jueves, 28 de enero de 2010

¿MAGNANIMIDAD O MEDIATIVIDAD?

Autor: Lic. Marisa Burlastegui
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.carlabrc2002@blogspot.com


BAILANDO POR UN SUEÑO?


( el de Marcelo Tinelli). Me pregunto qué danza tendremos que hacer los Mapuches y campesinos para que nos devuelvan las tierras.

Es tan conmovedor ver a Tinelli cuando se emociona ante algún caso de injusticia social. Se le llenan los ojos de lágrimas y mira hacia las cámaras. ¿Si los indígenas se presentaran en su show podrían conseguir algo de respeto a sus derechos naturales?
¿Saben que es 'Trafipan 2000'?

Marcelo Tinelli, conductor-empresario televisivo que compró miles de hectáreas en la provincia sureña de Chubut, necesita desalojar 30 familias mapuches para construir un megaproyecto turístico.

Moira Millán, integrante de la Comunidad Pillán Mahuiza y del Frente de Lucha Mapuche y Campesinos en el marco de la lucha por la defensa del Agua y la Tierra aseguró a radio Universidad Nacional de Cuyo, que le dicen rotundamente ¡No! a cualquier megaproyecto que pretenda 'arrasar con nuestro entorno a cualquier precio'.

La dirigencia indígena denunció que el megaproyecto turístico que pretende construir Marcelo Tinelli 'es sobre la vivienda de 30 familias mapuches y, casualmente, lleva nombre mapuche,Trafipan 2000, cuando para llevarlo a cabo, necesita de su desalojo'. 'Cuanta más gente se entera, más nos ayuda para conseguir el apoyo de las autoridades para poder conservar nuestras tierras'.


Amigos: envío este mail para que ustedes también colaboren en la difusión de las cosas que suceden y que los medios de comunicación tapan.... Los medios alternativos (radio, diarios zonales) lo están haciendo, entonces es la labor nuestra sumarnos ante el silencio de los medios oficiales.


Lic. Marisa Burlastegui
Universidad Nacional de Mar del Plata
Favor de reenviar!!!! !!! Reenvíen esto que todavía no tomó todo el estado público que merecería ya que constituye uno de los mayores despojos de los últimos años.
GRACIAS.

viernes, 22 de enero de 2010

EL "SEXTING" Y EL "GROOMING"

Autor: Francisco
Fuente: www.micumbre
Foto: www.sexting.es

Sexting, expresa la fusión entre el sexo y la pornografía en las plataformas digitales, principalmente teléfono, Internet y sus derivados de las pantallas digitales. Enviando a través de ellas fotografías o videos de contenido sexual de alto contenido erótico o incluso pornográfico. Aunque las imágenes sean producidas voluntariamente, robadas, almacenas y enviadas consciente o inconscientemente por el propio protagonista o por otras personas, e incluso robadas o transmitidas al llegar a las pantallas anónimamente.

Grooming, actitud relacionada con el sexting, que expresa la preparación para el daño o abuso sexual de menores por parte de adultos, contactando, captando y seduciendo a los menores a través del Chat, MSN, redes sociales del Internet y plataformas digitales, con el propósito de disminuir las inhibiciones del niño, a modo de preparación para el abuso sexual. Fingiendo empatía, cariño, etc. para ganarse su confianza, con fines sexuales deshonestos. En muchas ocasiones es la antesala del abuso sexual, al estar relacionado con la pederastia y la pornografía infantil.

El sexting se ha puesto de moda principalmente entre los adolescentes, que no se dan cuenta, o no han sido advertidos, del peligro que pueden causar a las personas fotografiadas y a ellos mismos, cuando transmiten las imágenes eróticas o pornográficas. El sexting suele empezar queriendo ser una broma graciosa, inocente, atrevida y sin malicia para divertirse, pero termina casi siempre en una desgracia. Incluso puede llegar a los bancos de fotografías eróticas, que cada vez abundan más en el Internet, pues se dedican a recopilar, vender y difundir las imágenes pornográficas a los pederastas.

Participar en el sexting directa o indirectamente, con acciones u omisiones, produce en las victimas daños, sufrimientos, humillaciones y acoso sexual y emocional. Sería hacer un grave daño a las personas, si todas las malas acciones que han hecho en la vida, fueran gravadas electrónicamente y posteriormente distribuidas por medios electrónicos, además de mantenerlas en un banco de datos disponible públicamente.

El sexting en las empresas, incluyendo a las de selección de personal, es una fuente de información muy utilizada cuando quieren contratar a sus futuros empleados. Hacen una búsqueda en las redes sociales, buscando determinadas actividades sexuales de los candidatos o empleados. La vigilancia continua de las redes sociales, es otra herramienta que utilizan para seguir el comportamiento de la vida privada de sus empleados.

El sexting es muy comprometido, tanto para el que lo envía, como para el que lo recibe y para que el que redistribuye, aunque sean menores de edad. Si explícitamente se puede identificar la imagen de una persona, menor de edad y lo que está haciendo, las responsabilidades penales, civiles y económicas están muy claras por los daños causados a la sociedad y a las personas, máxime si se considera corrupción de menores. La pornografía infantil es un delito, relacionado con la desnudez o situaciones obscenas de los menores de 18 años, bien cuando esta se crea, se posee, se almacena o se distribuye. Si por casualidad las imágenes llegan al teléfono o al Internet, hay que borrarlas inmediatamente, para evitar la complicidad moral y legal.

El sexting se considera delito como acoso, chantaje y hostigamiento privado, o mucho mas grave, cuando el hostigamiento es público o que entra en el campo del ciberbullyng. Cuando el sexting se hace desde el teléfono celular, tiene mucho mas daño, pues al ser portátil, la imagen puede ser exhibida en cualquier lugar y momento y la potencial humillación, puede convertirse en permanente.

El sexting en noviazgos, matrimonios y divorcios. Las situaciones privadas realizadas y grabadas en la intimidad de los noviazgos o matrimonios, pueden ser un arma malévola, cuando hay roturas sentimentales o divorcios, al exhibirse como venganza, despecho o chantaje. Es muy grave si una de las partes implicadas, las pusiera en el ciberespacio públicamente o las enviara a terceras personas, consiguiendo con ello producir una gran dolor o sufrimiento insostenible por las burlas, comentarios despectivos u otro tipo de agresiones sicológicas, en la persona afectada, máxime que el sexting es una situación que casi nunca tiene marcha a tras. Por eso la indecencia privada o pública, siempre trae graves consecuencias imprevisibles y desastrosas.


El sexting y las potenciales victimas. Las imágenes explícitamente sexuales o pornográficas en el sexting, según a quien o a quienes vayan dirigidas, pueden originar que algunos depredadores sexuales adultos, identifiquen falsamente a las personas que aparecen en las fotografías o videos, como posibles candidatos a victimas de acoso sexual o depredación. Como mínimo esos menores serán catalogados como descuidados, atrevidos, precoces y desafiantes, pues han aumentado los deseos depravantes de los depredadores. En muchos casos la difusión de esas imágenes pornográficas, se hace de manera selectiva en círculos concéntricos sobre la persona afectada.

El sexting y las redes sociales. Aunque las redes sociales han sido diseñadas para crear lazos entre las personas, también son una herramienta perniciosa, que puede hacer mucho daño con el sexting, cuando comienzan a circular las fotografías pornográficas y caen en el círculo de las amistades comunes. Empieza en el teléfono y continúa en cualquiera de las innumerables redes sociales, destrozando una fama que ya nadie podrá modificar. Las más usadas para utilizar el sexting son: Facebook, Myspace, YouTube, Twitter, Orkut, Fotolog, etc.

Piénselo dos veces antes de hacer fotografías o videos pornográficos, pues además de la inmoralidad que supone, puede derivar en unas graves consecuencias para los que las hacen y las personas fotografiadas. No se justifican las pequeñas alegrías del momento que produce esa diversión, con los grandes males que pueden originar si se transmite lo fotografiado. Después de hacerlas y ponerlas en la red cibernética ya es muy difícil parar su difusión, pues se pierde su control y ya no se pueden recuperar ni parar su circulación. Piense que incluso puede perder el teléfono, o se lo pueden robar y caer en manos de personas que hagan mal uso de las fotografías o videos que contiene. La propiedad de las imágenes personales y su uso, están protegidos por la ley y por lo tanto, no se pueden utilizar sin el permiso expreso de la persona implicada y en ningún caso si son pornográficas de menores de edad.

Una fotografía pornográfica, aunque sea hecha en la intimidad y con permiso, al cabo de un tiempo puede que aparezca donde haga un daño irreparable, máxime si la exhibición de las fotografías están precedidas por el odio, la venganza, la frustración o el desengaño. Las consecuencias del sexting se producen, cuando las fotografías o videos aparecen en las redes sociales y a las victimas les produce humillación pública, ansiedad, depresión, traumas, pérdida de autoestima, mala fama, provocación del deseo sexual y apetencias de los depredadores sexuales o pederastas, ser victima de chantaje sexual, etc. Las fotos, videos o mensajes que se ponen a circular por el teléfono o el Internet, sexting, aunque sean anónimas o privadas, se convierten en públicas y pueden caer en manos de profesores, empresarios, novios, familiares, amigos, pederastas, etc. haciendo un mal irreparable en la fama de las personas, lo que se denomina: Ciberbullying, grooming, etc.

