadaprescrito sobre este particular, por lo que, en principio, los fieles nodeberían alzar las manos. Todavía no ha salido la nueva edición del Misal Romano, pero, según tenemos entendido, no habrá modificaciones en estepunto,quedando tal como aparece en el Ordinario de la Misa (Cf. CEA, 84º AsambleaPlenaria, nov. 2002, Res. n. 7; Recon. CCDDS, Prot.n. 23/03/L, 28 jun 2003).

Según parece, no ha tenido eco lasugerencia del SENALI (Secretariado Nacional de Liturgia):«Nada excluyeque la elevación de las manos sea también propuesta por la Conferencia de Obispospara que ese gesto sea adoptado también por los fieles a tenor de OGMR 43, pues es el gesto más propiopara esta plegaria: el gesto del niño que pide a su padre. De hecho,hayuna tendencia bastante general a imitar ese gesto, que expresa mucho más lanaturaleza del momento orante que el “tomarse de las manos”, también bastanteextendido, pero más impropio. En consecuencia se sugiere indicar laposibilidad, facultativa según la costumbre del lugar, de elevar las manosmientras se reza la Oracióndel Señor».

A nuestro modo de ver, convienesubrayar la distinción del sacerdocio ministerial y real (Cf. la anteriorrespuesta). El Padrenuestro está íntimamente ligado a la Plegaria Eucarística,de la que es continuación y en la que el sacerdote alza las manos en actitud deintercesión, cual Moisés contra Amalec (Cf. Ex 17,11). Por esta razón, el Padrenuestro ha sido siempre una oración netamentesacerdotal, por lo que el Misal revisado por el Beato Juan XXIII, lo pone enboca del sacerdote, adhiriendo los fieles con la última petición del Pater: "ylíbranos del mal". El Misal de Pablo VI ha dado a los fieles una importanteparticipación al prescribir que la Oración del Señor sea rezada por el sacerdote y el pueblofiel conjuntamente, ya que con esta Oración nos preparamos principalmente para la Comunión. Curiosamente,ya en la época de San Agustín, en la Iglesia Africana, el sacerdotese reservaba la recitación del Pater Noster, uniéndose los fieles ritualmente, pero noalzando las manos, sino mediante golpes de pecho a la petición: «perdonanuestras deudas…»(Cf. J. JUNGMANN, El Sacrificio de la Misa, BAC, Madrid 1963, II.845).

COMO CORREGIR A NUESTROS HIJOS


Autor: Por Alfonso Aguiló
Web: teologoresponde.com.ar (Familia y matrimonio)
Foto: www.nuevotiwmpo.org



Pregunta:

Estimado sacerdote, le quiero hacer la siguiente consulta: ¿Cómo hacer para corregir a nuestros hijos sin herirlos y sin enojarse?, Además: Tengo el problema de que hay momentos en que me siento tan susceptible a lo que me digan los demás que no puedo estar en paz. ¿qué hacer cuando siento que alguien me está ofendiendo: dejarlo pasar o enojarme y contestarle?

Respuesta:

Le envío este artículo al respecto:

APRENDER A CORREGIR
Por Alfonso Aguiló

Es natural que los jóvenes y los mayores vean las cosas de distinto modo. Lo que sería extraño es que un adolescente y una persona madura pensaran de idéntica manera.

La educación no es empeñarse en que nuestros hijos sean como Einstein, o como ese genio de las finanzas, o como aquella princesa que sale en las revistas. Tampoco es el destino de los chicos llegar a ser lo que nosotros fuimos incapaces de alcanzar, ni hacer esa espléndida carrera que tanto nos gusta... a nosotros. No. Son ellos mismos.

Una labor de artesanía
Tener un proyecto educativo no significa meter a los hijos en un molde a presión. La verdadera labor del educador es mucho más creativa: es como descubrir una fina escultura dentro de un bloque de mármol, quitando lo que sobra, limando asperezas y mejorando detalles.

Se trata de ir ayudándoles a quitar sus defectos para desvelar la riqueza de su forma de ser y de entender las cosas.

Hay que buscar par los hijos ideales de equilibrio, de nobleza, de responsabilidad. No de supremacía en todo, porque eso acaba por crear absurdos estados de angustia. Lo que importa es fijarse unos retos que le hagan ser él mismo, pero cada día un poco mejor; que le hagan conocer las satisfacción de fijarse unas metas y cumplirlas.

La tarea de educar en la libertad es tan delicada y difícil como importante, porque hay padres que, por afanes de libertad mal entendida, no educan; y otros que, por afanes pedagógicos desmedidos, no respetan la libertad. Y no sabría decir qué extremo es más negativo.

Las cuatro reglas

Educar no es una tarea fácil. El adolescente tiende por naturaleza a enjuiciarlo todo, posee una considerable visión crítica de lo que le rodea. Eso no tiene por qué ser forzosamente malo. Por el contrario, puede ser muy bueno. Pero habría que establecer unas reglas del juego para que la crítica en la familia sea positiva.

Primera: Para que alguien tenga derecho a corregir tiene primero que ser persona que esté capacitada para reconocer lo bueno de los demás y que sea capaz también de decirlo: que no corrija quien no sepa elogiar de vez en cuando.

Porque si un padre no reconoce nunca lo que su hijo o su mujer hacen bien, ¿con qué derecho podrá luego corregirles cuando fallen? En este sentido no debemos olvidar que, el que nada positivo encuentra en los demás tiene que replantear su vida desde los cimientos: algo en él no va bien, tiene una ceguera que le inhabilita para corregir.

Con mucho cariño

Segunda: Ha de corregirse por cariño: tiene que ser la crítica del amigo, no la del enemigo. Y para eso tiene que ser serena y ponderada, sin precipitaciones y sin apasionamiento: tiene que ser cuidadosa, con el mismo primor con que se cura una herida, sin ironías ni sarcasmos, con esperanza de verdadera mejoría.

Tercera: Tampoco debe darse la corrección sin antes hacer examen sobre la propia culpabilidad en lo que se va a corregir. Cuando algo marcha mal en la familia, casi nunca nadie puede decir que está libre de toda culpa.

Además, cuando uno se siente corresponsable de un error, corrige de forma distinta. Porque corrige desde dentro, comenzando por la confesión de la propia culpa. De este modo, el corregido entenderá mucho mejor porque empezamos por compartir su error con el nuestro, y no lo verá como una agresión desde fuera sino como una ayuda desde dentro.

La crítica destructiva es tan fácil como difícil es la constructiva.

Resulta muy eficaz que en la familia haya fluidez en la corrección, que se puedan decir unos a otros las cosas con normalidad. Que los agravios o los enfados no se queden dentro de los corazones, porque ahí se pudren.

Poco a poco

Cuarta: Regla múltiple sobre la forma de llevar a cabo la corrección. Ésta ha de ser cara a cara, pues no hay nada más sucio que la murmuración o la denuncia anónima del que tira la piedra y esconde la mano; a la persona interesada y en privado; y siempre sin comparar con otras personas: nada de 'aprende de tu primo, que saca tan buenas notas, o del vecino de arriba que es tan educado...'

Con mucha prudencia antes de juzgar las intenciones y no hablar de lo que no se ha comprobado bien, pues corregir sobre rumores, suposiciones o sospechas, supone hacer méritos para ser injusto.

La corrección deber ser específica y concreta, no generalizadora ; sabiendo centrarse en el tema, sin exageraciones, sin superlativos, sin abusar de palabras como siempre, nunca... Conviene hablar de una o dos cosas cada vez, porque si acumulásemos una lista parecería una enmienda a la totalidad más que otra cosa; y sin reiterarlas demasiado: hay que darles tiempo para mejorar. Además, la excesiva machaconería se vuelve también contraproducente.

El mejor momento

Por último, hay que saber elegir el momento para corregir o aconsejar, que ha de ser cuanto antes, pero siempre esperando a estar los dos tranquilos para hablar y tranquilos para escuchar: si uno está aún nervioso o afectado por un enfado, quizá sea mejor esperar un poco más, porque de los contrario probablemente se estropeen más las cosas en vez de arreglarse. Corregir sí, pero siempre poniéndose antes en un lugar, haciéndose cargo de sus circunstancias, procurando, como dice el refrán, calzar un mes sus zapatos antes de juzgar.

Actuando así, se corrige de modo distinto. Incluso veremos que muchas veces es mejor callarnos: hay quien dijo que si pudiéramos leer la historia secreta de nuestros enemigos, hallaríamos en sus vidas penas y sufrimientos suficientes como para desarmar nuestra hostilidad.

Un buen ambiente familiar

La amistad entre padres e hijos se puede armonizar perfectamente con la autoridad que requiere la educación.

Es preciso crear un clima de gran confianza y de libertad, aun a riesgo de que alguna vez sean engañados. Más vale que luego ellos se avergüencen de haber abusado de esa confianza y se corrijan.

En cambio, cuando falta un mínimo de libertad, la familia se puede convertir en una auténtica escuela de la simulación.

A los adolescentes les cuesta mucho obedecer pero tienen que entender que, guste o no, todos obedecemos. En cualquier colectivo, las relaciones humanas implican vínculos y dependencias, y eso es inevitable. No pueden engañarse con ensueños de rebeldía infantil.

En definitiva, obedecer es a veces incómodo, es verdad. Pero tienen que descubrir que no siempre lo más cómodo es lo mejor. Deben darse cuenta de que el mejor camino para ser libre es lograr ser dueños de uno mismo. Han de comprender que sólo una persona bien curtida en la obediencia juvenil será libre en la edad adulta.

Para pensar

* Procura fijarte más en los valores positivos de los demás. Y al observar sus defectos, o lo que te parece a ti que son defectos, piensa si no los hay -esos mimos- también en tu vida.

* No debes olvidar que -no se sabe en virtud de qué misteriosa tendencia- todos solemos proyectar en los demás nuestros propios defectos.

