viernes, 18 de diciembre de 2009

TERMINOLOGIA DE LA CULTURA DE LA MUERTE


Autor: Dr. Olga Reyes (Vida Humana)
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.ciudadanosporlalibertad.blogspot.com


El verdadero significado de los términos equívocos que usan los promotores de la cultura de la muerte, para ocultar la realidad de sus fines .

Dentro de la manipulación general del lenguaje que se usa para subvertir el orden natural, un apartado especialmente importante y doloroso es el que tiene como objetivo esconder la verdad sobre lo que prentenden las instituciones internacionales, gubernamentales y privadas, que tienen como fin extender la cultura de la muerte. Para ello emplean algunos términos que vamos a "traducir":

Salud reproductiva:

Reproducirse lo menos posible. Por lo tanto, en estos programas constan todas las formas de mentalización ("los pobres sufren"), la difusión por los medios, información en oficinas médicas, hospitales, centros de salud, sobre la conveniencia y los beneficios de los métodos de control natal incluyendo abortivos como el DIU y la esterilización femenina y masculina. Difícilmente la población, incluidos médicos, enfermeras, trabajadoras sociales, pueden encontrar la contradicción: los daños que producen los contraceptivos afectan la salud física, mental y moral. En segundo lugar, el término reproducción se aplica a los animales. Los seres humanos procrean.

Bajar el indice de mortalidad materna:

Utiliza el control de la natalidad mediante la educación sexual, la contracepción y la esterilización. Posteriormente será con el aborto quirúrgico y químico valiéndose de múltiples resortes de orden político. Por ejemplo se comienza por la:

Planificación familiar:

(Planned Parethood) Comienza con una mentalización, primeramente de profesionales, y luego, difusión por conferencias, seminarios y talleres pagados íntegramente aún en el extranjero. Hoy día se publica por todos los medios de comunicación y por la "educación sexual" para niños y adolescentes, evitando que ésta sea enseñada por sus padres. "Educación sexual" cuyos manuales y sistemas audiovisuales son enteramente materialistas e inciden en la descripción de órganos reproductivos y en el supuesto beneficio de los contraceptivos y de la esterilización. En los países donde el aborto es legal, éste constituye uno de los métodos de planificación familiar que ya se ha introducido en nuestro medio, aunque todavía sea ilegal. En nuestro país se presentan todas las formas de aborto quirúrgico: succión, curetaje, aborto salino, micro cesárea y cesárea con infanticidio.

Efecto antinidatorio:

Término inventado para no decir matanza de seres humanos en estado embrionario. El embrión existe desde antes que él pueda llegar al útero para sembrarse o anidar en el mismo. Invetaron este término para explicar el mecanismo de acción del DIU, la píldora y el Norplant, entre otros.

Pre-embrión:

Aunque este término se lee en elegantes y costosas publicaciones de los mercaderes de la muerte, no existe tal pre-embrión, ya que desde el momento en que un óvulo es fertilizado (en poquísimos segundos) por un gameto masculino, el embrión, o "pre-embrión" tiene todas las informaciones de ese ser humano que nacerá si se lo permiten. En los genes se instalan ipso-facto las memorias de las generaciones anteriores y futuras del padre y de la madre: abuelos, bisabuelos, hijos, nietos, biznietos.

Anticoncepción post-coito:

"pildora del dia siguiente". Con altas dosis de estrógenos que producen contracciones uterinas también las prostaglandinas, que no han prosperado en el comercio, y la píldora francesa RU 486, por ahora aplicada masivamente en China. Provocan el aborto en cualquier etapa de la gestación. Generalmente es un aborto incompleto. En las zonas rurales producirá una lata mortalidad materna.

Interrupción de la gestación:

Llamada también "terminación dela gestación". Términos introducidos en el vocabulario y en la práctica médica para camuflar la verdadera realidad que es un aborto provocado quirúrgicamente por razones eugenésicas y falsamente terapéuticas.

Aborto inducido:

Aborto provocado quirúrgicamente, aplicado generalmente para niños minusválidos o para niños con enfermedades incompatibles con la vida después del nacimiento, por ejemplo, la anencefalia y otras llamadas teratogenicas.

Ligadura:

Esterilización femenina por varios métodos: con laparoscopia y con métodos radicales como la operación de Pomeroy. Con cualquiera de estas existe un índice de nuevas concepciones. Los matrimonios que deciden este procedimiento, como los otros, deben ser advertidos por el profesional que los atiende.

Contracepción oral:

Prescripción, venta y uso de sustancias hormonales, tomadas en serie, "píldoras", por mujeres sanas que no necesitan hormonas. El mercado de éstas es extremadamente cambiante en cuanto a la composición química, al costo y a los nombres comerciales.