Los padres tienen que hablar muy claramente y tomar medidas concretas contra el sexting, educando a sus hijos en las graves consecuencias que pueden producir a ellos mismos y a terceras personas las modernas tecnologías puestas a su alcance. El hecho de que los hijos sean menores de edad, no les exime ni a ellos ni a sus padres de las responsabilidades asumidas, cuando utilizan el sexting. La combinación de la tecnología con las hormonas adolescentes, puede resultar de muy malas consecuencias. Es muy loable por parte de los padres, el intentar proteger a los hijos de las acechanzas de la sociedad, para evitar que sufran daños, pero también deben prevenirles del daño que puedan hacer a otros, aunque sea inconscientemente.

Responsabilidad de los padres. La responsabilidad sobre los hijos es indelegable, como lo hemos comentados en algunos de los artículos relacionados, por lo que deben estar muy atentos para tener control sobre las actividades de los hijos, vigilando el contenido de sus teléfono, Internet y pantallas electrónicas, etc. En resumen, conocer su cibercomunicación: A quién llaman, quién les llama, a quién escriben, quién les escribe, que páginas visitan, quiénes son sus amigos en sus redes sociales, etc. Hay muchos sistemas, para que los padres estén bien informados de lo que hacen sus hijos y cada padre deberá elegir cual es el mejor, preguntando a los expertos en cibercomunicación la forma de hacerlo, para en su caso poner remedio inmediatamente, antes de que sea tarde.

Control de la utilización de las redes sociales. Los padres tienen la obligación de revisar al azar y en cualquier momento, las entradas y salidas de los teléfonos que utilizan sus hijos, así como su presencia en las redes sociales, tanto de lo que ponen para que lo pueda ver el público en general, como lo que ponen en privado para que solamente puedan ver sus amigos. Advirtiéndoles continuamente que los teléfonos y las redes sociales no son juguetes, debido a los graves peligros que conllevan si hubiera una mala utilización de ellos. Para poder revisar esas comunicaciones, los padres tienen que conocer previamente las claves de entrada de los aparatos y programas de sus hijos. Eso no es cortar su libertad, avergonzarles, ni humillarles, pues mientras estén en la casa familiar, es obligación de los padres el velar por la seguridad de sus hijos y ayudarles a que no tengan problemas. Si los padres pueden y deben poner las normas de convivencia en la familia, mucho más lógico es que las pongas más exigentes, cuanto más peligro tengan las actuaciones de los hijos.

Los padres tienen que ejercer la patria potestad, obligatoriamente, en beneficio de sus hijos, con respeto a su integridad física y psicológica, alimentarlos y educarlos, procurándoles una formación integral. También los hijos deben obedecer a sus padres, mientras permanezcan bajo su potestad y respetarlos siempre. Hoy en día, cualquier menor de edad, sin ninguna autorización de sus padres, puede poner en su teléfono o computadora, toda la información que quiera, bien sea personal, de sus amigos o familiares, ignorando o queriendo ignorar los daños legales o morales y sus correspondientes responsabilidades en las que pueda incurrir. De esto tiene que estar muy pendientes los padres, para evitar las consecuencias que puedan ocurrir.

lunes, 18 de enero de 2010

DÈJAME DORMIR, MAMÀ


Autor: Fray Junìpero (1713 - 1784). Religioso franciscano español
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.blog.laprovincia.es

Hijo mío, por favor,
de tu blando lecho salta.
Déjame dormir, mamá,
que no hace ninguna falta.


Hijo mío, por favor,
levántate y desayuna.
Déjame dormir, mamá,
que no hace falta ninguna.


Hijo mío, por favor,
que traigo el café con leche.
Mamá, deja que en las sábanas
un rato más aproveche.


Hijo mío, por favor,
que España entera se afana.
¡Que no! ¡Que no me levanto
porque no me da la gana!


Hijo mío, por favor,
que el sol está ya en lo alto.
Déjame dormir, mamá,
no pasa nada si falto.


Hijo mío, por favor,
que es la hora del almuerzo.
Déjame, que levantarme
me supone mucho esfuerzo.


Hijo mío, por favor,
van a llamarte haragán.
Déjame, mamá, que nunca
me ha importado el qué dirán.


Hijo mío, por favor,
¿y si tu jefe se enfada?
Que no, mamá, déjame,
que no me va pasar nada.


Hijo mío, por favor,
que ya has dormido en exceso.
Déjame, mamá, que soy
diputado del Congreso
y si falto a las sesiones
ni se advierte ni se nota.
Solamente necesito
acudir cuando se vota,
que los diputados somos
ovejitas de un rebaño
para votar lo que digan
y dormir en el escaño.
En serio, mamita mía,
yo no sé por qué te inquietas
si por ser culiparlante
cobro mi sueldo y mis dietas.
Lo único que preciso,
de verdad, mamá, no insistas,
es conseguir otra vez
que me pongan en las listas.
Hacer la pelota al líder,
ser sumiso, ser amable
Y aplaudirle, por supuesto,
cuando en la tribuna hable.
Y es que ser parlamentario
fatiga mucho y amuerma.
Por eso estoy tan molido.
¡Déjame, mamá, que duerma!


Bueno, te dejo, hijo mío.
Perdóname, lo lamento.
¡Yo no sabía el estrés
que produce el Parlamento!



Piensen que fue escrito por este franciscano en el 1700 y valoren su vigencia !

lunes, 11 de enero de 2010

CRISTIANOS DURMIENTES


Autor. (ver al final del articulo=
Fuente: ideasclaras♠4ffastur.eu
Foto:puertohurraco.wordpress.com

Esta es una iglesia de corazones cobardes y manos débiles. Ni milita, ni hace penitencia, ni goza

Antaño se enseñaba que los miembros de la Iglesia católica formaban tres grandes grupos: el militante, que «peregrina» en la Tierra trabajando por el Reino; el purgante, formado por aquellos que, tras su muerte, están purificándose para poder entrar en la Vida Eterna, y el triunfante, formado por aquellos bienaventurados que ya están en la presencia del Padre.

Pues bien, hoy podríamos añadir otra categoría más: la Iglesia de los cristianos durmientes.

Pertenecen a este grupo los que bautizan a sus hijos por la Iglesia y gustan de convocar a un montón de sacerdotes para celebrar el funeral del padre o de la madre (pues hasta esto cuantifican y toman como criterio de distinción y clase), pero pasan el resto de su vida ignorando a esa Iglesia a la que dicen pertenecer. Espiritualistas el domingo de doce a doce y media y materialistas el resto de la semana, viven con desgana todo lo que suene a religioso.

Intercambian ritos por seguridad, buscadores de precauciones, de prudencias, de virtudes adornadas de adormidera. Falsos creyentes a los que su tibieza les llevó a considerar virtuoso lo que no es sino la dimisión de sí mismos. Y así terminan por llamar mansedumbre a la debilidad de carácter, humildad a su impotencia, resignación a su cobardía. Y son los que, al final, terminan por protestar y enfadarse cuando Dios no se pliega a su volun tad: Hágase mi voluntad, así en el cielo como en mis tierras.

Se acuerdan de la Iglesia-institución sólo para criticarla. Y en esto andan bien despiertos en no dejar títere con cabeza. Son especialistas en criticar al Papa: si viaja, porque viaja; si no, porque no viaja. Si es viejo, porque es viejo. Y si es viejo y viaja, aún peor. Y critican al obispo, y al cura de la parroquia y a este y aquel movimiento. Sólo ellos, más allá del bien y del mal, parecen estar en la verdad sobre lo que la Iglesia debiera ser. Pero a la vez que critican, no mueven un dedo por hacer las cosas bien. Ni por hacerlas mal. Y a quien hace, se le asaetea, se le somete a todo tipo de críticas, enmiendas, correctivos y sermones. Ni hacen ni dejan hacer. No quieren compromisos pero no soportan el compromiso de otros. Y desde su mirador, critican, se quejan, exigen y pontifican ex cathedra.

Despiertan sólo para asisti r, tediosamente, a alguna procesión, al rito de alguna boda, o para «hacerle la primera comunión» al niño (lo cual cada vez consiste más en la copiosa comida postsacramental que en el mismo sacramento, no faltando nunca quien aconseje al cura que «termine rapidito» que les esperan en el restaurante).

Asisten "religiosamente" a ver el partido de fútbol del sábado y el domingo, pero a la Eucaristía asistirán si apetece y se ponen bien las cosas. Amodorrados el sábado y el domingo y estresados durante la semana, pondrán siempre todo tipo de excusas para asistir a alguna reunión formativa. Pero siempre tendrán tiempo para un viajecito de fin de semana, para ir de rebajas o para echar alguna horita extra en la empresa. El euro es el euro.

Rechazan toda opinión que venga de la «jerarquía católica», como "imposición intolerabl e", pero se abrirán de par en par, acrítica y atolondradamente, a cualquier opinión ajena, dicha por cualquier persona en cualquier lugar, especialmente a aquellas que atacan a su propia Iglesia, sin hacer el mínimo esfuerzo de cotejar en las fuentes la verdad de lo que se dice. Siempre atentos al cotilleo acerca de los desmanes del cura de tal o cual pueblo, nunca tendrán ojos ni oídos para reconocer el trabajo intenso y fecundo hecho por católicos militantes.

Cristianos tibios, desencantados, tristes, porque ya no creen en nada, no conocen la alegría de la Salvación, porque ya nada quieren saber de salvación ni de "kerigmas".