* No pierdas la paciencia. Cuando pienses cosas como 'le he dicho a esta criatura por lo menos cuarenta veces que... y no hay manera', no dejes de preguntarte si quizá también tú te has propuesto cuarenta veces muchas cosas que luego no has logrado hacer.

* Esto no quiere decir que no debamos exigir y corregir porque nosotros no seamos perfectos. Pero cuando alguien es consciente de sus propios defectos, la tarea de educar se percibe casi como una tarea de compañerismo: se celebra el triunfo del otro y se sabe disculpar y disimular la derrota, porque se confía en que le llegarán también tiempos de victoria.

* Sé prudente antes de juzgar o corregir: recuerda aquello de que el bien debe ser supuesto, el mal debe ser probado; y eso otro de oír la otra campana, y saber quién es el campanero...

* Para que la corrección sea eficaz, es preciso lograr previamente un clima de confianza. A veces somos rígidos y distantes porque estamos inseguros, porque no nos lanzamos a educar es la confianza, y no debe olvidarse que la confianza es un gran valor en la educación.

... y actuar

Plantea en una tertulia familiar cómo podríais lograr una mayor fluidez en la corrección, de manera que os podáis decir unos a otros con cierta normalidad las cosas que os molestan. No dejes de explicar que los agravios o los enfados no deben quedarse dentro del corazón, porque ahí se pudren; y que es preciso saber perdonar y dar un voto de confianza a todos: el verdadero perdón es siempre generoso en conceder oportunidades de enmendarse.

Tomado de 'Hacer Familia'

¿Enfermedades a causa de Internet?


Autor: P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.
Web: www.teologoresponde.com.ar
Foto: www.maestrosenlinea.educared.pe

Pregunta:

Padre, mi hijo se pasa muchas horas navegando por internet; ¿es malo eso? ¿puede producirle algún problema?

Respuesta:

Yo no soy especialista en temas de psiquiatría; pero tengo entendido que las largas sesiones de internet no son benéficas para la personalidad de nadie, particularmente de los niños y adolescentes. Tal vez le pueda servir el siguiente artículo aparecido hace un tiempo en Zenit.

'El uso desmedido de Internet puede degenerar en patologías hasta ahora inexistentes, según advierten psiquiatras y psicólogos católicos.

Los niños son los más vulnerables ante esta nueva forma de enfermar, concluyó el pasado jueves el congreso organizado por en Roma la AIPCC (Asociación italiana de psicólogos y psiquiátras católicos).

La conclusión recoge los resultados de un estudio sobre los trastornos derivados del abuso de la red llevada a cabo entre 109 niños de seis a nueve años de edad.

Los jóvenes adultos son, por lo general, más propensos a desarrollar 'tech-abuse', es decir la dificultad de entrar en relación con personas reales, según el estudio.

Otro de los fenómenos constatados es el 'webcam abuse', propensión --o incluso obsesión-- a espiar a los demás a través de sitios con tal propósito en Internet.

El 'tecnoautismo' o incapacidad de expresar las propias emociones sin la ayuda de las nuevas tecnologías es más frecuente entre los niños explica el estudio, recogido por la agencia Sir de la Conferencia Episcopal italiana.

'El 15-20% de los niños estudiados navega regularmente por Internet, chatea y, sobre todo, busca amistades en la red', sigue diciendo el trabajo.

'Suscita una viva preocupación el hecho de que la tecnología se entienda como una modalidad de interacción con los demás', explicó el presidente de la AIPCC y coordinador de la investigación, Tonino Cantelmi.

El 70% de los jóvenes pasa diariamente con los videojuegos un par de horas, pero se han registrado abusos que superan las cinco horas en un 5% de los casos.

En la investigación realizada sobre este grupo de niños se comprobó igualmente que el 5% navega en Internet más de cinco horas diarias.

Por ello es necesario 'que los padres acompañen a sus hijos en el uso de los nuevos medios; si se les deja solos existe el riesgo de que sean aplastados', observó la presidenta de la Comisión parlamentaria italiana para la infancia, Maria Burani Procaccini'.

(Artículo: 'Psiquiatras y psicólogos católicos: Nuevas tecnologías, nuevas patologías'; ROMA, 18 febrero 2003; ZENIT.org).

domingo, 29 de noviembre de 2009

¿Por qué esta mal la masturbación?

Autr: P. Miguel A. Fuentes, I.V.E.
Web: www.teologoresponde.com.ar
Foto: www.eldesafiocristiano.blogspot.com

Pregunta:

Consulta: Quisiera saber desde el punto de vista de la Iglesia por qué es mala la masturbación y por qué los 'sexologos' la defienden, yo lo hago y quisiera saber si lo que hago es un pecado y si es grave y si puede tener problemas para mí en el futuro (o en mi matrimonio cuando me case).

Respuesta:

Lo siguiente lo tomo del libro del Padre Jorge Loring, 'Para salvarte' (n. 68,23).

El vicio solitario (masturbación) consiste en abusar del propio cuerpo excitando los órganos genitales para procurarse voluntariamente el placer hasta el orgasmo. A veces, se comienza por mera curiosidad; pero si no se corrige esta inclinación se convierte en un vicio obsesivo que esclaviza a la persona y le desinteresa por todo lo demás: como le pasa al drogadicto.

La masturbación puede llegar a ser algo obsesivo en la persona. Hace del placer sexual algo egoísta, cuando Dios lo ha hecho para ser compartido dentro del matrimonio. Conozco casos de matrimonios fracasados porque uno de los dos, esclavizado por la masturbación, se negaba a las naturales expresiones de amor dentro del matrimonio.
Quien se deja esclavizar del vicio de la masturbación puede arruinar la armonía sexual de su matrimonio. Una mujer joven se quejaba en la consulta de un médico de que su marido tenía con ella muy pocas relaciones sexuales. Él reconoció, delante de ella, que prefería masturbarse .

Quien tiene la desgracia de verse esclavizado de esta mala costumbre debe poner el mayor esfuerzo en corregirse cuanto antes. Este vicio encadena fuertemente, cada vez es más difícil desligarse de él, y cuando tiene esclavizada a una persona, la envilece, la embrutece, anula su voluntad, destroza su carácter, perturba el desarrollo de su personalidad, debilita la fe, produce desequilibrio nervioso, hace egoístas e incapacita para amar a otra persona.

No se puede abusar del organismo. La naturaleza pasa después la factura. El cuerpo humano tiene sus límites. No se pueden gastar las energías destinadas al desarrollo integral de la persona humana.

Incluso para Freud 'el masturbador incurre en riesgo de bloquear el desarrollo y maduración de su psicoafectividad' (Dr. HONORIO SANJUÁN: Estudios sobre sexualidad, 3º, III. Toledo, 1979).
'La práctica habitual de la masturbación conduce a graves desequilibrios nerviosos' (Dr. JOSÉ TODOLÍ: Estudios sobre sexualidad, 4º, II. Toledo).

Todos los médicos están de acuerdo que cuando la masturbación es frecuente, conduce a la neurastenia (DUBOIS: La revolución sexual, XIII, 2. Barcelona, 1975).

Y cuando la masturbación es un vicio esclaviza como todos los vicios.

'Cuando la masturbación se convierte en hábito, debe ser calificada como falta de madurez. (...) Cuando la masturbación presenta síntomas de psicosis y neurosis, debe buscarse la ayuda de un profesional que la someta a un tratamiento adecuado. (...) Las fuentes que dan pábulo a la fantasía -lecturas, televisión, cine- han de considerarse como la base de muchas acciones que no deberían haber tenido lugar, si no hubiesen sido estimuladas'.

Hay maníacos sexuales que buscan el placer una y otra vez por sí mismo, y caen, como los drogadictos, en el círculo de una insaciable repetición, con el fin de superar en cada nuevo intento, las incesantes frustraciones.

'La masturbación hecha costumbre da por lo general seres psíquicamente replegados sobre sí mismos, especialmente incapaces de elevarse a un auténtico amor sexual' (B. HÄRING: La ley de Cristo, 3º, 3ª, I. Ed. Herder. Barcelona).

El vicio de la masturbación es causa de muchos fracasos en los estudios y en el deporte. Esto lo saben muy bien los estudiantes y los deportistas.

Cuando un ser humano se habitúa a satisfacer un instinto en una forma determinada, puede llegar a perder, a través de un mecanismo psicológico, el deseo o la atracción por todas las demás formas.

El hábito de saciar el hambre sexual de una forma anormal y viciosa, puede llegar a provocar la repelencia por el acto natural, con lo cual el masturbador entra de lleno en el campo de la incapacidad sexual psicológica.

El vicio de la masturbación lleva a la eyaculación precoz en el matrimonio, que impide acomodarse al ritmo de la mujer que es más lenta, y es causa de graves problemas en la armonía sexual matrimonial.

Los médicos americanos que habían tratado a muchachas que se masturbaban, descubrieron que después de casarse resultaban esposas frígidas.

Dice el Dr. Luis Riesgo: 'No es inteligente considerar la masturbación como algo natural, pues causa una serie de trastornos en el adolescente. No sólo en el campo religioso, sino en el afectivo, psicológico, intelectual, etc., donde se hacen sentir sus malos efectos. (...) El que en plena adolescencia el joven sienta fuertemente el impulso sexual, tiene un profundo valor educativo.

(...). Más tarde en su vida conyugal, muchas veces tendrá que dominar sus inclinaciones' (Dr. LUIS RIESGO: Hablando en familia, III, 5. EAPSA. Madrid).

Estas partes del cuerpo deben respetarse con delicadeza, y sólo tocarlas por necesidad, limpieza, higiene, etc. Pero nunca tocar estos órganos sólo por gusto. Con eso no se juega.

Éste es un pecado degradante, repugnante, inconcebible en una persona delicada. Sin embargo, si después te da vergüenza confesarlo, entonces la desgracia es doble e irreparable. Si tuviste la desgracia de la caída, no permitas la de la vergüenza de confesarlo. Acude a un sacerdote y ábrele tu conciencia para que te perdone y te ayude a salir de tan triste estado. Ten confianza. Tienes remedio.

