lunes, 30 de noviembre de 2009

Silencio durante la consagración


Autor: P. Jon M. de Arza, IVE
Fuente: www.teologoresponde.com.ar (Liturgia)
Foto: www.pepeluis53.iespana.es


Pregunta:

Querido Padre: sin desmerecer el canto en la celebración eucarística, me asalta una duda, que quiero aclarar: ¿En el momento de la consagración, se puede cantar o tocar música de fondo? Espero su respuesta. Que Dios lo bendiga.
Respuesta:

Responde:

Según la Ordenación General del Misal Romano (OGMR), «La naturaleza de las partes “presidenciales” exige que se pronuncien con voz clara y alta, y que todos las escuchen con atención [Cfr. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Musicam sacram, día 5 de marzo de 1967, núm. 14: A.A.S. 59 (1967) pág. 304] . Por consiguiente, mientras el sacerdote las dice, no se tengan cantos ni oraciones y callen el órgano y otros instrumentos musicales» (n. 32). La Plegaria Eucarística, -de la cual la consagración constituye el corazón y la esencia-, es considerada como la principal de las oraciones presidenciales (Cf. OGMR, 30), aunque la consagración no lo sea estrictamente (porque la dice el sacerdote In Persona Christi). Se trata de que nada quite la atención de todos a aquellas sublimes palabras. Una música de fondo, puede ser muy bonita, pero es ciertamente distractiva. Cuando se rezaba el Canon en voz baja, se entendía que sonara el órgano, sobre todo al momento de las elevaciones (había partituras compuestas especialmente para ese momento), pero ahora, al menos en la Forma Ordinaria del Rito Romano, no se justifica, y, además, está vedado.

Ahora bien, la norma expresa: «mientras el sacerdote las dice (las palabras)», por lo que distingue este momento de aquel en que guarda silencio (porque hace la genuflexión o eleva la Hostia, o el Cáliz), pero estamos siempre dentro de la consagración, que es doble. Por eso, es diferente el caso de las aclamaciones que se cantan luego de cada consagración, por ejemplo, en el rito bizantino, el «Amén» que cantan los fieles, o los hermosos cantos de adoración que se comenzaron a cantar hacia fines de la Edad Media (s. XIII), tales como Anima Christi, Adorote devote, Ave Verum, Pie Jesu, O Salutaris, etc. Estos últimos constituyen una pausa de adoración contemplativa del Hijo (presente verdadera, real y sustancialmente en el Santísimo Sacramento) en medio de la Oración que se dirige al Padre. Luego fueron pasando al momento de la Comunión o a la Adoración Eucarística.

Como escribe el P. Jungmann, «los Sínodos de Augsburgo de los años 1548 y 1567 hablan ya de altissimum silentium (altísimo silencio) y de altum sanctumque silentium (alto y santo silencio), que no debía interrumpirse sin razón por cantos (…). También las disposiciones romanas permitían cantos durante la consagración. A la pregunta: “Si en la elevación del Smo. Sacramento en las Misas solemnes se puede cantar ‘Tantum Ergo’ etc, o alguna antífona propia del Sacramento”, se contestó el 14 de abril de 1763 afirmativamente (Decreta auth. SRC, n. 2424 ad 6). Una decisión posterior del 22 de mayo de 1894 permite tales cantos sólo peracta ultima elevatione (hecha la última elevación) y después de haberse cantado el Benedictus (Decreta auth. SCR, n. 3827 ad 3)» (J. JUNGMANN, El Sacrificio de la Misa, BAC, Madrid 1951, II, nota 99, 888-889). A la sazón, al comenzar el Sanctus, el sacerdote empezaba a recitar el Canon en voz baja, y el momento de la consagración era en silencio. Luego de la segunda elevación, se proseguía con el Benedictus.

