lunes, 21 de diciembre de 2009

PEQUEÑOS GESTOS QUE HACEN LA DIFERENCIA


Autor: anonimo
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu (extraido de: www.buzoncatolico.com)
Foto: www.solamenteunaflor@blogspot.com


Es momento de evaluar y reparar. ¿Por qué no nos detenemos a pensar cómo mejorar en los pequeños detalles de la vida cotidiana para hacerla más amable tanto a la gente que nos rodea como a nosotros mismos? He aquí una lista de acciones sugeridas por Francisco Rodríguez Barragán de conoZe.com.

Saludar y sonreír a las personas con las que nos encontramos en el ascensor o la escalera.

No arrojar al suelo papeles, envolturas, colillas, chicles.

No hablar por celular en el cine, conciertos, conferencias y teatros.

Dar las gracias a quien nos atiende en el supermercado, en la oficina pública, en el centro de salud, en los restaurantes, etc.

Decir ‘por favor’ siempre que solicitemos un servicio.

No gritar, ni hablar a voces.

Hacer bien nuestro trabajo, con honestidad y dedicación.

No dejar en la calle los excrementos de nuestro perro.

Evitar ruidos innecesarios o molestos.

No aparcar en doble fila.

Cumplir nuestro horario de trabajo con exactitud.

Poner interés en resolver los problemas que nos planteen las personas a quienes debamos atender.

Respetar las reglas del tráfico.

No insultar a otros conductores.

Ceder el asiento o la acera a las personas mayores.

Respetar los árboles y los jardines y enseñar a nuestros niños a hacerlo.

Evitar comentarios desfavorables sobre los demás.

Utilizar el mobiliario urbano con tanto cuidado o más que el de nuestra casa.

Reclamar nuestros derechos con firmeza, pero con buenos modos.

Agradecer a quien nos sirven por su dedicación.

Alabar sinceramente las realizaciones de los que nos rodean
.
Todas estas cosas y otras más son cosas fáciles de hacer, que no requieren de cualidades excepcionales, pero son el entrenamiento necesario para que sean posibles y creíbles otros gestos y compromisos de más envergadura.

40 FORMAS DE CORREGIR PARA OBTENER BUENOS RESULTADOS

Autor: Francisco@micumbre.com
Fuente: www.micumbre.com
Foto: www.padrealexis.com



1. Corregir a tiempo, teniendo bien presentes todas las circunstancias ocurridas, sin esperar a que se haya olvidado lo que va a ser corregido, o que la lejanía le quite importancia.

2. Corregir comprendiendo las características de cada persona, y sus posibilidades de haber evitado los errores, así como las situaciones en las que se produjo el error.

3. Corregir con amabilidad, evitando las situaciones extremas de brusquedad, despotismo o prepotencia.

4. Corregir con amor, cariño y esmero, evitando la soberbia, el odio y el desprecio hacia la persona corregida.

5. Corregir con caridad, sin hacer sangre ni hurgar en las heridas producidas por los errores que hayan cometido. Más se consigue corrigiendo con caridad que con dureza e intolerancia

6. Corregir con coherencia, en función de la importancia de los hechos presentes, pasados y previstos para el futuro.

7. Corregir con compasión, teniendo en cuenta que nadie es perfecto y que ha podido haber un mal momento imprevisto, además del grado de dificultad o de facilidad para haber cometido los errores.

8. Corregir con conciencia de lo que se hace, sabiendo lo que puede suponer esa corrección para la persona que ha cometido el error. Sin poner agresividad ni abuso, ni en la forma ni en el fondo de la corrección.

9. Corregir con confianza, dando un sentido de familiaridad y amistad para conseguir que el que haya cometido el error pueda sentir la tranquilidad suficiente para abrir su mente y poder aceptar lo que se le dice.

10. Corregir con conocimiento, de los hechos y de las soluciones propuestas, documentándose bien con evidencias del error cometido, ofreciendo soluciones en función de experiencias obtenidas, sin improvisar.

11. Corregir con constancia, sin que haya días que se aceptan los errores y otros días que no se aceptan.

12. Corregir con control de lo que se dice, sin peder la calma, sin decir cosas desagradables que posteriormente haya que arrepentirse por haber perdido el dominio mental. “Somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios”

13. Corregir con cordialidad, con la misma que nos gustaría que nos corrigieran a nosotros. Cordialmente se pueden decir muchas cosas, muy concretas y fuertes. La cordialidad abre más y mejor la mente para escuchar, que la brusquedad.

