sábado, 8 de noviembre de 2008

“La solución de una duda es el descubrimiento de la verdad” (Aristóteles) (Filosofía)



¿QUID EST VERITAS?

Acerca de saber que es la verdad


Por Diego O. Flores

Dedico este escrito, con admiración
al profesor Javier Yampa.



INRODUCCION

Así como los recuerdos quedan en la memoria, así también la memoria vive por los recuerdo.
De esto, recordado, deseo con-memorar con el lector, el dialogo que lleve a cabo con un profesor (a quien me refiero como “el filosofo”) acerca de una cuestión de suma importancia como el saber, que es la verdad.
El siguiente escrito se presento, con la oportunidad por plasmarlo por escrito, desde una exposición dada por el profesor y el cual me dejo un poco confundido, por no decir “perturbado”, al percibir que, lo expuesto por el filósofo no concordaba con lo que pensaba yo acerca del tema tratado. Y fui así como, al modo de una dialéctica Hegeliana, pero en su inversa: síntesis – antítesis – tesis, es como me vi ayudado (por el planteo que me propuso el profesor) a escribir esto, que mucho tiempo antes, esperaba en mis pensamientos ser comunicado a los demás. Así en una primera oportunidad, se presento un breve escrito (síntesis) acerca del tema que se pretende investigar y resolver. Luego el mismo fue, previamente leído por el filósofo, y objetado, a modo de corrección, en distintos puntos del artículo. Ante esto, se resuelve exponer de manera completa el pensamiento, con la intención de no traer confusión, a la vez que respondo a las objeciones realizadas (a modo de aclaración), para una mejor comprensión.




SOBRE QUE ES LA VERDAD (síntesis)

Muchos fueron los escritos acerca de saber que es la verdad, y muchos también fueron los escritos que concluyeron en el error. Y así como dice el Teólogo escolástico que “así como en las proposiciones demostrables es preciso partir de algunos principios por si evidentes al entendimiento, es preciso hacer otro tanto cuando se investiga que es una cosa…” (Cuestiones Discutidas, De Veritate)
Es por eso que si se quiere avanzar en el conocimiento y la ciencia, abordando la realidad misma, es necesario por ende llegar a lo real que no está sino en lo que es, como lo define san Agustín y por el cual se llega a la veracidad de nuestro mismo ser.
Para ello, voy a partir de una teoría sostenida por el profesor Javier Yampa. El mismo afirma que:

La verdad = es la adecuación del sujeto al objeto1 ser
Pensar

Es evidente que por el conocimiento, el hombre es consciente de que pertenece a algo, ese algo es la realidad. Pero tal pertenencia lo es en la medida en que el hombre se amolda a dicha realidad, se adecua a ella2. Por ejemplo, una persona se sienta en una silla porque sabe que está hecha para sentarse. Si la consideraría a esa silla una cama para dormir, no podría hacerlo, porque no se lo permitiría la misma realidad del objeto, el cual fue hecho para una determinada finalidad; es decir que el objeto no podría adecuarse al sujeto porque el objeto no es sujeto de adecuación, por ser este independiente en su existencia del sujeto cognoscente3.
Utilizando las palabras del profesor diría que evidentemente lo lógico no puede sacar lo ontológico; no le puede dar el ser a algo que ya es.
Esto último es lo que pretendió la modernidad y su racionalismo4 = pensar
Ser

De lo dicho podemos decir entonces que el:

Error = es la adecuación del objeto al sujeto5

De lo anteriormente dicho, busquemos pues una soluciona al problema.
Siguiendo el pensamiento de santo tomas de Aquino, acerca de lo que es lo verdadero, quiero remarcar un aspecto de verdad que sigue su secuencia lógica al definir lo que es la verdad, pero distanciándome del mismo al percibir yo otro aspecto relevante a mi parecer, en cuanto precedente, y del cual digo que si el error está en función de la verdad, demuestro ahora como aquella definición de error, no es sino la definición de verdad, a saber “la adecuación del objeto al sujeto” 6 y 7.
Ante la interpretación sostenida por el profesor Javier, siguiendo las directrices tomistas, digo lo siguiente:
Si dice que la verdad es la adecuación del sujeto al objeto, habría ya aquí una primera instancia clara para rebatir lo que sostiene, porque si él se adecua a la definición dada por santo tomas, entonces caería en su errónea interpretación y posterior y mala aplicación8.
St. Tomas define la verdad como “la adecuación de la cosa y el entendimiento”9. Ahora bien, si estaba en la pretensión de intercambiar los sujetos (entendimiento y cosa) de la afirmación, y lo aplicamos luego al decir el sujeto (entendimiento) y la cosa (objeto), significando a la conjunción “y” un cambio en la afirmación, que es válido lógicamente, tampoco así estaría justificando su verdad, porque no es lo mismo decir adecuación del sujeto al objeto, que decir adecuación del sujeto y el objeto10.


