jueves, 1 de abril de 2010

¿ESTAMOS CRIANDO VAGOS?

Autor: Dr. César Mella (Psiquiatra)
Enviado por: Hugo Luis Daher
Foto: www.facebook.com/people/Chicos-vagos


Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela.

Se levantan irritados pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono o conectados al Internet. No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver con 'arreglar algo en el hogar'.

Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles 'defectos' a sus padres a los cuales acusan a diario de que 'están pasados'. No hay quien les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo.

Hay que darles su 'semana' o mesada de la que se quejan a diario porque 'eso no me alcanza'. Si son universitarios siempre inventan unos paseos de fin de semana que lo menos que uno sospecha es con que regresarán... Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aún el di­a en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles.

Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 14 y los 24 años y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen un verdadero dolor de cabeza.

¿En que estamos fallando? Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta el orgullo reiterado es que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tení­an que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevábamos al taller de costura la ropa que elaboraba nuestra madre o tení­amos un pequeño salario en la Iglesia en donde ayudábamos a oficiar la Misa cada madrugada.

Lo que le pasó a nuestra generación es que elaboramos un discurso que no dió resultado: '¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé!'. Nunca conocieron la escasez, se criaron desperdiciando, a los 10 años ya habí­an ido a Disney World dos veces cuando nosotros a los 20 no sabí­amos lo que era tener un pasaporte. El 'dáme' y el 'cómprame' siempre fué generosamente complacido y ellos se convirtieron en habitantes de una pensión con todo incluido que luego querí­amos que fuera un hogar.

Al final se marchan al exterior a la conquista de una pareja y vuelven al
hogar divorciados o porque la cosa 'se les aprieta' en su nueva vida. Los que tienen hijos pequeños pónganlos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos. Un pago simbólico por eso puede generar una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar. Los hijos deben desde temprano aprender a lavar, planchar, cocinar para que entiendan la economí­a doméstica en tiempos que podrí­an ser más difí­ciles. La música metálica, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica de la comunicación han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó. Estamos compelidos a revisar por los resultados si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos trabajado tanto que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las domésticas y en un medio ambiente cada vez más deformante. Ojalá que este mensaje llegue a los que tienen 'muchachos chiquitos' pues ya los abuelos pagaron la transición...

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