14. Corregir con cortesía, respeto y buena educación. Las correcciones se entienden mejor cuando son dichas cortésmente, evitando las torpezas, rudezas, groserías e insolencias.

15. Corregir con criterio y razonamiento, sabiendo distinguir todos los conceptos que originaron los errores y aplicando la corrección en función de las circunstancias, personales, sociales y educacionales. Evitando la insensatez, la ligereza y la irracionalidad.

16. Corregir con decisión, de forma resoluta, determinada y con energía, evitando la cobardía, aplazamientos y desinterés para hacer las correcciones pertinentes.

17. Corregir con dignidad, nobleza, decoro, sobriedad y honradez, evitando la humillación, el deshonor y las bajezas.

18. Corregir con disciplina, método y orden, según las normas establecidas o de uso común, pero sin sometimiento, dureza, intolerancia, rigidez ni intransigencia.

19. Corregir con discreción, intentando que nadie más se entere, a no ser que tenga que corregirse públicamente para beneficio del colectivo familiar o social. Como principio básico, las correcciones deben hacerse en privado y los halagos o felicitaciones en público.

20. Corregir con el ejemplo, esta es la que mejores resultados da, principalmente cuando son los padres los que corrigen y hacen de espejo con lo que dicen, pues sobran muchos argumentos y explicaciones. Con mal ejemplo no se puede corregir.

21. Corregir con fidelidad a los compromisos adquiridos previamente sobre lo que está bien o mal hecho, teniendo muy en cuenta la lealtad mantenida con las personas, sin traicionar las relaciones anteriores.

22. Corregir con fraternidad, teniendo en cuenta que todos somos hermanos y que tenemos que amarnos los unos a los otros, evitando que la corrección se convierta en enemistad.

23. Corregir con generosidad, demostrada con grandeza de espíritu y de forma esplendida y con magnanimidad, evitando el egoísmo.

24. Corregir con honestidad, lealtad y rectitud. Sin dejarse nada escondido, ni de lo bueno ni de lo malo de lo que pudiera modificar la corrección.

25. Corregir con humildad, modestia y sencillez, sin sentirse superior por tener la oportunidad, el derecho o la obligación de hacerlo, para no provocar sumisión, humillación, ni servilismo.

26. Corregir con justicia, ecuanimidad e imparcialidad, teniendo en cuenta siempre el tamaño de la corrección con el de la falta, evitando la arbitrariedad, el abuso y los caprichos.

27. Corregir con moderación, sensatez, discreción y prudencia, tanto en la cantidad como en la importancia, evitando el abuso y la indiscreción.

28. Corregir con objetivos bien claros, justos, adecuados a la falta y ecuánimes, evitando que sean apasionados, parciales, unilaterales o deshonestos.

29. Corregir con paciencia, tesón, caridad y equilibrio entre la importancia y la cantidad de la falta cometida, las características de la persona que la ha cometido y las repercusiones que pueden ocurrir en el futuro, evitando originar tensión, ira o enojo.

30. Corregir con prudencia, sabiendo cuándo, cómo y dónde debe hacerse la corrección para que tenga el mayor efecto positivo posible.

31. Corregir con respeto y consideración, máxime cuando la persona que ha cometido la falta tenga grandes discrepancias o divergencias personales, que pudieran hacerle sentirse mal justificadamente al ser corregido, evitando el descaro, la osadía, la descortesía y el insulto.

32. Corregir con responsabilidad, sensatez y prudencia, sabiendo lo que se dice y lo que se hace. Haciéndose solidario con las consecuencias de la corrección realizada.

33. Corregir con sabiduría e inteligencia, soportada por una previa experiencia, información o estudio sobre la materia corregida.

34. Corregir cooperando en las soluciones, al no proponer procedimientos irrealizables y en los que el corrector no pueda cooperar directa o indirectamente.

35. Corregir en privado, pues casi siempre funciona mejor, a no ser que convenga o sea necesario divulgar la corrección, pero las alabanzas deben ser públicas.