Contra esto, digo lo siguiente:

El doctor angélico (siguiendo las líneas de la obra ya citada) dice que en el hombre existen dos movimientos o fuerzas que están en el alma; estas son la apetitiva y la cognoscitiva. Así es como, tomando un ejemplo del filosofo griego Aristóteles, se puede entender que si al decir “bueno”, este nombre expresa la conveniencia del ente con el apetito, es decir que el ente esta en acuerdo y le es apropiado que apetezca lo bueno; o como lo define muy bien el Filosofo griego, bueno es lo que todas las cosa apetecen.
Del mismo modo también podemos aplicar al nombre “verdadero” en cuanto este expresa la conveniencia del ente con el entendimiento.
Ahora bien, es cierto como dice el aquinate que si en todo conocimiento, para que este se cumpla, debe darse la asimilación del sujeto cognoscente a la cosa conocida, es decir hacerla suya, incorporarla a su entendimiento a través del proceso del conocimiento, y por el cual se asemeja, por naturaleza, el objeto al sujeto, desde luego en la forma que obtiene el sujeto tomada de la forma existente en el objeto.
Y dirá santo tomas que a esta asimilación la podemos llamar la causa del conocimiento, así como la vista conoce el color por el hecho de ser informada por la especie del color.
Pero he aquí el error, difícil de percibir, por el cual no se define correctamente lo que es la verdad.
El conocimiento de un hombre, es efectivamente la correspondencia del ente y el entendimiento, o como la causa del mismo, y a lo cual se la podría llamar (a la correspondencia) como la adecuación (de la cosa y el entendimiento); es decir que si el sujeto debe de adecuarse al objeto para conocerlo, si cabe que el mismo se amolde al color por la vista, que es informada por la cosa, donde el sujeto es así consciente de su conocimiento de la realidad, al cual debe de amoldarse luego11.
Pero de esta sentencia, digo que la verdad no puede ser la adecuación del sujeto al objeto, porque previamente a dicha adecuación se puede percibir que la cosa en sí, a ser conocida, es anterior a la razón de verdad, o mejor dicho, para que haya verdad es necesario, como algo previo porque le precede en su realidad, el mismo acto de informar al sujeto de parte del objeto, es decir que el hombre cognoscente va hacia (ad) la cosa para hacerse similar a ella ( ad-similacion ), pero esto implica un antes, responder a esa potencia, de parte del objeto, que se encuentra en el sujeto. Por eso el objeto que es en sí, tiene el ser por si, y no necesita del hombre para existir. Él lo hace fuera del hombre, por el mismo hecho de que es. Y si es por sí, se entiende que es por el objeto que el hombre llega a conocer en acto la verdad de un ente.
El objeto está presente en la realidad para que sea conocido; hay una aptitud propia del ente (responder naturalmente) para que el alma lo dé a conocer. El ir hacia esa ecuación (ad-aequatio) es propio del sujeto cognoscente, pero este no iría hacia algo, si previamente ese algo estuviera ahí para atraer al posible conocedor.
De todo este giro concluyo diciendo que, en la realidad concreta es cierto que todo hombre debe de adecuarse a la misma realidad12 para ser él en la misma, y de la cual debe de in-formarse para luego con-formarse (amoldarse) con la realidad; pero aquí que esta información que el hombre apropia, no se la da el hombre mismo, sino que se la da la cosa misma, que en su ser real está capacitada para informar la potencia que espera ser informada, y la cual le permitirá al hombre elaborar el concepto de esa realidad, y así percibir lo real, es decir lo que es, es decir la verdad13.
Si santo tomas dice que la verdad es la adecuación de la cosa y el entendimiento, yo digo que la verdad es la adecuación de la cosa al entendimiento (o del objeto al sujeto) 14, salvando y distinguiendo la verdad de la cosa que es en sí, y de la cual obtengo la verdad al conformar mi pensamiento con el objeto15 y 16.
Si vale de algo el que refiera yo siempre al comenzar un análisis que busca la verdad, no está demás decir o recordar el principio por el cual uno puede alcanzar lo que anhela su pensar: “Hay que distinguir para no confundir”.