Esta iglesia durmiente perdió su primer impulso, su entusiasmo, su vigor. No es ni fría ni caliente. Ya no sabe quién es ni se acuerda de lo que recibió. Es una iglesia de corazones cobardes y manos débiles. Ni milita, ni hace penitencia, ni goza.

(Resumen de un artículo para la prensa de José Manuel Domínguez Prieto. www.almudi.org)

HOMILIA DEL PAPA AL BAUTIZAR A 14 RECIÈN NACIDOS

Autor: Benedicto XVI
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.prensalibre.co.cr

Queridos hermanos y hermanas:

En la fiesta del Bautismo del Señor, este año también tengo la alegría de administrar el sacramento del Bautismo a varios recién nacidos, presentados por sus padres a la Iglesia. Bienvenidos, queridos papás y mamás de estos niños, padrinos y madrinas, amigos y familiares, que les rodeáis. Damos gracias a Dios que hoy llama a estas siete niñas y a estos siete niños a convertirse en sus hijos en Cristo. Les rodeamos con la oración y con el afecto y les acogemos con alegría en la comunidad cristiana, que desde hoy se convierte también en su familia.

Con la fiesta del Bautismo de Jesús continúa el ciclo de las manifestaciones del Señor, que comenzó en Navidad con el nacimiento en Belén del Verbo encarnado, contemplado por María, José y los pastores en la humildad del pesebre, y que ha tenido una etapa importante en la Epifanía, cuando el Mesías, a través de los Magos, se ha manifestado a todos los pueblos. Hoy Jesús se revela en la orillas del Jordán, a Juan y al pueblo de Israel. Es la primera ocasión en la que, como hombre maduro, entra en el escenario público, después de haber dejado Nazaret. Lo encontramos junto al Bautista, a quien acude un gran número de personas, en una escena particular. En el pasaje evangélico, poco antes proclamado, san Lucas observa ante todo que el pueblo estaba "a la espera" (3, 15). Subraya de este modo la espera de Israel; percibe en esas personas que habían dejado sus casas y sus compromisos habituales el profundo deseo de un mundo diferente y de palabras nuevas, que parecen encontrar respuesta precisamente en las palabras severas, comprometedoras, pero llenas de esperanza del Precursor. Su bautismo es de penitencia, un signo que invita a la conversión, a cambiar de vida, pues se acerca Aquél que "bautizará en Espíritu Santo y fuego" (3,16). De hecho, no se puede aspirar a un mundo nuevo permaneciendo sumergidos en el egoísmo y en las costumbres ligadas al pecado. También Jesús deja su casa y sus habituales ocupaciones para ir al Jordán. Llega en medio de la muchedumbre que está escuchando al Bautista y se pone en fila, como todos, en espera de ser bautizado. Al verle, Juan intuye que en ese Hombre hay algo único, que es el Otro misterioso que esperaba y hacia el que había orientado toda su vida. Comprende que se encuentra ante Alguien más grande que él, al que no es digno ni siquiera de desatar la correa de sus sandalias.
En el Jordán, Jesús se manifiesta con una humildad extraordinaria, que recuerda la pobreza y la sencillez del Niño colocado en el pesebre, y que anticipa los sentimientos con los que, al final de sus días terrenos, llegará a lavar los pies de sus discípulos y sufrirá la humillación terrible de la cruz. El Hijo de Dios, el que no tiene pecado, se mezcla entre pecadores, muestra la cercanía de Dios al camino de conversión del hombre. Jesús carga sobre sus espaldas el peso de la culpa de toda la humanidad, comienza su misión poniéndose en nuestro lugar, en lugar de los pecadores, en la perspectiva de la cruz.

Cuando, recogido en oración, tras el bautismo, sale del agua, se abren los cielos. Es el momento esperado por tantos profetas: "Si rompieses los cielos y descendieses", había invocado Isaías (63, 19). En ese momento, según parece sugerir san Lucas, se escucha esta oración. De hecho, "se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo" (3, 21-22); se escucharon palabras nunca antes escuchadas: "Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado" (v. 22). Al salir de las aguas, como afirma san Gregorio Nazianceno, "ve cómo se rasgan y se abren los cielos, esos cielos que Adán había cerrado para sí y para toda su descendencia" (Discurso 39 para el Bautismo del Señor, PG 36). El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo descienden entre los hombres y nos revelan su amor que salva. Si los ángeles llevaron a los pastores el anuncio del nacimiento del Salvador, y la estrella guió a los Magos de Oriente, ahora es la voz misma del Padre la que indica a los hombres la presencia en el mundo de su Hijo e invita a esperar en la resurrección, en la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.

El alegre anuncio del Evangelio es el eco de esta voz que baja del cielo. Con razón, por este motivo, Pablo, como hemos escuchado en la segunda lectura, escribe a Tito: "se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres" (2,11). El Evangelio, de hecho, es para nosotros gracia que da alegría y sentido a la vida. Éste, sigue diciendo el apóstol Pablo, "nos enseña a que, renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, vivamos con sensatez, justicia y piedad" (v. 12); es decir, nos conduce a una vida más feliz, más hermosa, más solidaria, a una vida según Dios. Podemos decir que también para estos niños hoy se abren lo cielos. Ellos reciben el don de la gracia del Bautismo y el Espíritu Santo habitará en ellos como en un templo, transformando en profundidad sus corazones. Desde este momento, la voz del Padre les llamará también a ellos a ser sus hijos en Cristo y, en su familia que es la Iglesia, entregará a cada uno de ellos el don sublime de la fe. Este don, ahora que no tienen la posibilidad de comprenderlo plenamente, será depositado en su corazón como una semilla llena de vida, que espera desarrollarse y dar fruto. Hoy son bautizados en la fe de la Iglesia, profesada por los padres, padrinos y madrinas, y por los cristianos presentes, que después les llevarán de la mano en el seguimiento de Cristo. El rito del Bautismo recuerda con insistencia el tema de la fe ya desde el inicio, cuando el celebrante recuerda a los padres que, al pedir el bautismo para los propios hijos, asumen el compromiso de "educarles en la fe". Esta tarea es exigida de manera aún más fuerte a los padres y padrinos en la tercera parte de la celebración, que comienza dirigiéndoles estas palabras: "Tenéis la tarea de educarles en la fe para que la vida divina que reciben como don sea preservada del pecado y crezca cada día. Si, por tanto, en virtud de vuestra fe, estáis dispuestos a asumir este compromiso..., profesad vuestra fe en Jesucristo. Es la fe de la Iglesia en la que son bautizados vuestros hijos". Estas palabras del rito sugieren, en cierto sentido, que la profesión de fe y la renuncia al pecado de padres, padrinos y madrinas, representan la premisa necesaria para que la Iglesia confiera el Bautismo a sus hijos.

Antes de derramar el agua en la cabeza del recién nacido, aparece otra alusión a la fe. El celebrante dirige una última pregunta: "¿Queréis que este niño reciba el Bautismo en la fe de la Iglesia, que todos juntos hemos profesado?". Sólo después de la respuesta afirmativa se administra el sacramento. También en los ritos explicativos --unción con el crisma, entrega del vestido blanco y de la vela encendida, gesto del 'effetá'-- la fe representa el tema central. "Prestad atención --dice la fórmula que acompaña la entrega de la vela-- para que vuestros niños... vivan siempre como hijos de la luz; y perseverando en la fe, salgan al encuentro del Señor que viene"; "Que el Señor Jesús --sigue diciendo el celebrante en el rito del 'effetá'-- te conceda la gracia de escuchar pronto su palabra y de profesar su fe, para alabanza y gloria de Dios Padre". Todo concluye, después, con la bendición final, que recuerda una vez más a los padres su compromiso de ser para los hijos "los primeros testigos de la fe".

Queridos amigos: para estos niños hoy es un gran día. Con el Bautismo, participando en la muerte y resurrección de Cristo, comienzan con Él la aventura gozosa y entusiasmante del discípulo. La liturgia la presenta como una experiencia de luz. De hecho, al entregar a cada uno la vela encendida en el cirio pascual, la Iglesia afirma: "¡Recibid la luz de Cristo!". El Bautismo ilumina con la luz de Cristo, abre los ojos a su resplandor e introduce en el misterio de Dios a través de la luz divina de la fe. En esta luz, los niños que van a ser bautizados tendrán que caminar durante toda la vida, ayudados por las palabras y el ejemplo de los padres, de los padrinos y madrinas. Éstos tendrán que comprometerse a alimentar con las palabras y el testimonio de su vida las antorchas de la fe de los niños para que pueda resplandecer en este mundo, que con frecuencia camina a tientas en las tinieblas de la duda, y llevar la luz del Evangelio que es vida y esperanza. Sólo de este modo, como adultos, podrán pronunciar con plena conciencia la fórmula que aparece al final de la profesión de fe de este rito: "Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia. Y nosotros nos gloriamos de profesarla en Cristo Jesús, nuestro Señor".

También en nuestros días la fe es un don que hay que volver a descubrir, cultivar y testimoniar. Que en esta celebración del Bautismo, el Señor conceda a cada uno de nosotros la gracia de vivir la hermosura y la alegría de ser cristianos para que podamos introducir a los niños bautizados en la plenitud de la adhesión a Cristo. Encomendamos estos pequeños a la materna intercesión de la Virgen María. Le pedimos que, revestidos con el vestido blanco, signo de su nueva dignidad de hijos de Dios, sean durante toda su vida fieles discípulos de Cristo y valientes testigos del Evangelio. Amén.

sábado, 9 de enero de 2010

27 CONSEJOS PARA VER TELEVISIÒN


Autor: anoninmo
Fuente: Fedepadre - Chile (extraido del boletin: ideasclaras@ffastur.eu)
Foto: www.univision.com

Reproducimos a continuación un documento que consideramos de sumo interés para nuestros lectores. Estos 27 consejos nos hacen reflexionar sobre el uso de la televisión y si los seguimos, lograremos que la televisión esté a nuestro servicio y no ser esclavos de este medio.