Muchos empezaron esta mala costumbre sin conocer su importancia. Bien porque lo descubrieron de un modo casual, bien porque fueron enseñados por otra persona que intencionadamente quitó importancia al asunto.
Pero la masturbación es un vicio que puede esclavizar fuertemente y transformar el carácter de la persona, y hasta su ideología religiosa.

La masturbación puede llevar a perder la fe. Muchas incredulidades han empezado en la masturbación. El joven siente inclinación a masturbarse, oye que la Iglesia lo prohíbe, y siente la tentación de dejar la Iglesia que le prohíbe lo que le gusta hacer, y quizás le cuesta trabajo evitar.

Dice José Antonio Sayés:'Pero, por otro lado, no podemos olvidar que la masturbación no contribuye a la superación del problema sexual o de la tensión de un momento dado. Conduce, por sí misma, a la larga, a una erotización mayor y a una obsesión creciente, de modo que a la larga el problema no se soluciona.

El sexo, no lo olvidemos, (Chauchard no se cansa de repetirlo) está sobre todo en la cabeza. Tiene una capacidad obsesionante tal, que la solución del problema sólo se logra cuando el hombre consigue entregar su pensamiento a tareas que le ilusionen. La solución al problema del sexo, y a una obsesión excesiva, sólo se encuentra de modo indirecto, cuando el hombre consigue centrar su pensamiento en algo que le ilusiona. He sido testigo de cómo muchachos que se han entregado con ilusión a una ocupación deportiva, incluso en presencia de chicas, o a otro tipo de ocupación, no tenían problema alguno sexual; mientras éste surgía siempre que se dejaban llevar por el ocio'.

Es fácil que quienes han contraído el hábito de la masturbación experimenten un fuerte sentimiento de culpabilidad capaz de destruir todo estímulo de vida y de producir un permanente complejo de inferioridad. El único tratamiento pastoralmente eficaz es el de procurar abrir horizontes hacia expresiones plenas de la afectividad y hacia tareas culturales, profesionales, sociales y religiosas, que den sentido a sus vidas .

La gravedad de cada acto masturbatorio no siempre es fácil determinarla pues depende de muchas circunstancias y pueden darse atenuantes de la responsabilidad. Sin embargo se debe poner un serio empeño en evitarlo por el peligro de caer en la esclavitud del hábito.

Dice Robinson: 'Los trastornos afectivos y algunas situaciones neuróticas provocan frecuentemente manifestaciones de autoerotismo, que alcanza, a veces, un carácter convulsivo claramente psicopático...

Está comprobado que la masturbación ejerce siempre una mala influencia, sobre todo en la psicología juvenil. Debilita la fuerza de voluntad, la confianza en sí mismo, y perturba el desarrollo de la personalidad. Crea melancólicos e introvertidos y, en el fondo, egoístas. La masturbación es una satisfacción sexual egoísta, que marca a la persona y la incapacita para el verdadero amor.

La masturbación es, muchas veces, un recurso barato y triste; una compensación, un consuelillo de segunda clase por algún otro éxito de cualquier otro tipo que no hemos sido capaces de conseguir.

Con todo, no todos los actos masturbatorios son de la misma gravedad.

Cuando un joven tiene interés en corregirse y pone los medios que tiene a su alcance aunque tenga caídas, éstas pueden tener atenuantes a su culpabilidad. Siempre se puede acudir a Dios pidiéndole ayuda, pues Él nunca abandona a los que acuden a Él, pidiéndole ayuda para algo bueno y conveniente. Y como dice San Pablo: 'Todo lo puedo en Aquel que me conforta'.

En la adolescencia, la masturbación puede aparecer como algo pasajero.

Como eso de los granos.

Pero si es repetitivo, puede degenerar en hábito; y esto es grave. Lo lógico es que deje un sentimiento de culpa. Sin duda es mejor dominarse que dejarse vencer. Dominarse es señal de adultez. La victoria es señal de madurez. La caída es señal de debilidad; por eso deja sentimiento de culpa.

En la edad madura, la masturbación puede ser síntoma de algo más serio, sobre todo si es persistente. Puede indicar un estado de adolescencia mental, o alguna otra deficiencia psíquica. Se encuentra, desde luego, en muchos tipos de demencia senil y en el alcoholismo. En general puede aparecer en todos los estados mentales, en los que se dé una descohesión de la personalidad que tenga por consecuencia una pérdida de control de los instintos más primitivos'.

A veces las caídas en la masturbación no son por una intención lujuriosa. Son consecuencia de una depresión, una angustia, una ansiedad que no permite conciliar el sueño, etc. Casos así pueden remediarse con algún sedante inofensivo como Huberplex, Librium, etc.

En una conferencia que le oí en 1976 al Dr. D. José M Poveda Ariño, Jefe del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid, titulada 'Ciencia y Doctrina Moral Sexual', dijo que la masturbación es un fenómeno evitable por cualquier persona normal. Y en los casos en que esta superación parezca difícil es perfectamente asequible con los productos que un médico puede recomendarle.

En enero de 1976 el Vaticano publicó un documento sobre Moral Sexual donde dice: 'El uso deliberado de la facultad sexual, fuera de las relaciones conyugales normales, contradice esencialmente la finalidad de esta facultad (n 5)'. También dice este documento que 'la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado (n 9)'.

Y en 1983 el Vaticano ha publicado otro documento sobre la educación sexual donde dice: 'La masturbación es un grave desorden moral .Y aunque sólo Dios conoce la responsabilidad moral subjetiva de cada acto, de ningún modo se puede sostener que en el campo sexual no se cometen pecados mortales'.

Pero no has de considerar pecado todos los tocamientos en tus órganos genitales. Pueden ser pecado los tactos encaminados a excitar el placer sexual; pero otros actos que se hacen por necesidad o por higiene, no son pecado alguno. Y en las conmociones orgánicas que sientas involuntariamente, reprime el consentimiento, y en paz. No has pecado contra la pureza. Aprende a distinguir entre el sentir y el consentir. Puede ser que a veces sientas movimientos contra tu voluntad en tus órganos genitales. Acostúmbrate a prescindir de esas sensaciones.
El pecado no está en el sentir, sino en el consentir. En el noveno mandamiento te expongo el modo de luchar contra estas tentaciones molestas.

Pero si tuvieras la desgracia de haberte complacido voluntariamente en ese placer sexual, entonces manchaste tu pureza.

El orgasmo, que es la sacudida que experimenta el cuerpo con la satisfacción del placer sexual, es derecho exclusivo de casados. Una persona soltera no puede ni procurárselo voluntariamente ni aceptarlo si lo experimenta involuntariamente. A veces el orgasmo se produce imprevistamente. En ese caso tampoco es lícito saborearlo voluntariamente, aunque no se pueda evitar la sensación placentera.

Pero cuando ocurre durmiendo no es pecado alguno.

El placer venéreo completo, el orgasmo, buscado directamente, sólo está permitido dentro del matrimonio, dentro del acto conyugal.

viernes, 27 de noviembre de 2009

PROYECTO DE SALUD REPRODUCTIVA


Autor: P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.
Web: www.teologoresponde.com.ar
Foto: www.blogs.clarin.com/deyparajovenes

Los errores psicológicos y morales del 'Proyecto de salud Reproductiva'


1. El 'proyecto'

Con fecha 1 de noviembre de 1995 la Honorable Cámara de Diputados sancionó -elevándolo al Senado- el proyecto de ley Programa Nacional de Procreación Responsable[1], que poco honor hace a tan honorable cámara.

Este proyecto consta de 11 artículos (más el de forma) y un anexo de 91 páginas[2]. Plantea como primer objetivo el 'contribuir a la disminución de la morbimortalidad materno infantil'; y como segundo objetivo el 'asegurar que todos los habitantes puedan decidir y ejercer sus pautas procreativas libre y responsablemente'[3].

El PNPR prevé brindar, a través de todos los establecimientos médico-asistenciales del sistema público de salud y seguridad social, información y asesoramiento sobre los métodos anticonceptivos disponibles, prescripción, colocación y/o suministro de los mismos, estudios previos y posteriores sobre la utilización, controles de salud, etc.[4]

En el Anexo se imparten las instrucciones que posibilitarán ejecutar el proyecto, es decir, implementar los correspondientes cambios socioculturales necesarios para que el plan funcione: crear conciencia pública; 'promover actitudes y comportamientos individuales, familiares y comunitarios acordes con las pautas del Programa'[5]; 'motivación actitudinal... logro de conductas'[6]; 'neutralizar todo lo que pueda actuar negativamente', sean antecedentes 'históricos culturales y políticos...'[7], también los hábitos y creencias, etc[8].

2. Interrogantes sobre el problema de fondo

Podemos vislumbrar, desde el vamos, que estamos ante un proyecto de ley de amplia envergadura. El mismo apunta a dirigir dimensiones humanas delicadas y esenciales; supone, pues, una precisa base antropológica, ética y cultural. Como expondré a continuación, muchos de los principios fundamentales del proyecto son antagónicos con los fundamentos de la moral católica y con los principios de la ética clásica. ¿Basta esto como crítica? Para responder es necesario plantearnos algunas cuestiones de fondo.

1) ¿Tiene el Magisterio de la Iglesia autoridad para hablar y legislar sobre la sexualidad humana? ¿Debe acatarlo en conciencia el fiel católico?

El Magisterio de la Iglesia no se limita a custodiar el depósito de la Revelación sobre las verdades dogmáticas que lo componen (como el misterio de la Santísima Trinidad o la Encarnación) sino también sobre las verdades morales por medio del carisma de la infalibilidad[9]. Y sobre esta enseñanza moral recae también la asistencia del Espíritu Santo liberando al Magisterio de todo error[10]. Y esta enseñanza moral del Magisterio no se limita a la enseñanza de los actos sobrenaturales que debe hacer el hombre para salvarse (actos de fe, esperanza y caridad) sino también a los actos pertenecientes a la moral natural (su actividad social, económica, familiar, sexual, profesional, etc.)[11].

