miércoles, 10 de diciembre de 2008

LA GRACIA EN EL NUEVO TESTAMENTO

El presente informe, es un trabajo realizado en el profesorado de Ciencias Sagradas, R. Tavella, cuyos profesores de la cátedra de Teología Moral Fundamental, son: Dr. Julio Raúl Méndez. Y la Prof/a. Silvia Peralta Díaz.

EL grupo para tal exposición del tema: LA GRACIA EN EL NUEVO TESTAMENTO, lo conformaron: Hna. Lucia Bonifacio, Hna. Laura Daher, Ángel Sarapura, y Diego Flores.


Como es sabido en tiempos de Jesús, el contexto que predominaba en su entorno era el tema de la observancia de la Ley de Dios. Para los judíos era tan importante la Ley, porque en la misma se manifestaba la voluntad de Dios. Sin embargo ese “hacer la voluntad de Dios, expresada en la Ley mosáica, no bastaba para la salvación”. Recordemos que se dijo más de una vez que “no se es cristiano sin los diez mandamientos, pero tampoco se es cristiano solo con los diez mandamientos”. Tal aspecto lo podemos recordar bien en la historia del joven rico del evangelio (Mt. 19,16-22). En tal pasaje de la biblia, el autor sagrado nos deja una hermosa enseñanza a través de un juego de palabras que pone en labios de Jesús. Veamos.

En esa historia del joven rico encontramos que al preguntarle al Maestro “que obra buena debe de hacer para conseguir la Vida Eterna”, el Señor le responde que debe de cumplir (o guardar) los mandamientos, y seguidamente le nombra algunos de ellos. A esto, el joven rico le dice, como si estuviera justificándose por lo bien que hace, que todo eso lo ha cumplido, y se anima a preguntarle: “¿Qué me queda por hacer?”, a lo que Jesús le pide que venda todo lo que tiene y que luego lo siga, si quiere ser perfecto. Pero el joven se retiró muy triste porque poseía muchos bienes.

Ahora, resulta interesante que en esta tradición escrita encontramos en dos ocasiones el verbo “cumplir o guardar”, el primero se encuentra en el versículo 17 (“cumple los mandamientos”), y el segundo en el versículo 20 (“todo eso lo he cumplido”). Ahora bien, tales expresiones en el original griego son dos verbos diferentes, cuyo significado hace cambiar el sentido de lo que pidió Jesús y lo que contesto el joven. Analizando el texto podemos ver que cuando Jesús dice en el vs. 17 “guarda”, el verbo en griego es θέλεις (zeleis, zeleo) que es un verbo en modo imperativo que indica una observancia en el cumplimiento, pero de corazón, es decir tanto exterior (el haberlos conocidos) como interior (que los haya cumplido). Y recordemos que “el corazón en el A.T. era el nucleó desde donde la persona decide su vida”, “el corazón es la sede de los pensamientos ocultos, las intenciones más profundas del hombre hebreo”. Pero cuando el joven responde en el vs 20 “yo lo he guardado”, emplea el verbo ἐφυλαξάμην (efulaxamen), que significa un cumplir, un guardar, pero solo de modo intelectual, no indicando en absoluto que el joven lo estaba o lo estuvo cumpliendo, por lo tanto lo que esta contestando a Jesús es que él ya los conocía.

Es decir, que triste que el joven nunca había cumplido ni siquiera el primer mandamiento. Poseía muchos bienes y por eso se retiró triste, porque de un modo inminente tenía el mal ante sí, poseía muchos bienes y lo tenía como algo primordial en su vida. Y recordemos que Jesús dijo una vez que: “no se puede servir a dos señores (Dios y el dinero). El joven rico tenía al dinero por encima de Dios. Ese era su primer mandamiento.

Ante todo lo dicho, nos señala J. L. Ruiz de la Peña, que “la entrada en el reino ha de ir precedida por un proceso articulado que consiste en tres momentos: llamamiento – despojamiento – seguimiento. Ahora, fue así como Jesús se presentó ante el joven rico: Jesús lo llamo a cumplir los mandamientos, luego le propuso que dejara sus bienes (despojamiento), y finalmente lo llamo a seguirlo.

Las parábolas de Jesús son claros reflejos de la gracia divina que viene de Dios en auxilio del hombre debilitado por la exigencia de la ley que no lo justifica interiormente sino que lo enorgullece exteriormente1.
El joven rico no pudo cumplir el segundo y el tercer paso, porque ni siquiera se adhirió al primero, el cual exige una mirada y adhesión desde la fe para con Dios por Jesucristo, que implica a su vez un seguimiento desde la confianza en el Padre Misericordioso (como lo experimentó el hermano menor que recapacitó, y confió en el perdón de su padre). Por eso Jesucristo le dice anteriormente “¿Cómo me preguntas acerca de los que es bueno? Uno solo es el Bueno”2, haciendo referencia a Dios Padre, que seguramente el joven rico sabia de él, pero no lo conocía como Alguien sino como algo, y por lo tanto no le inspiraba confianza, más bien su algo (dinero) le ofrecía el bien que él andaba buscando.