Métodos de barrera:

Condones masculinos y femeninos, diafragmas, espermaticidas, etc. Tal barrera no existe, pues está comprobado que aún sin romperse, pasan espermatozoides afectados por los químicos espermaticidas y, desde luego dejan pasar el virus del SIDA en un alto porcentaje. El condón se ha convertido en un negocio muy rentable por las campañas contra las enfermedades de transmisión sexual, sobre todo del SIDA. Sociedades bien organizadas de homosexuales acaparan millones de dólares con ese pretexto. El médico francés Condom es quien le dio su verdadero nombre, pero por obvias tácticas, se le llama "preservativo" y hasta "profiláctico". Se ha convertido en un símbolo de rebeldía contra el Papa y las religiones cristiana y musulmana. Los llenan de vidrio molido para agredir las procesiones que rezan el rosario delante de los abortuarios y la firma BENETON se encargó de instalar un gigantesco condón en el obelisco de París. Los cristianos tienen la palabra de Dios para negarse a usar estos métodos: "Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne". (Mateo 19,5). Jesús especifica, de este modo, que no puede interponerse nada entre los órganos generativos, ni siquiera una membrana, por más delgada que ésta sea.

Hijo no deseado:

El que está por nacer y que vive dentro de la madre, pese a que los padres usaron medios de control natal, o no los usaron. Niño candidato a morir por aborto.

Usuarias:

Mujeres sometidas a los sistemas de control natal. AID logró que en los programas financiados por ellos instalen este humillante término para la PNF.

Producto de la concepción o simplemente "producto":

La obstetricia corrompida por la cultura de la muerte denomina así a un niño no nacido desde la concepción, hasta el momento del parto. "Está… naciendo el producto".

Tejido embrionario:

Embrión, con todas las implicaciones del ser humano.

Extracción de la menstruación:

Aborto provocado por succión hasta las once semanas.

Limpieza uterina:

Invento de médicos obstetras negociantes que ocultan el aborto provocado por ellos, hasta a la misma mujer, cobran los honorarios y a veces no hay gestación.

Género:

El profesor Schooyans enfoca ese término utilizado por las feministas radicales como una "ideología según la cual, los roles del hombre y la mujer no están dentro de la naturaleza, sino que son el resultado de la historia y de la cultura. Según ellas y sus seguidores "la sociedad inventó los papeles del hombre y de la mujer", esta ideología intenta desmaternizar a la mujer e indirectamente patrocinaría el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Globalización:

Nuevo Orden Mundial. Ya no es el antagonismo entre Oriente y Occidente (Segunda guerra mundial y posterior guerra fría), que se sustituyó con los problemas dolorosos Norte-Sur, o países ricos al Norte y pobres al Sur poblados de negros, amarillos e indios. En los últimos tiempos asoma el fenómeno de la "globalización" mediante la cual los ricos de los países ricos escogen a la élite de ricos de los países pobres para obligarles , mediante sofismas y estímulos de sus personales apetencias, a poner en práctica ciertas acciones eficaces y drásticas. El autor Schooyans en su libro El aborto, implicaciones politicas, escribe un capítulo titulado "Multimillonarios del Mundo Unios", donde dice que los países del tercer mundo deben aceptar un programa global donde debe primar la "seguridad". Cuenta primero la "seguridad demográfica mundial". Para esto, utilizará instrumentos de orden político, educativo, científico, tecnológico y económico. La libertad de iniciativa de las universidades y centros de investigación, será orientada e incluso cancelada y su función crítica será muy disminuida. Las subvenciones estarán subordinadas a la complacencia con dichos organismos que tendrán que aceptar los programas de investigación, definidos por la minoría (ricos, externos e internos de los países). Esta minoría dominante concederá una gran importancia a los problemas ecológicos, financiará la investigación sobre reproducción humana, fecundidad y demografía, con el fin de desactivar la llamada "bomba P", o bomba poblacional. Esta poderosa minoría tendrá bajo control a todo un cuerpo internacional de intelectuales (y políticos) ya sean cómplices o utilizados como instrumentos involuntarios (Primera Dama 1997).

Así se realiza una colonización ideológica que logra separar a los dirigentes de su propio pueblo (hablando lindas palabras como democracia, solución a la pobreza, vivienda barata, canasta familiar, etc.) Las pequeñas naciones pueden ser fácilmente utilizadas como repetidores de un centro de poder totalmente nuevo.

PREADOLESCENTES: AUTORIDAD Y LIBERTAD


Autor: Acción Católica Mexicana Querétaro (Tomado de la lista "Hacer familia")
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.edermundacalopez.blogspot.com


La autoridad se conquista mereciéndola

La autoridad puede depender mucho del temperamento, de la forma de ser de cada uno. No obstante, puede adquirirse, mejorarse o perderse conforme a normas seguras que conviene conocer.

Cuando a un padre o a una madre, o a un profesor, no le obedecen en condiciones normales, claro está, la falta no está de ordinario en los chicos, sino en quien manda. Repetir órdenes sin resultado, intervenir constantemente, mostrar aire dubitativo o falta de convicción y seguridad en lo que se dice, son las causas más habituales de la pérdida de autoridad.

No ha de confundirse autoridad con autoritarismo. La dictadura familiar requiere poco talento, pero es mala estrategia. Ser autoritario no otorga autoridad. Hay quien piensa que el éxito está en que jamás le rechisten una orden. Pero eso es confundir la sumisión absoluta de los hijos con lo que es verdadera autoridad, no saber distinguir entre poder y autoridad.

El poder se recibe, la autoridad hay que ganarla en buena lid: se conquista mereciéndola.

Mandar es fácil. Conseguir ser obedecido, ya no tanto. Y lo que exige un auténtico arte es conseguir que los hijos obedezcan en un clima de libertad.