1. Los padres debemos enseñar a nuestros hijos, tanto a ver espacios televisivos enriquecedores, como a no ver aquellos que puedan ser inconvenientes o que puedan afectarlos en su desarrollo integral como personas. Si los padres no enseñamos a ver televisión a nuestros hijos, ¿quién lo hará por nosotros?

2. Podemos enseñar a los hijos a que no hay que "ver televisión", sino que ver programas de televisión. Así podremos desarrollar la capacidad de selección y de discriminación, que los habilitará para ver aquello que nos conviene y no mirar aquello que no nos conviene ver. Debemos preguntar a nuestros hijos ¿Qué programa quieren ver?, en lugar de ¿Quieren ver televisión?. No olvidemos que la televisión utilizada con el criterio de ayudar a la educación de los hijos puede ser una herramienta muy eficaz.

3. Para crear un criterio de selección al momento de ver televisión, es preciso evitar tener prendida la televisión cuando no hay nadie viendo un programa determinado. Siempre es positivo preguntarse: ¿Es necesario que en este momento esté prendido el televisor?. Cuantas veces la televisión permanece horas funcionando sin que nadie esté realmente viendo un programa determinado. Si la apagamos, cuando no es necesario que esté prendida, no solo ahorramos energía y dinero, sino que lo más importante, ganamos silencio y tiempo para nosotros mismos y para la familia.

4. Un buen modo de afirmar las ideas anteriores, es no tener a mano el control remoto. El "zapping", o la costumbre de cambiar permanentemente de canal de televisión, es contrario al criterio de selección que debemos desarrollar en nuestros hijos. Por otro lado, "la lucha" por el control remoto muchas veces es injusta e inconveniente, ¿no sería preferible acordar de antemano el programa que queremos ver, para no ser esclavos del control remoto, que nos lleva por un vagabundeo interminable que no permite concentrarse ni entender ningún programa?. Si el "zapping" con el control remoto es inevitable, por que se está buscando qué ver, al menos es conveniente enseñar que todos tienen derecho a opinión, y que la selección del programa no es monopolio del mayor, el más fuerte o el dueño de la televisión, para así enseñarles a respetar los derechos y los gustos de cada uno de los miembros de la familia.

5. No es conveniente que nuestros hijos tengan un aparato de televisión en su habitación. Esta costumbre incentiva el aislamiento de nuestros hijos, provoca una adicción a la televisión y es contrario a la vida de familia. Tengamos presente que una adicción desordenada a la televisión impide el juego de nuestros hijos, el crecimiento de su creatividad y afecta inevitablemente la convivencia familiar.

6. Es siempre conveniente tener un horario preestablecido para ver programas de televisión. Como todas las cosas, la televisión tiene "su lugar" en la vida familiar, junto a otras actividades. En este punto debemos tomar conciencia que nuestro día sólo tiene 24 horas, y si le restamos el tiempo en que dormimos y trabajamos o estudiamos ¿cuánto tiempo libre nos queda?. ¿Es necesario dedicar el escaso tiempo libre que tenemos sólo a la televisión?. ¡Donde queda el tiempo para el juego, la amistad, la cultura, la imaginación y la convivencia familiar!

7. No usemos la televisión como una "niñera electrónica", dado que ella no cuida verdaderamente a nuestros hijos, especialmente si los dejamos ver "lo que están dando". Recordemos que la televisión, no puede dar cariño, ni es capaz de advertir a los niños de un eventual peligro. Cuando ambos padres trabajan, este criterio es especialmente importante.

8. No tengamos prendida la televisión cuando almorcemos o comamos en familia. Cuando se está juntos en familia, durante las comidas, toda nuestra atención debemos ponerla en compartir con nuestros hijos y cónyuge, cuidando ese verdadero tesoro que es estar juntos y con tiempo para conversar y conocernos mejor. No arruinemos o desperdiciemos los mejores momentos en familia "metiendo al medio" una intrusa como invitada principal, que obliga a ser vista y escuchada.

9. La capacidad de imitación que tiene el niño debemos orientarla hacia el conocimiento de personajes reales y ejemplares, por ejemplo deportistas, hombres ilustres, héroes de nuestra historia, personas destacadas en la ayuda a los demás, poetas, etcétera, y no hacia "héroes imaginarios", "monstruos", o personajes inexistentes. De esta forma, pondremos a su alcance las vidas de personas que han pasado haciendo el bien, y que merecen ser imitadas.

10. Los padres debemos tratar de acompañar a nuestros hijos a ver televisión. De esta forma podremos conocer verdaderamente los contenidos de los programas para tener juicios más apropiados al momento de emitir nuestra opinión sobre la televisión. Mirando televisión con ellos nos podremos dar cuenta de sus gustos o preferencias, y los efectos que los distintos programas pueden producir en cada uno de ellos.

11. Echarle la culpa a la televisión es la salida fácil. No conviene que los padres renunciemos a la posibilidad de que en la casa se vea siempre buena televisión, teniendo presente que en la programación de la televisión, si buscamos, podremos encontrar casi siempre buenos programas, y que nos corresponde a nosotros el deber y la responsabilidad de ser los principales formadores de nuestros hijos.

12. La experiencia demuestra que no es conveniente que los niños y jóvenes puedan ver el programa que se les antoje, sobre todo los más pequeños. Tampoco conviene dar por sentado que todos los programas llamados infantiles o de dibujos animados tienen un contenido adecuado para su edad.

13. Los padres debemos informarnos del contenido de los programas de televisión. Cualquier espacio que incluya sexualidad, violencia, maldad, permisividad, delincuencia, racismo, etcétera, no es apto para niños. Y los padres deben saberlo, y evitar que sus hijos los vean. Para lograr esto, se pueden consultar las guías de calificación de la programación de la televisión que se publican a instancias del Ministerio de Educación, del Consejo Nacional de la Televisión, y en revistas especializadas de educación de los hijos, como por ejemplo Hacer Familia o Educar.

14. Una vez informados del contenido de los programas de televisión respetemos la señalización de los programas infantiles: - para todo niño; - para niños mayores de 7 años; y para niños mayores de 12 años, establecida por los canales de televisión, y difundida tanto por el Ministerio de Educación como por el Consejo Nacional de Televisión, para el cuidado de los niños.

15. Hay que tener presente que los hijos deben aprender valores antes que nada en el ámbito de la familia. Cuidemos de explicar a nuestros hijos que los principios e ideales de los héroes o heroínas de la televisión son la mayoría de las veces son difíciles de aplicar en la vida diaria, donde a diferencia de la televisión, cada acto tiene un costo y una consecuencia positiva o negativa para ellos mismos.

16. Con imaginación y creatividad los padres de familia podemos esforzarnos en buscar alternativas a la televisión, fomentando el deporte, las visitas a museos y parques naturales, las sesiones de teatro, la proyección de videos, las conversaciones familiares, las prácticas de acciones solidarias a favor de los demás, etcétera.

17. La "cultura de la imagen" debe llegar a los niños por medios que no sea exclusivamente la televisión. Enseñémosles a nuestros hijos que fuera de la pantalla existen los paisajes, las puestas de sol, los jardines, los museos y exposiciones, los libros, etcétera, que son infinitamente más bonitos y reales que lo que puedan ver en la televisión. En este mundo hay tanto que ver y que mirar, pero, es necesario que como padres lideremos este esfuerzo, no perdiendo la capacidad de admiración, para que nuestros niños sigan nuestro ejemplo.

18. Inevitablemente, y no obstante nuestros esfuerzos, habrá contenidos televisivos contrarios a nuestros valores, que nos parezcan inconvenientes o negativos para nosotros o nuestros hijos. Por ello fomentemos en familia el análisis crítico del contenido de los programas de la televisión. Para eso, acostumbremos a nuestros hijos a saber ver y distinguir lo bueno y lo malo que pueda contener un determinado programa de televisión.

19. Los padres tenemos que fomentar que los programas sean analizados y materia de conversación en reuniones de familia, por ejemplo en las comidas. Esto no solo enriquece la comunicación familiar, sino que es una excelente manera de conocer y dar un apoyo concreto a la educación de los valores de nuestros hijos.

20. Las familias, de a poco, pueden crear una videoteca con películas y documentales de interés para los niños, que contengan temas variados y entretenidos. Esta práctica no solo fomentará el gusto por la cultura y la entretención en familia, sino que les servirá para ir creando un criterio selectivo al momento de ver televisión.

21. Algunos comerciales pueden ser tan peligrosos como los malos programas de televisión. Los padres debemos estar muy atentos para que la televisión no convierta a nuestros hijos en personas superficiales o consumidoras de todo lo que se anuncia. La gran oferta de bienes que existe en la televisión puede ayudarnos a educar a nuestros hijos en un "consumo inteligente", basado en la satisfacción de las reales necesidades, mas que la de los gustos. Nunca hay que hacer caso de la publicidad de juegos que inciten a la violencia, a la discriminación, y al racismo.