OBJECIONES DEL FILOSOFO (antítesis)

C.W. 1: esta definición tiene por objetivo: 1) resaltar la prioridad del ser sobre el pensar. 2) Brindar un esquema para dialogar con las teorías de la modernidad.

C.W. 2: esta afirmación se integra a la definición dada de verdad, es decir que la confirma utilizando otras palabras.

C.W. 3: aquí hay una afirmación que va a contradecir la principal tesis defendida que es “la adecuación del objeto al sujeto”.

C.W. 4: iniciada por el racionalismo pero que encuentra su máxima expresión en el idealismo absoluto.

C.W. 5: esta definición de error no se deriva necesariamente de las ideas anteriores, aquí hay un salto ilegitimo, lo cual introduce un falso problema que es el núcleo de los
cuestionamientos sostenidos por el comentador. Dicha definición no ha sido expuesta en ningún momento por parte del profesor. En todo caso el error seria la no adecuación del objeto al sujeto.

C.W. 6: esa definición de error es introducida indebidamente por el comentador, y en base a este error va a fundamentar su postura.

C.W. 7: esta definición puede adaptada y explicada con muchas dificultades dentro del contexto de la filosofía escolástica, pero no sería muy problemática para el debate con las corrientes modernas.

C.W. 8: este juicio es en función del error del que parte la refutación.

C.W. 9: aunque la definición no es idéntica a la de St. Tomas, no la contradice, ni se opone, en todo caso hace referencia a un sentido de lo que se dice sobre la verdad: la conformidad del entendimiento con la cosa.

C.W. 10: aunque no son las mismas las afirmaciones porque la conjunción incluye ambos elementos sujeto/objeto, entendimiento/cosa en la adecuación. Pero el objeto como esta expresado por el comentador “no podría adecuarse al sujeto, porque el objeto no es sujeto de adecuación”, no puede cumplir con la exigencia de la adecuación, solo queda un elemento de la conjunción que es el sujeto y por lo tanto le corresponde propiamente al sujeto adecuarse al objeto, como se ha definido.

C.W. 11: para que se dé el conocimiento es fundamental tanto el sujeto como el objeto, la presencia simultánea de ambos es totalmente necesaria, sino, no hay conocimiento; el sujeto necesita del ser previo e independiente y inteligible del objeto, y el objeto necesita el ser de un ser que pueda conocerlo; cuando tenemos la adecuación tanto del sujeto y del objeto tenemos la verdad, pero quien realmente se adecua es el sujeto, como ha sido expuesto en la definición.

C.W. 12: confirma nuevamente la adecuación del sujeto al objeto y entra en contradicción.

C.W. 13: esta afirmación es correcta pero está lejos de confirmar la verdad como adecuación del objeto al sujeto. Dicha tesis no pudo ser demostrada con los elementos propuestos; en todo caso demuestra la dualidad del conocimiento, o la relación entre verdad metafísica y verdad lógica.

C.W. 14: esto ha sido negado en el principio de la exposición.

C.W. 15: hay que distinguir la verdad metafísica y la verdad gnoseológica.

C.W. 16: volvemos a la adecuación del sujeto al objeto.






¿QUE ES LA VERDAD? (tesis)

No siendo aceptada la síntesis que demuestra una nueva definición acerca de lo que es la verdad, es imprescindible pues demostrar perentoriamente y de otra manera lo que en la misma exposición se puede encontrar, a saber de cómo se llega a obtener la precisión de lo que debe de tener una definición de verdad, y que fue lo que no se logro encontrar.
Es indudable ver como sucede a menudo que los filósofos, a modo de costumbre, suelen adherirse a ciertas doctrinas de pensamiento, como si estas fueran las únicas a la cual hay que tener por ciertas. Si en la modernidad se diviniza la razón, aquí se diviniza el efecto de la razón, es decir lo que se teoriza, lo cual lo menoscaba al hombre en su pensar, en el sentido en que al menos es salvable que se tome como seguro algo sustancial, pero si el hombre apropia lo accidental, es como querer intentar beber agua de un vaso que no tiene agua.
De esto es como resulta que, cuando se presenta algo novedoso, en cuanto teoría o tesis sobre algún punto ya tratado en la historia del pensar, se sigue que esto “novedoso” resulta para los filosofos ser algo “tormentoso”, por la razón de que sus posturas se siente profundamente adheridas (por no decir sometida) a una tradición del pensar.