Las oraciones o jaculatorias de los fieles (tales como «Señor mío y Dios mío», recomendada por San Pío X, y otras) deben decirse, más bien, en el interior del corazón. La misma campanilla que suena a cada una de las elevaciones (con una función de aviso, pero que al mismo tiempo rinde homenaje a Jesús Sacramentado), interrumpe, de alguna manera, el altissimum silentium que, a nuestro juicio, debiera reinar en ese momento en que ante la grandeza inefable del mysterium fidei, toda lengua calla en admiración contemplativa, y toda la creación permanece como expectante.

Corresponde alzar las manos en el Padre Nuestro durante la Misa


Autor: P. Jon M. de Arza, IVE
Fuente: www.teologoresponde.com.ar (Liturgia)
Foto: www.columnistas.com.mx (Fabian Alvarez)


Pregunta:

Quisiera saber si hay alguna disposición en laliturgia para el momento del Padre Nuestro en la Misa, hay gente que se tomade las manos y otras que las alzan igual que el sacerdote. ¿Corresponde o no? Porque según se, tomarse de las manos, duplica el gesto de la paz, pero másallá de eso no se prohíbe, es más algunos sacerdotes en mi Diócesis, loincentivan. Pero con respecto a las manos alzadas, tengo dudas. Espero su respuesta y desde ya muchas gracias. Un abrazo en Cristo. Nancy(Argentina).

Respuesta:

Su consulta está sustancialmente respondida ennuestra página, a propósito del momento de la consagración: Aquí

Los gestos que se realizan durante lacelebración de la Santa Misa están fijados en la Ordenación General del Misal Romano, y pueden ser adaptados (por supuesto, respetandola naturaleza de cada momento de la Misa) por las diferentes Conferencias Episcopales con la posterioraprobación de la Santa Sede.

En Argentina no hay nadaprescrito sobre este particular, por lo que, en principio, los fieles nodeberían alzar las manos. Todavía no ha salido la nueva edición del Misal Romano, pero, según tenemos entendido, no habrá modificaciones en estepunto,quedando tal como aparece en el Ordinario de la Misa (Cf. CEA, 84º AsambleaPlenaria, nov. 2002, Res. n. 7; Recon. CCDDS, Prot.n. 23/03/L, 28 jun 2003).

Según parece, no ha tenido eco lasugerencia del SENALI (Secretariado Nacional de Liturgia):«Nada excluyeque la elevación de las manos sea también propuesta por la Conferencia de Obispospara que ese gesto sea adoptado también por los fieles a tenor de OGMR 43, pues es el gesto más propiopara esta plegaria: el gesto del niño que pide a su padre. De hecho,hayuna tendencia bastante general a imitar ese gesto, que expresa mucho más lanaturaleza del momento orante que el “tomarse de las manos”, también bastanteextendido, pero más impropio. En consecuencia se sugiere indicar laposibilidad, facultativa según la costumbre del lugar, de elevar las manosmientras se reza la Oracióndel Señor».

A nuestro modo de ver, convienesubrayar la distinción del sacerdocio ministerial y real (Cf. la anteriorrespuesta). El Padrenuestro está íntimamente ligado a la Plegaria Eucarística,de la que es continuación y en la que el sacerdote alza las manos en actitud deintercesión, cual Moisés contra Amalec (Cf. Ex 17,11). Por esta razón, el Padrenuestro ha sido siempre una oración netamentesacerdotal, por lo que el Misal revisado por el Beato Juan XXIII, lo pone enboca del sacerdote, adhiriendo los fieles con la última petición del Pater: "ylíbranos del mal". El Misal de Pablo VI ha dado a los fieles una importanteparticipación al prescribir que la Oración del Señor sea rezada por el sacerdote y el pueblofiel conjuntamente, ya que con esta Oración nos preparamos principalmente para la Comunión. Curiosamente,ya en la época de San Agustín, en la Iglesia Africana, el sacerdotese reservaba la recitación del Pater Noster, uniéndose los fieles ritualmente, pero noalzando las manos, sino mediante golpes de pecho a la petición: «perdonanuestras deudas…»(Cf. J. JUNGMANN, El Sacrificio de la Misa, BAC, Madrid 1963, II.845).