Por eso ejerce no sólo con derecho sino con deber (ante Dios) la custodia de las verdades pertenecientes a la ley natural, especialmente cuando ésta se encuentra oscurecida en el corazón humano y en las sociedades, a causa del pecado original y de los pecados personales de los hombres. Muchas son las razones por las cuales la verdad moral natural (y por consecuencia, todo lo relacionado con la dimensión sexual humana) cae de lleno en el ejercicio de la autoridad magisterial de la Iglesia.

a) Una razón pastoral: porque la Iglesia ha recibido el mandato de conducir a los hombres a la salvación, y a ésta se llega no sólo cumpliendo los consejos evangélicos revelados sino observando primeramente las normas de la verdad natural, como consta en el episodio del joven rico: Si quieres entrar en el Reino de Dios, observa ante todo los mandamientos (Mt 19,17). Debe tener, pues, la Iglesia, junto a la obligación de pastorear hacia la vida eterna, el derecho de enseñar lo que respecta al comportamiento natural necesario para la vida eterna.

b) Una razón eclesiológica: la Iglesia ha recibido de Jesucristo el mandamiento de proclamar el Evangelio (o sea, todo lo enseñado por Cristo) a todas las gentes, y la predicación de Jesucristo está constituida también por una enseñanza moral, y de moral natural, como por ejemplo la con­firmación del decálogo hecha por el mismo Jesucristo (cf. Mt 5,17).

c) Una razón cicristológa: el Verbo divino al encarnarse ha asumido la naturaleza humana respetando la integridad de la misma. El primero en vivir el principio 'la gracia no destruye la naturaleza' fue el mismo Cristo. Él respetó las leyes de su naturaleza y puede decir también de ésta lo que de la ley antigua: 'no he venido a abolir la ley sino a darle cumplimiento'. Por tanto, las normas que emanan de la naturaleza, habiendo sido respetadas por Jesucristo, en cierto modo manifiestan las intenciones de Dios respecto de aquellos que han de conformarse a la imagen del Hijo. En este sentido puede decirse claramente que la naturaleza con sus leyes nos manifiesta la intención de Dios[12].

d) Una razón antropológico-sobrenatural: la naturaleza y la gracia aunque distintas, no se oponen. La gracia asume la naturaleza, sanándola y perfeccionándola. Si se sustra­jese a la Iglesia la competencia magisterial sobre la natura­leza humana se negaría el juicio sobre el hombre concreto históricamente llamado a la gracia.

El Magisterio moral es así necesario. Sin él nuestro obrar práctico estaría rodeado de tinieblas y la adquisi­ción de todas las verdades necesarias para guiar nuestra propia conducta estaría reservada a unos pocos quienes, a su vez, llegarían a ellas con dificultad, luego de mucho tiempo y no exentos de error[13]. La demostración más elocuente es el estado moral de todos aquellos individuos e incluso pueblos que no se subordinan a la luz de la enseñanza de la Iglesia.

Siendo la enseñanza del Magisterio autoritativa por la asistencia del Espíritu Santo, la adhesión de nuestra inteligencia al mismo ha de ser hecha en conciencia, según sea el modo de proposición: 'Cuando el Magisterio de la Iglesia se pronuncia de modo infalible declarando solemnemente que una doctrina está contenida en la Revelación, la adhesión que se pide es la de la fe teologal... Cuando propone 'de modo definitivo' unas verdades referentes a la fe y a las costumbres, que, aun no siendo de revelación divina, sin embargo están estrecha e íntimamente ligadas con la Revelación, deben ser firmemente aceptadas y mantenidas. Cuando el Magisterio, aunque sin la intención de establecer un acto 'definitivo', enseña una doctrina para ayudar a una comprensión más profunda de la Revelación y de lo que explicita su contenido, o bien para llamar la atención sobre la conformidad de una doctrina con las verdades de fe, o en fin para prevenir contra concepciones incompatibles con esas verdades, se exige un religioso asentimiento de la voluntad y de la inteligencia. Este último no puede ser puramente exterior y disciplinar, sino que debe colocarse en la lógica y bajo el impulso de la obediencia de la fe'[14].

2) ¿Qué enseña el Magisterio sobre la moral sexual?

El Magisterio de los últimos años ha dedicado varios documentos a este importante tema[15]. Podemos sintetizar su enseñanza en los siguientes puntos:

a) El ejercicio de la sexualidad es no sólo propio sino exclusivo de la comunión conyugal, es decir, del hombre y la mujer unidos en legítimo matrimonio porque sólo allí la sexualidad queda integrada en una relación interpersonal, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y la mujer[16].

b) La sexualidad conyugal encierra intrínsecamente dos dimensiones o significados indisolublemente unidos: la dimensión unitiva y la dimensión procreativa. Por eso todo acto unitivo debe estar al mismo tiempo abierto potencialmente a la procreción, y todo acto procreativo debe ser indisolublemente asociado a un acto unitivo[17].

c) El acto conyugal artificialmente cerrado a la procreación al separar por obra deliberada del hombre la procreación de la unión sexual es intrínsecamente malo[18].

d) Esta enseñanza es definitiva e irreformable; por eso, ponerla en duda o en discusión equivale a refutar a Dios mismo la obediencia de nuestra inteligencia[19].

3) ¿Qué pasa con las leyes humanas que contradicen la ley moral natural?

La ley natural es una participación en la creatura racional de la Ley eterna, es decir, de la Sabiduría ordenadora de Dios. Es por eso, ley 'divina' por su origen y causa y por expresar la voluntad explícita de Dios; sólo es llamada 'natural' por encontrarse grabada en el corazón de todo hombre[20]. La ley humana sólo tiene sentido en la medida en que numerosas circunstancias o situaciones del obrar concreto del hombre no es explicitado por la ley natural. Es, por tanto, una concretización de la ley natural y tendrá valor en la medida en que sea prolongación, deducción o aplicación de la ley natural. Del mismo modo carecerá de valor alguno en la medida en que la contradiga[21].

De este modo, una ley humana que se opone a, o contradice, la ley divina natural no es ley, y no sólo no obliga sino que de ningún modo puede ser observada: hay que obedecer antes a Dios que a los hombres (Act 5,29)[22]. Huelga decir que será intrínsecamente injusto (es decir, pecado y pecado grave) elaborar una ley semejante o votar en su favor[23].

3. Los aspectos concretos del PNPR

Teniendo esto en cuenta, creo un deber señalar los siguientes errores de fondo del PNPR:

1) Carencias antropológicas

Todo el PNPR está surcado por un falso concepto del hombre, del matrimonio y de la sexualidad humana. En efecto, la diferencia entre los llamados 'métodos naturales' y los artificiales de regulación de la natalidad no es una diferencia puramente material o accidental sino -como ha dicho Juan Pablo II- 'una diferencia antropológica y al mismo tiempo moral'[24]. Se trata de 'dos concepciones de la persona y de la sexualidad humana, irreconciables entre sí'[25]. El PNPR no sólo al promover indistintamente cualquier método sino especialmente al proponer ante todo los métodos artificiales, acepta un modelo antropológico falso que hace del hombre no ministro del designio divino sino árbitro del mismo y manipulador de la sexualidad humana, llegando a envilecer la sexualidad y la persona del cónyuge[26].

Este falso concepto del hombre y de la sexualidad se pone en mayor evidencia en el hecho de desligar el ejercicio de la sexualidad (y por tanto el asesoramiento sobre la regulación de la procreación) de la unión matrimonial legítima. Por eso el proyecto tiene como destinatarios a 'la población en general, especialmente mujeres y hombres en edad fértil'[27], y no necesariamente casados. Más adelante apuntará a 'educar' en la idelogía de fondo del proyecto a 'niños y adolescentes' quienes 'constituyen un material al que todavía no alcanzan los condicionamientos negativos de los adultos que originan resistencia al cambio'[28]. Dedica también una sección a 'la anticoncepción en la adolescencia' estimando que los 'requisitos para el uso de la anticoncepción en la adolescente son la aceptabilidad, practicabilidad, disponibilidad y privacidad'[29]; y en cuanto al varón indica la utilidad de enseñarle el uso del preservativo y estimularlo a ello[30].

El mismo desprecio por la persona humana queda patente al englobar dentro del proyecto métodos de regulación abortivos como las píldoras postcoitales[31], minipíldoras, inyectables y dispositivos intrauterinos[32] (al mismo tiempo que no se mencionan los efectos abortivos de estos medios). Es lógico que la idea subyacente sea también un falso concepto del embrión, que se pone de manifiesto al declarar al aborto como un problema moral y jurídico por tener como fin 'la destrucción de un ser potencial o vigente'[33]. La calificación del embrión como ser potencial (o sea, que no es aún un ser humano) muestra la carencia científica que informa la doctrina antropológica y médica del presente proyecto.

2) Errores morales

Como consecuencia de los presupuestos antropológicos que acabamos de exponer se siguen numerosas aberraciones éticas que o bien se contienen en el proyecto, o bien constituyen su trasfondo ideológico. Me limito a señalar las principales:

a) Da por supuesta la licitud moral de los medios anticonceptivos, pues en ningún momento se menciona algún juicio moral negativo al respecto.

b) Propone medios que son propiamente abortivos, ya sea exclusivamente abortivos, o bien alternativamente abortivos (cuando su efecto anticonceptivo falla), constituyendo de este modo un atentado contra la vida física de un ser inocente, es decir, un homicidio cualificado (por ser perpetrado por la misma madre del nascituro y el personal que tiene a cargo la promoción de la vida y la salud).

c) Desliga el ejercicio de la sexualidad de su único marco lícito: el matrimonio. Se presta para ser fomento de actividades sexuales extramatrimoniales, prematrimoniales, sodomíticas, etc. Y ciertamente promociona el ejercicio sexual pleno ya a partir de la adolescencia con las consecuencias fulminantes que sobre la psicología y la moral del adolescente esto comporta.

d) Considera como negativo todo principio cultural, histórico o religioso que obstaculice los fines del proyecto, etc.

e) No menciona en ningún lugar el derecho a la objeción de conciencia como derecho del personal sanitario que esté eventualmente en desacuerdo con esta ley en caso de ser aprobada definitivamente[34].