La tesis presentada anteriormente, es referida al problema de saber que es la verdad. Para ello tome como punto de partida, la interpretación del profesor Javier Yampa, colocando en un paralelo la definición que otorga Santo tomas de Aquino, y de la cual obtengo la afirmación que trato de dar acerca de la misma.
De lo que expuse al comienzo de esta aclaración, a modo de interpelación a los lectores y de lo último que dije, no me queda otro remedio que exponer la tesis, sobre la que demuestro una verdad, utilizando mi propio discurrir en el asunto, argumentándolo con mis propias palabras, y concluyendo de modo imparcial. De esto, procuro que se acepte o no lo que afirmo en mis argumentos, suponiendo toda investigación realizada, y sin nombrar a ningún referente, para evitar así una posible mala interpretación de interpretación, y de este modo sellar con adhesión o no, a lo que se exponga.
No se quiere ser dogmatico en el asunto, y menos imponer una teoría; solo la presento como conclusión de una investigación de la cual pretendo que se la conozca.

Se conoce por el análisis del proceso del conocimiento que, en el mismo se lleva a término la elaboración del concepto, tomado este de la especie o forma inteligible presente en el objeto, y por el cual es cognoscible dicho ente. En el mismo proceso se percibe, siguiendo una línea realista, que los sentidos externos reciben las formas sensible, siendo estas unificadas luego por el sentido común, que deposita en la imaginación la especie aun en su forma material, y que es actualizada por el entendimiento agente, que, después de potenciar esta forma y al despojarla de toda sensibilidad, la prepara para que el entendimiento paciente la lleve al acto cuando elabore el concepto.
Ahora bien, hasta aquí algunos han coincidido en el proceso y en la obtención de la semejanza de las formas. Sin embargo, no todos coinciden en el proceso posterior por el cual el hombre dice que tal cosa es lo que es, es decir que enuncie una verdad.
Muchos fueron las teorías que divagaron en este hecho y pocos fueron los que parecen coherentes en su razonar. Ante esto no deseo explayarme en presentar algunas teorías sobre el conocimiento que se da en el hombre, en lo que hace a la correspondencia entre lo que dice que es de lo que percibe. Prefiero ir directamente al esquema del proceso por el cual el hombre llega a poseer una verdad.
En la vida diaria del hombre, se observa como este se desplaza por el mundo que lo rodea, sobre la realidad que fue creada para que el hombre se adapte a la misma, y pueda hacer en ella lo que él desea.
Descubrimos como el hombre se desplaza de un lugar a otro, pero siempre sobre algo, es decir, en la realidad sobre la que camina, o la realidad sobre la que piensa, o sobre la que se sienta, etc.; como una persona puede hacer algo, realizar alguna acción, en donde puedo modificar algo (refiriéndome a una cambio accidental o sustancial del objeto) o valerme de ese objeto para modificar a alguien o algo, y así en todas las demás cosas que el hombre realiza. Pero he aquí que notamos que esto siempre es sobre algo, a partir de algo, que es lo que le permite al hombre hacer lo que desea realizar, y esto no es sino la realidad misma, existente en sí, y fundada en su ser, que la hace ser lo que es.
Desde luego que se me podrá objetar que si esa realidad es lo que es, lo es porque el hombre percibe que es aquella realidad concreta, que la conoció y por ende puede realizar lo que desea en ella, es decir que parecería que el sujeto es quien configura tal realidad en su pensamiento, para darla luego a conocer al exterior, lo que ella es, y como es. Efectivamente resulta ser cierto que el sujeto configura la forma del objeto en su mente, cuando responde luego lo que es, pero aclaremos ya aquí, que lo que desea hacer de ella (realidad) lo hace en ella, es decir en la realidad subsistente.