COMO CORREGIR A NUESTROS HIJOS


Autor: Por Alfonso Aguiló
Web: teologoresponde.com.ar (Familia y matrimonio)
Foto: www.nuevotiwmpo.org



Pregunta:

Estimado sacerdote, le quiero hacer la siguiente consulta: ¿Cómo hacer para corregir a nuestros hijos sin herirlos y sin enojarse?, Además: Tengo el problema de que hay momentos en que me siento tan susceptible a lo que me digan los demás que no puedo estar en paz. ¿qué hacer cuando siento que alguien me está ofendiendo: dejarlo pasar o enojarme y contestarle?

Respuesta:

Le envío este artículo al respecto:

APRENDER A CORREGIR
Por Alfonso Aguiló

Es natural que los jóvenes y los mayores vean las cosas de distinto modo. Lo que sería extraño es que un adolescente y una persona madura pensaran de idéntica manera.

La educación no es empeñarse en que nuestros hijos sean como Einstein, o como ese genio de las finanzas, o como aquella princesa que sale en las revistas. Tampoco es el destino de los chicos llegar a ser lo que nosotros fuimos incapaces de alcanzar, ni hacer esa espléndida carrera que tanto nos gusta... a nosotros. No. Son ellos mismos.

Una labor de artesanía
Tener un proyecto educativo no significa meter a los hijos en un molde a presión. La verdadera labor del educador es mucho más creativa: es como descubrir una fina escultura dentro de un bloque de mármol, quitando lo que sobra, limando asperezas y mejorando detalles.

Se trata de ir ayudándoles a quitar sus defectos para desvelar la riqueza de su forma de ser y de entender las cosas.

Hay que buscar par los hijos ideales de equilibrio, de nobleza, de responsabilidad. No de supremacía en todo, porque eso acaba por crear absurdos estados de angustia. Lo que importa es fijarse unos retos que le hagan ser él mismo, pero cada día un poco mejor; que le hagan conocer las satisfacción de fijarse unas metas y cumplirlas.

La tarea de educar en la libertad es tan delicada y difícil como importante, porque hay padres que, por afanes de libertad mal entendida, no educan; y otros que, por afanes pedagógicos desmedidos, no respetan la libertad. Y no sabría decir qué extremo es más negativo.

Las cuatro reglas

Educar no es una tarea fácil. El adolescente tiende por naturaleza a enjuiciarlo todo, posee una considerable visión crítica de lo que le rodea. Eso no tiene por qué ser forzosamente malo. Por el contrario, puede ser muy bueno. Pero habría que establecer unas reglas del juego para que la crítica en la familia sea positiva.

Primera: Para que alguien tenga derecho a corregir tiene primero que ser persona que esté capacitada para reconocer lo bueno de los demás y que sea capaz también de decirlo: que no corrija quien no sepa elogiar de vez en cuando.

Porque si un padre no reconoce nunca lo que su hijo o su mujer hacen bien, ¿con qué derecho podrá luego corregirles cuando fallen? En este sentido no debemos olvidar que, el que nada positivo encuentra en los demás tiene que replantear su vida desde los cimientos: algo en él no va bien, tiene una ceguera que le inhabilita para corregir.

Con mucho cariño

Segunda: Ha de corregirse por cariño: tiene que ser la crítica del amigo, no la del enemigo. Y para eso tiene que ser serena y ponderada, sin precipitaciones y sin apasionamiento: tiene que ser cuidadosa, con el mismo primor con que se cura una herida, sin ironías ni sarcasmos, con esperanza de verdadera mejoría.

Tercera: Tampoco debe darse la corrección sin antes hacer examen sobre la propia culpabilidad en lo que se va a corregir. Cuando algo marcha mal en la familia, casi nunca nadie puede decir que está libre de toda culpa.

Además, cuando uno se siente corresponsable de un error, corrige de forma distinta. Porque corrige desde dentro, comenzando por la confesión de la propia culpa. De este modo, el corregido entenderá mucho mejor porque empezamos por compartir su error con el nuestro, y no lo verá como una agresión desde fuera sino como una ayuda desde dentro.