22. Los padres de familia, tenemos el derecho y el deber de iniciar a nuestros hijos en una positiva y prudente educación sexual, que evite que una imagen distorsionada del amor humano y del sexo les sea trasmitida a través de cualquier medio, y en particular los programas o avisos de la televisión.

23. No podemos dejar que nuestros hijos vean televisión de mala calidad. Si estos programas de televisión son vistos por nuestros hijos, confundirán la realidad con la ficción, se desorientarán y equivocarán al comprender y valorar el sentido de la vida. Transigir con la mala calidad de aquellos programas de televisión inadecuados para los niños, dejando que los vean, equivale a hacerse cómplice de lo que sabemos distorsiona los valores que le servirán de fundamento para el resto de su vida, y atenta contra los derechos de la infancia.

24. Hay que evitar a toda costa que el ver o no ver televisión se convierta para los niños en un premio o castigo.

25. Los padres de familia podemos organizarnos para exigir una televisión de calidad, especialmente en horarios infantiles. Las actitudes groseras, los hábitos y comportamientos antisociales, las obscenidades del lenguaje, la pérdida del sentido de la autoridad, la vulgaridad y la frivolidad, la apología subliminal o directa de conductas reprochables, la discriminación de la mujer o su utilización como objeto sexual y cualquier menosprecio a la vida humana, deben ser erradicados, especialmente de los espacios que tengan a los niños como destinatarios.

26. Ante una programación infantil con baja, discutible y reprobable calidad, los padres de familia tenemos la ineludible responsabilidad de poner en marcha una crítica constructiva, ejerciendo así nuestros derechos ciudadanos. Asimismo, y como contrapartida al esfuerzo realizado por muchos de quienes trabajan en el ámbito de la televisión, es conveniente incentivar una buena televisión, resaltando y difundiendo entre nuestros amigos los buenos programas de televisión.

27. El ejemplo es la herramienta más eficaz que tenemos los padres en nuestras manos. Si vemos mucha televisión, o postergamos nuestros deberes o actividades familiares o recreativas con nuestros hijos por ver televisión, o vemos televisión de mala calidad, ¿con qué criterio vamos a evitar que nuestros hijos vean aquellos programas negativos para ellos?

viernes, 8 de enero de 2010

¿ES POSIBLE EDUCAR EN EL USO DE LA TV?

Entrevista a Mercedes Álvarez (autora del libro "Cómo sacar partido a la Televisión") publicada en Sontushijos.org.
La siguiente entrevista esta tomada del boletin: ideasclaras@ffasture.eu
Foto: www.cineenpunta.blogspot.com

Muchos padres se quejan de la televisión, no se fían de los contenidos de los programas, pero permiten que sus hijos vean demasiadas horas y, con frecuencia, dan la batalla por perdida.

¿Qué hacer cuando nuestros hijos nos echan en cara que los padres de sus amigos les dejan ver programas de todo tipo? ¿Es posible educar en un uso responsable de la televisión? ¿Cómo la usamos los adultos y qué ejemplo damos a los hijos? Éstas y otras preguntas parecidas tienen respuesta en el libro "Cómo sacar partido a la Televisión".

Arranca su último libro, Cómo sacar partido a la televisión (Ed. Rialp), con una afirmación que, en su pluma, parece toda una provocación: la televisión es un invento maravilloso. Entonces, ¿qué es lo que pasa, qué falla con la televisión?

Lo que falla es que no la tratamos como a un electrodoméstico más de la casa, de forma que a menudo nuestro ocio ¬sobre todo en el mundo infantil¬ gira en torno a la televisión. Con este libro pretendo ayudar a sacarle partido y aprovechar sus ventajas, al tiempo que educamos y formamos a nuestros hijos en cómo verla bien y sin abusar.

Para eso, lo primero será empezar por dar ejemplo...

El ejemplo de los padres es importantísimo para educar; si tus hijos ven que usas la tele con mesura, ellos también lo harán. Se acostumbrarán desde pequeños a seleccionar sólo lo que quieren ver.
A menudo se demoniza la televisión y sus contenidos cuando, en realidad, parece que debemos ser los adultos los que ejerzamos el control...

Yo repartiría la responsabilidad al 50%; por un lado, indudablemente somos los padres los que tenemos el poder de apagar o encender la tele, de dar o no al interruptor, de permitir que nuestros hijos vean según qué programas o no. Pero el otro 50% es de las cadenas, que tienen que responder ante los contenidos que emiten y sobre todo a qué hora los emiten. Porque a veces ponen barbaridades en el horario infantil y los niños se empapan de ellas...

Pero ¿por qué los padres no tienen ni idea de lo que ven sus hijos a esas horas?

Claro, debemos estar atentos para saber qué es lo que hay en el horario infantil. Pero al mismo tiempo, reclamar a las cadenas para que cumplan verdaderamente la ley y dejen de programar contenidos inadecuados en esa franja.
¿No caemos en el error de criticar demasiado los contenidos y menos el consumo abusivo?
No, claro, aunque la televisión fuera maravillosa y no hubiera nada de criticable en ella, ciertamente muchas veces el abuso es el problema: hay chavales que ven seis horas diarias la tele, y en ese tiempo no se relacionan, no juegan, no piensan.
Se habla mucho de niños y menos de los adultos y de cómo la tele puede provocar incomunicación en la pareja...

A veces nos encontramos que incluso en una pareja sin hijos la televisión forma parte inseparable de sus vidas, no pueden prescindir de ella. En el libro cuento el caso real de una teleadicta compulsiva que organizaba su vida en torno a la televisión. Estaba a merced de los culebrones y las series. Ni salía con los amigos ni nada. Es un caso límite, pero, ¿quién no se ha enganchado a una serie? Yo creo que todos. Ojo con estas cosas porque terminan con la vida social y con la vida de comunicación de la pareja, en la que cada cual tiene su tele y come con su bandejita delante de la pantalla. Parece que son casos aislados o exagerados pero son bastante normales.

¿Cuál es la tendencia de esta adicción a la tele?

Los jóvenes siguen viendo demasiada, pero no aumenta su adicción: para ellos lo primero es la música y salir con los amigos. El problema lo vemos sobre todo en los niños y en las personas mayores. En las residencias de ancianos, hospitales, la televisión está puesta permanentemente.
Pero es que para muchos ancianos la televisión es su ventana al mundo...
Sí, pero aunque sea una ventana al exterior atonta, no te permite reflexión ninguna, tus neuronas están quietas...

Usted propone que se vea la televisión, pero eligiendo de antemano qué es lo que se quiere ver y no que uno se trague lo que echen en ese momento.
Para ser un buen telespectador hay dos reglas de oro: ver poca televisión y bien seleccionada. Se trata de encender la televisión porque nos interesa algo en concreto, una película, una serie, un partido... Y después, siempre que sea posible, intentar verla en familia.

Consejos para impedir que la tele devore a nuestros hijos 

1. No dejar solos a los niños ante la tele y acordar con ellos el tiempo que le van a dedicar.
2. Impedir que enciendan el aparato cuando ellos quieran.
3. Evitar que esté encendida durante las comidas o mientras hacen los deberes.
4. No utilizarla como premio o como castigo.

LA TELEVISIÒN Y LOS NIÑOS


Autor: Por Bernabé Tierno
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.surcultural.info

Habitualmente, los medios de comunicación social nos ofrecen toda la información de cuanto sucede en el mundo entero. Compartimos con los demás seres humanos toda clase de suertes, desgracias, éxitos, catástrofes. Toda esta información también la reciben en mayor o menor medida los niños.

Es bueno estar informados, saber lo que pasa en el mundo, pero el problema radica en que estos medios se convierten sobre todo en medios de mentalización.

Diferentes vías

1. Vía afectiva, emotiva, cargada de fuertes pasiones. Por esta vía es fácil despertar e incrementar las conductas violentas, agresivas y pasionales presentando modelos que triunfan y a los que les resulta muy rentable tal comportamiento. En el caso concreto de los niños les queda claro, desde los primeros años, que lo que se hace y dice en la tele es bueno y recomendable. Ahí está el peligro.

2. Vía de los reflejos condicionados. Estamos llegando a una dependencia generalizada del consumismo sin freno. Hoy más que nunca la ética de la persona y las pautas de su conducta están siendo marcadas por la estética del consumo a causa de la televisión.

3. Vía subliminal. La fascinación de las imágenes, hechos y actividades que ofrece la pequeña pantalla actúan sobre los mecanismos que activan la conducta del sujeto, a espaldas suyas, sin percatarse de que está siendo moldeado (teledirigido) día a día, hasta sufrir una transformación total.

Alienación y dependencia

1. Por el mecanismo de proyección, el teleadicto se habitúa a descargar, atribuir o proyectar sobre los personajes cuyas acciones contempla sus propios conflictos, pasiones, odios, complejos, etc., de orden interno. Este mecanismo de defensa desconecta al sujeto de su propia realidad en la vida diaria, le incita a descargarse de responsabilidades y atribuir a los demás lo que no soporta admitir ni reconocer en sí mismo. Inutiliza a la persona para encarar los problemas.

2. Por el mecanismo de identificación, el sujeto escapa también de su propia realidad para meterse en el personaje ficticio con que se identifica, viviendo y sintiendo sus luchas, victorias, celos, placeres, infidelidades, conductas violentas, etc., que tenderá a imitar de manera inconsciente. Cada persona vivirá y sentirá la ficción de manera más o menos intensa según su edad.