Y si bien, aunque la prioridad y deber del sujeto es en él, en cuanto que puede decirle al mundo lo que es ese objeto, que es parte del mundo, lo está haciendo el mismo, solo en la medida en que anticipadamente se le presente algo (objeto) para que sea conocido por el sujeto. Por lo que podemos pensar que sin realidad previa, el hombre nada podría conocer. Es muy veraz decir que el hombre es hombre, porque es un ser racional; y si lo es, es porque tiene la capacidad de pensar, de conocer, de inteligir la realidad. Fue creado para ello, para que conozca a su Creador, y a Él, a través de la creación natural (en el hombre y en la naturaleza). Pero el ser humano puede llegar a ello, porque primero estuvo aquello que le permite llegar a su Creador, a saber la realidad misma. El hombre no fue creado para ser puesto en la nada (material); el mismo fue puesto sobre algo, que no es otra cosa que la realidad cósmica. Es decir que el hombre fue creado después de que se creó la realidad, para que el hombre la conozca, y en ella re-conozca a quien lo creo.
Decía entonces que el objeto es antes del sujeto. Por lo que se comprende que el ser de las cosas, es lo que permite al hombre poder expresarse sobre ese mismo ser, pero lo es siempre en las cosas, y primeramente y sin dejar de ser lo que es.
De aquí se advierte que, muchas veces se llega a cometer el error al no decir la verdad, porque no percibimos el ser de tal realidad, que es determinada por la esencia de la misma. El error siempre se funda y se origina en el sujeto: se pretende dar a la realidad otra realidad que ella no tiene en si, por ser tal realidad, y no ser otra cosa. Pero de esto, podemos reparar entonces al decir que si el error se funda en el hombre es porque en él también se funda la verdad, es decir expresar lo que es la cosa.
Ahora bien, si decimos que en el hombre se puede dar esta doble realidad (emitir un juicio verdadero o falso) entonces vemos como no podemos confiar la verdad total y plenamente al sujeto, aunque este sea sujeto de predicación de la misma; y esto se debe porque el mismo hombre está sumiso también a decir a algo, aquello que ese algo no es.
De ahí que si se piensa que la verdad del objeto solo la podría dar el sujeto, en cierta medida es aceptable en la tesis, por ser el sujeto el que elabora el concepto, pero no es totalmente confiable y aceptable por ser el mismo, sujeto de error en su enunciación, cosa que sucede en el mismo hombre. Entonces concluimos que en el hombre no puede estar la verdad en un primer orden, establecido jerárquicamente.
De lo que se acaba de decir no es sino una breve síntesis de cómo se puede llegar a obtener una verdad del objeto, pero en el orden lógico, en cuanto puede el hombre emitir un juicio verdadero o falso.
De lo expuesto, también hay que decir que, esto último (obtener una verdad lógicamente) no es posible sino antes se parte de algo, para llevar a conclusión tal juicio. Y ese algo no es otra cosa que la realidad misma, en la cual el ser de las cosas, lo que hace ser lo que es, es siempre primera en su expresar óntico (está en espera de ser expresada). Pero ya lo está, aunque sea en potencia, pero a la vez en acto, porque la verdad en el ser no es un modo de ser en el pasado, sino en el presente. Si sostenemos lo opuesto caeríamos en un innatismo, que es a donde no se quiere llegar.
Entonces, se comprende como lo lógico necesita siempre lo ontológico, es decir, como primer paso: el ser para lograr aprehender ese ser y así llegar a conocer, pero siempre es primeramente el ser de la cosa, por lo que son y existen.
También podemos argüir que si conjugamos tanto la primera premisa de la tesis, con esta segunda premisa, entonces claramente entendemos como el ser que es en sí y previo al conocer, lo es porque en él está la verdad, que no es otra cosa que lo que es, como lo define san Agustín (solo lo nombro por encontrar algo de coincidencia aquí). Entonces la verdad primeramente esta en el objeto, antes que pase al sujeto, y si el sujeto al no estar exento de error posible, es decir de no llegar a expresar lo que el ente le transmite, es entonces como el objeto que no deja de ser lo que es, desde su inmanencia ontológica, permite al sujeto el que este no cometa un error, como si fuera una ayuda necesaria y primera, como si ya supiera de antemano lo que el hombre podría llegar a hacer de la realidad, es decir, llevarlo al desconocimiento de lo que él no es. Y si sucede esto último, aun así el sujeto siempre estaría en acto de transmitir lo que es, es decir la verdad (o su ser), y que nunca lo llega a perder. Si el ser es lo que es, no puede ser otra cosa, por eso es que la verdad esta inmutable en el mismo ser (se podría decir que el ser es la verdad y la verdad es el ser).
De todo lo expuesto, entendemos ahora como el sujeto llega a la verdad del objeto, que posee la realidad en si para no ser sujeto de cambio.