3) Sofismas sociológicos y técnicos

Como consecuencia de todo lo dicho, el PNPR sostiene principios de orden social falto de toda verdad y además nocivos para el orden social. Entre otros:

a) La minusvaloración del matrimonio monogámico indisoluble.

b) Falsos presupuestos demográficos que conducen a la difusión de una ideología antinatalista.

c) La promoción de comportamientos y actitudes culturales hedonistas, para peor en una sociedad que tiende a la promiscuidad.

d) La difusión de una mentalidad que ve como lógicamente separables el ejercicio de la sexualidad y la procreación.

e) La falsa idea de fondo de que la falta de instrucción en el terreno anticoncepcional es una causal del creciente número de abortos[35] cuando la experiencia y los repetidos estudios sociológicos demuestran lo contrario, es decir, que es precisamente la mentalidad anticoncepcional la que engendra (por lógica interna) la mentalidad abortista[36].

f) La creación de una dialéctica entre padres e hijos (por eso apunta a difundir la nueva mentalidad entre los estudiantes, a quienes todavía no alcanzan los condicionamientos negativos de los adultos[37]). Por lo tanto, excluyen o al menos desconocen el derecho de los padres en la labor educativa de sus hijos. La educación sexual de las nuevas generaciones debería quedar a cargo de los ideólogos del PNPR.

g) La creación y difusión de una cultura contraria a los valores históricos y culturales y a las creencias (¿la fe católica?) de nuestra Patria. Es la construcción de una contracultura o, como la llama el Papa Juan Pablo II, una 'cultura de la muerte'. El proyecto está imbuido de lo que ha sido catalogado como 'aire de iluminismo médico que quiere disponer de las conciencias de la población y la más pobre'[38].

h) La instrumentalización de la escuela para imponer prejucios ideológicos de cuño freudiano y marcusano.

También hay que señalar otra falsedad de fondo que suma los prejuicios sociológicos, antropológicos y morales que venimos señalando y que, en consecuencia, raya el cinismo: este proyecto poco y nada tiene que ver con la 'salud' de la población. Los medios anticonceptivos no son medios terapéuticos simplemente porque los hijos de los hombres no son taras o enfermedades de los hombres. En definitiva, el proyecto apunta prevenir las enfermedades maternoinfantiles impidiendo que haya madres y que haya niños; es lo mismo que si a un deportista enfermo del corazón se le aplicase la 'terapia preventiva' de amputarle las piernas sanas para evitar que muera infartado por practicar deporte[39].

4. Conclusión

Pueden, desde ya, vislumbrarse los gravísimos alcances para nuestra comunidad política que comporta la actitud de los redactores, propulsores y consensores del presente proyecto:

-los políticos que no sólo dejan de promover el bien común sino que antentan contra él se convierten en los fautores de los males y de la deshumanización y desintegración de la sociedad política a la que pertenecen;

-se hacen responsables directos o indirectos de todos los males que se ocasionan y siguen de su accionar como hombres públicos, con la consecuente obligación de estricta justicia de reparar los daños causados (lo cual en la práctica es imposible, abriendo así heridas que nunca cerrarán);

-al promover leyes injustas abusan de su poder ejerciendo una literal y estricta tiranía ideológica, perdiendo de este modo el derecho objetivo a dirigir la comunidad política;

-al normativizar contra el derecho natural obligan a los ciudadanos respetuosos de sus deberes para con Dios a seguir su conciencia recta desobedeciendo la ley injusta en lo que esta manda contra derecho divino: hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.

Por tanto, el presente proyecto se encuadra de lleno en la actual 'crisis cultural de proporciones insospechadas'[40] que lacera la conciencia moral de nuestra Patria. Y lo hace como una de sus más tristes expresiones (y en caso de ser aprobado definitivamente, lo hará como una de sus causas propulsoras). Es parte de la 'cultura de la muerte' ante la cual debemos hacer 'madurar un fuerte sentido crítico'[41].

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[1] Apareció en Revista Diálogo nº 14.

[1] En adelante: 'PNPR'. En el momento en que respondemos a esta consulta el referido proyecto cuenta con media sanción de la Cámara de Diputados y ha sido pasado a la Cámara de Senadores.

[2] En la carátula de este apéndice se lee: documento de trabajo no apto para su distribución; ¿por qué? ¿se pretende con este rótulo ocultar el contenido del mismo al gran público? Razones sobrarían. Este Anexo (que hace las veces de manual de uso para la aplicación de la ley) fue introducido por los diputados del FREPASO luego de las discusiones en la Cámara de Diputados que terminaron por eliminar del proyecto del antiguo artículo 5 que enumeraba los principales medios anticonceptivos. El Anexo tiene la misma fuerza que el texto central (cf. CLARIN, 3/11/95, p. 28).

[3] Cf. PNPR, art. 1.

[4] Cf. PNPR, art. 3.

[5] PNPR, Anexo p. 9

[6] PNPR, p. 12.

[7] PNPR, p. 13.

[8] Cf. Ibid.

[9] 'Además, como afirma de modo particular el Concilio, 'el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo'. De este modo, la Iglesia, con su vida y su enseñanza, se presenta como 'columna y fundamento de la verdad' (1 Tim 3,15), también de la verdad sobre el obrar moral. En efecto, 'compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamenta­les de la persona humana o la salvación de las almas' (Cf. CIC, c. 747,2)' (Enc. Veritatis Splendor, 27).

[10] 'Esta infalibilidad que el Divino Redentor quiso que su Iglesia tuviese al definir la doctrina de la fe y de la moral, se extiende tanto cuanto el depósito de la divina Revelación, que ha de ser custodiado celosamente y expuesto con fidelidad. Esta infalibilidad la tiene el Romano Pontífice... en virtud de su oficio, cuando en su calidad de supremo Pastor y Maestro de todos los fieles a quienes debe confirmar en la fe proclama con un acto definitivo una doctrina referente a la fe o la moral. Sus definiciones, por sí y no por el consentimiento de la Iglesia, son irreformables, por haber sido proclamadas bajo la asistencia del Espíritu Santo... y así no necesitan ninguna aprobación de otros ni tampoco admiten la apelación a tribunal alguno' (Lumen Gentium 25).

[11] 'El oficio de conservar santamente y de exponer con fidelidad el depósito de la revelación divina implica, por su misma naturaleza, que el Magisterio pueda proponer 'de modo definitivo' enunciados que, aunque no estén contenidos en las verdades de fe, se encuentran sin embargo íntimamente ligados a ellas, de tal manera que el carácter definitivo de esas afirmaciones deriva, en último análisis, de la misma revelación. Lo concerniente a la moral puede ser objeto del magisterio auténtico, porque el Evangelio, que es Palabra de vida, inspira y dirige todo el campo del obrar humano. El Magisterio, pues, tiene el oficio de discernir, por medio de juicios normativos para la conciencia de los fieles, los actos que en sí mismos son conformes a las exigencias de la fe y promueven su expresión en la vida, como también aquellos que, por el contrario, por su malicia son incompatibles con estas exigencias. Debido al lazo que existe entre el orden de la creación y el orden de la redención, y debido a la necesidad de conocer y observar toda la ley moral para la salvación, la competencia del Magisterio se extiende también a lo que se refiere a la ley natural. Por otra parte, la revelación contiene enseñanzas morales que de por sí podrían ser conocidas por la razón natural, pero cuyo acceso se hace difícil por la condición del hombre pecador. Es doctrina de fe que estas normas morales pueden ser enseñadas infaliblemente por el Magisterio' (SAGRADA CONGR. PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Intrucción 'Donum veritatis', sobre la función eclesial del teólogo, nº 16).

[12] Cf. Humane vitae, 10.

[13] Cf. Santo Tomás, Suma Contra Gentiles, I, 4.

[14] SAGRADA CONGRAGACION PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Intrucción 'Donum veritatis', sobre la función eclesial del teólogo, 23.

[15] Especialmente: Encíclica Humanae vitae (Pablo VI); Exhortación Familiaris consortio (Juan Pablo II); Declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual (Sagrada Congregación para la doctrina de la fe); numerosos discursos del Papa Juan Pablo II, especialmente en sus Catequesis sobre el amor humano de los años 1979-1984; Catecismo de la Iglesia Católica, nnº 2331-2400.

[16] Familiaris Consortio, 11; Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2337.

[17] Cf. Humanae vitae 12.14; Familiaris Consortio, 32.

[18] Cf. Humanae vitae, 12; Familiaris Consortio, 32.

[19] 'No se trata, efectivamente, de una doctrina inventada por el hombre: ha sido inscrita por la mano creadora de Dios en la misma naturaleza de la persona humana y ha sido confirmada por El en la Revelación. Ponerla en discusión, por tanto, equivale a refutar a Dios mismo la obediencia de nuestra inteligencia. Equivale a preferir el resplandor de nuestra razón a la luz de la Sabiduría Divina, cayendo, así, en la oscuridad del error y acabando por hacer mella en otros puntos fundamentales de la doctrina cristiana' (Discurso a los participantes del II Congr. Internacional de teología moral, L'Osservatore Romano, 22/I/89, p.9; cf. también, Discurso a los participantes del Congreso internacional en el XX aniversario de la Humanae vitae, L'Osservatore Romano, 17/IV/88, p.11).

[20] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nnº 1954-1955

[21] Cf. Santo Tomás, Suma Teológica, I-II, 95, 3.

[22] Santo Tomás distingue dos modos posible de injusticia por parte de la ley. El primero es cuando una ley contradice el bien humano: ya sea por defecto del fin al que se ordena la ley (como el imponer leyes que favorecen el bien privado en vez del bien común), o bien por defecto de la forma (cuando en vez de la equidad rige la distribución de cargas no equitativa); en este caso, tales leyes no obigan en conciencia, a menos que medie alguna razón superior como el evitar el escándalo o el desorden social. El segundo modo es cuando la ley se opone al bien divino, es decir, cuando se dictan leyes inducentes a violar la ley de Dios; en este caso jamás es lícito obedecerlas (Cf. Suma Teológica, I-II, 96,4).