La crítica destructiva es tan fácil como difícil es la constructiva.

Resulta muy eficaz que en la familia haya fluidez en la corrección, que se puedan decir unos a otros las cosas con normalidad. Que los agravios o los enfados no se queden dentro de los corazones, porque ahí se pudren.

Poco a poco

Cuarta: Regla múltiple sobre la forma de llevar a cabo la corrección. Ésta ha de ser cara a cara, pues no hay nada más sucio que la murmuración o la denuncia anónima del que tira la piedra y esconde la mano; a la persona interesada y en privado; y siempre sin comparar con otras personas: nada de 'aprende de tu primo, que saca tan buenas notas, o del vecino de arriba que es tan educado...'

Con mucha prudencia antes de juzgar las intenciones y no hablar de lo que no se ha comprobado bien, pues corregir sobre rumores, suposiciones o sospechas, supone hacer méritos para ser injusto.

La corrección deber ser específica y concreta, no generalizadora ; sabiendo centrarse en el tema, sin exageraciones, sin superlativos, sin abusar de palabras como siempre, nunca... Conviene hablar de una o dos cosas cada vez, porque si acumulásemos una lista parecería una enmienda a la totalidad más que otra cosa; y sin reiterarlas demasiado: hay que darles tiempo para mejorar. Además, la excesiva machaconería se vuelve también contraproducente.

El mejor momento

Por último, hay que saber elegir el momento para corregir o aconsejar, que ha de ser cuanto antes, pero siempre esperando a estar los dos tranquilos para hablar y tranquilos para escuchar: si uno está aún nervioso o afectado por un enfado, quizá sea mejor esperar un poco más, porque de los contrario probablemente se estropeen más las cosas en vez de arreglarse. Corregir sí, pero siempre poniéndose antes en un lugar, haciéndose cargo de sus circunstancias, procurando, como dice el refrán, calzar un mes sus zapatos antes de juzgar.

Actuando así, se corrige de modo distinto. Incluso veremos que muchas veces es mejor callarnos: hay quien dijo que si pudiéramos leer la historia secreta de nuestros enemigos, hallaríamos en sus vidas penas y sufrimientos suficientes como para desarmar nuestra hostilidad.

Un buen ambiente familiar

La amistad entre padres e hijos se puede armonizar perfectamente con la autoridad que requiere la educación.

Es preciso crear un clima de gran confianza y de libertad, aun a riesgo de que alguna vez sean engañados. Más vale que luego ellos se avergüencen de haber abusado de esa confianza y se corrijan.

En cambio, cuando falta un mínimo de libertad, la familia se puede convertir en una auténtica escuela de la simulación.

A los adolescentes les cuesta mucho obedecer pero tienen que entender que, guste o no, todos obedecemos. En cualquier colectivo, las relaciones humanas implican vínculos y dependencias, y eso es inevitable. No pueden engañarse con ensueños de rebeldía infantil.

En definitiva, obedecer es a veces incómodo, es verdad. Pero tienen que descubrir que no siempre lo más cómodo es lo mejor. Deben darse cuenta de que el mejor camino para ser libre es lograr ser dueños de uno mismo. Han de comprender que sólo una persona bien curtida en la obediencia juvenil será libre en la edad adulta.

Para pensar

* Procura fijarte más en los valores positivos de los demás. Y al observar sus defectos, o lo que te parece a ti que son defectos, piensa si no los hay -esos mimos- también en tu vida.

* No debes olvidar que -no se sabe en virtud de qué misteriosa tendencia- todos solemos proyectar en los demás nuestros propios defectos.

* No pierdas la paciencia. Cuando pienses cosas como 'le he dicho a esta criatura por lo menos cuarenta veces que... y no hay manera', no dejes de preguntarte si quizá también tú te has propuesto cuarenta veces muchas cosas que luego no has logrado hacer.