Por el proceso del conocimiento expuestamente al comienzo de esta tesis, vemos como el concepto llega al sujeto, luego de una serie de pasos previos. El sujeto cognoscente luego de haber llegado al estado inmanente de su proceso cognoscitivo, no logra conocer en plenitud, en el sentido en que aun no está realizado el proceso completo, ya sea el de entrar en sí mismo con el objeto aprehendido, como el de salir de si mismo hacia el objeto, ya conocido (entendido de alguna manera).
Y es justamente en este último paso, en donde el sujeto posee lo que se llama la auto-conciencia, y de la cual le dice a su yo, qué es lo que ha captado en su pensamiento, de que él ha logrado apropiarse, y que es común para todos, tanto en su universalidad como en su unidad.
Al ser subjetivo el proceso, mas aun lo es la posibilidad de otorgarle al ser lo que no es, como se menciono muy sutilmente en la tesis (ese es otro aspecto que entra en juego en el proceso del conocimiento que no preciso mencionar aquí, y que es el fenómeno de la “apariencia”). Es ahí en donde el yo del sujeto se encuentra siempre en una tensión crucial, por la cual debe de decidir o no el de conformar la forma con su “forma” de pensar y decir lo que sería tal cosa. Es decir que en el sujeto cognoscente se encuentran dos formas en ese momento: la forma del objeto y la forma de pensar del sujeto (subjetividad), siendo esta ultima la que puede llevar a de-formar la forma del objeto (en el sentido en que le dice lo que no es tal cosa; pero no en que le quita la forma al objeto), y lo cual llevaría este último aspecto a suspender el juicio, lo que en otras palabras se conoce como la duda.
Y como tal situación interior es mediata, es en donde entra en juego la supremacía del objeto que no tiene posibilidad de error, sino de transmitir inmediatamente la verdad al sujeto que se encuentra decididamente o no a expresar lo que algo es en su ser, o a cometer el error de decir de algo que no es, porque lo que es, no es sino la verdad, y ésta únicamente la posee el objeto en su realidad existencial.
La realidad del objeto, que necesariamente expresa la verdad, es la ayuda esencial e imprescindible, y el factor único por el que el hombre puede llegar a decir que algo es, no porque lo emita solamente el sujeto, sino porque el objeto existe en sí, o como prefiero llamarlo con otras palabras, el objeto ex-siste, es decir, que es desde si, en sí. Es entonces como el hombre puede emitir un juicio en el que corresponda el objeto con su pensar. En otras palabras, el hombre si se adecua al objeto, en la medida que ya lo conoció, pero esto no sería posible si primero el objeto (verdad) le permite al hombre adecuarse correctamente a lo que el es (objeto), para así no cometer el error. Por eso es que digo que, desde este criterio primario de verdad ontológica presente en el objeto, la verdad no es sino la adecuación del objeto al sujeto.
Si la subjetividad del yo-cognoscente del hombre está expuesta a cometer el error (otorgarle el ser al no-ser), el objeto existente es el que permite, a modo de ayuda necesaria, al hombre poder darle la capacidad ultima para vislumbrar o dar a luz (no se confunda con el “iluminismo”) al sujeto para que éste llegue a percibir claramente aquello que quiere conocer.
Muy ciertamente dicen unos filósofos que el método para conocer, es el “fenomenológico” en cuanto que es el más adecuado para analizar el conocimiento. Y si se dice que al tomar al fenómeno en si, tal como se nos presenta, sin condicionar al sujeto cognoscente de toda “opinión o teoría que pudieran perturbar su comprensión”, veo yo que no hay impedimento como para que se me objete resolutivamente la teoría sobre la verdad, y tampoco ser con esto un reformista en cuanto a la obtención de una definición de lo que es la verdad, hasta el punto de catalogarme como un “racionalista auto-suficiente”.
Lo único que quiero alcanzar con todo lo expuesto, es destacar y recordar la importancia que tiene el ser del objeto o mejor dicho “el ser objeto”, en el proceso del conocimiento, sin desvalorar la posición del sujeto cognoscente, y mucho menos las definición que se dieron acerca de la verdad, pero que a mi parecer no eran lo suficientemente clara y precisas.
La verdad que está en el objeto, la da a conocer el sujeto; nada mas verdadero que esta afirmación.