En edades tempranas era más fácil, pero con el tiempo las cosas se van haciendo difíciles, hay una mayor contestación, el chico se rebela con más fuerza ante lo que no entiende. Esto llega con la adolescencia, o antes; a veces, con motivo de la adolescencia de un hermano mayor; y, en cualquier caso, antes que en otras generaciones.

Si los padres hasta entonces han abusado
de la imposición, el fracaso educativo se puede casi asegurar.

El chico tiene ahora diez o doce años. Ya no es una criatura que obedece "porque sí". Dentro de poco será un hombrecito biológica y psicológicamente independiente.

Prepáralo para que pueda elegir libremente lo mejor.

No tengas miedo a la libertad. Enséñale a pensar y a decidir. Educar en la libertad es difícil, pero es lo más necesario. Porque hay padres que, por afanes de libertad, no educan; y otros que, por afanes educativos, no respetan la libertad. Y ambos extremos son igualmente equivocados.

Aprender a mandar, enseñar a obedecer

En muchos casos, el éxito de la autoridad ante el chico de esta edad está más en cómo se manda que en lo que se manda. El modo de mandar es lo que hace que valore esa autoridad de los padres, más que la importancia de lo que dicen.

A ver, pon ejemplos.
Al proponerle que haga algo, no puede darse la sensación de mandar por comodidad personal y, mucho menos, con aire de señor feudal sobre sus siervos. Es bueno que vea que nos molestamos nosotros primero. Y como el ejemplo arrastra, aceptarán así mejor el mandato. Si ven que papá ayuda a mamá en las tareas domésticas, él entenderá que debe hacer lo mismo sin necesidad de que nadie se lo explique.

Lo que mandemos ha de ser razonable. Y si es posible, que también lo parezca. A esta edad suelen ser muy razonables y un esfuerzo, un sacrificio incluso, será aceptado de buen grado si desde el principio se considera como una condición precisa para la buena marcha de algo (de la vida familiar, por ejemplo).

Otra regla básica del ejercicio de la autoridad es no multiplicar las órdenes o prohibiciones. Y más aún si se tratara de exigencias casi imposibles de cumplir. No se puede, por ejemplo, pedirle a esta edad que esté callado y quietecito un rato largo, o que no juegue cuando con ello no molesta a nadie, o que esté estudiando sin levantar la vista durante tres horas seguidas. En estos años, el niño es todo movilidad, y necesita expansionarse, debemos comprender su exuberancia vital.

Hay que mandar lo que razonablemente se pueda exigir.

Y en esto debemos ser realistas, pues las personas necesitan de cierto entrenamiento, necesitan aprender, y eso requiere tiempo.

Piensa también que no debe hacerse promesa que no se piense cumplir, ni amenaza que no se quiera luego ejecutar.

Al tener el chico, como ya hemos dicho, un profundo y vivísimo sentido de la justicia, sufre mucho cuando piensa que sus padres actúan injustamente. Por ejemplo, si dan señales de preferencia entre hermanos, o toman partido por éste o por aquél. El chico juzga conforme a lo que ve, y a veces le faltan datos.

Por eso no basta con ser justo, también es preciso parecerlo.

"Nadie engaña impunemente a un niño", dice Courtois. Los padres que emplean la mentira se desautorizan.

La mentira, además de inmoral, es mala aliada e indica pobreza de recursos.
Si actuamos con rectitud, no será preciso mentir. Todo tendrá su explicación natural.

No sería nada formativo, por ejemplo, aunque sea en cosas de poca importancia que vieran a su padre decir que no está cuando recibe una llamada telefónica inoportuna. O que no advierte al dependiente que le ha devuelto dinero de más. O que comenta cómo ha engañado con una tontería al hermano pequeño que no quería tomarse el biberón. O muchas otras actuaciones semejantes.

El miedo a la libertad. Educación en la confianza

La autoridad ha de exhibirse lo menos posible. Cada vez que se emplea se expone a un riesgo y sufre un desgaste. Tan grave es no usar de la autoridad cuando es preciso hacerlo, como emplearla de modo tan reiterado que acabemos por perderla.

Esto supone aprender a hacerse el despistado de vez en cuando, exponerse a ser engañado en cosas de poca importancia con una ingenuidad sólo aparente antes que mantener ante los hijos una actitud de desconfianza o recriminación constantes.

Son precisamente las actitudes desconfiadas las que hacen al chico de diez o doce años adiestrarse en la técnica de la mentira.

No es bueno manifestar incredulidad: la educación debe basarse en la confianza.

No prestéis demasiado oído a la acusación. Desechad las sospechas injustas. La confianza ayuda a que le duela sinceramente haberos defraudado. Cread un ambiente de libertad en el que se sienta a sus anchas sin estar rodeado de controles, y el buen ejemplo rendirá sus frutos.

La libertad no está reñida con la autoridad y la disciplina, sin las cuales será muy difícil que cada cual pueda, sin herir a otro, gozar de libertad de movimientos o de expresión.
Mala cosa sería que el chico se acostumbrara a oír repetir a sus padres una determinada orden varias veces. Así, cada día tardará más en obedecer, y en muchas ocasiones ni siquiera llegará a hacerlo.