Los niños son presa fácil de este mecanismo pues, muchas veces, no logran distinguir la ficción de la realidad.

Sabemos por estadísticas que nuestros niños pasan cada año frente al televisor unas 1.300-1.400 horas, mientras que las horas del colegio al año no llegan a mil. Esto significa que todo joven que llega a la mayoría de edad ha pasado frente a la pantalla de TV entre 20 y 25.000 horas.

Es evidente que no estamos ante algo sin importancia y tenemos que aprender todos a usar un medio tan poderoso. La TV es un potencial inmenso que puede enriquecer y ayudar muchísimo a aprender y saber muchas cosas en poco tiempo.

En este tiempo se encierran múltiples posibilidades de enriquecer la mente y el psiquismo humano.

Perjuicios y beneficios

En psicología infantil y juvenil se podrían lograr muchísimas cosas, como, por ejemplo, fomentar conductas sociales de cooperación y ayuda a los demás, de autocontrol, de esfuerzo y formación personal, etc. Ofreciendo modelos dignos de imitar por su atractivo y cuya conducta responsable, respetuosa y sacrificada por los demás fuera provechosa.

El problema es que la televisión no deje tiempo para el diálogo entre los esposos, para el de los hijos con los padres y para el de los hermanos entre sí.

Es evidente que la televisión corta de raíz la posibilidad de desarrollar otro tipo de actividades en todos los hogares: dialogar, leer, estudiar, escuchar música, jugar, reír y hasta dormir.

En definitiva son dos las consecuencias que están perjudicando más al niño y a la familia: la primera es la incomunicación. No hay tiempo para hablar de nada porque lo absorbe todo la tele. La segunda es que se está perjudicando el hábito de la lectura y está influyendo de manera muy directa en los resultados escolares.
Se ha demostrado que cuantas más horas pasa un niño frente el televisor, por término medio, menor es su rendimiento escolar y más posibilidades tiene de llegar a fracasar en el estudio.

Saber utilizarla

1. Lo primero que hay que hacer es aprender a prescindir de ella y apagarla cuando los programas o temas que desarrolla no sean de nuestro interés o el de nuestros hijos y no permitir que «nos organice la vida».
2. Aprovecharla para estimular el diálogo familiar comentando temas de interés y fomentar la actitud crítica.
3. No estar psíquicamente pasivo, sino activo. Un buen programa de TV estimula intelectualmente como el mejor de los libros.
4. Los contenidos de ciertos programas interesantes pueden servir de materia de trabajo para el estudio; inclusive para el colegio.
5. Hay que enseñar a «ver» anuncios y desenmascarar la manera en que pretenden convencer e influir al televidente para incitarlo a comprar. Esto gusta muchísimo a la mayoría de los niños.
6. Se puede fomentar la unión de la familia utilizando determinados programas para enjuiciarlos, analizarlos, criticarlos y valorarlos en común. Que hasta los más pequeños opinen y sean escuchados por todos.
7. Acompañar siempre que se pueda a los niños mientras están frente al televisor para enseñarles a tener una mente activa y crítica de cuanto ven. Que sepan comentar y valorar actitudes, gestos, conductas..., y no contemplar pasivamente.
8. No permitir que el niño vea la TV más de una hora diaria, en lugar de las tres horas que ve el niño español por término medio, y de las cuatro o cinco que suele ver el sábado y el domingo.
9. Ilusionarlo con actividades deportivas, reuniones con amigos, actividades al aire libre y otras para ir reduciendo el tiempo dedicado a la TV.
10. Convertirla en un instrumento valido en la formación del niño o del adolescente, a todos los niveles.

LA TELEVISION: NI ANGEL NI DEMONIO


Autor: Sandra Blanch Vidal
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.asusta2-com.ar

“Nada más llegar a casa ya empieza mi programa favorito. Mientras meriendo, podré verlo pero luego me mandarán a hacer los deberes. Les diré que tengo muy pocos, así termino rápido y veo los últimos episodios de los dibujos. Después, con un poco de suerte, estarán ocupados con sus cosas o haciendo la cena y no me llamarán la atención más que de pasada para que apague la tele. Después de cenar, me encantaría ver el capítulo de hoy de la serie de extraterrestres porque si no, mañana, no podré comentarlo con todos mis amigos. A ver como me las apaño para convencerles que me dejen un rato más”…

¿Por qué ven tanta televisión los niños?

A este aparato que preside nuestras salas de estar y cuyo uso no requiere esfuerzos físicos ni intelectuales, el promedio de los niños le destinan una media de más de 3 horas diarias y un 18% de ellos lo consideran la mejor opción de ocio. ¿Qué esperan u obtienen de ella para consagrarle tanta atención?

Los niños recurren a la televisión para satisfacer sus necesidades de distracción, reducir las tensiones y como medio de información. Pero sobre todo, los niños no buscan otras maneras de satisfacer estas mismas necesidades porque la televisión les es impuesta por el medio, porque no les queda otro remedio que convivir con ella. Está muy presente en el hogar, es tema recurrente de conversación con los amigos, y demasiadas veces es la única "niñera" o "compañía" que tienen. En la sociedad actual, el ver la televisión adquiere casi condición de hábito porque es una actividad que, en muchas ocasiones gracias a los mayores, está presente a cada instante de la vida familiar.

¿Qué efectos tiene la televisión en los niños? 

La televisión no es ni mucho menos, un aparato indeseable que debamos desterrar de nuestras vidas, pero debemos ser conscientes que la calidad de la programación se ha visto muy afectada por la carrera cada vez más despiadada de todas las cadenas para captar audiencia.

La televisión como un medio de entretener, divertir y sorprender le está ganando la partida, y con mucha ventaja, a la televisión como medio educativo o informativo. En los niños, sus efectos pueden ser muy negativos ya que todavía no han desarrollado un espíritu crítico y están absolutamente abiertos a todo conocimiento que les venga de fuera.

Son cada vez más los programas carentes de interés, sin ningún valor para el espectador y lo que es peor, transmisores de valores y conductas con las que en absoluto comulgamos sexismo, violencia, etc. Ofrecen modelos simbólicos relacionales entre personas, hacia las cosas materiales y hacia los valores que juegan un papel fundamental en el desarrollo emocional del niño, en la conformación de su conducta y en el de sus intereses y motivaciones. Estos modelos simbólicos no tienen porque ser siempre negativos pero numerosos estudios alertan que el alto contenido de violencia manifiesta o subliminal y de otros valores negativos en los programas contribuye a generar actitudes agresivas y a favorecer el descenso en la sensibilidad ante la violencia o la desgracia de niños y adolescentes.

Por otra parte, la publicidad, indisociable del simple hecho de ver la tele, vampiriza sobre todo a niños y adolescentes. Estos constituyen un objetivo mucho más vulnerable que los adultos porque muy a menudo engullen sus engañosos mensajes sin plantearse demasiadas cuestiones. La publicidad, que proyecta en sus inconscientes estereotipos sobre diversos aspectos socioculturales y que les da informaciones erróneas, acaba por imponerles falsas necesidades materiales o vitales y crearles ansiedades y frustraciones.

¿Qué debemos hacer los padres?

Autoridades e instituciones no han reaccionado con contundencia para poner fin a estos fenómenos que, por otra parte, son uno de los principales causantes del alto índice de "analfabetismo funcional" el que padecen aquellos que técnicamente saben leer y escribir pero que por falta de uso y costumbre, no saben aprovechar estos conocimientos. Somos nosotros los padres quiénes debemos supervisar qué uso hacen nuestros hijos de la televisión: limitar el tiempo que le dedican, seleccionar con sumo cuidado los programas que ven, y enseñarles a tener una actitud crítica frente a los contenidos de los programas.

Limitar el tiempo de televisión

Algunos pedagogos sugieren la cifra de diez horas semanales de televisión, como el máximo recomendable para nuestros hijos. Es muy razonable aunque pensamos que sois vosotros los más adecuados para reducir esta cifra, o bien ampliarla lo justo y siempre en función de la cantidad de tiempo libre que tenga vuestro hijo. Procurad que la televisión sea un pasatiempo más, no el único pasatiempo.

Si a vuestro hijo le encanta leer y jugar, no debe preocuparos demasiado que también le fascine la tele. En cambio, intentad restringir al máximo su visión y motivarle con otras cosas si sucede lo contrario.

Preguntémonos también qué ejemplo les estamos dando si en nuestra casa la televisión permanece enchufada durante horas y horas. Es muy habitual en algunos hogares que, incluso en los fines de semana, la tele esté encendida desde primera hora de la mañana. Incluso en las comidas, muy a menudo, la tele funciona sin que nadie le preste verdadera atención y entorpeciendo la charla familiar.

Enseñémosles a vivir sin ese ruido de fondo, evitemos que la televisión se convierta en un elemento central de la vida cotidiana en casa. Démosle importancia cuando un programa concreto nos interese, pero no como banda sonora y visual de nuestro día a día.