Respuestas a las objeciones:

Si es que sirve de aclaración a la primera argumentación, comento pues ahora a modo de re-aclaración las diversas objeciones que se hicieron de la misma, no al modo de rechazar un comentario bien argumentado, sino para que se comprenda mejor lo que se trató de fundamentar acerca de lo que es la verdad.

Al C.W. 1: si la definición es resaltar la prioridad del ser sobre el pensar, entonces es correcta en el sentido en que se dice, pero no expresa la realidad última del objeto en sí. Por lo tanto no es precisa la definición dada de verdad.
Las teorías modernas y racionalistas, pretendieron dar a la verdad un sentido puramente racional, hasta el punto de resaltar la prioridad del pensar sobre el ser, es decir colocar la verdad en el pensar y no en el ser. (Precisamente esto es lo que refuto terminantemente)
Ahora bien, si se invierte este orden de verdad dada en el W1 para el racionalista, la definición de verdad seria la adecuación del objeto al sujeto. Esta definición es correcta en cuanto que remarca sí la prioridad del ser sobre el pensar que es lo que se demuestra en los argumentos de la tesis. Ahora, otra cosa es aceptar esa definición desde el punto de vista racionalista, que fue de alguna manera dada por ellos, pero se caería en el error de los modernos, a saber el de no saber definir correctamente y precisamente. Por lo tanto, esta definición no puede ser aplicada al modernismo intelectual. Y si alguien la aplica, estaría ya cometiendo un error. (En la vida cristiana se dice con aplicación que cuando un hombre sigue un error, que “un ciego guía a otro ciego”; yo diría que si se acepta la definición mal elaborada por los racionalistas, sería aplicable para quien la sostiene que: un ciego se estaría dejando guiar por otro ciego).
Si se adopta la postura iluminista, desde luego que siempre se menospreciara la realidad en su ser cognoscible en sí, y se le dará todo el valor al sujeto cognoscente, y con ello sumiso a caer en el error más indebida y rápidamente.
Si con tal definición (adecuación del sujeto al objeto) se busca un esquema para dialogar con las teorías modernistas, creo que podría aportar algo en cuanto que el sujeto tendría una actitud activa en lo que respecta a conocer, al adecuarse a la realidad. Pero si nos mantenemos en el dialogo puro, seguramente no se llegaría a una conclusión válida para ambos. Además el dialogo estaría sujeto a cometer un equívoco, el de ser considerado como sola opinión, y olvidar la verdad que es una para todos. También sería muy difícil pretender llegar a un acuerdo partiendo solo de una afirmación.
La definición de verdad que doy, resalta la prioridad del objeto, pero sin prescindir del sujeto.

C.W.2: esta afirmación interpreta correctamente la definición, pero sigue confirmando, de modo sutil, la imprecisión de la definición

C.W.3: efectivamente se defiende la tesis que dice la “adecuación del objeto al sujeto”. Pero tal afirmación no llega a ser contradictoria (contra), porque ni siquiera hubo una premisa previa que mencione algo de la tesis. Por lo tanto no puede decirse que haya contradicción partiendo de algo que no se dijo (dicción).
Únicamente se pretende confirmar con otras palabras lo que sostiene el filósofo, para dar de alguna manera más solidez a su argumento.

C.W. 4: no hay comentario.

C.W.5: efectivamente como se dice, esta definición no se deriva de modo necesario de las ideas anteriores, pero si modo probable, en cuanto aplicación de un razonamiento invalido, pero que, volviendo a repetir, lo que se va presentando en la exposición es con una intención de buscar un retorica que pueda enlazar con la tesis final. Aquí no se pone un nexo lógico, por lo que hay razón para decir que es un salto ilógico; pero de lo explicado, no se puede decir que introduzca un “falso problema” y que el mismo es el núcleo de los cuestionamientos sostenidos por mí. Es imposible refutar el núcleo del argumento, a partir de la sola introducción.
En cierto que la definición no fue expuesta por el filosofo, pero si el afirma que “el error seria en todo caso la no adecuación del objeto al sujeto”, diría yo que inconscientemente la razón le dicta ya en su conciencia lo que es la verdad, a saber la adecuación del objeto al sujeto, (que la define al decir su contrario) aunque no logra percibirla claramente.

C.W.6: si la definición es introducida indebidamente por el comentador, diría yo que este punto del comentario es introducido más indebidamente, porque en el punto anterior, dice el filósofo lo que el error seria.

C.W.7: es cierto que tal definición puede ser adaptada con mucha dificultad dentro del contexto de la filosofía escolástica, sobre todo si en algún momento afirmo mi distanciamiento del pensar, hacia mi referente y celebre maestro en mi memoria, como lo es St. Tomas. Pero recordando las palabras de Aristóteles referidas a su maestro Platón, diría yo que prefiero “ser mas amigo de la verdad que de mi maestro (santo tomas)”.
Y si esta problemática se complica en cuanto instrumento para dialogar con las corrientes modernas, es muy difícil llegar a una conciliación solo a partir de una oración; creo que pasa por otras cuestiones del pensar que si harían posible, a modo de ayuda, un fructuoso dialogo con estas filosofías, y luego podría llegarse a dar una aceptación de una definición. El dialogo es algo complejo, pero nunca impuesto.