No es nada educativo, por ejemplo, llamarle cinco veces para que se levante, la última con suficiente tiempo todavía para llegar holgadamente al colegio. Si el chico no es obediente, es mejor que le llames a la hora en que vas a exigirle que se levante. De lo contrario, desgastas tu autoridad, y cada día tendrás que ejercerla de forma más dura para lograr los mismos resultados. Y cada día será más difícil recuperar el terreno perdido.

A veces esas crisis de autoridad en la familia provienen de que se desautorizan mutuamente unos a otros ante el chico. Se echa la culpa al otro cónyuge, o a las condescendencias de la abuela, o al ausente, pero no se busca el acuerdo de todos para poner remedio.

La falta de acuerdo entre los esposos al educar a los hijos es la causa de muchos fracasos.

Es preciso ponerse de acuerdo para convenir una solución sobre el modo de actuar en cuestiones concretas. Hará falta, como siempre que intervienen dos o más personas en una decisión, que cada uno ceda en algo de su idea inicial para lograr un acuerdo sin imposiciones.

Tendencia a prejuzgar negativamente

En el fondo de todo chico hay una serie de buenos sentimientos que la naturaleza ha impreso en él, y a los que hay que saber sacar brillo. Debemos fomentar todo ese conjunto de valores positivos que irán configurando un carácter y una personalidad de la que broten, sin necesidad de órdenes, todas esas cosas que nos agradaría ver en él.

Para ello, primeramente hay que suponer en el chico las cualidades que se quieren ver en él.

Cuando se le acusa continuamente de tener un determinado defecto, acabará por pensar que es algo tan arraigado en él que es inútil luchar por corregirlo.
En vez de agobiarle diciendo que es un perezoso y un inconstante, dile que estás seguro de que conseguirá sacar esas buenas calificaciones porque va a estudiar mucho.

En vez de decirle que nunca ha tenido voluntad y que jamás termina lo que empieza, dile que ésa es una buena ocasión para que demuestre que en realidad sí puede.
Y en vez de insistir en que es una criatura sin corazón, o un egoísta, apuesta por sus buenos sentimientos, y no te defraudará.

Conviene apoyarse en ese sentimiento natural que tiene de agradar y de ser útil, de sentirse valorado. El chico da mucha importancia a lo que opinan de él y es muy sensible a los estímulos. Hay que saber apoyarse en esos sentimientos propios de la edad para ayudarles a superarse en su mejora personal.

Se trata, por decirlo de alguna manera, de poner a su amor propio del lado del bien.

Otro principio sabio es creer firmemente en las buenas intenciones de los chicos, siguiendo aquel elemental principio jurídico:

El bien debe ser supuesto, el mal debe ser probado.

Tenemos los humanos una lamentable tendencia a pensar mal, a prejuzgar negativamente. Una extraña manía que reduce a cenizas las mejores esperanzas de los chicos. El viejo aforismo de piensa mal y acertarás que cierta tradición ha acuñado, lo corrobora tristemente. A veces nos fijamos más en lo negativo que en lo positivo de las personas, y tenemos propensión a agrandar el mal con la medida de nuestra propia mezquindad, trivializando las razones de las cosas y buscando dobles intenciones donde no las hay.

Es mala política etiquetar al niño:
si ha sido sorprendido
en una mentira,
no es por eso un mentiroso.

Y si ha cogido dinero del bolso una vez a mamá no es por eso un ladrón. Sería aplicar aquella otra sentencia de "por un perro que maté, me llaman mataperros".

Caricaturizo las típicas quejas de las personas absorbidas por esa tendencia al prejuicio negativo:

* Siempre me hace lo mismo cuando llega a casa. * Siempre igual. * No hay manera de que haga nada bien. * Siempre tiene una historia con la que excusarse. * Ya verás como en cuanto aparezca nos dirá aquello y no querrá hacer ese recado. * Jamás tiene un detalle, y ya verás como dice que no. * Es un comodón y no creo que lo consiga, como siempre. * No toca un libro. * Nunca presta nada de lo suyo; es mejor que no se lo pidas. * Nos estropeará el verano, porque suspenderá, como siempre; y luego se pasará las vacaciones haciendo el vago.


Estas afirmaciones tajantes y malpensadas con que algunos se adelantan a prejuzgar siempre negativamente, acaban con la esperanza de cualquiera. Es una hostilidad impertinente que llena de conflictos la familia y enfría el calor del hogar.

O sea, que se trata de pensarlo bien antes de decir algo negativo.
Sí, pero no suele bastar con pensar mal y no decirlo.

Cuando se tiende a pensar mal de los demás, esos pensamientos críticos van gestando una actitud negativa, y ésta acaba fraguando en comentarios y conductas también negativas.

Por eso es mejor juzgar positivamente también de pensamiento. Se trata de evitar esa actitud que refleja aquel conocido chiste del automovilista que sufre un pinchazo en plena noche en una carretera desierta y se da cuenta de que no lleva gata para cambiar la rueda.

Ve a lo lejos la luz de una casa de campo. "Me acercaré y les pediré una gata", se dice. Se dirige hacia la casa y va pensando por el camino: "Mira que si tienen gata pero no me la quieren dejar...". Y continúa debatiéndose en ese pensamiento todo el trecho que le separa de aquella casa, hasta el punto de obsesionarse.