36. Corregir escuchando y atendiendo al corregido sin perder ni ripio, pues es fundamental entender el error producido, antes de manifestar la reprimenda, los consejos y las soluciones.

37. Corregir para ayudar a mejorar en la conducta, buscando el arrepentimiento y el propósito de la enmienda. Este es uno de los principales motivos de la corrección.

38. Corregir por el bien común de la familia, de los amigos y de la sociedad, para evitar que el error o daño pueda volver a producirse y perjudique a terceros.

39. Corregir sin discriminación por la edad, sexo, raza, situación económica o de dependencia, parentesco o afinidad.

40. Corregir sin herir, evitando que queden cicatrices tanto del error como de la corrección. Intentando que el corregido encuentre la paz después de reconocer sus errores y una mayor aceptación de la persona que le ha corregido.

EL CONCEBIDO


Autor: Hernán Collado.
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.diariopregon.blogspot.com


Al unirse los gametos (espermatozoide y oocito maduro) se inicia una nueva vida.

La reproducción es un fenómeno muy interesante, en el sentido de que lo que se reproduce nunca es la materia sino su información.

La vida de los seres comienza cuando la información que el padre transmite en el espermatozoide encuentra en el óvulo la aportada por la madre. La necesaria y suficiente para definir el nuevo ser se encuentra reunida desde la fecundación.

Sería imposible reproducir la materia. Lo que se reproduce y trasmite es una información que anima la materia.

No hay materia viva, sólo existe materia animada por un mensaje que es la vida, que produce vida.

A la primer célula se le conoce con el nombre de cigoto. Está constituida por 46 cromosomas, 23 paternos y 23 maternos. Con 100.000 genes que a su vez contienen 100 millones de pares codificados, es decir 100 millones de informaciones.

Es la misma desde el inicio, no se agrega ningún dato en el resto de la vida.

El cigoto es la célula más especializada que existe en el mundo, Posee instrucciones especiales que subrayan qué segmentos del ADN deben expresarse, cuándo.

Cuatro prótidos: Adenina, Guanina, Citosina y Timina son los elementos constitutivos del ADN, que como "código de barras", constituye la información genética.

No sólo está escrito lo que constituye el mensaje genético, sino el modo en que debe leerse, una secuencia tras otra.

Hace 15 años en Inglaterra inventaron el neologismo de "preembrión", para designar al embrión en sus 14 primeros días de vida. Usándolo como eufemismo para minimizar o justificar el uso que se pueda hacer de los embriones humanos en sus primeros 15 días de vida.

Al abrir el Diccionario de la Lengua Española, Vigésima Primera Edición, encontramos:
"embrión. En la especie humana, producto de la concepción hasta fines del tercer mes de embarazo."

No necesitamos ninguna subclase a la que llamar "preembrión", porque no hay nada antes que el embrión, salvo el espermatozoide y el óvulo.

Cuatro argumentos han dado para el uso de este concepto: la pluripotencialidad celular, posbile divisibilidad por gemelaridad, la falta de implantación y carencia de sistema nervioso.

Pluripotencialidad. No puede decirse que la primera célula es una célula indiferenciada. Debe decirse que la primera célula sabe cómo diferenciar su progenie, su descendencia celular. Y si esta primera célula es humana: es un ser humano.

Divisibilidad. No es lo mismo individualidad que indivisibilidad. El que en una determinada época de su evolución biológica un ser vivo pueda ser divisible no invalida su carácter de individuo único.

El ser humano, hasta el día 12 o 14 de su evolución es individual, pero divisible, después es indivisible.

Implantación. La implantación ocurre como al octavo día. Las técnicas de criconservación de embriones, muestran que la ausencia de implantación, no es un impedimento para la supervivencia.

Sistema Nervioso. La línea primitiva aparece como a los 14 días, pero desde el inicio tiene la información de cómo y cuándo estará constiuido. El actuar sigue al ser. Ejecute o no sus acciones, la realidad humana es como realidad algo formalmente anterior a la ejecución. Ejemplo, el hombre mientras duerme no ejecuta el razocinio, eso no hace que deje de ser racional.

En lugar de reconocer la dignidad humana desde el comienzo de la vida, algunos abogan por una espera, tanto más larga, según sus intensiones.

Que extraña miopía, con una sola de sus células, son capaces de descubrir si es masculinio o feminino, pero rechazan reconocer su humanidad.