C.W. 8: no hay comentario.

C.W.9: es válida la aclaración que hace el comentador de la definición dada por santo tomas. Y si dice que hace referencia a un sentido de lo que se dice sobre lo que es la verdad, entonces es aceptable, porque reconoce otros sentidos y en el cual adhiero a su pensar, considerando yo un sentido más.

C.W.10: si sostengo que la verdad es la “adecuación del objeto al sujeto” y anteriormente dije que “el objeto no podría adecuarse al sujeto porque el objeto no es sujeto de adecuación”, efectivamente estaría en contra el principio de no-contradicción. Pero esta conclusión sería muy apresurada, por no haber considerado toda una exposición, o porque no se comprendió lo expuesto.
Aclaremos: la primera afirmación que sostengo es en un plano ontológico, del ser, tanto de la cosa como de la verdad. Aquí es en donde se encuentra el núcleo de la cuestión. La segunda afirmación es en el plano de la argumentación retorica, como explique anteriormente, basada en una aplicación práctica de la vida diaria, donde sí el objeto no puede amoldarse al sujeto. Pero no pretendamos buscar un principio en lo concreto; la verdad se dice de algo, pero no es algo.
El ultimo razonamiento que realiza el filosofo, es lógico, pero no es válido, porque parte de una premisa sujeta a la ambigüedad, y para que un razonamiento sea correcto, por su estructura, se requiere, según lo obliga las reglas lógicas, que las premisas sean verdaderas para obtener una conclusión verdadera (solo se remarca la estructura, aunque bien se podría dar más razones al aplicar las reglas de las premisas, como también de los términos).

C.W. 11: no objeto a este comentario, siempre y cuando se entienda que lo que se quiso decir es que sí es necesaria la presencia del objeto como del sujeto en el conocimiento, en su correspondencia, pero como la causa del mismo y no como la causa de la verdad; es distinto decir causa del conocimiento que causa de la verdad.

C.W.12: Una vez más no se logra comprender esta afirmación.

C.W. 13: Como dice el filosofo la relación entre verdad metafísica y verdad gnoseológica es lo que se puede entender aquí, pero veamos que si la verdad metafísica es la realidad objetiva de las cosas, y la verdad gnoseológica es la conformación de la cosa al entendimiento, entonces se puede entender que esta ultima lo es por efecto de la que expresa la realidad de la cosa, es decir en cuanto que la cosa es lo que lleva una verdad. Y si hemos afirmado categóricamente que la realidad es anterior a la razón de verdad por ser ésta en sí, entonces más aun podemos afirmar que la relación de verdad metafísica y verdad gnoseológica lo es como la causa del efecto, en cuanto que es la verdad metafísica la regla y la razón de la verdad gnoseológica.
Y si se dice que hay dualidad del conocimiento, yo digo que hay unidad en el conocimiento. En esta misma relación de niveles, se puede decir análogamente que ambas son necesarias para la verdad, pero que una es causa de la otra; es causa la realidad de la cosa, cuyo efecto es esa aprehensión de la forma de verdad. La unidad es evidente en el hecho consecuente de causa-efecto; el efecto no es tal como efecto sino tiene una causa; y la causa es considerada causa en cuanto tiene un efecto.

C.W. 14 y 15: si se comprende lo previamente dicho, se entiende como esa conformación es efecto de la realidad ex-sistente, de la cual obtengo la verdad.

C.W. 16: no hay comentario.





Conclusión:

Me enseñaba una vez un filosofo socrático que la definición es como “una llave de la ciencia”, significando que esta es una herramienta que nos va a abrir correctamente la puerta hacia el bien o hacia el mal (hacia la verdad o el error); y es por este motivo que se debe reflexionar bastante acerca de las definiciones de los entes con los cuales debo de interactuar; sólo marca y delimita el concepto para que uno después pueda zambullirse en un conocimiento más profundo de la realidad”.
No hay que dar nada por supuesto ni por sabido, y menos aun cuando lo que se sabe (“in interiore homine hábitat veritas”. S. Agustin), se ignora. La verdad es una sola. Pero como dice A. Gide, que: “Todo está ya dicho; pero, como nadie atiende, hay que repetirlo”, es pues conveniente volver entender lo que es lo ilustrativo, a saber, el de conocer: que es la verdad (quid est veritas).

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