"Mira que como no me lo dejen, no sé que les digo...". Llega a la casa y llama al timbre, ya claramente enfadado. Una señora le abre la puerta y el caminante le dice sin más preámbulos: "¡Sabe lo que le digo, que si tienen gata, que no la quiero, que se la coman!"

La reprensión

Es llamativa la autoridad natural de quien rara vez se enfada. Suelen ser personas con una serenidad y un dominio de sí mismos que resultan atractivos e infunden respeto.
Lo normal es que una reprensión se pueda hacer estando de buenas, y en ello va gran parte de su eficacia. Hay que tener sensibilidad para:

* escoger el momento adecuado; * buscar unas circunstancias que no humillen; * procurar hablar a solas y estando de buen humor; * ponerse en su lugar; * dejarle una salida airosa; * saber intercalar unas palabras de afecto que alejen cualquier impresión de que se corrige por disgusto personal; * mostrar la convicción de que va a mejorar y corregir la conducta inadecuada.


La inoportunidad y la falta de diplomacia son errores graves. Nada conseguirá un padre o una madre que reprenda a sus hijos a gritos, dejándose llevar por el mal genio, amedrentando, imponiendo castigos precipitados, haciendo descalificaciones personales o enmiendas a la totalidad, o sacando trapos sucios y antiguas listas de agravios.

Si no somos educados
al corregir,
no estamos educando.

Recuerdo el caso de un muchacho al que el miedo aterrador a sus padres llevó a una fabulosa sucesión de mentiras, tejiendo un verdadero castillo de naipes que acabó finalmente por caer, con un elevado coste familiar. El caso es que los motivos que el muchacho daba para haber hecho todo eso eran quizás injustificados, pero comprensibles.

El mal genio de sus padres, los castigos irreflexivos y desproporcionados, y los repetidos disgustos familiares que cualquier tontería provocaban, acabaron por retraerle con un miedo que para él, a esa edad resultaba insuperable.

La versión de los padres era sobrecogedora y sin margen alguno para reconocer su propio error. Toda su existencia había sido un continuo querer llevar la razón y dejarse arrastrar por el mal genio y la amenaza, y en absoluto querían esforzarse por comprender a su hijo.

No estaban acostumbrados a atenerse a razones y tuvo que encargarse el paso del tiempo bastante tiempo de hacérselo ver. La vida les hizo sacar experiencia de lo conveniente que es facilitar la sinceridad si se quiere sinceridad, y de no escandalizarse tontamente por lo que ellos mismos habían propiciado.

La precipitación al castigar produce injusticias que a los chicos les parecen tremendas. Es mejor tomarse el tiempo necesario para oír las dos campanas o más, si es el caso, conocer la fiabilidad de cada versión, cerciorarse de la culpabilidad de cada uno, y entonces, ya serenos y con elementos de juicio, decidir lo más oportuno.

Y hay otro elemental principio jurídico, que ya recogía el Derecho Romano y bien puede aplicable al entorno familiar:

No se puede juzgar a nadie
sin haberle antes escuchado.

A pesar de lo evidente que resulta y de lo antiguo de su origen, se olvida con frecuencia.

Comprender. Facilitar la sinceridad

Si el niño se siente frecuentemente reprendido y, por el contrario, casi nunca reconocidos o recompensados sus actos meritorios aunque a los padres les parezcan insignificantes comparados con los dignos de castigo, ante esa insensibilidad de los padres, van desapareciendo poco a poco en él los deseos de hacer cualquier cosa positiva.

Llevado a su extremo este torpe planteamiento, el chico puede llegar a pensar que lo mejor es no hacer nada, porque haciendo cualquier cosa lo único que logrará es exponerse a recibir una nueva bronca.

Si el niño reconoce la culpabilidad de una determinada falta, y esto no supone apenas mejora en el castigo aplicado, cada vez le costará más ser sincero.

Aun a costa de arriesgarse
a dejar impunes algunas faltas,
los chicos han de saber
que una falta declarada
es una falta casi perdonada.

Hay que apoyar con los hechos eso de facilitar la sinceridad, y saber ser a un tiempo exigente e indulgente. Esos padres que después de exigir sinceridad se enfadan o se asustan ante ella, obtienen como premio una merecida desconfianza por parte de sus hijos.

Los padres deben enseñar al chico a:

* Que diga siempre la verdad, aunque le cueste. Debe saber que siempre será perdonado y, además, que cuando es sincero será raro que le castiguen. * Que cuente con confianza a sus padres las preocupaciones que tenga. Al hacerlo, debe encontrar en ellos afecto e interés, aunque les parezcan cosas sin importancia. * Que sepa que no se miente, ni con la excusa que será falsa de conseguir algo bueno. Tampoco en los juegos: que no sea tramposo. * Que comprenda que la sinceridad en la familia, en el colegio o entre los amigos contribuye a crear un ambiente de alegría y libertad.


La reprensión exige estar a solas, aunque eso suponga esperar. Es difícil que el chico reconozca su mala actitud o sus errores si lleva aparejada una confesión casi pública. Actuar así es facilitar que añada nuevas mentiras, y un enfado casi seguro. La reprimenda pública suele ir acompañada de humillación, y él tiene un fuerte sentido del ridículo. Luego hablará del broncazo que me echaron delante de mi hermana, o ese día que estaban los tíos en casa..., y es algo que le costará sin duda digerir.