[23] El Santo Padre Juan Pablo II señala en la Evangelium vitae el problema concreto del caso en que un determinado voto parlamentario fuese determinante para favorecer una ley más restrictiva, es decir, menos mala que la vigente o la que se propone. Si no se puede aspirar a sancionar una ley concorde al derecho natural, ¿se puede dar apoyo a una menos mala? El problema es muy delicado y el Santo Padre se limita a indicar las líneas generales de solución indicando: 'cuando no sea posible evitar o abrogar completamente una ley abortista, un parlamentario, cuya absoluta oposición personal al aborto sea clara y notoria a todos, puede lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daños de esa ley y disminuir así los efectos negativos en el ámbito de la cultura y de la moralidad pública' (Evangelium vitae, 73). Es claro que no es el caso que concierne al PNPR.

[24] Familiaris Consortio, 32

[25] Ibid.

[26] Cf. Familiaris Consortio, 32.

[27] PNPR, art. 2.

[28] PNPR, Anexo, p. 13.

[29] PNPR, Anexo, p. 63.

[30] Cf. PNPR, Anexo, p. 64.

[31] Cf. PNPR, Anexo, p. 50.

[32] Cf. PNPR, Anexo, pp. 53-54.59.

[33] Cf. PNPR, Anexo, p. 88 (en contradicción con lo que el mismo Anexo dice en p.7).

[34] Derecho que deben ejercer los médicos, enfermeros, consultores, etc., ante una ley intrínsecamente inmoral (cf. Evangelium vitae, 73 y 89).

[35] Cf. por ejemplo PNPR pp. 8, 10, 88, donde se coloca como fin del proyecto [eminentemente anticoncepcional] la disminución del número de abortos.

[36] Cf. Evangelium vitae, 13.

[37] Cf. PNPR, Anexo, p. 13.

[38] Conferencia Episcopal Argentina, Comisión de Fe y Cultura, Comentario al artículo 11 de PNPR.

[39] Es verdad que el proyecto contempla también cierto asesoramiento e información sobre enfermedades reales (cáncer génito-mamario y enfermedades de transmisión sexual): el problema en tal caso no es el fin (inobjetable) sino los medios (intrínsecamente injustos). De todos modos, teniendo en cuenta una visión de conjunto del Anexo que acompaña al proyecto cabe preguntarse: ¿esta precupación terapéutica es fin o excusa del proyecto?

[40] Juan Pablo II a los Obispos Argentinos, L'Osservatore Romano, 17/11/95, p. 5, nº4.

[41] Juan Pablo II, Evangelium vitae, nº 95.

jueves, 26 de noviembre de 2009

La AFECTUOSIDAD en el noviazgo



Autor: P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.
Web: www.teologoresponde.com.ar
Foto: www.somosadolescentes.blogspot.com

Pregunta:

Si bien está claro que las relaciones premaritales son pecado, quisiera algunas precisiones sobre el tema de los besos y las caricias en una pareja que aún no ha contraído nupcias.

Respuesta:

Respondo, ante todo, con las reflexiones del Padre Carlos Buela, en el artículo 'El noviazgo católico' (cf. Revista Diálogo nº 4 [1992], pp. 11-14):


LAS AFECTUOSIDADES

Siendo jóvenes y briosos, con el bichito del amor en el corazón, mentalizados por toda una propaganda pansexualista y, a veces, incluso por algún -como los llama el P. Cornelio Fabro- 'pornoteólogo', es evidente que en la manifestación del amor mutuo se muestren demasiado efusivos. Hay toda una moda, a la que no muchos se sustraen, en bailes, atrevimientos en el caminar juntos, prendidos como ventosas, en apasionados e interminables besos, colgados uno de otro como sobretodos del perchero; nuestro lunfardo caracteriza esto con una palabra: 'franeleros'. En lengua culta se los llama sobadores. A muchos jóvenes les han hecho creer que la esencia del noviazgo consiste en pasarse horas sobándose y sobándose más que cincha de mayordomo. Esos coqueteos, manoseos y besuqueos de los novios y novias sobadores que se adhieren entre sí como hiedra a la pared y que no llegan a una relación sexual completa se realiza, en el fondo, por razón de que los placeres imaginarios son más vivos, más fascinantes, más duraderos, más íntimos, más secretos, y más fuertes que los placeres y deleites del cuerpo. Es mucho más excitante y más 'espiritual', para algunos, el hacer todo como para llegar a la relación sexual, pero quedarse en el umbral. Aún fuera del aspecto moral, esas efusividades desmedidas son de muy deplorables consecuencias:

1) Son causa muchas veces de frigidez, sobre todo en la mujer, ya que por un lado siente cierto placer y al mismo tiempo, miedo de que las cosas pasen a mayores, por lo que busca reprimir aquello que siente.

2) Según me aseguran algunos médicos, puede ser, en algún caso, causa de infecundidad en el matrimonio: el dolor que luego de grandes efusividades sienten en sus órganos genitales ambos novios, es indicio innegable de que la naturaleza protesta por un uso indebido.

3) Generalmente, esas prácticas empujan a la masturbación y al joven, además, al prostíbulo (donde lo masturban ya que no es un acto de amor lo que allí hace con una prostituta). Lo más grave aún, es que quien está habituado a la masturbación, aún casado lo sigue haciendo, en consecuencia el mismo acto matrimonial deviene en una masturbación de dos. El egoísmo del que cae habitualmente en el pecado solitario es tan crónico, que, por resultante, concluye siendo impotente de realizar el acto sexual por amor, como Dios manda. A ello empujan las novias que muy sueltas de cuerpo excitan al novio creyendo que así, ellos las van a amar más. No dudo en afirmar que ésta es la causa principal de tantas desgracias familiares. Cuando ella o él descubre que el otro lo usa como 'objeto', es decir, por egoísmo, la muerte del amor es casi inevitable y de allí, las peleas, rupturas y separaciones. Porque, es preciso decirlo con toda claridad: generalmente, cuando en un matrimonio anda bien lo sexual, todo otro problema encuentra solución fácilmente.

4) No hay que olvidarse de que 'aunque todas las potencias del alma estén inficionadas por el pecado original -enseña Santo Tomás- especialmente lo está (entre otras facultades)... el sentido del tacto', que, como todos sabemos, se extiende por todo el cuerpo.

5) Tratándose de seres normales, es muy poco lo que les puede provocar excitación; entonces, hay que evitar completamente todo aquello que pueda producirla. Querer evitar excitaciones y no evitar las efusividades, es como pretender apagar un incendio con nafta. Los novios en el tema de la pureza tienen las mismas obligaciones que los solteros. A la pregunta siempre repetida: 'Padre, ¿hasta dónde no es pecado?', algunos responden con la consabida fórmula que se puede encontrar en cualquier buen manual de moral: 'mientras no haya consentimiento en ningún placer desordenado'. Pero este principio por más que los jóvenes lo tengan grabado en su alma con letras de fuego, pierde toda eficacia cuando se enciende la llama de la pasión; de ahí que lo más prudente es aconsejar a los novios, como se hacía antaño: 'Trátense como hermanos'. Percibimos la sonrisa sobradora de algunos que se pasan todo el día hablando de 'hermanos' (no refiriéndose a esto), mas la experiencia nos dice que eso es lo efectivo e innumerables novios y novias nos lo han agradecido de todo corazón y viven, ahora, un muy feliz matrimonio. Todos los sacrificios que se hagan durante el noviazgo para respetarse mutuamente, son nada comparados con los tan grandes y dichosos frutos, que por esos sacrificios, se tendrá en el matrimonio. Todo lo que los jóvenes hagan en este sentido no terminarán de agradecerlo el día de mañana, porque redundará en la felicidad del cónyuge, en la felicidad de los hijos y en la felicidad de quienes los rodeen. Y, por el contrario, lo que no hagan en éste sentido, dejándose arrastrar por el torbellino de la pasión, será causa de amarga tristeza, de grandes desilusiones y frustraciones. El fruto del egoísmo no puede ser la alegría ni la paz. La alegría es la expresión de aquel 'a quien ha caído en suerte aquello que ama''.

Hasta aquí cuanto dice el P. Buela. Podemos sintetizar la doctrina moral sobre las afectuosidades en general diciendo lo siguiente:

-son lícitas las demostraciones de afecto, aceptadas por las costumbres y usansas, que son signo de cortesía, urbanidad y educación;

-son ilícitas las expresiones púdicas (abrazos, besos, miradas, pensamientos, deseos) con la intención expresa y deliberada de placer venéreo o sexual, aunque no se tenga voluntad de llegar a la relación sexual completa;

-también son ilícitas cuando, aun sin tener intención deliberada de placer venéro o sexual, son ocasión próxima de actos pecaminosos internos (malos pensamientos, deseos, etc.);

-con más razón son ilícitas las relaciones sexuales completas.

En resumen: 'reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal' (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2350).

NO a las relaciones prematrimoniales


Autor: P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.
Web: www.teologoresponde.com.ar
Foto: www.noviazgoo.blogspot.com

Pregunta:

Estimado Padre:
Mi nombre es Asunción, coordinadora de un grupo de jóvenes. En una de nuestras charlas salió el tema de la sexualidad y una de las jóvenes afirmó que no sabía cómo evitar las relaciones sexuales antes del matrimonio con su novio, porque él no lo veía como pecado, sino todo lo contrario (el novio le decía que el acto sexual es algo bello, natural y creado por Dios). Ella decía que si le decía que no, tenía miedo de perder a su novio. ¿Como puedo explicarle a ella eso de una manera clara, simple y no muy larga?

Respuesta:

Estimada Asunción:Te envío estas reflexiones muy interesantes y orientadoras tomadas de la página http://www.soloparajovenes.org/relsprem.htm (allí podrás encontrar más material).
El arte de decir 'no': cómo decir 'no' sin perder su amor

¡No gracias! Si realmente me amaras no preguntarías.