Tampoco debemos caer en la tentación de convertirla en un improvisado y efectivo "canguro" de nuestros hijos. Si no podemos ocuparnos de ellos durante algún rato porque tenemos trabajo, seguro que encontraremos actividades mucho más constructivas e interesantes para ellos que dejarlos delante de la tele. Seleccionemos los programas que ven

No todo programa infantil es bueno

Es de dominio más que público que la "programación infantil" se emite en una franja horaria muy concreta y que, fuera de esa franja, todo lo que se emite son programas dirigidos a personas adultas. Sin embargo, eso no nos exime de cierto control ya que no toda la programación infantil es deseable o educativa. Hemos apreciado cómo los programas destinados a niños caían a veces en el error de gustar a cualquier precio. Ese precio puede ser alto: el renunciar completamente a un objetivo pedagógico, el olvidar los valores a transmitir y el caer en un humor grosero, desagradable y muy poco apropiado para niños.

Por otra parte, en la franja de horario de los adultos, podemos a veces, encontrar programas muy susceptibles de gustarles y con un alto contenido educativo: documentales, películas que ya conocemos…
Acordémonos también del invento del vídeo. Estemos atentos para grabarles emisiones que valgan la pena y que puedan ver en momentos en los que la programación no ofrece nada conveniente.

Desarrollemos su espíritu crítico 

La televisión muestra, reproduce y vende unos sistemas de valores que en pocas ocasiones se ajustarán a los que nosotros propugnamos. Ahí tenemos los padres un papel fundamental. No podemos obligarles a volverse de espaldas a la televisión por "aparato subversivo", pero sí podemos intentar que sean televidentes críticos y conscientes de lo que les está ofreciendo esa "caja mágica". Si les enseñamos desde un buen principio que no todo lo que vemos por la tele es realidad, si les explicamos por qué la información que nos brinda es siempre parcial, si nos sentamos con ellos a ver la tele y comentamos los contenidos de los programas, les ayudaremos a convertirse en telespectadores activos, capaces de cuestionar o de opinar sobre los mensajes recibidos.

Hagamos pues un uso racional de la televisión. Aprovechemos sus incontables ventajas pero tomemos conciencia de los efectos que puede tener sobre todo en niños y adolescentes. Evitemos que se convierta en un animal de tentáculos que les capture, hipnotice y anule sus demás intereses y su capacidad crítica. ¡Está en nuestras manos!

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jueves, 7 de enero de 2010

LA PASIÓN POR LOS VIDEOS JUEGOS


Autores: Mª. Ángeles Pérez Montero y Francisco Javier Rodríguez Laguia
Fuente: ideasclaras@ffastur.eu
Foto: www.evisos.com.ar

El ‘boom’ de los videojuegos ha irrumpido en nuestra sociedad desde hace algún tiempo con gran fuerza, pero realmente preocupa en las familias el uso y abuso que se hace de las mismas por parte de sus miembros y en especial de los hijos.

Los videojuegos suponen la actividad de ocio preferida por los niños por encima de toda una larga lista. Incluiremos en este artículo unos datos interesantes de un estudio realizado por Microsoft y publicado en la prensa en febrero de 2003 sobre el uso, ventas, perfil, etc., aspectos todos relacionados con este mundo de los videojuegos.

Suponen también parte de lo cotidiano en la vida del niño y acaparan la atención en la conversación. Existen opiniones para todos los gustos sobre la conveniencia o no de los videojuegos. Unas están a favor, otras argumentan en contra y en medio se encuentran los padres que no sacan una conclusión clara.
Argumentos en contra

El primer argumento en contra es su elevado precio (aunque tienden a abaratarse), pero hay otro, tal vez mayor, que preocupa a los padres y educadores: los altercados en el hogar por su causa. Este tipo de problemas llega cuando se necesita la pantalla de la televisión mientras otros miembros de la familia quieren ver algún programa.

Menos problemático es su uso en ordenador, aunque menos aceptado entre los más jóvenes debido a que no consiguen la misma calidad de imagen ni es fácil siempre adaptar los controladores y accesorios en la televisión.

También debemos tener en cuenta la proliferación de juegos portátiles, los “gameboys”, que funcionan a pilas y tienen una pantallita que permite al jugador su uso en cualquier sitio y sin molestar ni permiso de nadie. El reto de hallar nuevos trucos para ser más hábiles provoca un enganche para seguir jugando.

Otros inconvenientes:

• Pueden producir nerviosismo y ansiedad.
• Pueden transmitir valores inadecuados.
• Pueden provocar un cierto retraso en el proceso de socialización e incluso un aislamiento.
• La excesiva estimulación de concentración puede llegar a provocar falta de atención hacia su entorno.

Ventajas:

Favorecen la organización espacio-temporal:
• Coordinación oculomotora.
• Desarrollo de destrezas básicas como la rapidez de reflejos y la memoria.
• Puesta en práctica de estrategias.
• Desarrollan el instinto de superación
• Algunos permiten mejorar y acrecentar la rapidez de razonamiento
• Estimulan la concentración, por lo que pueden ser muy adecuados para niños hiperactivos o con déficit de atención.

Problemas de adicción y agresividad

Pero el verdadero argumento en contra de este tipo de juegos es la adicción que provocan. Existen opiniones de psicólogos infantiles que argumentan que “los niños que pasan demasiado tiempo delante de la pantalla tienen problemas de agresividad o timidez”; mientras que otros profesionales opinan que no fomentan la agresividad por matar marcianos sino que “ayudan a concentrarse, a prestar atención y a tener reflejos”

Patricia Marks Greenfield en su libro “El niño y los medios de comunicación” (Ed. Morata 1985) dice que en estos juegos “intervienen más elementos que la coordinación ojo-mano. Algo muy importante en sí mismo. De hecho, no solo son complejos, sino que incorporan tipos de complejidad imposibles en los juegos convencionales”

Hay psicólogos que afirman que es bueno acostumbrarse a estas máquinas porque los niños vivirán en un mundo electrónico donde el ordenador es un gran arma de trabajo.
Tenemos que convivir con estos nuevos “electrodomésticos” y lo mejor sería integrarlos también de forma inteligente: jugando con nuestros hijos, ofreciéndoles jugar con sus amigos y además, iniciarlos en otro tipo de diversiones y experiencias en otros campos.

La mejor de las estrategias a seguir por parte de los padres es apelar al sentido común basándose en el conocimiento exhaustivo que tienen de su propio hijo.

Algunas otras pautas que pueden servir a los padres para controlar un uso racional de los videojuegos:

• En primer lugar debemos hacer propuestas alternativas de ocio puesto que depende de los padres que los hijos se interesen por otras actividades.
• Otra sería interesarnos por todo lo que rodea al videojuego y acompañar al chico en algunos momentos de juego..., es la mejor manera de compartir intereses con él, de conocer su mundo y sus inquietudes. Como padres nos podemos asomar también a este mundo que desborda la imaginación; nosotros también viviremos con nuestros hijos aventuras, trazaremos estrategias, adoptaremos distintas personalidades y desarrollaremos habilidades en este mundo fascinante. Sólo así sabremos qué es lo que atrae a nuestros hijos, les emociona y ¿por qué nos preocupa a nosotros?
• De los padres depende así mismo la selección de estos juegos, eligiendo aquellos que no contengan tintes sexistas, violentos o insolidarios. Los hay de estrategia como: el ajedrez o los deportivos; de aventuras fantásticas (muy solicitados) y educativos (la mayoría para ordenadores).

En general podemos apuntar las siguientes normas fundamentales:

• Debemos elegir un juego que permita grabar la parte del juego que ha sido realizada.
• Son recomendables aquellos juegos que permiten intervenir a más de un jugador. Los juegos que tienen un número interminable de pantallas generan ansiedad porque no se ve el momento de llegar al final.
• Los valores que aparecen implícitos deben ser de nuestro agrado. No son recomendables los juegos que incluyen violencia gratuita o que fomentan la destrucción.

Tipos de videojuegos

Sandra García llega a hacer una interesante clasificación de los videojuegos de la siguiente forma:
Juegos de acción: Son los que más se venden y acostumbran a presentar fuertes dosis de violencia en el argumento y desarrollo de la acción. Se prestan mucho a provocar nerviosismo y ansiedad pero son también los que mejor funcionan para que el niño que ha acumulado tensiones se desprenda de ellas. Están indicados para niños a partir de 8-9 años y precisan de nuestra supervisión antes de autorizar su uso.
Juegos de estrategia: el niño participa de forma activa en la elaboración de una estrategia para alcanzar un objetivo. Estimulan el razonamiento lógico y la reflexión. Los hay para niños a partir de 8-9 años.
Juegos de aventuras: el niño se convierte en el protagonista de su propia aventura y se sumerge en un mundo de fantasía. No presentan conflictos éticos y los contenidos suelen ser divertidos. Están indicados para niños a partir de 7-8 años.
Juegos de deportes: suelen reproducir canchas de juego y partidos de algunos deportes como el fútbol, baloncesto, etc. Los hay que están muy bien elaborados y alcanzan niveles de realismo asombrosos. Son por lo tanto complejos para los niños. Están destinados más bien a los adolescentes a partir de 14 años.
Juegos de simulación: son juegos en los que los niños adoptan un rol y en función de éste deben probar sus habilidades para alcanzar el objetivo. A menudo estos juegos plantean situaciones que en la vida real podrían resultar peligrosas. Indicados para adolescentes entre los 14 y los 15 años.
Juegos educativos: hay una gran variedad de juegos en el mercado que están pensados para incrementar o mejorar la psicomotricidad fina (destreza con las manos), el desarrollo del lenguaje (escrito y oral), las matemáticas, la orientación espacial y muchas otras habilidades y aspectos. Son especialmente recomendables. Hay una gran oferta de buena calidad y se dirigen a niños desde los 18 meses hasta los 16 años.