A esta edad son muy finos observadores y advierten cuándo en sus padres hay celos, envidia, soberbia, afán de imponerse o de figurar, y entonces la posibilidad de influir positivamente sobre ellos baja enormemente. Tendremos tanta más autoridad e influencia beneficiosas sobre los chicos dice Courtois "cuanto menos busquemos la visible satisfacción de nuestro amor propio".

Para que la palabra de los padres tenga prestigio y obtenga el efecto deseado es necesario esforzarse por arrinconar el propio orgullo.

La falta de interés también les entristece mucho. "Mis padres no me entienden. Fíjese, ayer, llegué todo contento a casa porque me había salido muy bien el examen, y no me hicieron ni caso; seguramente tendrían cosas más importantes de que preocuparse que de mí".

El sentido crítico y la característica sagacidad infantil para definir con cuatro rasgos los defectos de cualquiera, hacen en estos casos un efecto arrollador en la descripción de esas situaciones. "Y el otro día, que quise hacer algo bien y me puse a poner la mesa, se me cayó un vaso y se rompió. Y fue porque me había empujado mi hermano. Y llegó mi padre en ese momento y, sin preguntar más, me dio un tortazo encima. Eso me pasa por querer ayudar. Y mi hermano, que no hace nada, ¿qué...? Se ve que lo mejor en casa es pasar inadvertido y desaparecer cuanto antes, y no hacer nada, ni bueno ni malo."

"Y si quiero comprarme algo, siempre es un capricho, y en cambio para otras cosas... que si el coche nuevo, que si la moda de primavera... Y además siempre, en cuanto se enfadan, sacan la lista de todas las cosas que he hecho mal toda la vida... como si ellos no se hubieran equivocado nunca. Estoy harto de oírla. Creo que nunca me han dicho nada bueno".

No hace falta seguir describiendo el proceso de justificación del chico que, aunque subjetivo y a veces poco coincidente con otras versiones, denuncia una innegable falta de sensibilidad de sus padres hacia sus gestos positivos.

Descubre a tu hijo
haciendo algo bien
y elógialo.

Acción Católica Mexicana Querétaro.
Tomado de la lista "Hacer Familia"




EL ÁRBOL DE NAVIDAD


Autor: Benedicto XVI (mensaje del Papa para la Navidad 2008)
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: Plaza de San Pedro (Vaticano)

SU ORIGEN Y SENTIDO CRISTIANO

“En las próximas semanas el árbol de Navidad será motivo de alegría […] Su forma en punta, su color verde y las luces de sus ramas son símbolos de vida. Además, nos remiten al misterio de la Nochebuena. Cristo, el Hijo de Dios, trae al mundo oscuro, frío y no redimido, al que viene a nacer, una nueva esperanza y un nuevo esplendor. Si el hombre se deja tocar e iluminar por el esplendor de la verdad viva que es Cristo, experimentará una paz interior en su corazón y será constructor de paz en una sociedad que tiene mucha nostalgia de reconciliación y redención” (Benedicto XVI, Audiencia, 12 de diciembre de 2008).

EL ÁRBOL DE LA VIDA, EL AMOR Y LA PAZ

Muchas de las leyendas y antiguas tradiciones que hacen referencia al árbol de Navidad se remontan a tiempos muy antiguos, pero la documentación histórica acerca del árbol tal y como lo conocemos y decoramos hoy en día, sólo apareció en los últimos siglos.

No hay duda, sin embargo, que estas leyendas y tradiciones muestran la convergencia de muchas costumbres,algunas de ellas nacidas fuera de la cultura cristiana y otras de origen estrictamente cristiano. Vamos a considerar aquí algunas que podrían ser precursoras del árbol de Navidad.

ORIGEN HISTÓRICO

Desde tiempos muy antiguos, los pueblos primitivos introducían en sus chozas las plantas de hojas perennes y flores, viendo en ellas un significado mágico o religioso. Los griegos y los romanos decoraban sus casas con hiedra. Los celtas y los escandinavos preferían el muérdago y muchas otras plantas de hoja perenne (como el acebo, el rusco, el laurel y las ramas de pino o de abeto) pues pensaban que tenían poderes mágicos o medicinales para las enfermedades.

En la cultura de los celtas, el árbol era considerado un elemento sagrado. Se sabe de árboles adornados y venerados por los druidas de centro-Europa, cuyas creencias giraban en torno a la sacralización de diversos elementos y fuerzas de la naturaleza.

Se celebraba el cumpleaños de Frey (dios del Sol y la fertilidad) adornando un árbol perenne,cerca de la fecha de la Navidad cristiana. El árbol tenía el nombre de Divino Idrasil (Árbol del Universo): en cuya copa se hallaba el cielo, Asgard (la morada de los dioses) y el Valhalla (el palacio de Odín), mientras que en las raíces profundas se encontraba el Helheim (reino de los muertos).