Decidí no tener relaciones premaritales, así que por favor no me presiones.

Eres fenomenal. Me gustas mucho, pero cuando tengamos relaciones sexuales será porque ya hicimos un compromiso total en el matrimonio y todavía... no lo hemos hecho.

Claro, me siento romántico, pero no quiero arriesgarme y ambos sabemos que lo sexual puede ser dinamita... ¡enfriémonos!

Yo respeto tus sentimientos; por eso te pido que respetes mi decisión. ¡No gracias!

Cómo decir 'no' con:

* El vestido: vístete para lucirte tú, no tu sexualidad.
* Las palabras: enfría las conversaciones que se calienten mucho.
* Las acciones: planea hacer cosas en tus salidas que no lleven a caricias íntimas que te puedan encaminar mal.

¿Pero, y si pierdo su amor?

Si tu 'no' hace que se aleje... Realmente no eras amada como persona, sino sólo como objeto sexual

Tu 'no' está en el conocimiento:

* De quién eres
* Qué piensas
* Qué escoges hacer

Si eres noble y sincero.

Tu nobleza te obliga a actuar responsablemente: tener relaciones sexuales fuera de un compromiso total y permanente no es ser responsable.
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Nota: Agradecemos a los jóvenes de ADEVI (Asociación Defensa de la Vida en Costa Rica) estos buenos consejos, que ellos publicaron en un folleto.
¿Es que no entiendes lo que significa la palabra no?

Recuerda, una atrevida propuesta exige una súper firme respuesta para ponerle fin a la presión de una vez por todas. Di no con firmeza y dejará de presionarte.

Buenas respuestas que puedes dar hoy a las típicas proposiciones:

Invitación: 'Yo lo hago con todas mis amigas'.

Respuesta: 'No conmigo. A propósito, ahora yo soy tu ex-amiga'.


Invitación: 'Quitémonos la ropa y estemos juntos. No necesitamos hacer nada'.

Respuesta: '¿Me crees tan estúpida?'


Invitación: '¿Te parece que no soy atractivo(a)?'

Respuesta: 'Sí. Me pareces muy atractivo(a). Me gustas mucho. Por esto recisamente no quiero que naufrague nuestra relación haciéndola demasiado física.'


Invitación: 'No te preocupes. Voy a usar protección'.

Respuesta: 'Protección vas a necesitar si no me dejas tranquila'.


Invitación: 'Yo me detengo cuando tú digas'.

Respuesta: 'Pues hazlo ahora mismo'.


Invitación: 'Yo te amo'.

Respuesta: 'Entonces pruébalo respetando mis valores'.


Invitación: '¿Pero qué estás esperando?'

Respuesta: 'Estoy esperando por la persona con quien me voy a casar'.


Invitación: 'El sexo no es una cosa tan importante'.

Respuesta: 'Para mí sí lo es y también para mi futuro esposo(a) y lo es mucho para Dios. Estoy comprometido(a) a reservar las relaciones sexuales para el matrimonio'.


Invitación: 'Si tú realmente me quisieras'

Respuesta: 'Si tú realmente me quisieras no me pedirías esto.'


Invitación: 'Todo el mundo lo hace'.

Respuesta: 'Entonces te será muy fácil encontrar a otra persona para hacerlo'.


Dile sí a tu mejor no

¿Cómo voy a decirle a Jorge que no?

Así puedes decir no:

* Te digo no, porque me gustas mucho y no quiero que en una entrega total te conviertas para mí en un objeto de juego.'
* 'Te digo no, porque si de verdad tu amor fuera sincero no me pedirías algo así.'
* 'Te digo no, porque es más romántico decirte que no ahora, para poder decirte sí con la frente alta el día de nuestra boda.'
* 'Te digo no, porque tú eres lo más valioso para mí y yo lo más valioso para ti ¿no?'
* 'Porque yo te respeto, permíteme decirte: no.'

También dices no:

* Cuando te vistes alegre y a la moda pero no provocativa.
* Cuando no participas en conversaciones en las cuales no se respeta el sexo.
* Cuando tu tiempo y tus actividades están bien planeados en tus diversiones y paseos.
* Cuando miras a tus padres como amigos y los escuchas porque saben mucho.
* Si con tan buenas razones se va... ¡alégrate!, porque te salvaste de vivir el infierno de alguien que no te ama y sólo quería usarte a su capricho.
*El 'no' es la mejor prueba de amor.

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Nota: Este texto es de un folleto publicado por la Asociación Pro Vida de Valladolid, España, y se reproduce con su autorización.

Así viven su sexualidad las personas que saben amar de verdad

La castidad es el uso correcto de la capacidad generativa y de los actos relacionados con ésta. En el matrimonio reclama fidelidad, fuera de él, abstinencia gozosa.

Pero la vivencia de la castidad es mucho más profunda. Es una actitud interior, es pureza de la mente y del corazón, es la capacidad de vivir la dimensión sexual en beneficio de las personas.

'Dichosos los limpios de corazón'.

Sólo en el matrimonio es adecuado hacer uso de la genitalidad.

Existe por su función reproductiva (procreación) y es en el matrimonio donde se está en capacidad de cuidar y educar bien a los hijos (consecuencia natural del uso de la genitalidad).

Da oportunidad para que un hombre y una mujer se expresen el mutuo amor de un modo pleno, y esto sólo lo merece quien se ha comprometido de un modo definitivo a caminar juntos (unión).

Quien vive en castidad está en armonía con la naturaleza del acto conyugal.

Si la unión genital sólo debe darse en el contexto matrimonial, entonces la excitación asociada a esta unión también pertenece a los esposos y sólo a ellos. El cariño que se expresan los novios será verdadero y bien orientado si saben respetar estos límites.

'Sólo mi esposo merecerá ese regalo'.

Quien vive en castidad expresa un amor real. Quien ama de verdad, es capaz de esperar hasta el matrimonio. Busca a la persona por lo que es, y no por el placer. Este es el modo de probar que se ama al otro, y de probar el amor del otro.

'Si me amas de verdad, podrás esperar'.

Un requisito para que el amor sea real es que sea generoso y disciplinado. El amor exige sacrificio. El sexo pre-marital es egoísta y es de personas sin dominio propio. Quien lo practica no se entrena en el sacrificio. La castidad prepara el camino a la fidelidad. No hay que 'quemar etapas', el noviazgo necesita más diálogo.

'Un buen noviazgo es la base de un buen matrimonio'.

La castidad es signo de madurez afectiva y humana. No se trata de reprimir, sino de sublimar. De hecho, sólo quien vive en castidad es realmente libre; el que no, se esclaviza, es vicioso. Sólo el que es casto puede vivir libre de preocupaciones innecesarias.

'La castidad da alegría y libertad'.

Propio del ser humano es que la razón domine la pasión. La castidad hace a la persona más humana. El autodominio hace al hombre más hombre, y a la mujer más mujer. Los animales siguen su instinto sin preocuparse de nada más... algunos pobres seres humanos proceden igual.
'Yo soy un ser humano, me comporto como tal'.

La castidad es signo de sabiduría y sensatez, darse cuenta de que se está explotando al ser humano por uno de sus lados más débiles para vender productos. El joven que razona no cae en el consumismo sexual.

'No sólo tengo hormonas, también tengo neuronas'.

La castidad es un modo para darse a respetar y para que nos valoren como personas, y no como objetos de placer. Es signo de autoestima, y su práctica la aumenta.

'Valgo mucho. No soy juguete de nadie'.

Los muchachos que valen la pena, valoran más a las muchachas que se hacen respetar, y viceversa. De hecho, van a querer un(a) esposo(a) que se haya comportado con dignidad. Los y las 'fáciles' parecen ser preferidos, pero en realidad, los que saben pensar no quieren que el padre o la madre de sus hijos haya sido un(a) persona 'fácil'. Cada uno con su comportamiento, escoge el tipo de persona que quiere a su lado.

'Si me doy como persona, seré valorado(a) como persona. Si lo que ofrezco es carne, seré valorado(a) como carne'.

EL CONCUBINATO




Autor: P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.
Web: www.teologoresponde.com.ar
Foto: www.maria451.wordpress.com

Pregunta:

¿Qué pasa si no estoy casada por la iglesia pero siento que estoy bien con Dios?
Respuesta:

Estimada:

Le hablaré como quien busca todo su bien espiritual y solamente su felicidad. Como Usted bien parece intuir, para la ley de Dios no está bien el convivir sin estar casados (esto se llama concubinato). Quienes no están unidos en legítimo matrimonio no pueden vivir juntos y correspondería que se casen según la ley de Dios o bien se separen. Si, por algún motivo muy grave no pueden realizar ninguna de las dos cosas mencionadas, entonces deben, por lo menos, vivir la castidad perfecta, lo cual incluye no sólo abstenerse de practicar relaciones sexuales sino de toda expresión de afecto que correspondan a quienes están unidos matrimonialmente. Si dos personas de diverso sexo viven bajo el mismo techo “como hermanos” no cabrían objeciones morales, salvo el que esto sea para ellas ocasión de tentaciones o bien sirva de escándalo para los demás; pero si viven afectivamente como esposos, aun cuando no tengan relaciones sexuales tal situación es moralmente incorrecta.

Respecto de su pregunta, debo decirle que su situación es, ciertamente, un obstáculo para su vida espirtual, puesto que le impide acceder a los sacramentos, por la misma situación de pecado en que vive. Es condición necesaria para la validez del sacramento de la confesión el arrepentimiento de los pecados y el proponerse firmemente no pecar más, es decir, cumplir con los mandamientos de Dios alejándonos de hecho del pecado y de las ocasiones de pecado. Quien no tiene estas disposiciones no puede ser perdonado de sus pecados ni puede consiguientemente comulgar.

