lunes, 23 de marzo de 2009

Una vida, esperanza de otra vida



La crirsis del acto altruista



Hugo Luis Daher



Esta lleva un nombre, se llama: Javier Puertas Mariscal(h). El hermano de Andrés que junto a otros de ellos le salvaron la vida.

Andrés es un niño de siete años que vivía a transfusiones de sangre cada tres semanas por portar una enfermedad congénita. Su promedio de vida (calvario) estaba en lo treinta y cinco años.

La ciencia ofreció a los padres la posibilidad de sanar a su hijo con un transplante de células madre de un cordón umbilical compatible 100% y totalmente sano de esta avería genética.

¿De donde conseguirlo? La repuesta estaba entre los “hermanos potenciales”, alguno podría traer la solución y para esto se realizo la fertilización asistida “in vitro” de la cual surgiría el hermano donante: Javier. Los bebes no utilizados (aclaro por las dudas) los hermanos de Javier y Andrés en el mejor de los casos continuarán con su “función” altruista, mientras se los conserva bien frescos, o en su defecto serán eliminados.

¿Esto que suena crudo y patético es real? Y si, de entre estos embriones fue seleccionado Javi el héroe reconocido y mediatizado. Es el producto marketinero que abre un nuevo mercado en el ya hiper lucrativo mundo de la salud.

Javier(h) es realmente un grande, aunque no halla elegido serlo, pero en realidad esta cuestión no lo hace a menos, al contrario lo potencia en su dignidad y tiene un talento a favor, nació salvando la vida de uno de los prójimos más próximos: su hermano Andrés.

Ahora bien, en honor a la justicia abría que hacerle un reconocimiento a todos esos bebés embriones que dieron sus vidas por sus dos hermanos: Andrés y Javi.

La familia Puertas Mariscal está feliz, sana y unida, han ganado vida y superado enfermedad y dolor, estos misterios que tanto nos hacen sufrir.
Tal vez el costo es elevado a nivel ético y moral, nivel que muchas veces se ubica en posiciones duras e intelectuales por exceso desplazando el sentimiento afectivo y el dolor del sacrificio de lo que se pierde por ganar algo de vida.

La razón, la voluntad y el amor no van en perfecta armonía. Es un idealismo al cual tendemos mientras nos dejamos asesorar por la Sra. Prudencia. Intentar imponer idealismos es dogmatismo y fundamentalismo y esto solo trae desunión, infelicidad y muerte.