Los juegos tanto de TV como de PC que más gustan a los aficionados españoles son los de deportes, acción y estrategia. El último lugar de la clasificación lo ocupan los videojuegos de Rol.

En cuanto a los niveles de agresividad hay que considerar que un cierto nivel de ella no es perjudicial, ya que sirve para canalizar su energía. Cuidado si la hay en exceso: puede provocar en el niño la identificación de agresión con placer, o que se asuste y aprenda a reprimir negativamente su hostilidad.

¿Cuánto tiempo al día? 

Una pregunta que también se plantean las familias a diario es ¿cuánto tiempo al día es recomendable su uso? Según los expertos, dependiendo del uso que se haga de los videojuegos, los niños pueden incrementar la autoestima y desarrollar algunas habilidades con este tipo de ocio. Es imprescindible que los padres controlen el tiempo que sus hijos pasan delante de la pantalla. Un abuso es capaz de fomentar actitudes narcisistas y disminuir su sociabilidad. Este tipo de juegos, aunque se comparta, es un reto individual. Conviene marcar un límite de tiempo y ser estrictos en esta postura.

No es cuestión de prohibirlo o restringirlo al fin de semana, sino de encontrar un punto medio y ofrecer nuevas alternativas. Según el psicólogo Estalló Martí, después de estudiar los efectos psicológicos de los videojuegos, asegura que su uso “no facilita la aparición de ningún tipo de sicopatología ni alteración de conducta específica”.

miércoles, 6 de enero de 2010

PREMIAR A LOS HIJOS...


Autor: Francisco
Fuente: BLOG MICUMBRE.COM www.micumbre.com. Oublicado 5 de Enero 2010
Foto: www.objetores.org

ESCUELA PARA PADRES

* 10 Clases de premios
* 10 Formas de premiar y obtener buenos resultados

Los premios que dan los padres cuando educan bien a los hijos, no son recompensas como las que se otorgan en rifas, sorteos o concursos. Son regalos, galardones o pagos por méritos realizados o como consolación por haber visto frustradas sus esperanzas.

Los padres tienen que tener la misma vara para medir las correcciones, que para medir los premios y administrar la justicia con la misma intensidad, a la hora de castigar y a la de premiar. No pueden olvidarse que tienen la irrenunciable responsabilidad de decidir cuándo, cuánto, cómo y dónde premiar y corregir, pero también de responder ante la familia y la sociedad de lo realizado.

A todos nos gusta que nos premien, sobre todo si ha sido prometido o si el premio corresponde un esfuerzo extraordinario, máxime si está hecho altruistamente. Pero los premios dados a los hijos, no deben ser para tapar la culpabilidad de un mal comportamiento, hecho por algunos padres para con sus hijos, ni como pago del chantaje que los hijos hacen para portarse bien, estudiar mejor o cumplir con las obligaciones familiares que les corresponden. Los premios deben ser utilizados, para aumentar la autoestima de los hijos y como compensación o recompensa de los esfuerzos que han realizado, teniendo que tener siempre, un equilibrio entre los premios y los castigos.

Los premios tienen que ser acordes con la edad, la capacidad de hacer lo que ha realizado, los objetivos propuestos, las circunstancias y su dificultades o facilidades, la situación familiar y el entorno social en el que se desenvuelven, etc. Cada hijo es diferente y no existe una regla general para los premios, pero utilizando las virtudes y valores humanos para premiar, siempre se obtendrán los mejores resultados en la educación de los hijos.

Tienen que servir para practicar y fomentar principalmente las virtudes y valores humanos, de la fortaleza y de la caridad. Ambas virtudes, no tienen premios visibles, pero producen la satisfacción del deber cumplido, en los padres y en los hijos.

Los injustificados o excesivos premios que algunos padres dan a sus hijos, les fomentan los caprichos, el egoísmo y la creencia de que todo se merecen, sin tener que hacer ningún esfuerzo, lo que origina muchas veces, el principio de los chantajes emocionales y la disminución del nivel de autoridad paternal.

Es muy perjudicial para la credibilidad y autoridad de los padres, prometer y no cumplir. Si se promete un premio o un castigo, debe ser realizado, en ambos casos con la misma prontitud, cantidad y calidad., manteniendo un equilibrio entre ambas situaciones.

Los padres tienen que tener firmeza y consistencia con sus palabras dadas, acciones y actitudes y cumplir los compromisos acordados, procurando no acostarse nunca sin haber arreglado con los hijos las promesas hechas, tanto de premios, como de castigos.

Para los padres es muy difícil equilibrar su debilidad o fortaleza, con la cantidad de consentimiento permitido con los hijos, que pudiera crear un concepto de petición sistemática de premios, por todas las cosas que deben hacer. La valoración de los premios en función de las obligaciones, exigencias, responsabilidades, derechos, facultades, voluntariedades, etc., pero vale la pena luchar para hacerlo bien, pues los hijos se merecen todo, máxime a la hora de premiar justamente.

La educación de los hijos en las virtudes y valores humanos puede y debe estar acompañada, de premios razonables, que alimenten las ganas de conseguir los objetivos previstos de buena formación, para ello los padres deben consultar la forma de hacerlo a los sacerdotes, pastores, rabinos o imanes que son las personas que mejor conocen la forma de hacerlo.

10 Clases de premios:

1. Los premios afectivos expresados con acciones amorosas, suelen ser los que mas aprecian los hijos y los que mejores recuerdos les dejan. Un gran abrazo o beso, con efusión por los logros alcanzados, un guiño de ojo de complicidad, un “tu, si lo has podido”.
2. Los premios dados anónimamente, a personas que necesitan recibirlos, porque no tienen quien se los de.
3. Los premios dados para sobornar, en casos de divorcios y conseguir atraer y dominar las voluntades de los hijos, ante las relaciones prohibidas o irregulares de los padres. Premios dados para ocultar las cosas mal hechas
4. Los premios imprevistos que se originan por actitudes y comportamientos adecuados, en situaciones inesperadas o espontáneas.
5. Los premios injustificados, desproporcionados, insultantes, etc. que no han sido soportados por ningún esfuerzo, y que sirven solamente para demostrar o aumentar, el poder del donante y en muchos casos, humillar al que los tiene que recibir.
6. Los premios liberadores de tareas, obligaciones o promesas, que son desagradables para los hijos.
7. Los premios materiales adecuados a las preferencias de los hijos, habiéndolas estudiado previamente, para aumentar el placer de recibirlos, pero siempre de acuerdo con la importancia de los hechos premiados. Tan malo es pasarse, como quedarse cortos.
8. Los premios para aumentar la autonomía, independencia, libertad, etc. de los hijos, ganados por la mayor sensatez y madurez de comportamiento familiar, social y escolar. Suelen estar relacionados con los horarios de entrada y salida de la casa, facilidades de uso del automóvil, teléfonos privados, etc.
9. Los premios pequeños, pero continuos, por motivos insignificantes de actos sencillos, voluntariamente realizados fuera de las obligaciones cotidianas, pero que mal educan a los hijos a hacer todo, en función de recibir premios.
10. Los premios previstos, pactados de antemano para cumplir objetivos reales y alcanzables, que lógicamente deben ser proporcionales a su cumplimiento y calidad de los objetivos, para evitar en su caso las frustraciones.



10 Formas de premiar y obtener buenos resultados:

1. Premiar con alegría, que se note claramente que el que premia, está más contento que el premiado.
2. Premiar con amabilidad, demostrando un trato benévolo con sencillez, cariño y simpatía, evitando la frialdad o antipatía.
3. Premiar con la amistad incluso a personas desconocidas, que han hecho un bien a la familia o a la sociedad, demostrándoles un gran afecto y procurando su bien.
4. Premiar con amor, correspondiendo al amor recibido y haciéndolo con mucho cariño, intensidad y desinterés y en su caso, sin importar la indiferencia, el odio o el desprecio recibido.
5. Premiar con equidad, de forma que haya justicia, imparcialidad, y equilibrio entre el premio dado y la acción premiada, tratando de evitar el desequilibrio negativo, para terceras personas.
6. Premiar con ética, en función de los dictados de la conciencia, pues las malas conductas o acciones, nunca deben ser premiadas por muy difíciles que hayan sido de cumplir.
7. Premiar con generosidad y magnanimidad, pero sin derroches ni despilfarros, evitando la tacañería, el egoísmo o los aviesos intereses de quien premia.
8. Premiar con humildad para que no sirva de presunción al que da y sea solamente, como prueba o reconocimiento del acto realizado.
9. Premiar con igualdad, equidad, justicia e imparcialidad, en proporción a los meritos adquiridos, para evitar las envidias por favoritismos.
10. Premiar con justicia, honestidad y ecuanimidad, desechando la arbitrariedad y los caprichos.


Otras virtudes y valores humanos que deben tenerse en cuenta cuando se premia: Bondad. Caridad. Compasión. Coherencia. Conciencia. Control. Cordialidad. Cortesía. Criterio. Desprendimiento. Dignidad. Diligencia. Entusiasmo. Gratitud. Honestidad. Honradez. Lealtad. Libertad. Moderación. Moralidad. Naturalidad. Objetivamente. Orden. Paciencia. Prudencia. Razón. Rectitud. Respeto. Responsabilidad. Sabiduría. Sencillez. Sensatez. Sentido del ridículo. Sentimiento. Serenidad. Seriedad. Simplicidad. Sinceridad. Solidaridad. Tolerancia. Verdad. Voluntad.