Cuando se evangelizó el centro y norte de Europa, los primeros cristianos de esos pueblos tomaron la idea del árbol para celebrar el nacimiento de Cristo, cambiando su significado pagano.
SAN BONIFACIO, OBISPO DEL SIGLO VIIIUna interesante tradición -en parte historia, en parte leyenda-, popular en Alemania, afirma que el árbol de Navidad se remonta al siglo VIII. San Bonifacio (675-754) era un obispo inglés que marchó a la Germania en el siglo VIII (concretamente a Hesse), parapredicar la fe cristiana.

Después de un duro período de predicación del Evangelio, aparentemente con cierto éxito, Bonifacio fue a Roma para entrevistarse con el papa Gregorio II (715-731). A su regreso a Alemania, en la Navidad del año 723, se sintió profundamente dolido al comprobar que los alemanes habían vuelto a su antigua idolatría y se preparaban para celebrar el solsticio de invierno sacrificando a un hombre joven en el sagrado roble de Odín.

Encendido por una ira santa, como Moisés ante el becerro de oro, el obispo Bonifaciotomó un hacha y se atrevió a cortar el roble sagrado. Hasta aquí lo que está documentado históricamente.
El resto pertenece a la leyenda que cuenta cómo, en el primer golpe del hacha, una fuerte ráfaga de viento derribó al instante el árbol. El pueblo sorprendido, reconoció con temor la mano de Dios en este evento y preguntó humildemente a Bonifacio cómo debían celebrar la Navidad.

El Obispo, continúa la leyenda, se fijó en un pequeño abeto que milagrosamente había permanecido intacto junto a los restos y ramas rotas del roble caído. Lo vio como símbolo perenne del amor perenne de Dios, y lo adornó con manzanas (que simbolizaban las tentaciones) y velas (que representaban la luz de Cristo que viene a iluminar el mundo).

Como estaba familiarizado con la costumbre popular de meter en las casas una planta de hoja perenne en invierno, pidió a todos que llevaran a casa un abeto. Este árbol representa la paz, y por permanecer verde simboliza también la inmortalidad; con su cima apuntando hacia arriba, se indica, además, el cielo, la morada de Dios.

También ofrecen pistas importante sobre el origen del árbol de Navidad, tal como lo conocemos, las obras de teatro medievales que representaban los misterios y pasajes de la Biblia.
En concreto el árbol del Bien y del Mal en el Paraíso Terrenal. Su propósito era enseñar la religión a los feligreses, que en su mayoría eran analfabetos.
Para difundir y mantener viva la fe y dar a conocer las Sagradas Escrituras, la predicación era esencial, pero no suficiente. Se pensó que las obras teatrales completaran esa predicación y pronto se hicieron populares en toda Europa.

En la Nochebuena, el 24 de diciembre, se representaba -con grandísimo éxito popular- elepisodio del pecado original de Adán y Eva. El árbol del Paraíso terrenal era el centro del escenario. El árbol debería haber sido un manzano, pero no habría sido adecuado en invierno. Se ponía unabeto en el escenario con algunas manzanas en sus ramas, y obleas preparadas con galletastrituradas en moldes especiales, así como dulces y regalos para los niños. Incluso cuando se abandonaron estas obras teatrales religiosas, el árbol del Paraíso siguió estando asociado a la Navidad.

LOS ORÍGENES MÁS RECIENTES DEL ÁRBOL DE NAVIDAD
La opinión más generalizada entre los expertos es que el árbol de Navidad, tal como lo conocemos hoy, decorado e iluminado con luces, deriva de este árbol del Paraíso. Como su lugar de nacimiento se sugiere la orilla izquierda del Rhin, y concretamente la Alsacia.

Uno de los primeros testimonios de esto son los registros de la ciudad de Schlettstadt (1521), en los que fue establecida una especial protección para los bosques en los días previos a la Navidad; los guardabosques eran los responsables de castigar a cualquiera que cortara un árbol para decorar su casa .

Otro documento nos informa de que, en Estrasburgo, la capital de Alsacia, los abetos se vendían en el mercado, para llevar a casa y decorarlos. De Alsacia, la tradición de los árboles de Navidad se propaga a toda Alemania y al conjunto de Europa, y pronto, al resto del mundo cristiano.

ASPECTOS SIMBÓLICOS DEL ÁRBOL
Los árboles han tenido a lo largo de la historia un significado muy especial: en todas las culturas poseen aspectos simbólicos de carácter antropológico, místico o poético. La idea extendida de los aspectos benéficos de los árboles para el hombre ha dado lugar a distintas leyendas y lo ha relacionado con sentidos mágicos y rituales.

En varias culturas el árbol representa el medio y la unión del cielo y la tierra: ahonda sus raíces en la tierra y se levanta hacia el cielo; por ello en ciertas religiones, sobre todo orientales, el árbol es signo de encuentro con lo sagrado, punto de encuentro entre el ser humano y la divinidad.
Otros significados ampliamente extendidos sobre los atributos mágicos del árbol concernían a la fecundidad, al crecimiento, a la sabiduría y a la longevidad.

SENTIDO CRISTIANO
El árbol de Navidad recuerda, como hemos visto, al árbol del Paraíso de cuyos frutos comieron Adán y Eva, y de donde vino el pecado original; y por lo tanto recuerda a Jesucristo que ha venido a ser el Mesías prometido para la reconciliación. Pero también representa el árbol de la Vida o la vida eterna, por ser de hoja perenne.