* Esto no quiere decir que no debamos exigir y corregir porque nosotros no seamos perfectos. Pero cuando alguien es consciente de sus propios defectos, la tarea de educar se percibe casi como una tarea de compañerismo: se celebra el triunfo del otro y se sabe disculpar y disimular la derrota, porque se confía en que le llegarán también tiempos de victoria.

* Sé prudente antes de juzgar o corregir: recuerda aquello de que el bien debe ser supuesto, el mal debe ser probado; y eso otro de oír la otra campana, y saber quién es el campanero...

* Para que la corrección sea eficaz, es preciso lograr previamente un clima de confianza. A veces somos rígidos y distantes porque estamos inseguros, porque no nos lanzamos a educar es la confianza, y no debe olvidarse que la confianza es un gran valor en la educación.

... y actuar

Plantea en una tertulia familiar cómo podríais lograr una mayor fluidez en la corrección, de manera que os podáis decir unos a otros con cierta normalidad las cosas que os molestan. No dejes de explicar que los agravios o los enfados no deben quedarse dentro del corazón, porque ahí se pudren; y que es preciso saber perdonar y dar un voto de confianza a todos: el verdadero perdón es siempre generoso en conceder oportunidades de enmendarse.

Tomado de 'Hacer Familia'

¿Enfermedades a causa de Internet?


Autor: P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.
Web: www.teologoresponde.com.ar
Foto: www.maestrosenlinea.educared.pe

Pregunta:

Padre, mi hijo se pasa muchas horas navegando por internet; ¿es malo eso? ¿puede producirle algún problema?

Respuesta:

Yo no soy especialista en temas de psiquiatría; pero tengo entendido que las largas sesiones de internet no son benéficas para la personalidad de nadie, particularmente de los niños y adolescentes. Tal vez le pueda servir el siguiente artículo aparecido hace un tiempo en Zenit.

'El uso desmedido de Internet puede degenerar en patologías hasta ahora inexistentes, según advierten psiquiatras y psicólogos católicos.

Los niños son los más vulnerables ante esta nueva forma de enfermar, concluyó el pasado jueves el congreso organizado por en Roma la AIPCC (Asociación italiana de psicólogos y psiquiátras católicos).

La conclusión recoge los resultados de un estudio sobre los trastornos derivados del abuso de la red llevada a cabo entre 109 niños de seis a nueve años de edad.

Los jóvenes adultos son, por lo general, más propensos a desarrollar 'tech-abuse', es decir la dificultad de entrar en relación con personas reales, según el estudio.

Otro de los fenómenos constatados es el 'webcam abuse', propensión --o incluso obsesión-- a espiar a los demás a través de sitios con tal propósito en Internet.

El 'tecnoautismo' o incapacidad de expresar las propias emociones sin la ayuda de las nuevas tecnologías es más frecuente entre los niños explica el estudio, recogido por la agencia Sir de la Conferencia Episcopal italiana.

'El 15-20% de los niños estudiados navega regularmente por Internet, chatea y, sobre todo, busca amistades en la red', sigue diciendo el trabajo.

'Suscita una viva preocupación el hecho de que la tecnología se entienda como una modalidad de interacción con los demás', explicó el presidente de la AIPCC y coordinador de la investigación, Tonino Cantelmi.

El 70% de los jóvenes pasa diariamente con los videojuegos un par de horas, pero se han registrado abusos que superan las cinco horas en un 5% de los casos.

En la investigación realizada sobre este grupo de niños se comprobó igualmente que el 5% navega en Internet más de cinco horas diarias.

Por ello es necesario 'que los padres acompañen a sus hijos en el uso de los nuevos medios; si se les deja solos existe el riesgo de que sean aplastados', observó la presidenta de la Comisión parlamentaria italiana para la infancia, Maria Burani Procaccini'.

(Artículo: 'Psiquiatras y psicólogos católicos: Nuevas tecnologías, nuevas patologías'; ROMA, 18 febrero 2003; ZENIT.org).