El cigoto es la célula más sabia, en cada división se pierde un poco de la información original. En genética no se aprende se olvida.

No es lo material lo que hace que cada uno de los que estamos en esta sala sea la misma persona que era hace 10 años o hace 70 años. Los gases cambian minuto a minuto, los líquidos día a día y hasta los sólidos, hoy soy parte de los frijoles que comí ayer. Somos la misma persona por el sello impuesto por nuestro genoma desde el instante de nuestra concepción.

La vida humana, es la misma desde el momento de la concepción, hasta la muerte natural.
Cada uno de los presentes podrá valorar ¿si alguna razón para respetar menos a un ser humano en el inicio de su vida o al que el que les habla?: por la edad (3 horas ó 72 años), por la estatura (0.15 mm. ó 1.72 m.), por el peso (0.0000034 mg. ó 64 Kg.) o por el número de células (una ó 6 billones). En resumen: ¿si valemos por lo que somos o por lo que tenemos?. Por nuestro valor ontológico.

El ser humano "es". Por esencia y por existencia.

El concebido es "ese" no "eso". Es "alguien" no "algo". Es un "sujeto" no "un objeto". Es una "persona" no una "cosa".

La relación "yo-tú" es sentir en el otro alguien de absolutamente igual valor que yo, al mismo nivel.

A diferencia del "yo ello", cuando lo veo como un objeto inferior.

El "yo-tú" es sentir en el otro un sujeto, al que debo servir.
El "yo-ello" considerar lo otro como un objeto del que me puedo servir.
"Yo-tú" es la relación que debemos tener con todos y cada uno de los seres humanos. No hablando en abstracto de "la humanidad", sino con cada persona individualmente, desde el momento de la concepción.

El concebido tiene derecho a la vida y al respeto a su dignidad. Este derecho podrá ser reconocido por el legislador. No puede ser concedido por éste, ya que le pertenece por ley natural, que es previa a cualquier legislación civil.

Hernan Collado M. II Congreso Nacional de Bioética Guanajuato, México


CRUCIFIJO EN LA ESCUELA PÚBLICA


Autor: Josep Miró Ardévol
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.1350gramos.blgspot.com


Una reflexión sobre la presencia de crucifijo en la escuela pública: La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (y II)

Las dudas:

La sentencia también abre la puerta a numerosas dudas. Apuntemos algunas:

Leyendo los fundamentos, se deduce, por su lógica interna y sin forzarlos en absoluto, que puede darse la circunstancia opuesta a la que ha dado lugar el litigio. Sería el caso de un o unos padres de un centro público donde no hay ningún símbolo religioso que solicitaran la presencia de un crucifijo. Un escenario de este tipo podría realizarse bajo dos supuestos: El más favorable sería el que ningún alumno ni familia del resto de la clase se opusiese. En este caso parece lógico deducir que el centro estaría obligado a incorporar la cruz en el aula, puesto que, de no ser así, en el derecho a la educación moral y religiosa en el espacio público solo tendría cabida la de carácter laicista. También podría darse la circunstancia de que fuera otra expresión religiosa la que se pidiera que estuviera presente. Tal posibilidad no parece como deducible de la sentencia si dicho símbolo no está adscrito a nuestra tradición cultural.

Naturalmente, si existe oposición a la petición de la cruz, también por la lógica del fallo judicial prevaldría esta opinión. Esto nos conduce a un punto que no resulta admisible: el laicismo de la exclusión religiosa de una familia tendría el privilegio de actuar como una minoría de bloqueo.

Otra duda importante nace del hecho cultural y, dentro de él, el artístico. Es incuestionable que el crucifijo y otra simbología religiosa tienen un fuerte carácter de este tipo. ¿Es admisible la presencia de una reproducción del Cristo de Dalí, o de cualquier otra pieza indiscutible de la pintura o de las artes plásticas en general? Sería ilógico que en nombre de una ideología se negara tal posibilidad, porque por esta misma lógica se debería negar la presencia de la Biblia o del Nuevo Testamento en las bibliotecas públicas.