En palabras de Juan Pablo II: “En invierno, el abeto siempre verde se convierte en signo de la vida que no muere […] El mensaje del árbol de Navidad es, por tanto, que la vida es ‘siempre verde’ si se hace don, no tanto de cosas materiales, sino de sí mismo: en la amistad y en el afecto sincero, en la ayuda fraterna y en el perdón, en el tiempo compartido y en la escucha recíproca” (Juan Pablo II, Audiencia, 19 de diciembre de 2004).

La forma triangular del árbol (por ser generalmente una conífera), simboliza a la Santísima Trinidad. A las oraciones que se realizan durante el Adviento se les atribuye por un color determinado, y cada uno simboliza un tipo:

Árbol de Navidad con los tradicionales adornos

• El azul, para las oraciones de reconciliación.
• El plateado, para las de agradecimiento.
• El dorado, para las de alabanza.
• El rojo, para las de petición.
• Estos colores, junto con el verde del árbol mismo, tal vez sean los más tradicionales para los adornos navideños.

El árbol de Navidad y los regalos propios de estas fechas, son un modo de recordar que del árbol de la Cruz proceden todos los bienes… Por eso tiene un sentido cristiano la tradición deponer bajo el árbol los regalos de Navidad para los niños: “Generalmente, en el árbol decorado y a sus pies se colocan los regalos de Navidad. El símbolo se hace elocuente también desde el punto de vista típicamente cristiano: recuerda al ‘árbol de la vida’ (Cf. Génesis 2, 9), representación de Cristo, supremo don de Dios a la humanidad” (Juan Pablo II, Ídem).

LOS ADORNOS NAVIDEÑOS
Los adornos más tradicionales del árbol de Navidad son:

Estrella: colocada generalmente en la punta del árbol, representa la fe que debe guiar la vida del cristiano, recordando a la estrella que guió a los Magos hasta Belén.
Bolas: en un principio San Bonifacio adornó el árbol con manzanas, representando con ellas las tentaciones. Hoy día, se acostumbra a colocar bolas o esferas, que simbolizan los dones de Dios a los hombres.
Lazos: Tradicionalmente los lazos representan la unión de las familias y personas queridas alrededor de dones que se desea dar y recibir.
Luces: en un principio velas, representan la luz de Cristo.

Como nos dice Benedicto XVI “al encender las luces del Nacimiento y del árbol de Navidad en nuestras casas, ¡que nuestro ánimo se abra a la verdadera luz espiritual traída a todos los hombres y mujeres de buena voluntad! … Frente a una cultura consumista que tiende a ignorar los símbolos cristianos de las fiestas navideñas, preparémonos para celebrar con alegría el nacimiento del Salvador, transmitiendo a las nuevas generaciones los valores de las tradiciones que forman parte del patrimonio de nuestra fe y cultura”. (Benedicto XVI, 21 de diciembre de 2005)

DAR EN NAVIDAD



Autor: anonimo
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.chamiradio.org.pe

En esta Navidad propongámonos donar todo lo que tengamos y ofrecerlo a los demás: regalemos sonrisas, amabilidad, abrazos, cariño, afecto, amor, apoyo, gratitud, armonía, alegría, tiempo, oración… y también lo material que esté en nuestras posibilidades. Si todo el año fuera como Navidad, no cabría ninguna duda que el mundo sería mucho mejor.

10 maneras de vivir la generosidad en el hogar

1_ Hacer constantemente una revisión de las cosas de cada miembro de la familia para ver qué puede dar a los demás, compartiendo lo que le sirve y le gusta, no únicamente lo que le sobra. Acostumbrarse a tener solamente lo necesario.

2_ Reconocer y animar siempre a los miembros de la familia que tengan un acto de servicio o generosidad, fomentando acciones de servicio voluntarias, sin que nadie lo tenga que pedir. Evitar a toda costa burlas o bromas que inhiban esta actitud.

3_ Ser hospitalarios. Recibir con gusto y alegría a los amigos y visitantes atendiéndoles y haciendo que se sientan bien.

4_ Acostumbrarse a velar por las necesidades de los que están cerca de la familia: personal de servicio, vigilante, vecinos, etcétera.

5_ Dar siempre lo mejor de cada uno. Sonreír y hablar con amabilidad a todos los miembros de la familia y personas cercanas a ella. Acostumbrarse a hablar de las necesidades y carencias de los demás, más que de las propias.

6_ Rezar en familia por las necesidades de los demás, especialmente en momentos de desgracias, solidarizándose con ellos.

7_ Responder en familia de una manera rápida y eficaz a las llamadas de ayuda ante desastres o necesidades específicas. Apoyar a todos los miembros de la familia en actividades de servicio a los demás: prácticas de participación social, misiones, colectas, etcétera.

8_ Escuchar y enseñar a los hijos a escuchar, ya que esto es dar nuestro tiempo, atención y dedicación a quien quiere compartir con nosotros.

9_ Agradecer en familia todos los dones que se han recibido de manera gratuita. Valorarlos y atender a los que no tienen tanto como nosotros. Evitar a toda costa quejarnos por lo que no tenemos.

10_ Fomentar con alegría y prontitud la ayuda entre los miembros de la familia. Ayudar a los hijos a descubrir sus talentos y cómo pueden ponerlos al servicio de los demás.