Las parábolas del Señor, muestran una exigencia: tomar la cruz de Cristo y seguirlo; implica un llamado, dar una respuesta inmediata. Ahora, la respuesta, como acto de responsabilidad de su propio obrar, implica a su vez necesariamente la libertad del hombre. Pero sabemos que la libertad es tal, en cuanto cumple con su contenido, que no es otro que llevarnos a Dios. Y “Cristo nos libertó para la libertad”, es como se entiende que la vocación del cristiano, es por lo tanto un “ser llamado a la libertad” (Gal. 5,1.13) El joven rico era esclavo del dinero, por eso no pudo liberarse en la Libertad que tenia frente suyo (“y la verdad nos liberará” Jn. 8,32). Aceptar la vida de Cristo en nosotros no es otra cosa que la participación en la vida de Dios, “una acción de Dios desde nuestro interior…”. Y esto no es otra cosa que la gracia divina.

Así también lo entendía S. Pablo, la gracia como un don liberador que transforma la naturaleza humana para que así participar en la vida de Dios, que es Padre antes que cualquier otro título que le atribuyamos (“…uno solo es el Bueno…). Y tal participación es obra de Dios; por eso la justificación, la gracia; es un regaló mas que creó Dios por el amor que nos tiene. Es Él quien nos bendice siempre y en primer lugar (bendición descendente).
Y si bien es cierto que el joven rico es el que pregunta primero a Jesús por lo que debe de hacer, sin embargo es Jesús quien toma la iniciativa para invitarlo a seguir al Padre por medio de Él. “Jesús obra así porque así es como obra el Padre”. Dios no nos va a dar ninguna razón o explicación del por qué nos llama, del por qué quiso inhabitar en nosotros. Somos nosotros los recibidos en la vida de Dios. Nuestro Padre actúa y realiza en nosotros la fuerza que nos llevara a realizarnos como persona3. “…la gracia de la justificación por la fe consiste en un vivir Cristo en nosotros…”, como lo dice Ruiz de la Peña. Es Cristo el que se dona con su vida, para que nosotros nos donemos a los demás como el Maestro nos enseño. “Jesús no se limitó a proclamar la paternidad misericordiosa de Dios, sino que ha ajustado su conducta a esta proclamación4. A las palabras se suman las acciones…”, y esto se ratifica en su predilección por los pecadores.
Es por esto que la vida de la gracia que nos ha regalado Dios en Jesús, también exige una respuesta concreta que implica primeramente una conversión de corazón, para una posterior adhesión a la vida de la gracia, a través de los actos concretos. Por eso es que por la gracia, se puede comenzar el camino del réditus: “el retorno del hombre a Dios, que se realiza por una inmersión, de una entrada del hombre a Dios”. Es como una atracción entre el hombre, querido por Dios a la que no se puede separar.

La gracia como la participación5 del hombre en la vida divina, la podemos encontrar en la parábola del Padre misericordioso, a la cual la podemos llamar la del: “joven pobre”, en comparación con la historia del joven rico que ya hemos comprendido; y digo “joven pobre” porque sólo a los pobres y humildes de corazón les pertenece el reino de los cielos. En cambio al final del relato del joven rico, Jesús dijo cuán difícil es para un rico entrar al reino de los cielos.
La gracia, la venida de Dios como presencia viva dentro de nosotros, la podemos vivenciar en el siguiente pasaje bíblico:

“Cuando estaba lejos todavía, su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo beso” (Lc. 15,20b).

Dios vive en nosotros; nos queda a nosotros vivir para Dios.


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Notas (Conferidas por Lucio Francisco Ajaya)

1_ Sobre este punto hay que ser cuidadoso. La Ley para Jesús no tenía un sentido peyorativo. Al contrario Él anuncia su plenitud con plena autoridad: “ustedes oyeron que se dijo”, “ahora YO les digo”. “No viene a abolir la Ley, sino a darle cumplimiento” “Ni una “i”, ni una coma….”La falta radicaba en el modo del cumplimiento, basado en preceptos elaborados por tradiciones humanas, cuyo gran número, más que hombres no justificados interiormente, causó hombres frustrados: ¿quién puede cumplir tantas normas? Además, la justificación era un derecho y nunca un don de Dios, puesto que se lograba por el cumplimiento observante de la Ley. En este esquema legalista, Dios le debe al hombre la justificación. En todo caso la Gracia le hace descubrir la Plenitud de la Ley, que es una Persona Divina: Jesucristo. Por eso se habla del tiempo bajo la Ley, bajo la Gracia.
En San Pablo, la interpretación es distinta, puesto que someterse a la Ley es hacerse judío y no aceptar la fe en Cristo Jesús, que es en definitiva lo que justifica. Por ello el apóstol lucha contra la Ley, porque los judaizantes interpretaban que primero se es judío y luego cristiano para ser justificado. Por eso ya no es la Ley, ni las obras lo que justifica, es la Fe en Cristo Jesús, el Señor.