Las contradicciones:

De hecho, las dudas formuladas encierran ya contradicciones derivadas del doble papel religioso y cultural de la cruz, y también porque el hecho religioso en nuestra sociedad no puede quedar supeditado al laicismo o a la concepción iconoclasta en materia religiosa. En este sentido, esta sentencia es un avance pero debe ser profundizada y perfeccionada para conseguir un mejor equilibrio entre los distintos derechos en conflicto. Esta es una tarea pendiente e importante donde debería prevalecer la capacidad razonadora, la que nace de la fe y la que, dicen, surge de la modernidad.

Hay una contradicción flagrante precisamente derivada de otra sentencia de un tribunal de Murcia, que rechazó la petición de un padre de que se suprimiera el Belén de una escuela pública porque era contrario a la neutralidad religiosa. Los argumentos para rechazar esta petición estaban básicamente centrados en el significado de la tradición cultural. En definitiva, no todo el mundo que hace Belén se adscribe a una confesión religiosa o a una práctica (pero lo mismo se podría decir de quien utiliza la cruz como algo tan íntimo como un símbolo personal). Y la contradicción nace de este hecho. El hombre del que el Belén celebra su nacimiento es el mismo que el que está representado o simboliza el crucifijo, la cruz. ¿Tiene sentido aceptar su nacimiento y rechazar su muerte? ¿Cuál es su diferencia fundamental, y sobre todo cuál es su diferencia en el marco de nuestra tradición y cultura?

La actuación de los católicos y la Iglesia, la importancia del proyecto cultural y la estrategia:

De la información expuesta y de su análisis se deducen claramente dos hechos: El primero ya subrayado: estamos ante un avance; pero, el segundo nos dice que puede quedar en nada y al mismo tiempo pone de manifiesto la gran tarea por hacer.

Los católicos de este país han de llegar a la convicción profunda y actuar en consecuencia, la propia Iglesia ha de hacerlo: nadie nos dará nada hecho. Solo obtendremos, y aún con dificultades, el resultado de nuestro esfuerzo.

Para ser coherentes hay que empezar por la propia casa. Jesucristo debe volver a ser el centro de toda la escuela cristiana. Lo es en muchos, la mayoría, de centros, pero ha dejado de serlo en otros. Esta es una tarea que llama a la responsabilidad de los padres concernidos, de las congregaciones religiosas responsables y en último término del obispo del lugar.

No debemos encerrarnos en el reducto educativo. Es muy positivo que existan centros de ideario cristiano, pero esto no debe hacer olvidar la escuela pública, porque hay muchos padres que por las razones que sean llevan a ellas a sus hijos. Prestar atención a la escuela pública significa, primero asentar lo que ya está presente y en ocasiones no bien cuidado. Se trata de la clase de religión, por la que deben velar las autoridades episcopales para que goce de la libertad y la dignidad que la ley le confiere, y también para que sus contenidos sean los correctos. El apoyo a los maestros de religión es básico. Estos deberían ser una área privilegiada, un cuerpo de la Iglesia diocesana dotados de apoyo pastoral, técnico y jurídico, reconocidos como profesionales y con estabilidad en su puesto de trabajo. La clase de religión es una base importante decisiva que en algunas diócesis por falta de orden organizativo, por incapacidad profesional de los responsables de velar por ella, está en una situación penosa. En ocasiones los propios obispos encargan a sacerdotes tareas que requieren capacidades organizativas, ejecutivas y de conocimiento específico además de tiempo disponible por el simple hecho de ser sacerdotes, sin considerar si cumplen con todos los requisitos necesarios. No existen instancias de seguimiento de los resultados ni de la calidad de la enseñanza.

Es una tremenda contradicción abordar el debate del crucifijo en la escuela pública y al mismo tiempo dar por sentado que tal como están planteadas las cosas, las clases de religión cumplen plenamente con sus objetivos en toda España.

También debe darse la batalla del respeto pleno de los acuerdos firmados con la Santa Sede que afectan a los centros escolares y que van más allá de la asignatura de religión.

En último término, una vez más, se pone de relieve la importancia de que la Iglesia, los católicos, impulsen un proyecto cultural para el conjunto de la sociedad que muestre la belleza del cristianismo y pongan en valor sus contenidos. No puede ser que la persona a partir de la cual contamos las fechas de nuestro calendario no tenga una recepción mejor en nuestra sociedad. La responsabilidad es nuestra, siempre lo ha sido a lo largo de 2000 años.