Rezo a Dios para que pueda poner pronto remedio a esta situación para hallar a Dios en la paz de su alma. La encomiendo a la Virgen, que es refugio de los pecadores (es decir, nuestro refugio), y auxilio de los cristianos. No tenga miedo de tomar las decisiones que sean necesarias para la salvación de su alma. Hable con la persona con la que convive , y hable también con algún sacerdote que pueda orientarla mejor que yo por escrito. Sepa que no está sola, que puede contar con ls oraciones y sacrificios de todos los fieles que rezan por quienes se encuentran en situaciones como la suya (y que son muchas personas).

miércoles, 25 de noviembre de 2009

La gente que se suicida, ¿tiene posibilidad de ir al cielo?

En una ocasión, se planteo la porblematica de saber si una persona que se suicida, se va al infierno o al cielo....Se decía que en los antiguos manuales de Moral, enseñaba que los que cometían semejante pecado (grave) se condenaban directamente. ¿Será asi?

Quisiera responder a esta problemáticas, no desde mis palabras, sino de la oportunas explicaciones que nos brinda el P. Miguel Ángel Fuentes, desde su pagina web, quien ayuda a personas con este tipo de dudas, con sus claras y fundadas explicaciones.


Pagina web: www.twologoresponde.com.ar
Autor: P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.


Estimado:

Lo que impide a una persona entrar o no al cielo (es decir salvarse o no salvarse) es el morir en estado de gracia, o sea, sin pecado mortal. Para que una persona cometa pecado mortal es condición necesaria:

1º que haya materia grave (este es el elemento objetivo de todo pecado),

2º que tenga conciencia plena de que es algo grave y

3º que consienta perfectamente al acto grave (estas últimas condiciones son los elementos subjetivos que se requieren para que haya un acto sustancialmente humano).

En el caso del suicido se trata ciertamente de materia grave, pues la vida humana (la propia y la ajena) son bienes fundamentales de la persona custodiados por los mandamientos de la ley natural y por los diez mandamientos de la Ley divina. Hay que ver luego, en cada caso particular, si la persona estaba en plena posesión de sus facultades como para hacer un acto plenamente humano. A continuación trataré de esbozar los principios generales para poder hacer un juicio aproximado de este doloroso fenómeno (se puede consultar lo siguiente en: Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-II, cuestión 64, 5; LINO CICCONE, Non Uccidere, Ed. Ares, Milán 1988, p. 107ss; Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2280-2283).

1. Nociones y datos generales

El suicidio consiste propiamente en producirse la muerte a sí mismo por propia iniciativa o autoridad, ya sea mediante una acción o una omisión.

Se divide en suicidio directo e indirecto, según la muerte se intente directamente o sólo sea permitida buscando otra finalidad (como quien, intentando salvar a otra persona, arriesga su vida y muere).

Lo consideraron lícito por principios filosóficos Hume, Montesquieu, Bentham, Schopenhauer, Nietzsche, algunos estoicos como Séneca; más cercano a nuestros tiempos, el existencialismo hizo de él un valor positivo, como 'la última libertad de la vida' (Jaspers). Algunos lo han defendido por cuestiones de honor patriótico, militar o personal.

Los datos estadísticos son escalofriantes, aun teniendo en cuenta que los datos oficiales son inferiores a la realidad. La relación que suele establecerse entre suicidios efectivos e intentos de suicidio varía según los diversos autores que se consulte: unos dicen que se llega a un suicidio cada tres intentos; otros afirman que por cada suicidio hay diez intentos fallidos; por tanto, como término medio, puede decirse que por cada suicidio hay al menos cinco intentos frustrados. Ahora bien, la OMS (Organización Mundial para la Salud) indicaba en 1976, que cada día se suicidan en el mundo 1000 personas (lo que indicaría que otras 4000 o 5000 lo intentan sin llegar a él); aproximadamente 500.000 lo hacen por año (y por tanto, 2.500.000 quedan en el intento).

2. Juicio moral

La tradición cristiana, la doctrina del Magisterio y la reflexión teológica no han tenido ninguna duda sobre la inadmisiblidad moral del suicidio. Si ha habido alguna evolución ha sido sólo en torno a la valoración de la culpabilidad y responsabilidad subjetiva del que se suicida o intenta hacerlo.

Para no hacer un juicio erróneo, es necesario distinguir entre el juicio 'objetivo' sobre el suicidio, y el juicio sobre 'la responsabilidad subjetiva' del suicidio.

a) Valoración objetiva del suicidio

Como ya ha indicado Santo Tomás, el suicidio directo, objetivamente considerado, es un acto gravemente ilícito, por tres razones principales:

1º Porque es contrario a la inclinación natural (ley natural) y a la caridad por la que uno debe amarse a sí mismo.

2º Porque hace injuria a la sociedad a la cual el hombre pertenece y a la que su acto mutila: la priva injustamente de uno de sus miembros que debería colaborar al bien común.

3º Porque injuria a Dios: 'la vida es un don dado al hombre por Dios y sujeto a su divina potestad que mata y da la vida. Por tanto el que se priva a sí mismo de la vida peca contra Dios, como el que mata a un siervo ajeno peca contra el señor de quien es siervo... A sólo Dios pertenece el juicio de la muerte y de la vida...' (Santo Tomás).

Pío XII lo calificó de 'signo de la ausencia de la fe o de la esperanza cristiana' (discurso del 18/II/58). El Concilio Vaticano II lo colocó con otros delitos que atentan contra la vida misma, juzgados como 'cosas... vergonzosas' que 'atentan la civilidad humana... y constituyen el más grave insulto al Creador' (Gaudium et spes, 27). En la Declaración sobre la eutanasia (26/VI/80) se afirma: 'La muerte voluntaria, es decir, el suicidio, es inaceptable a la par que el homicidio. Toda la doctrina del Magisterio ha sido resumida por el Catecismo Universal en los nn. 2280-2283.

La Sagrada Escritura no se ocupa de él pero es legítimo verlo incluido en el mandamiento que dice: No matar (Ex 20,13). Ya San Agustín lo había interpretado de tal manera: 'No es lícito matarse, ya que esto se debe entender como incluido en el precepto No matar, sin ningún agregado. No matar, por tanto, ni a otro ni a ti mismo. Porque efectivamente, quien se mata a sí mismo, mata a un hombre' (De civitate Dei, I,20).

En cuanto al así llamado suicidio indirecto (es decir, quien pierde la vida a causa de otra acción, como el médico o la religiosa que se contagia gravemente atendiendo enfermos y muere por esta razón) es también ilícito, a no ser con causa gravemente proporcionada. Aunque la acción que indirectamente produzca la muerte pueda no ser mala o incluso buena (como en el ejemplo dado: el acto de caridad de cuidar un enfermo gravemente contagioso), se requiere causa justa y proporcionada para permitir la propia muerte. Es lícito arriesgar apelando al principio de doble efecto; en este caso, las condiciones que debe reunir la acción, para ser lícita, han de ser: 1º que la acción u omisión sea buena o indiferente; 2º que se siga también un efecto bueno (y con la misma o mayor inmediatez del malo); 3º que solo se intente el bueno; 4º que haya una causa proporcionada (como puede ser el bien de la patria, el bien espiritual ajeno, el ejercicio de una virtud, etc.).

b) El juicio sobre la responsabilidad subjetiva

Otra cosa es la valoración de la responsabilidad moral del suicida. Hasta el siglo pasado era común juzgar al suicida como responsable de su gesto, y por tanto, culpable de su acción. Hoy en día, tanto la situación social, cuanto la formación moral del hombre moderno, obligan a tener otros criterios de valoración.

Dicho de otro modo:

1º dada la situación social potencialmente cargada de mentalidad suicida;

2º dado el elevado número de sujetos psíquicamente frágiles e incluso disturbados mentalmente;

3º y dado, por último, los escasos o casi nulos valores morales que pueden contrarrestar la mentalidad antivida reinante...

... podría admitirse que: en los casos en que faltan elementos para juzgar que un suicidio es plenamente voluntario, puede presumirse que la persona que se ha quitado la vida no ha gozado de suficiente responsabilidad moral, o incluso, en algunos casos, ha sido totalmente irresponsable. Se podría decir que, en muchos casos, lo que debe demostrarse es la 'total responsabilidad' del suicida.

De todos modos, hay que decir que en muchos casos sí hay ciertos elementos que pueden servir de guía para elaborar un cierto juicio sobre la responsabilidad objetiva del suicida (dejando, por supuesto, el juicio último únicamente a Dios). Así, por ejemplo, indican responsabilidad plena en un suicidio: el hecho de que éste haya sido preparado fríamente, o por largo tiempo, o con motivaciones precisas, o por una persona psíquicamente sana. También el que la decisión haya madurado dentro de una concepción de vida en la que no hay lugar para Dios o en la cual no se encuentra sentido a la vida por principios filosóficos (aunque sean vulgares).

En cambio, son indicios de responsabilidad incompleta: el suicidio impulsivo, el suicidio realizado bajo el shock de una tragedia, el suicidio ocurrido en contraste con toda una vida o una concepción de vida en la cual no parece haber lugar para el mismo, o, finalmente, el suicidio realizado por sujetos psíquicamente alterados.

3. Responsabilidad social

Gran responsabilidad por el fenómeno del suicidio corresponde a la misma sociedad, en cuanto ejerce o permite influencias que llevan a tal desenlace. Entre estos elementos cabe señalar:

a) La disgregación de los grupos primarios, especialmente la familia; la desaparición o al menos el enrarecimiento de las relaciones familiares (con el consecuente predominio de las relaciones de tipo funcional y utilitaristas) conducen al aislamiento de los individuos, condenándolos a afrontar solitariamente los problemas personales más profundos de la persona.

b) La proposición de 'valores' que no satisfacen las exigencias más profundas del alma (bienestar, afirmación personal, riqueza, hedonismo, culto de la personalidad, el divismo o idolatrización de algunos personajes públicos).

c) La negligencia en formar el carácter de sus miembros con una educación humana auténtica. Esto, en vez de robustecer las estructuras psíquicas, las debilita. Surgen de aquí notables debilidades psíquicas.