2_ Es apropiado citar también la exégesis de Juan Pablo II en Veritatis Splendor. Dios es la única fuente de Bondad; Sólo en Él tienen respuestas los cuestionamientos más profundos sobre la moral.

3_ Es importante citar a S. Agustín, el Doctor de la Gracia. Afirma que hay un initio Fidei, que implica el momento anterior a volver a Dios. Eso ya es Gracia…

4_ Sobre esto existe una interpretación interesante: De Jesús se sabe más por la praxis, que por la doctrina que pudo haber transmitido, ya que los discípulos comprendieron más de su persona estando con Él...viéndolo rezar, viéndolo curar, conversando frente a frente...teniendo contacto....la doctrina corona el vivir...En este caso...la verdad es corolario de una forma de vida....
Otra interpretación afirma que el Señor, dentro de su Magisterio incorporó las enseñanzas (dimensión profética) y la praxis (los milagros que confirmaban sus palabras).

5_ Por la Gracia somos como la cuarta persona de la Trinidad.


BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:

• JUAN LUIS RUIZ de la PEÑA, Antropología teológica especial, Capítulo 6: la gracia en el Nuevo Testamento, SAL TERRAE, Santander, (2° edición).
• J.R. MÉNDEZ, Teología Moral Fundamental, apuntes de clase, 2008.
• CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.
• BIBLIA “PUEBLO DE DIOS”.

Bibliografía complementaria:

• BIBLIA EN GRIEGO “KOINÉ”.
• ANÁLISIS DEL VERBO “GUARDAR”, Anónimo.
GERMÁN JIMENEZ, Introducción a la filosofía, apuntes de clase, 2007

MUTILACIONES

Por Hugo Luis Daher

La izquierda lejana del pueblo y cercana a la dialéctica Marxista (ideología marchita del siglo XIX y afilada en el siglo XXI para machetear la persona humana) es formadora de un perfil de gentes a medias: medio ignorantes, incompletas, media tontona, faltándole algo; dimensiones que creen completar, llenar, “plenificando” a la gente común, gente de mi pueblo con la doctrina de este o aquel profeta secular ¿Qué pregonan aquellos que intentan mutilar al hombre? ¡Ojala fueran muchos los socialistas aggiornados, actualizados! como aquellos que creen en una visión antropológica íntegra, plena, completa de la persona humana.

Así, estos constructores del paraíso material o del paraíso de bienestar o del paraíso tecnológico, andan haciendo fuerza por quitarle al hombre (si es posible) su Dios, o su tradición familiar, o sus raíces nacionales, o su sexo e inclusive su misma vida y cada vez más frecuentemente antes de nacer.

Ahí están estos sabios de la felicidad, ocupando no pocos e importantes puestos en la política, en la administración pública, en algunas Universidades, en muchos medios de comunicación, confundiendo la Verdad con verdades, a Dios con dioses y poniéndose ellos mismos como estas verdades y como estos dioses.

Así, siendo confesos de una doctrina filosófica-ideológica creen poseer la facultad de anatematizar a los que piensan marcadamente diferente, ya sean de derecha, de la misma izquierda, del centro, conservadores o confesos.

Si podrían, mandarían al paredón o sencillamente fusilarían a los que piensan diferente como sucedió en la España Franquista, o en la Alemania Nazi, o en la Italia del Duce, o en la URRSS Bolchevique, o en la México laicista de principio del siglo XX. O como sucede ahora en países como China, India o en algunos Estados Africanos. Intolerancia ideológica, intolerancia fundamentalista pseudos religiosa, asesinos sueltos y sin escrúpulos ¡Dios nos libre!

Y muchos de estos quieren evitar el nacimiento de nuestros niños, o la formación religiosa escolar, o la identidad sexual natural (entre otras cosas) para dar paso a no se que forma de vida.

El Espíritu y el pensamiento religioso siempre predicó desde sus raíces la realización íntegra de la persona humana en sí misma y en su contexto vital: la sociedad. Enseñó y enseña la Paz, la Justicia, la Libertad, la Bienaventura.

El mismo concepto de persona y los consecuentes derechos humanos, que se van descubriendo universalmente en la historia del hombre, son una herencia bien habida que tienen su origen en las enseñanzas del gran Maestro Jesús de Nazaret, cúlmen y máxima expresión de las religiones monoteístas más importantes, las que así como se encuentran en un mismo origen se han de encontrar íntimamente unidas al final de sus caminos.

Por esto, en vez de extirpar órganos vitales de la persona humana, hay que discernir lo que realmente le hace mal para transformarlo en bien. Entonces la vida será Vida, lo natural se ubicará en su lugar, la creatividad del hombre estará a su servicio (y no autodestruyéndolo), el conocimiento dará luz y las conductas armonizarán las relaciones sociales.